COMENTARIO DEL AVENTURERO
Estamos inmersos en un espacio social con unas reglas
fuertemente establecidas. La familia y la escuela se encargan de trasmitirlas y
fijarlas.
Hay un gran Plan. Es
decir, hay un modelo sistemático para dirigir y encauzar al hombre.
Planificamos nuestras vidas y las de aquellos que dependen
de nosotros.
Planificamos nuestros embarazos, planificamos la educación
de nuestros hijos, planificamos nuestras carreras, nuestras vidas laborales,
planificamos los días, planificamos los fines de semana, planificamos los
viajes, planificamos nuestra jubilación…
Hacemos un gran mapa de lo que será nuestro tiempo vital
antes de que ocurra.
Y lo hacemos a modo de representación ideal. El Plan se convierte en un plano de dos
dimensiones, llano, liso y sin relieves. Como un denso esquema que representa
nuestra trayectoria, lo que ocurrirá y lo que sentiremos.
Nos estamos inventando la vida antes de descubrirla. Y así
nos enfrentamos al tiempo, y nos enfrentamos con un esquema estereotipado, en
vez de entregarnos sin condiciones ni objetivos. Tal vez estemos convirtiendo
el futuro en pasado…
Antes de dibujar el mapa hay que ser explorador. ¿Por qué no
cartografiamos futuros parajes?
Si cada hombre explorara el mundo desde su esencialidad se
dibujaría un mapa distinto por cada persona, así tendríamos una cartografía del
mundo mucho más compleja y poliédrica y se completaría la realidad que está por
descubrir. Sería la manera de escapar a un mundo trazado por otros.