Presentación

Un grupo de amigos hemos decidido poner en la red el libro, “49 RESPUESTAS A LA AVENTURA DEL PENSAMIENTO”, porque creemos que es especial. Su autor, Eduardo Pérez de Carrera, nos sugiere a lo largo de sus páginas nuevas formas de percibir nuestra vida, de entender la Historia, de interpretar la realidad que nos rodea. Nuestro propósito es convertir este sitio en un espacio abierto de reflexión donde tengan cabida todos los comentarios que se nos hagan llegar sobre lo que a cada cuál le sugieran o le hagan sentir los párrafos del libro. Nosotros nos limitamos a publicar cada quince días un nuevo párrafo y a invitaros a que participéis.

1 dic 2009

Texto 1.6

1.6 "Esa definición de realidad no sería el conjunto de lo existente sino de lo que el hombre percibe, una serie de descubrimientos transmitidos como conocimientos y soportados por una sucesión de cultos, ritos y ceremoniales que forman el entramado o la red de la cultura; y encima de esa trama es sobre la que se teje el modelo social".


COMENTARIO

En este párrafo se descubre algo esencial: el modelo social se apoya en el entramado de lo que llamamos cultura. En el pensamiento común se asocia la cultura con un valor positivo que debe cuidarse, fomentarse y conservarse. Pocas veces se hace el planteamiento de que quizá la cultura esté sirviendo de soporte argumental, de justificación, a un modelo social que se resquebraja.

En general, denominamos cultura al conjunto de conocimientos y valores comúnmente aceptados en una determinada sociedad. La cultura se transmite de generación en generación y se impone a todo hombre a través de la educación. De este modo se enseña a cada persona a creer que percibe exactamente lo mismo que todos los demás: se va tejiendo así en la consciencia del hombre la maya de lo que llamamos “realidad”, que no es sino lo que ha definido como tal poder dominante en un modelo social. De este modo cada hombre termina por creer que es lo que percibe de sí mismo y que lo que percibe es toda la realidad.

Parece claro que la cultura debería ser lo contrario: la asunción de la experiencia de quienes nos han precedido como impulso hacia la frontera de nuestras consciencias. La cultura así rompería con el modelo y se acercaría a su verdadera vocación poética y científica. La cultura así abriría fronteras a la consciencia y no se limitaría a estabular el pensamiento en estrechos espacios donde sólo se pare frustración e infelicidad.

La percepción de una mayor porción de realidad en buena medida depende de una radical transformación de la educación. Una educación que invite al hombre a plantearse interrogantes, a percibir su propia ignorancia, y a partir de ahí a impulsarse hacia nuevos conocimientos. Una educación que cuide las diferencias esenciales entre cada individuo, como el tesoro que cada uno ha de aportar.

Es cierto que lo que genéricamente denominamos cultura esconde sus perlas: auténticas poesías, obras de arte y actitudes científicas, nos invitan contínuamente a romper las fronteras de lo que nos han ido grabando como única realidad posible. Sin embargo, en la llamada sociedad de la información, por cultura también se entiende un espeso conglomerado de datos y vacíos dichos populares colocados al servicio de la justificación de un modelo (“más vale pájaro en mano” es una expresión arraigada profundamente que encarcela a nuestro espíritu aventurero y nos dificulta el planteamiento de las interrogantes que nos impulsen hacia otra forma de conocimiento). Por desgracia, la educación está hoy más relacionada con esta cultura al servicio del poder, que con aquélla que, en forma de pregunta, lanza una flecha de libertad hacia la frontera de lo conocido.

Pero por mucho que el modelo o el poder se esfuercen en disfrazar de única realidad a lo que ahora percibimos, nunca podrá silenciar el impulso de los sabios, la vocación de conocimiento científico o el canto liberador del poeta. Como recuerda el autor, “ninguna luz es inútil ni queda secuestrada para siempre”.

38 comentarios:

Ella dijo...

Quizás sea el velo de maya, o uno de sus velos.
Pero puede que cada uno rasgue un poco por su lado, empezando a no creer todo lo que nos cuentan, todo lo que nos dicen como cierto y que ellos tampoco han comprobado, o una vez sabido que puede que no sea cierto, sólo "puede", no aseveremos que es así porque es más fácil que todo siga igual, no decir que desconocemos casi todo, por no decir todo.
Acordarnos de lo bello, aunque fuera un sueño, porque no sabemos si en el sueño vivimos más realidad que en éste trozo de vida/tiempo.
Vibrar lo máximo posible con el arte. porque ayuda a descubrir otro espacio, como el del sueño, bueno cada uno debe encontrar sus recetas. Y los que sólo crean en ésta realidad, tendran que esperar descubrimientos científicos que les saquen del error.......esperemos que los haya.

José dijo...

A bote pronto el texto y el "comentario" me parece que no van por la misma dirección aunque desde luego puede haber coincidencias. Yo creo que el autor, de base, diferencia entre cultura y civilización. Creo que el "comentario", de base, confunde los dos términos. El autor sabe que en filosofía los términos cultura y civilización han tenido diferentes interpretaciones. La cultura son las creencias, la filosofía, la poesía, la ética, la estética, etc., y la civilización es el progreso, los habitos sociales, hasta podríamos decir, hoy en día, la ley de la oferta y la demanda.

Para mi el autor, dando continuidad a todos los textos anteriores, habla de las carencias de percepción producidas por esa cierta incapacidad del hombre de entregarse, de aventurarse en busca del Arca. Para mi lo que pretende es "erosionar" nuestra propia idea de la poética, de la estética, de la religión. Es un paso más allá, como un basta ya a los acordes tradicionales, basta ya al freno de los miedos. Nos invita al impulso constante, al respirar nuevas formas, nuevas miradas, a iluminar las cuevas del pensamiento, a abrir los ojos de la muerte, no cerrarlos, no manipularlos. Despertar, como clama Ella.

Y efectivamente mientras el sustento cultural, mientras se cultive la tierra de ese modo no se encontrara el Arca y entonces el hombre seguirá anclado a la red, rasgando velos, no soñándolos

Tánatos dijo...

El primer gran impulso de mi vida fue descubrir el inmenso mundo que aún me quedaba por conocer. Ser consciente de que precisamente la parte de realidad que ignoraba era mucho más estimulante y al mismo tiempo real que la que conocía.

El problema de la cultura es la constante percepción de que las grandes obras maestras son realizadas por gentes con cualidades extraordinarias que, por supuesto, el resto no posee. Tampoco puedes incurrir en la osadía de enjuiciar el trabajo ajeno porque tan sólo unos pocos tienen la autoridad y experiencia suficiente como para hacerlo. Pero ¿quiénes actualmente tienen la suficiente sensibilidad para percibir el soplo de las musas, para vibrar o sentir simplemente que algo se ha transformado en ti cuando contemplas ARTE?

Creo que el entramado de realidad ficticia a la que el autor hace alusión tiene fisuras que permiten entrever otras posibilidades superiores. Cada vez creo más en la fe, es decir, en sembrar sin esperar resultado inmediato o aprobación social, simplemente regalárselo al mundo hasta que lleguen nuevos seres capaces de disfrutar los frutos de tantas obras anónimas que preñan nuestro planeta.

Manolo dijo...

Dice el autor que “esa definición de realidad no sería el conjunto de lo existente sino de lo que el hombre percibe, …”. Coincido con él en que la definición que hacemos de la realidad no refleja el conjunto de lo que existe, porque incluso la Ciencia sabe que hay una enorme porción de la realidad que existe pero no somos capaces de captar. Ni siquiera con las tecnologías más avanzadas. Pero yo añadiría algo más. Un algo que además creo que el autor dice en algún otro lugar del libro. La definición que hacemos de la realidad es el resultado de lo que percibimos, sí, pero filtrado por nuestra razón y nuestros códigos morales. Incluso por nuestra consciencia. Supongo que las limitaciones del funcionamiento de nuestra consciencia son ya un primer filtro, pero luego actúan otros filtros que estarán más relacionados con los esquemas conceptuales y morales que tenemos grabados. Por ejemplo, cuántas veces no habremos oído contar a alguien que ha “sentido” a su lado una “presencia”, calificada como fantasma o espíritu, y la reacción más habitual es la de considerarlo como una fantasía o un espejismo, y no como una realidad. Solo porque los demás no compartimos esa supuesta capacidad de percepción. La realidad que aceptamos tiene mucho que ver con la que todos podemos percibir. Es una manifestación más de la dictadura de las mayorías.

Si ya nos vamos a lo que luego señala el autor, en relación con los descubrimientos que forman el entramado sobre el que se teje el modelo social, eso de que vivimos en una sociedad donde la interpretación que se hace de la realidad viene cocinada y dictada por las autoridades establecidas, me parece de una evidencia palmaria. Los descubrimientos sobre la realidad que desconocemos son aceptados socialmente cuando vienen de la mano de científicos “de reconocido prestigio”. Es decir, de científicos que tienen el aval de credibilidad, y autoridad, de la comunidad científica. Y esto vale para las llamadas ciencias “exactas” y para las demás ramas del conocimiento académico, aunque hagan afirmaciones imposibles de demostrar. Una vez que la ciencia acuña un descubrimiento las autoridades educativas se encargan de inculcarlo a los niños, y los medios de comunicación hacen lo mismo con el resto de la sociedad. A partir de ahí, casi nadie lo cuestiona. Se incorpora a la verdad establecida. Da igual que seamos testigos, una y otra vez, de nuevos descubrimientos que desmienten esa verdad. Está asumido que la verdad sobre el conocimiento que avala nuestra sociedad solo la pueden construir, o rectificar, las autoridades académicas correspondientes.

¿Por qué somos todos tan sumisos con esta forma de ver la realidad? ¿Por qué tenemos tanta fe en lo que nos cuentan los especialistas y las autoridades, pese al continuo tejer y destejer que exhiben en sus explicaciones sobre la realidad? Nos puede sacudir una crisis económica descomunal pero nadie cuestiona en serio el modo de entender la economía, aunque sea evidente que casi nadie sabe qué hacer. Y así podríamos poner más ejemplos. En el fondo, se produce una curiosa paradoja: en una época en la que hacemos alarde de la razón, como instrumento para comprender la realidad, nos guiamos más por la fe en la razón de unos pocos que por nuestra propia capacidad de descubrimiento. Ejercer nuestra propia capacidad de descubrimiento nos exigiría, es verdad, una actitud mucho más activa para buscar otras fuentes de conocimiento y para desarrollar nuestra propia visión de la realidad. Pero también nos haría más grandes.

Afrodita dijo...

Creo que no sé hilar lo suficientemente fino para apreciar si como José dice confunde El Aventurero los términos cultura y civilización. Tampoco sé por cuál de las dos acepciones de cultura me decanto, no ya voluntariamente o por una cuestión de opinión, sino porque yo misma, de raíz, no sé qué es lo que interpreto por “cultura”.
El Aventurero la define como (o más exactamente dice “por lo general denominamos”) el conjunto de conocimientos y valores comúnmente aceptados en una determinada sociedad; y creo que lo dice bien. También creo que dentro de esa “una determinada sociedad”, sea la que sea, se trasmiten de generación los valores que esa misma determinada sociedad ha ido incorporando a su historia, a su forma de estar y de pensar y de hacer, atendiendo a intereses de índole más o menos espiritual o más o menos material en función de que, a su vez, la generación anterior aprendió de que era necesario o esencial.
Dónde empezó ese ir pasándose la bola, pues, vaya usted a saber…
Sí es cierto que existen sociedades tan dispares que lo que en unas se valora como cultura no se les concede en otras ningún valor. En la nuestra, occidental y habituada a no tener que solucionar problemas muy tal vez elementales (o dentro mismo de occidente, veamos solo las diferencias de un medio rural a un medio urbano; el hombre de campo no sabe a lo mejor qué es un ascensor, o no sabe mantener una conversación acerca de mil temas que a otros, no mucho tal vez más instruidos, nos resultan cotidianos y mal que bien podemos de alguna forma abordarlos) podemos dedicar nuestro intelecto a procurarnos instrucción en la literatura, o en el cine o en el arte y permitirnos el lujo de ignorar, pues… yo qué sé, incapaz del todo como soy de imaginar necesidades o “saberes” que no se presentan en el medio mío; pero todos hemos vivido alguna vez como alguien a quien jamás elegiríamos como conversador interesante nos deja sorprendidos con cualquier destreza o habilidad para nosotros impensable; impensable porque qué la hace necesaria no se terció en nuestra vida y se presenta, sin embargo, como cosa cotidiana en la vida de ese alguien…
Ese alguien, en tanto no salga de su círculo o de su ámbito, trasmitirá a sus descendientes (lo mismo que el “alguien que lo miramos desde fuera haremos para con los descendientes nuestros) lo que para él es útil o necesario.
Me parece que el concepto de cultura, todos los conceptos de todas las culturas, están muy ligados a la noción de utilidad. Se considera cultura aquello que nos va a servir para desenvolvernos o hacer por lo menos “buen papel” entre los “nuestros” y despreciamos (no en forma peyorativa, pero lo despreciamos) lo que no se va a traducir en admiración o respeto; considerando (de nuevo) que la admiración y el respeto suelen reservarse al conocimiento se me ocurre “intelectualizado”.
Estas parrafadas, puede que bastante inconexas, son las que se forjan en mi cabeza a raíz de la definición que da El aventurero.
José dice que “cultura son las creencias, la filosofía, la poesía, la ética, la estética, etc., y la civilización es el progreso, los hábitos sociales, hasta podríamos decir, hoy en día, la ley de la oferta y la demanda”, y pienso que también está en lo cierto…

(Parto aquí el comentario en dos, que veo que no va a caber).

Afrodita dijo...

(Continuación)
Creo que lo que en general, o en realidad, ocurre es que todo pensamiento, toda idea que se pasa a palabras está sujeto inexcusablemente a no sé qué maleabilidad que cada cual adecuamos a cierta suerte de amalgama hecha de las convicciones, y de las dudas, y de las confusiones propias; y es normal y comprensible puesto que en el momento en que se formula una frase que vaya más allá de, por ejemplo, algo tan simple como “mesa verde” (con todas las diferencias que puedan caber entre todas las mesas verdes del planeta) ya estamos entrando en el mundo intangible de los conceptos tan huidizos y tan dispares como existen de unas personas a otras.
Me voy a confesar ― de paso y ya que me he metido en el jardín de escribir este comentario sin idea ni remota de cómo abordar el texto del autor y apoyándome en los pocos comentarios a este punto 1.6 publicados hasta ahora; yo suelo necesitar muchos comentarios en que tomar puntos de referencia para “inspirarme” ― bastante zoquete para todo lo que sea experimentar sensaciones a través de la belleza ( Ella sí sabe, al parecer, valorar y en mucho lo bello; y quisiera envidiarla, pero el interés por lo bello me es tan ajeno que ni tan sólo acierto a forjarme cómo pueda ser el sentir “algo” sólo por el hecho de estar viendo algo bello) y, sin embargo, aun a pesar de mi no saber mucho de qué se está hablando cuando se utilizan determinadas palabras, me asalta un poco la sospecha de si no estaré no perdiéndome con esa falta de sensibilidad mía algo muy trascendente si ― como a mi entender se desprende del comentario de Tánatos ― los conceptos de sensibilidad, arte y belleza están bastante estabulados.
¿Sabes, Aventurero? Encuentro que tienes mucho, muchísimo mérito, porque así como los demás comentamos o no comentamos, remoloneamos o esperamos a que haya más comentarios en que ir unos en otros apoyándonos, tú, siempre el primero y algo así como que “sin red”, te atreves siempre. Y eso, en mi opinión al menos, es enormemente digno de respeto cuando, reconozcámoslo, los textos del autor no son ni mucho menos “una cosita fácil”
Gracias.

Vega dijo...

Estoy bastante de acuerdo con Manolo.
En esa frase que subrayas del párrafo, "Esta definición de realidad no sería el conjunto de lo existente, sino de lo que el hombre percibe..."parece ser que existen más cosas de las que percibimos sensorial y extrasensorialmente.
Además me planteo: ¿De lo que percibe, quién?:
¿Un niño de tres años?.. ¿Yo, por ejemplo?.. ¿Un sabio?..
Pienso que si hablamos de percepción para definir la realidad, tendríamos inicialmente cinco sentidos en relacion con el mundo fenoménico que, además, no tienen el mismo desarrollo en todos los seres humanos.
Con lo cual esta percepción sensorial, nos llevaría ya de entrada al conocimiento de una realidad limitada de forma diferente,y al estar sometida al espacio tiempo sería cambiante.
Esta realidad limitada o aparencial no sería más que una de otras realidades más complejas, a las cuales se podría ir accediendo a través de un proceso evolutivo, y entonces, dependería del estado evolutivo de cada ser la interpretación y fijación de la realidad.
En este camino para llegar a entender un realidad más compleja nos encontramos con muchos obstáculos, como desmontar la realidad que de alguna forma el poder establecido impone, como la educación recibida (en esto coincido con el aventurero, ya que el niño por un proceso educativo, va asumiendo una realidad de cosas descartando otras que percibe) y también con la razón, la lógica...que son enemigos del proceso.
Así pues esta realidad aparencial que experimentamos y sentimos es bastante sólida para el hombre mundano. ¿Para quién y cuando este mundo sería irreal?
Para el sabio liberado, ya que al alcanzar la sabiduría,se desvanecería.
..."Porque solo al despertar te parece un sueño irreal, y mientras sueñas, te parece bastante real".

Beucis dijo...

Si nos detenemos a reflexionar sobre esta realidad parcelada y chata, por la cual a duras penas chapoteamos y que tan atada la queremos, nos viene enseguida el recuerdo de todos los pensadores, poetas, científicos, místicos amordazados o muertos por designio del poder. Es estremecedor comprobar hasta qué punto se apuesta por la inmovilidad y estanqueidad del modelo: sicarios, guerras santas, conflictos de clase, inquisiciones de todos los credos. ¿ Tanto miedo da que el hombre se pregunte y pregunte? ¿Tan temible es una poesía, una obra de arte, una corriente de pensamiento?

Convocar a las Musas tiene peligro, Homero el bardo, Tiresias y Fileo adivinos, estaban justo en el momento adecuado: narrando, prediciendo, aconsejando en el viaje de expiación y evolución de Ulises, en el momento de adentrarse la nave Argos con todos sus héroes en el ignoto Ea, el País Sin Nombre, prediciendo el destino a Narciso. Todos ellos eran sabios, tenían conocimiento, y el mito los describe ciegos, carentes de un sentido corporal, pero detentadores de clarividencia. Mutilación y sacrificio, ofrenda de quienes han estado alertando desde siempre y nos han ayudado en nuestra travesía.

Debemos pensar que en nosotros hay un gran poder que se trata de amordazar y que, moviéndonos, convocándonos, queriendo, podemos poner en marcha un gran potencial espiritual, transformador, imparable. Que esa percepción de una realidad cada vez más amplia, está a nuestro alcance, al alcance de todos. Que el rey castrado de las leyendas artúricas, las princesas durmientes de nuestros cuentos y los titanes encadenados de los mitos clásicos y de la Biblia, que somos todos y cada uno de nosotros, tienen que destrabarse y despertar. Tienen que coger las riendas de la responsabilidad, sacudir la pereza, rechazar el fracaso, sanar la enfermedad y cultivar las tierras interiores, para contribuir a crear una nueva cultura que empieza a romper aguas.

Todas estas crisis económicas, de modelo social, político, que nos inquietan, porque nos impiden aposentarnos en un inmovilismo cómodo, en un sueño hipnótico, en una transferencia al otro de decisiones, son indicio de cataclismos, de ruptura de moldes. Todo ello está resquebrajándose, y nosotros también. No podemos ser una casa vieja llena de desconchones y grietas, que se parchea con la ayuda de las parroquias y la subvenciones. Tenemos que ser faro, tierra de cultivo y cultura, mares con horizontes lejanos. Y esto es bueno para nosotros y los otros.

Repha dijo...

Me parece que "cultura" en el fondo es una sucesión de cultos, de costumbres establecidas que debido a su repetición las acabamos creyendo como una realidad. O lo que es más curioso, como La Realidad.

A partir de ahí establecemos el modelo (social, político, religioso, etc.) que es en el que creemos porque las cosas son así y punto.

Eso sí, que sea lo que creemos no quiere decir que sea lo que sentimos. Y ahí viene el problema. Cuando lo que creemos y lo que sentimos se dan de bruces. Como lo que dice Manolo del fantasma, que puede ser muchas cosas, pero la primera que descarta nuestro modelo es la del fantasma aunque tenga las mismas posibilidades de ser eso que otra cosa.

Y evidentemente nos encontramos con lo que dice Vega ¿de lo que siente un niño, un sabio o quién? Me parece que la "cultura" nos lleva a simplificar tanto que acabamos perdiendo gran cantidad de posibilidades. Nos parece demasiado complicado, y en vez de ponernos el traje de Indiana Jones y buscar, nos ponemos la gabardina raída con manchas de lo que nos han dicho y ya está. Le encontramos rápidamente una solución. Puede que en el fondo sepamos que no es así, pero... ¡qué cómodos nos hemos quedado!

Al fin y al cabo tenemos la base de que es lo que han dicho "los que saben", esos que como decís, usan la bibliografía para apoyar sus teorías en palabras o pensamientos que han dicho otros, como en un intento de revestirse de una autoridad cedida por otros que se na revestido de la autoridad cedida por anteriores... pero ¿quién se lanza a la piscina y dice algo sin citar fuentes? ¿es que siempre tenemos que decir lo quehan dicho otros? ¿tanto miedo nos da decir algo nuevo? ¿tanto miedo nos da equivocarnos y decir "esto es lo que siento porque aunque nadie lo haya dicho antes, seguro que lo ha sentido"?

Menos mal que tenemos la cultura que nos libra de tantos quebraderos de cabeza. Es una manta que nos calienta en momentos así... aunque sepamos en el fondo que nos deja los pies fríos y la cabeza... confundida.

En fin, como dijo no sé quién, "si las entiendes, las cosas son como son. Si no las entiendes, las cosas son como son". O mejor aún: "lo que es, es".

José dijo...

Afrodita, hay una diferencia entre cultura y civilización, simplemente analítica. Pero mi interés es sentir como el autor me hace ver más allá, incluso me hace cuestionar el arte, este arte. Ese ego de creer encontrar en una forma la genialidad. Para mi el autor no solo me hace cuestionar la educación o la tradición, me hace cuestionar mi conocimiento, mi manera de saber, mi creencia en mi yo. Si claro que la poesía, la música, la ciencia, son referentes que abren caminos pero también pueden cerrarlos. A lo largo de la historia, como dice Manolo, ha habido unos pensadores que han pesado como losas en la libertad. Y la libertad es la entrega, el amor, la percepción sensible mas allá de lo que, también Manolo se refiere, con el filtro de la razón y de los códigos morales.

Aprovecho para también interpelar que nos circunscribamos al análisis de los párrafos expuestos sin referencias a otras partes del libro o de otros libros del autor. Gracias

Afrodita dijo...

A José:
Agradezco la aclaración que me haces y entiendo que existe la diferencia que tú dices; lo que ocurre es que a mí concretamente me sucede el manejarme utilizando como verdadera idea de cultura lo que en ocasiones estará siendo civilización, sin que mi sensibilidad acierte, al hilo de cada instante, a deslindar lo uno de lo otro; tendría que pararme a cada momento a reconsiderarlo, igual que si al caminar tuviese que elaborar antes en mi cabeza qué he de hacer para dar el paso siguiente y, sin embargo, simplemente camino.
Cuando en la segunda parte de mi comentario, la que va justo a continuación de la alusión que hago al tuyo, digo “creo que lo que en general, o en realidad, ocurre es que todo pensamiento, toda idea que se pasa a palabras está sujeto inexcusablemente a no sé qué maleabilidad que cada cual adecuamos a cierta suerte de amalgama hecha de las convicciones, y de las dudas, y de las confusiones propias”, me estoy refiriendo a qué me ocurre a mí, y a que siendo consciente de que me ocurre he de asumir que en infinidad de ocasiones emplearé, al expresarme, los conceptos mezclados.

Eolo dijo...

El Enuma elish, poema épico babilónico, narra la historia de la muerte de la gran diosa madre originaria, Tiamat, en manos de su tataranieto el dios Marduk. Al hilo del comienzo de la Edad de Hierro, se sustituyó en el hombre su principal forma de consciencia, dejando de lado la adoración devota al vínculo natural trascendente con la diosa como fuente de felicidad, separando el conocimiento del sustrato naturaleza, y adentrando desde entonces al colectivo en la búsqueda de la cognición.

El hierro dio lugar a siglos de guerras, luchas y asesinatos, en la que los sucesivos imperios pugnaban por hacer valer su ley… y su dios único y verdadero, imponiéndolo sobre las huestes de cualquier tribu o pueblo. Ese dios se complacía en ver a sus devotos matando por sus conquistas, pasando por el hierro a todos a quienes se resistían a su verdad. El dios del hierro, solo derrocado milenios después, por el hijo héroe del amor, creó una tupida urdimbre de férreos ritos, clases aferradas, conocimientos ferroces y mandamientos ferruminosos, que aún perdura en las capas bajas muy activas de nuestra consciencia social.

Con el argumento de la búsqueda del conocimiento, aborrecía de aquella relación divina que directamente te ponía en contacto con la fuente de la iluminación, y, en cambio, animaba al descubrimiento de las capacidades humanas, dando lugar a innumerables descubrimientos que fueron forjando las culturas sobre la que se asientan nuestras contemporáneas.

El mono-dios y sus férreos caminos, aún dominan la mayor parte de la consciencia del hombre actual, ofreciendo como principal ventaja, dotar a todo caminante en el principio, de carriles por los que hacer transitar su evolución, garantizando, en la finalización, la unión total con él. La educación ferrosa a la que asistimos es, por tanto, una reconvocatoria más del esfuerzo social por adaptar al individuo a los raíles por los que debe transitar su existencia, adorando, en cualquier caso, los avances para doblegar a la naturaleza –incluida la suya propia‒ como para potenciar sus fuerzas cognoscitivas. Este dios es un ingeniero médico que dedica su tiempo a la pedagogía social, apoyado en la actualidad por los psicólogos de la autoestima de las bragas.

Ahora, que ya retornan desde las capas profundas del ser, los cánticos trovadorescos numinosos de las emociones, que nos cuentan la gracia en la belleza, habrá que articular los conocimientos tecnológicos para dotar al hombre de un destino y un sentido, que lo aproxime definitiva e inexorablemente a su esencia divina, haciendo que el estupor infantil por la presencia de la vida, no sea una justificación de los hierros, sino una íntima y esforzada conquista en la búsqueda de la trascendencia.

Ulises dijo...

Lo que llamamos realidad (con minúscula), o realidad aparente, es sólo la pequeña parte de la Realidad (con mayúscula) que nuestros sentidos pueden captar, bien directamente o bien con ayuda de instrumentos que aumenten sus capacidades. Estos instrumentos, cada vez más complejos y más perfeccionados, han permitido ir ampliando el campo de la realidad aparente, extendiéndola al mundo de lo muy pequeño, al mundo de lo muy lejano, al mundo de la visión en otras bandas del espectro electromagnético y a otros campos. Y estas ampliaciones han sido tan importantes y tan rápidas, que han conducido a la falsa idea de que estamos cerca de llegar a conocer la realidad completa, la Realidad con mayúscula. Y para la parte de Realidad que todavía no conocemos, se han elaborado teorías que intentan explicarla. Teorías que, al tener el respaldo de los científicos, la sociedad las incorpora como verdades indiscutibles.

Esto en sí ya es malo, pues en la Ciencia no hay verdades indiscutibles. Pero lo más grave es que en el propio mundo científico se acepte de hecho que las haya. Es más, si algún científico se atreve a ponerlas públicamente en duda, corre el riesgo de quedar desprestigiado y “excomulgado”. Para que el lector se haga mejor idea sobre qué nos estamos refiriendo, voy a citar dos casos concretos muy conocidos: la Teoría del Big Bang, para explicar el origen del Universo, o la Teoría de la Evolución, que intenta explicar la aparición del ser humano sobre la Tierra; pero podrían ponerse otros muchos ejemplos.

Es difícil de entender que, como parte de la cultura, se acepten como verdades “científicamente demostradas” lo que son sólo teorías. Basta repasar por encima la historia de la Ciencia para ver con qué frecuencia ha habido que descartar por erróneas, teorías que en su día se consideraron como ciertas. No me resisto a reproducir un párrafo que copié hace algún tiempo de una revista, que decía: “Un artículo científico que hubiera tratado hace cien años sobre la historia y la estructura a gran escala del universo apenas habría dicho algo que fuese cierto”. El párrafo es demoledor, pero refleja un hecho real. Es muy posible que dentro de cien años alguien pudiera hacer un comentario parecido sobre un artículo que se escribiese ahora mismo sobre este tema. Pero no sólo sobre astronomía, sino sobre muchos otros campos de la ciencia.

La cultura de una sociedad no puede basarse en verdades indiscutibles. Limitándome al campo de la ciencia, tenemos que ser conscientes de que, si bien nuestros conocimientos están avanzando con rapidez, es todavía mucho más, pero mucho más, lo que se ignora que lo que se conoce. Y esta idea, que parece tan elemental, debiera enseñarse a nuestros estudiantes y debiera formar parte de nuestra cultura. Nos haría más humildes.

Goyo dijo...

…..Sobre escombrera de cascajos de ladrillo y tejos, envueltos en yesos y recubiertos de arcillas, crece un árbol níspero en el jardín de mi casa. Y cada año, por diciembre, cuando a media noche regreso, con cielo raso, estrellas resplandecientes, y escarcha en el tejadillo que deja una “helada de cuidao”, al pasar junto a él un especial perfume de sus flores me detiene alertando mis sentidos, respiro su aroma como preciado regalo, y me vuelvo a preguntar : ¡¿ Cómo es posible ?!


La historia de la humanidad es un proceso de descubrimientos que el hombre va soñando y aplicando en la elaboración de útiles y herramientas, con el propósito de conseguir el mejor de los logros posibles para su subsistencia y estado. En este proceso está implícito el cómo acceder a ese conocimiento, cómo practicar una forma de vida que posibilite el mejor de los encuentros liberalizadores. ( Aunque, desgraciadamente, haya actuaciones en las que los medios empleados sirvan de argumento para justificar el fin.)

Es corriente, y de muy común pensamiento, que nuestra sociedad, habiendo alcanzado un alto nivel tecnológico y una educación extensiva para toda la población, posee también elevada actividad cultural. Sin embargo con un poco de reflexión sobre cómo se está produciendo esto, nos percataríamos de que no es tan así, y de que quizás estemos más próximos a un cierto grado de barbarie de lo que cabe imaginar.

Pues siendo esta una sociedad dependiente del consumo, arraigada en la posesión y en la concepción materialista de las cosas, que ensalza el ego y rinde continuo culto a la imagen personal con el fin de mantener una competitividad utilitarista, y que sigue manteniendo la sumisión al trabajo productivo como hecho casi imprescindible en una valoración personal y social, no parece, digo, que esté cultivando la cultura.

Porque cuando se nos ofrece masivamente como cultura el acceso al espectáculo que distrae; …porque cuando desde la educación sólo se pretende una estabilidad productiva, y que la persona, una vez sometida al paso de los exámenes oficiales se olvide del estudio y de cómo conquistar mayores áreas de libertad; …porque cuando por toda finalidad altruista se persigue la adquisición de “consumibles” de todo tipo, que llenen la panza y emboten los sentidos… sólo falta decir un no. No a ese tipo de cultura que se alimenta insaciablemente de infinitos cultos para modelizar un único pensamiento.



Un buen labrador conoce bien el fin de un barbecho bien hecho. Es el modo de que la tierra guarde tempero, impidiendo que ésta se endurezca, agriete y erialice, para que cuando la benigna lluvia caiga sea bien recibida, y empapando sus entrañas, tierra y agua se unan facilitando una buena sementera. Cuando no es así, la lluvia resbala sobre la tierra dura y prieta, se torna pasajera en un viaje de oscuro lodo, y el cultivo de la semilla difícilmente fructifica.
A veces me sucede que me siento hombre de “barro bien hecho”, pero otras, es como si mi sensibilidad habitara en un erial, al que le salen cardos del ombligo… y lo peor de esto es que me creo que ese cardo es valioso, y pretendo también que florezca. Es entonces cuando más me acuerdo del cultivo de la cultura, y de las culturas cultivadas… y de paso del árbol níspero del jardín de mi casa.

Gaspar dijo...

La realidad percibida, está íntimamente asociada a los sentidos que disponemos, de tal manera que éstos están soportados por órganos que en el desarrollo del hombre actual, son capaces de recepcionar el hecho en un entorno ó rango limitado; por ejemplo un sonido emitido a una frecuencia inferior a 20Hz. no la distingue el oido, ó una emisión lumínica que vibre con una longitud de onda que no esté comprendida en el rango del rojo-violeta no es percibida por el ojo. ¿Quiere ésto decir, que no existen otros entornos ó realidades distintas que las que percibimos?. Está claro que no.
Pero lo que me parece más emocionante, es que los distintos "inventos" que el hombre a sacado a la luz pública, en realidad son descubrimientos, ésto es quitar el velo que cubre un conocer. Y estos descubrimientos se producen a mi entender, porque en el hombre están impresos estas capacidades y existe la posibilidad a través de un desarrollo de la consciencia, acceder a otras realidades ocultas hoy.

En cuanto a la cultura, la entiendo como una aportación de descubrimientos que el hombre muestra en distintas facetas, artística científica y filosófica a lo largo de la historia enriqueciendo el legado de la humanidad.
El modelo social articulado por las estructuras de poder, se soporta sólo en una parte de la cultura, haciendo caso omiso ó incluso "encarcelando" a los elementos culturales que vayan en contra de sus intereses. Pudiéndose estructurar una sociedad u otra muy distinta, según los planteamientos artísticos o filosóficos que se prioricen.

El modelo social condiciona la razón y modula el pensamiento, quizá el único argumento positivo de su existencia, es que ha posibilitado el enterramiento de otro agónico que le precede. Considero que es un ejercicio de responsabilidad, transcender en cualquier momento en el que se viva el modelo social. Y para ello se me ocurren tres opciones:
a) "Tirarse al monte con la cabra". Intuyo que este planteamiento, tiene pocos visos de poder modificarlo.
b) "Ejercer una actitud de violencia frente al sistema". Quizá lo que se haga mediante esta táctica sea reforzar el modelo, pues éste necesita de elementos díscolos que le muestren como un sistema en el que caben todos. Y al darte de cabezazos contra el muro, lo más probable es que tú acabes sangrando y el muro siga en pie.
c) "Mediante un trabajo personal". Destrabando nudos, con atención e intención ampliando la consciencia, intentando ser felices, enamorándose de la vida, asumiendo el fracaso con la fe y la esperanza que mañana se nace de nuevo y esta nueva experiencia te pueda hacer vivir en la frontera de la consciencia contagiando lo que te rodea.
Iba a decir suerte, pero mejor digo buen trabajo.

José dijo...

Siguiendo el consejo de Afrodita me he aventurado a leer todos los comentarios y a través de ellos voy aprendiendo, viendo otros espectros de la realidad. En principio descubro que el que escribe el comentario enseguida del párrafo del autor es el “Aventurero”. Contra este casi siempre me rebelo, al principio me parecía como una especie de ultraje al autor. Debo confesar que es tal la densidad de los párrafos analizados que muchas veces me quedo mudo, me subyuga tanto que me abre la mente, que me incita a investigar, a buscar en mi ,y ahora en vosotros, otras dimensiones del conocimiento, Por ejemplo cuando se tocó el tema de la genética me sentí tan ignorante que me fui a buscar libros que me instruyeran sobre el asunto para que, por lo menos, tuviera una mínima herramienta para poder desentrañar los acentos, las tildes de cada frase escrita por el autor. Y, entonces me enojaba con el aventurero, me decía como es posible que a renglón seguido de tanto aporte de sabiduría hubiera un comentario, como agazapado, que oscureciera lo dicho por el autor.

Esta mañana me gustaban los consejos prácticos de Gaspar, hay que trabajar para ir viendo como se aclara el panorama. Goyo abre las carnes de la sementera para buscar el hueso de la aurora. Ulises va dando esos pasos lunares que indagan los científicos y Vega hace que me pregunté si hay evolución o iluminación.

Pues como diría algún poeta voy saliendo de la soledad, de la oscuridad, para con vosotros ir mirando más allá.

Retama dijo...

Como puedo opinar e incluso afirmar algo sobre un libro, una historia, una doctrina, o cualquier otra cosa, de la que sólo conozca un 7 ó 10 % de lo que trata. Pues es ésta la situación en la que me encuentro, con mis posibilidades cerebrales, bueno y ojalá que utilizara ese % al completo.

Resulta curioso ver como se van cambiando los valores que muy antiguamente nos relacionaban con lo Divino, para dar paso, prácticamente a esos mismos valores, relacionándolos cada vez más con la ciencia, la tecnología, el estado. Todo este proceso se viene produciendo a través de ritos, doctrinas, ceremonias, dogmas, etc. etc., muy astutamente transmitidos, que nos van metiendo en sistema socio-cultural, del que probablemente solo se pueda salir volando.

A este sistema de cosas establecido, le resulta necesario poner topes, metas, a las que se pueda llegar, con algún que otro esfuerzo siempre dirigido, para sentirse completo, realizado, y que no sienta la necesidad de seguir buscando, no fuera que pudiera alterar el orden implantado.

Parece ser que todo es cíclico, que todo se va repitiendo a lo largo de la historia, conocida y menos conocida, es decir, la que se sale de los parámetros establecidos o implantados en estos tiempos, digo esto, porque en las últimas paginas del libro que comentamos, escribe el autor, “como el titán recordaba el destino de la anterior raza, recordaba como aquellos hombres llegaron a modificar su cuerpo, como la tecnología se vestía de ciencia, recordaba como se guardaba a los niños y se desterraba a los viejos… era la crisis de la prepotencia que invita a quedarse en una infancia demasiado prolongada.”

Mi responsabilidad, ¡Dios que palabra tan contundente¡, posiblemente será lo único que verdaderamente sea mío, necesito utilizarla con más frecuencia para que me ayude a canalizar toda la información que me llega a través del aire y del prana, que contiene la memoria de la humanidad, para no volver a tropezar en la misma piedra.

Dice el Tao en el capitulo XXXVIII,

El rito es sólo apariencia de fidelidad
y origen de todo desorden.
El conocimiento es sólo flor del Tao
y origen de la necedad.

Así, el hombre grande
observa lo profundo y no lo superficial.
Se atiene al fruto y no a la flor,
rechaza esto y prefiere aquello.

José dijo...

Encuentro mucha riqueza en los comentarios de los contertulios pero sigo preguntándome el por que debemos referirnos a otras cartas del Libro. A mi esto me desconcierta. Esta es una web pública en la que podemos participar personas que nos encontramos por primera vez con estos escritos.

Yo le veo mucha enjundia a cada párrafo como para agonizar con referencias desconocidas por, por lo menos, alguno de nosotros. Es cierto que no nos debemos amordazar por las ideas instauradas en la cultura a través de los tiempos. Pero es que el hombre indaga desde que tiene posibilidad para hacerlo y hay antorchas que han iluminado las cavernas. El mismo autor nos relata la vida de los muertos, nos hace tocar el silencio de los sueños. Estamos frente a todo un tratado filosófico para darle un nombre.

Decía, a su manera Hegel, que la adolescencia era sentirse el centro del universo, el pensar que el otro no ve, no siente o no reflexiona. El autor erosiona estas miradas, abre los costados del aire, conjuga el universo.

Cuando se toca el concepto realidad se ve a lo lejos la metafísica, se profundiza en la estructura lógica del mundo. En todo esto esta el Empirismo, la Ontología, el Acto y la Potencia. Y, también, algo tan cercano a mucho de nosotros como es la Teosofía, la sabiduría de lo divino.

Yo os propongo un debate sobre cada una de las cartas, cada cual a su manera, con sus alegorías, con todo eso. Pero teniendo en cuenta que quizás requiere nuestra reflexión, nuestra investigación. Yo se y recorro en vuestros escritos la belleza pero, no se, puedo estar equivocado, echo en falta el mirar el arca que navega en cada una de las cartas del autor. Gracias.

De-mandil dijo...

Lo dice claro el autor: no conocemos, sino que descubrimos, la realidad está ahí, completa, esperándonos.

Y mientras tanto, como si de un juego de luces, sombras y reflejos de espejos se tratara, tenemos la posibilidad de ir captando todo eso aparentemente oculto y distante, que no debe estar tan lejos.

Pero hay una trama y un tejido interpuestos.
La trama está y podemos urdirla con luz y con verdad. Ahora bien, si no miramos la trama, la tocamos, la estudiamos atentamente, la acariciamos con todos los sentidos, mal vamos a elegir los hilos del bordado.

Si abriéramos los ojos y las manos fijaos qué modelo social podríamos tejer sobre la rica cultura que nos soporta. Derecho y revés serían la misma cosa.

Ya me explico el modelo social que padecemos. Soportado en una cultura formada por ritos automatizados, cultos sin cultivo y ceremoniales de la confusión...¿Bordamos?

Afrodita dijo...

Estoy de acuerdo con José; cuando me encuentro referencias a textos del libro que aun no han sido publicados en el blog (y me acuso de que una vez hice una de estas referencias, aunque muy pequeña) me viene a la cabeza cuando, de niña, veía a alguna compañera de clase levantar envanecida el dedo.

Ella dijo...

A José
te entiendo porque a veces mentalmente pinto de fosoforito frases del autor que se usan sin decir que lo estan haciendo y sin convertirlas en auténticas, porque no se han procesado con la persona que las escribe. Hay tambien quien hace trampas, parece que si a uno lo nombran en otros comentarios se lleva algún punto extra.

p.d. El libro de las 49 respuestas no consta de cartas, esas no vienen. son Prólogos y Mensajes a las cartas. Estamos en el Prólogo a la primera carta. Nos propones el debate a cada una de las cartas, pero creo que como el Aventurero propuso en la presentación quieres debates sobre cada punto que se propone en el encabezado.
Es sobre lo que a uno le aporta, le sugiere, le trae con el estudio y la reflexión, sobre lo que podremos ir discurriendo, y quizás entre todos podamos descubrir la realidad.

Gracias por compartir tus investigaciones con nosotros.

José dijo...

A Ella:

Muchas gracias por tu misiva. La valoro mucho y también te agradezco las puntualizaciones sobre este apasionante libro. Vamos, entonces, al debate y llegar juntos a ver más.

Mandrágora dijo...

De los sucesivos comentarios que se han hecho, he de reconocer que no acierto a matizar dónde poner el acento a lo que debería llamarse cultura, o a qué se le llama civilización, o simplemente educación. Hay linderos que se me escapan y a decir verdad, tampoco le encuentro mucho interés. Lo veo como perderse en nomenclaturas.
Todo esto me lleva a una imagen: Recuerdo en la casa natal de García Lorca una cocina con una amplia mesa de madera maciza en el centro, donde cuentan que de niño pasaba largas horas con las muchachas de servicio acompañándolas mientras atendían sus quehaceres. En esas largas horas de convivencia, oía relatar cómo los aguadores se hacían oír en la entrada de los pueblos, historias de limpiabotas, leyendas, acertijos, cantares, nanas…, historias, historias e historias, donde la verdad y la mentira se desfiguraba, donde lo bello y lo cruel se entremezclaba, y donde la tradición y lo recalcitrante convivían estrechamente, y sin embargo Lorca bebió profusamente de todas estas personas «de pueblo», analfabetas muchas de ellas y se supone que «sin cultura».
Y yo me pregunto: A quién llamamos culto, ¿al erudito que sabe repentizar lo dicho por otros como bien decía Repha en su comentario, al que sabe hacerse escuchar en determinados foros, al que domina determinados códigos ya preestablecidos y aceptados? ¿No tendrá que ver con aquél que sabe rescatar dentro del entramado lo que realmente sirve?¿No tendrá que ver con aquél que sabe mirar al otro y aprovechar lo que de valioso tiene, con aquél que puede ofrecer y trasladarte fuera de los convencionalismos?
Quizás el aprendizaje tenga sentido si lo tomamos como herramienta al servicio de uno para, una vez realizada tu propia alquimia, verter hacia fuera esa nueva cosa que, juntos, podríamos llamar seguramente cultura.

José dijo...

Mandrágora nos dice que ha encontrado poco interés en la discusión sobre la cultura, civilización y educación. Linderos que, para ella, al final se confunden. Nos recuerda a Lorca que fue asesinado por abrir linderos, por romper esclusas. Lo mataron los analfabetos, si porque “analfabetos” son aquellos que señalan sin saber. No son “analfabetos” los que no saben escribir o los que nos cuentan historias de amor y de trabajo. Pero las tropas del dolo desconocen a donde disparan.

Para mi el autor cuestiona, dialoga y no creo que ninguno de los comentarios que he leído, hasta ahora, sea carente de poesía. Quizás, más bien, es poesía pura. No comprendo bien lo que Mandrágora dice que hay “que rescatar lo que realmente sirve” o el “que sabe mirar al otro” o “el aprendizaje al servicio de uno”. Aquellos aguadores o aquellas sirvientas quizás no lo comprenderían. Yo tampoco lo comprendo

Ana dijo...

De tanto hablar del modelo social, le he cogido cariño. Ahora vemos los límites de sus planteamientos y aunque todavía nos enredamos en ellos, nos ha traído hasta esta era donde por primera vez y a nivel planetario podemos tomar consciencia del estado de barbarie en la que nos encontramos. Esto me lleva a plantearme cómo surgió este modelo. ¿Por pura necesidad de supervivencia? Parece que está gravado en nuestra memoria reptil ¿? un modelo antropomórfico de nosotros mismos que nos hace depender de los demás, cubrir entre todos nuestras necesidades cerrando con ello la posibilidad de ni siquiera imaginar que cada uno de nosotros,- no sólo cada uno de nosotros , sino cada una de nuestras células- es un holograma que guarda la memoria de toda la humanidad , lo que nos da la oportunidad de ser una especie en si misma, cada uno de nosotros con capacidad de autotranscendencia. A estas alturas del devenir histórico, parece que no diferimos del clan ni cerebralmente, ni sensitivamente ni sensorialmente por mucho que esta sociedad haya sido capaz de llegar a la luna.

Supongo que el choque de la supervivencia debió ser brutal y el poco desarrollo funcional de nuestras capacidades ( las potenciales ahí están) condujo al florecimiento de las especializaciones y al consecuente adiestramiento , para lograr que el conjunto de la sociedad haya tenido una capacidad en si misma , aunque no la tuvieran todos y cada uno de los individuos. Una sociedad capaz de todo a partir de que en esa sociedad haya siempre individuos que sean capaces de cubrir lo que otro no es capaz. De esta manera todos estamos adiestrados en tener capacidad de uso, de utilización de posibilidades que no dominamos, que no sabríamos hacer ni conocer. Y esto, que era un modelo provisional y funcional, está tan oculto que no lo reflexionamos y lo damos por bueno e inmutable.

El problema es que estamos atrapados en este circulo de dependencia y complicidad , queriendo suplir nuestra ignorancia con el conocimiento de los demás ( y encima ese conocimiento viene ya bastante filtrado y seleccionado), generando unas relaciones de poderes que hacen que esta humanidad esté en la edad de hierro planetaria y sólo desde algunos sectores empiezan a oírse claras voces que denuncian la situación, reclamando, al menos, la necesidad de un pensamiento complejo, que sea capaz de percibir la trama de la realidad como algo que está tejido junto, sin posibilidad de separación; que existen distintos niveles de realidad donde los contrarios encuentran sentido; que es necesario cambiar radicalmente nuestro pensar si queremos enfrentar las incertidumbres, reconocer las cegueras del conocimiento; comprender la condición humana, reconocer la identidad terrenal, afrontar las crisis y dar sentido a una vida cada vez más instalada en un vacío existencial.

A estas alturas de la historia de la humanidad, sólo con el desarrollo de las capacidades energéticas de cada ser humano se puede salir de este laberinto. Sólo aprendiendo de verdad podremos analogizar lo aprendido sobre muchas otras cosas. Podemos también aprender analógicamente de otra persona, rompiendo las barreras de nuestra consciencia. De esta manera, el poder de dominio y de dependencia de uno sobre otro bajaría, cambiarían los valores de intercambio y otros caminos de libertad aparecerían.

Y eso que socialmente parece que está tan lejos, no lo está tanto si tenemos en cuenta que las investigaciones sobre el cerebro afirman que está preparado para apoyar un salto cualitativo y no digamos nuestra energía, que sólo espera que asumamos el riesgo de un conocimiento múltiple de las cosas que la empiece a dar un poquito de velocidad.

Yo creo que tenemos muy poca fe en ese salto y el caso es que a un príncipe que se cree mendigo, sólo puede convencérsele de un modo: tiene que comportarse como un príncipe y ver lo que sucede.

Beucis dijo...

El libro existe; es tangible; podemos reflexionar sobre lo que se lee; lleva cinco años de andadura, está ahí, podemos acceder a él, cuanto más, mejor. Ahora nos atrae día a día y nos obliga a asomarnos a nuestra pantalla de ordenador, tenemos interés en lo que personas , en su mayoría desconocidas, dicen y meditan y con ello nos enriquecen. Son opiniones y facetas que van abriéndose y nos van abriendo posibilidades y que nos estimulan ¡ vaya si estimulan¡ Creo que esto supone una gran riqueza; creo que debemos prepararnos para esta siembra, como dice Goyo; no dejarnos adormecer por el dirigismo impuesto, como sugiere el Aventurero y Manolo; poner en duda el cientifismo, como apunta Ulises...

Robert Graves, escribía sobre la Mecanarquía; sobre el dios Plutón desbancando con sus riquezas y consumismo a Hades, dios de las profundidades del Ínferus, de la reflexión y de la posibilidad de resucitar después de la muerte, sobre la degradación del arte y del trabajo bien hecho, substituido por la máquina, por el trabajo en serie. Todo ello influye y hace que la realidad que podemos percibir sea cada vez más amurallada.

Se me ocurre que leyendo este libro que comentamos, nos ensanchamos, reflexionamos sobre lo que leemos, asimilamos, y profundizamos. Y no acabo de comprender a qué nos conduce el tener que ir línea a línea, obedientemente, sin deslizarnos por otros capítulos, y a quién puede inquietar eso. No creo que el Aventurero oscurezca, ni perturbe, ni distraiga el pensamiento de los que nos acercamos a leer el libro de las 49 respuestas... Y si alguno no conoce dicho libro, lo más sencillo puede ser comprarlo, poder tener acceso a él, consultar y apoyarse en cualquiera de sus capítulos. Creo, sin embargo, que seguir las pautas y los comentarios que nos llegan de forma periódica está muy bien pero si imposiciones de lo que se debe o se debería hacer. Es este, creo yo, un blog muy, pero que muy adulto.

Manolo dijo...

El autor habla de “que se teje el modelo social”, pero no dice por quiénes. Es fácil apuntar a las estructuras de poder que, desde su cúspide, manejan a esta sociedad. Pero es evidente que sin la colaboración de cada uno de nosotros este modelo no se sostendría. Este modelo está, en gran medida, asumido y sostenido por todos. Nos da confianza, seguridad y estabilidad. Es el calorcito del rebaño, que tan bien funciona. Tenemos muy bien integrados en nuestra mentalidad y conducta, gran parte de las pautas morales y sociales que nutren a este modelo. Es cierto que nos deja muchas preguntas y aspiraciones sin resolver, pero pocos quieren de verdad salirse de él.

A este respecto, me parece muy interesante la reflexión que hace Gaspar, el 6 de diciembre. No sé si “el único argumento positivo de su existencia (del modelo), es que ha posibilitado el enterramiento de otro agónico que le precede”, como él dice. Yo creo que este modelo ha aportado ciertos avances significativos. Pero coincido con él en que todo modelo debe ser superado y mejorado, para que no se convierta en nuestra prisión. El problema es cómo. Cómo podemos contribuir a ello, desde nuestra acción individual. Gaspar cita tres opciones, descarta las dos primeras y postula la tercera (“mediante un trabajo personal”). Estoy de acuerdo, pero creo que esa tercera, siendo necesaria, tiene mucha más tela de lo que parece. ¿Cómo se “destraban nudos”? ¿Cómo se amplía la consciencia? En resumen, ¿cómo se hace todo lo que él dice? Si hubiera recetas claras para conseguirlo, quien las tuviera se haría de oro y el común de los mortales agradeceríamos que nos las dieran. Supongo que Gaspar, y otros que parecen apuntar a lo mismo en este foro, son conscientes de esa dificultad.

Por otra parte, parece que esa tercera opción apunta a una especie de “solución individual”. Y, en mi opinión, cambiar el modelo requiere incidir sobre la sociedad. Requiere cambiar su modelo de educación, su modelo político, su modelo económico, su mundo profesional y laboral, sus esquemas de relación familiar, su sentido de la propiedad, su visión del amor, su concepción de la trascendencia … y tantas otras facetas de nuestra vida. Para ello, es necesario un trabajo personal que nos haga cambiar, a cada uno, en nuestro plano personal, en relación con todos estos aspectos. Porque, de lo contrario, significaría intentar cambiar el modelo de sociedad desde el propio modelo y sin nada realmente nuevo que aportar. Pero, junto al trabajo personal, creo que hay que añadir un trabajo específico de incidencia en la sociedad. No sé si alguien puede cambiar la sociedad desde su casa, quizás los haya, pero para la gran mayoría esta posibilidad podría acabar siendo la excusa perfecta para quedarse en casa satisfecho con las cuatro verdades y esperanzas que alguien ha transmitido.

Puestos a cambiar este modelo de sociedad, ¿enseñamos a nuestros hijos las “verdades” que nos han contado o les animamos a descubrir la ignorancia que ocultan y a explorar otras fuentes? Por ejemplo, ¿es posible vivir una relación de amor duradera sin basarla en un sentimiento de propiedad? ¿Somos capaces como padres de construir una relación con nuestros hijos en función de sus necesidades de desarrollo y no de nuestros miedos? Y así podríamos plantearnos miles y miles de matices que, al final, son los ladrillos con los que está construido este modelo que tanto vilipendiamos.

Afrodita dijo...

Empieza Manolo su último comentario escribiendo «el autor habla de que “se teje el modelo social” pero no dice por quienes».
Es, todo este comentario de Manolo, un punto de apoyo sumamente interesante para entrar en una reflexión curiosa porque, a ver si lo sé expresar, ¿tuvo alguien, alguna vez, el modelo social en sus manos?, ¿caviló durante un rato, lo miró por acá y por allá del derecho y del revés antes de darle forma?
¿Tuvo la sociedad la posibilidad de ensayar y de echar cuentas de si le iba a convenir o no asentarse sobre tal o cual modelo sobre el que establecer sus “bases sociales” antes de ser sociedad?
La pregunta, tal como la hago, es un embrollo, pero es que…
Por ejemplo: Un pintor no muestra su obra hasta que él, a su criterio, la considera perfecta. Un escritor no edita su libro mientras no ha dicho en él lo que quiere, y como quiere decirlo. Un director de orquesta no saldrá a escena hasta tener perfectamente aquilatado en qué instante del tercer movimiento habrá de dar el segundo violín su primer acorde (no tengo ni idea de música); un ama de casa que tiene invitada a comer a su cuñada se esmerará con el mejor de sus platos, el que está segura de que es el que mejor le sale. Y una mujer acudirá a una cita sin haberse mirado cien veces al espejo, y un actor no abordará el monólogo de Hamlet sin sabérselo…
Y todo ello son cosas de algún modo prescindibles; se hacen o no se hacen, o se hace otra cosa. Pero existe la posibilidad de elegir, de decidir…
Vivir, en cambio, algo tan ineludible, hay que hacerlo a la buena de Dios, sin ensayar y, hala, a ver cómo sale y sin la posibilidad de “pues mira, me vuelvo a acostar, vuelvo a poner el despertador en las mismas siete menos cuarto de este mismo día de hoy y, cuando suene, estaré teniendo una segunda oportunidad”.
¿No sería algo parecido lo que pasó alguna vez con el modelo social?
Lo mismo que en la rutina diaria un gesto, un acto inocente o no sesudamente reflexionado (¿alguien es capaz de caminar con pies de plomo, volverse loco elucubrando si tal o cual paso que da va a ser para bien o para mal?) está incidiendo en todo cuanto lo rodea (entras a un bar, y pides un café, y el camarero te mira mal, o te atiende peor, y ya algo no es igual que si te hubiese mirado o atendido bien; y por no entrar en que puede que él, el camarero, esté molesto porque otro, antes, lo miró mal a él), ¿no pudo ser – pregunto – que en algún momento de su devenir, de su tener que tirar para algún lado, la sociedad, la forma de vida, tomase un derrotero no diametralmente opuesto de cualquier otro que pudiese tomar pero que, a la larga, terminó alejándola irremisiblemente de cualquier otro destino de todos los posibles a que estuviese pudiendo acceder?
(sigue)

Anónima dijo...

"Hay otros mundos, pero están en éste"
decía el famoso poeta surrealista francés, Paul Eluard.
Y algunos de una generación "educada" bajo esos conocimientos soportados por cultos, ritos y ceremoniales, queríamos descubrir esos mundos, y otros querían cambiar el modelo social que se teje encima de esa trama.
Me encontré con buscadores sinceros y otros de pacotilla, que animados por todo un sin fin de frases que se habían ido acuñando en nuestros cerebros, como:
-"El sabio viaja sin moverse de su casa..."
-"No intentes cambiar el mundo, cambiate a ti mismo....."
-"Todo está en tu interior...."
-"Entréme donde no supe...."
emprendieron diferentes aventuras, con más o menos éxito.
Les hubo que seducidos por Castaneda y "las enseñanzas de Don Juan", se iniciaron en algunas drogas para descubrir otras realidades. Tuvieron experiencias en cuanto a la distorsión de la realidad se refiere, oyendo colores y viendo sonidos, pero algunos sin la guía de un chamán cayeron en un pozo irreversible de irrealidad, lo que podríamos llamar un "cuelgue definitivo".
También encontré a los más místicos, que pensaban que sólo alejándose del mundo material podrían acceder a experiencias. Emprendieron ayunos, retiros, meditaciones...pero no dejaron de tener experiencias limitadas.
Así que todos estos caminos eran insuficientes o parciales, por no decir inadecuados o erróneos la mayoría de ellos, por carecer de un tutelaje.
Y en este punto llega a mis manos la obra literaria de Aurobindo, poeta, filósofo y gran yogui indio, que revolucionó todo mi ser.
El había emprendido una aventura, y mi intuición profunda decía que ése era el camino.
Creyó en el ser humano, en su destino evolutivo, en su capacidad para encarnar y manifestar individual y colectivamente "una Consciencia" más allá de su consciencia y un poder conocimiento y éxtasis de vida sobrehumanos.
Todas las verdades por debajo de "esa Consciencia" (incluso las del más elevado plano espiritual en el plano mental) son o bien parciales o relativas,o bien deficientes e incapaces de transformar la vida terrena; como máximo sólo pueden modificarla e influir en ella.
Su acción y su palabra son un himno a la verdadera cultura, la que se funda en la unidad profunda del hombre y de todos los campos del conocimiento y tiende a la Unidad ilimitada del Espíritu y a la Sabiduría más allá de todo conocimiento particular.
Os animo a leer su obra, y si sóis buscadores sinceros, a emprender la aventura con él.

Afrodita dijo...

(continuación)
Me lo imagino como estar en el centro de un círculo sin saber que se está en el centro de un círculo. Estás en un punto exacto y único y sólo sabes que te tienes que mover. Y das el primer paso que es casi idéntico al paso que hubieras dado echando el pie no ya un grado sino 23 minutos o 7 segundos más a la derecha o a la izquierda. Y cuando llevas un rato caminando, el extremo de ese radio de la circunferencia es que te hallas está lejísimos del extremo del radio de exactamente la misma longitud en que estarías si hubieses dado el paso que no diste.
Y tenemos que vivir el cada instante sabiendo que muy posiblemente no habremos, casi seguro, tomado la mejor de las opciones ante cualquier situación.
¿Es la sociedad el reflejo o el resultado de los individuos que la componen?
¿Es el individuo el resultado de la sociedad en la que vive?
¿Es el individuo el que puede o debe modificar la sociedad?
¿Es la sociedad la que puede o debe modificar al individuo?
¿Es lo que estamos viviendo un ensayo para una vida de verdad?
¿No se han roto desde que el mundo es mundo un montón de modelos sociales? Y no siempre ha sido, imagino, con la intención de hacerlos añicos sino, como ocurre tantas veces con un valioso jarrón de porcelana de la abuela (a quien tenga tal jarrón o abuela), porque se nos escapa de las manos sin sentir.
Por eso, a lo mejor, todo lo que el individuo puede hacer es hacer todo lo que hace en cada momento lo mejor que se pueda… Aunque a veces no es mucho o, si no, mire todo el que quiera mirarlo qué guarrería de comentario he hecho.
Ha sido, eso sí e insisto en ello, el mejor de los comentarios que he sabido hacer en este preciso momento.
(Y encima, como me pasa siempre, demasiado largo).

Ulises dijo...

Para cambiar el modelo social decía Manolo: "Pero, junto al trabajo personal, creo que hay que añadir un trabajo específico de incidencia en la sociedad".

Sin excluir, ni mucho menos, la importancia de algún trabajo específico en la sociedad, quisiera hacer un breve comentario sobre trabajo personal.

Hace algún tiempo leí un texto en el que se comparaba a cada ser humano con un faro marítimo. Decía, que el faro emite luz para ayudar a los navegantes, pero que esa luz no va dirigida a ninguno de ellos en particular. Cualquier barco que pase por sus proximidades es muy libre de utilizar o no esa ayuda. Si la utiliza, será más fácil que arribe a puerto con seguridad. Pero tal vez haya quienes crean que conocen bien la costa y que no la necesitan, sin tener en cuenta que los vientos, las corrientes, las mareas, pueden cambiar de un día para otro. El faro cumple su función emitiendo la luz, pero no depende de él el uso que cada barco haga de ella.

Siguiendo con la analogía, cada ser humano actúa como un faro que ilumina su entorno, emitiendo lo que pudiéramos llamar luz “espiritual”. (Me imagino que la intensidad y pureza de esta luz será tanto mayor, cuanto más alta sea la categoría espiritual de quien la emite). En cualquier caso, esta luz baña a toda la sociedad, y puede ser captada por cualquier persona que esté abierta a ello. Entre estas personas pueden estar quienes, por su puesto en la sociedad, tengan mayor capacidad para cambiar el modelo. Esta luz les ayudará a ver con más claridad cual es el mejor camino a seguir en cada momento y las decisiones más adecuadas que se deben tomar.

Y lo curioso del caso es que, el que emitió la luz, nunca llegará a saber qué efecto tuvo.

Anónimo dijo...

No puedo estar más de acuerdo con José (o Jose), con el autor del libro, y hasta con su AE acerca de lo que existe no es lo que creemos ver. Me adhiero a la crítica joseana (¿?), si cabe, claro, acerca de que aquí se cuece demasiada enjundia post lectura y pre también, y que se hace desde posiciones un poco bloqueadas por la pertenencia, a ¿QUË? y a ¿Cómo? me gustaría saberlo. Así que prefiero, opto, voto, por la comunicación abierta y sinb reservas de pertenencias, bloques, capas, conjuntos o semiconjuntos, que de eso hay ya mucho en este world y no para bien, o demasiado. Seguiremos informando

Gaspar dijo...

Acabo de llegar a casa, feliz y emocionado después de haber asistido al estreno de una magnífica obra de teatro "El jardín de los cerezos". Con este sentimiento de euforia, no me resigno a acostarme, enciendo el ordenador y me meto en el blog. Veo que hay un comentario de Manolo en el que hace referencia a uno anterior mío y al que contesto.

Te agradezco Manolo, sin ánimo de establecer ninguna relación de complicidad, tu comentario. Por supuesto que soy consciente de la dificultad de hacer un buen trabajo personal, tal como deseaba al final de mi anterior intervención, pero considero que es la única opción válida y dentro de nuestro estado subdesarrollado, intentar hacerlo con atención y la intención de contagiar el entorno enriqueciéndolo, quizá éste además de la redención, sea la motivación que nos ha llevado a nacer. Por supuesto que no presumo de haber alcanzado un estado de pureza, estoy a años luz de conseguirlo, pero creo que nuestra responsabilidad es intentar acercarnos a él.

Por otra parte, en cuanto a la solución individual, está claro tal como lo indico en el comentario del texto 1-4, que el fin del ser humano no puede ser individual, aunque paradójicamente para tratar de aproximarse a su destino sea a través de un trabajo personal.

Buenas noches y buen trabajo a todos.

José dijo...

El comentario de Ana me motivó a investigar sobre la célula. Ella nos decía que “cada holograma guarda la memoria de la humanidad”. Siempre hay un nexo entre la ciencia y la filosofía, es algo obvio. Podríamos decir que no podemos separar estos términos. Ana lleva su reflexion a nuestro nexo con el clan. Nuestras diferencias, nuestras complicidades, nuestras relaciones de poder y tocaba el “pensamiento complejo.

De repente pensé en otro eslabón de la realidad y recordé a la Madre de Aurobindo, aquello de lo “supramental”. Aquello de dimensionar nuestras células, hacerlas respirar para que se liberen para que en cada latido se insufle un mundo nuevo, una realidad más abierta. Esto claro que tiene que ver con la biología y por ende con el conocimiento. En este mundo de anécdotas que salpica nuestros comentarios, el famoso escritor alemán Herman Broch, decía que la clave de su escritura era dejar que los personajes respiraran libremente, que tuvieran vida propia.

En matemáticas aplicadas a la economía hay un estudio que mereció el Premio Nobel para John Forbes Nash (el de la famosa película “Una mente maravillosa). Este estudio que data de hace unas décadas y en el que han cooperado muchos científicos , trata de las interacciones en todo tipo de ciencias, en la biología, en la filosofía y que ínicialmente en la economia se presentó en el “Dilema del Prisionero”, en el que el egoísmo generalizado perjudica a los jugadores. Y, así podriamos decir en todo y para mi nos propone de nuevo lo que leo en el autor sobre la genética, las interacciones geneticas, y la consciencia.

Por otra parte Ulises siempre certero y breve nos habla de la luz de la sabiduría y de nuestro nivel de entrega a ella. Y, gracias Anónimo por tu abrazo.

Afrodita dijo...

Buena e interesante reflexión, Anónima, que ganaría sin embargo mucho con, tan sólo, haber omitido los dos renglones del final.

Anónima dijo...

Tomo nota de tu observación, Afrodita, y lo agradezco porque sin ella no hubiera vuelto a leer el comentario. Y me gustaría aclarar:
- que lo que quise decir y no dije, es "que es Aurobindo quien nos invita, si somos sinceros, a emprender la aventura con él".
- que a lo mejor no se debe animar a alguien a leer algo, pero una vez hecho, siempre animo al que busca a leer todo aquello que a mí me ha servido: el libro del Tao, la obra de Blavatsky, Juan de la Cruz,....y un sin fin de autores que me han abierto horizontes por lo cual, les estoy profundamente agradecida y en el caso de Aurobindo, creo sinceramente que su obra puede aportar mucho al hombre de nuestro tiempo.

aliciaanteelespejo dijo...

Yo me pregunto si, para cambiar el modelo social, poco a poco no habríamos de empezar a aprender a soñar (y no a pensar). La semilla, de que hablaba Goyo, está en los sueños. Vamos a cultivarla.

Puede que la potencia (la "apetencia", el gusto por cambiar) para llevar a cabo transformaciones no esté precisamente en el pensamiento. El pensamiento crea una trama, una maya que es como una red de seguridad. Pero soñar, como amar, está más allá. Más allá de la seguridad, más allá de la maya. Eso es pensamiento complejo, porque no es pensamiento, o al menos, no es "solo pensamiento".

allenja dijo...

Esta entrada en tu blog me remite al tema del maltrato (masculino o femenino) si la cultura y la sociedad están estancadas en unos patrones se repite la violencia cíclicamente, parece que empezamos a despertar a la hora de educar a los menores y vamos cambiando paulatinamente nuestra cultura primaria y violenta

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