Presentación

Un grupo de amigos hemos decidido poner en la red el libro, “49 RESPUESTAS A LA AVENTURA DEL PENSAMIENTO”, porque creemos que es especial. Su autor, Eduardo Pérez de Carrera, nos sugiere a lo largo de sus páginas nuevas formas de percibir nuestra vida, de entender la Historia, de interpretar la realidad que nos rodea. Nuestro propósito es convertir este sitio en un espacio abierto de reflexión donde tengan cabida todos los comentarios que se nos hagan llegar sobre lo que a cada cuál le sugieran o le hagan sentir los párrafos del libro. Nosotros nos limitamos a publicar cada quince días un nuevo párrafo y a invitaros a que participéis.

1 sept 2010

Texto 2.4

2.4 "De estos matices, que desde hace miles de años estudiaron los antiguos físicos, brujos y magos, descendieron el aluvión de quiromantes y adivinos que con más o menos veracidad y fortuna inundan los mercados para revelar a las gentes lo que generalmente ya saben."

35 comentarios:

Anónimo dijo...

Que "de estos matices", que refiere el autor acerca de las marcas, formas y resultados que en la piel y en la apariencia dejan testimonios las maneras y circunstancias del vivir, se aprovechan los que no son "antiguos físicos, brujos y magos" que estudiaron tal asunto con (supuesto y ancestral) rigor, y si los modernos demiurgos de la adivinación, o videncia(supuesta), para revelar a las gentes lo que estos (supuestamente) ya saben (?¿) -¿y porqué lo preguntan entoces?- es casi cierto, pero convendría despejar categorías y conocimientos de algunos, y no de someterlos indiscriminadamente al "totum revolutum" de los que tratan de entender y curar a los otros con la observancia del proceso físico de rastro y degradación, y lo hacen bien.

Despertar dijo...

De este texto creo que lo importante a comentar es la frase "lo que generalmente ya saben". Supongo que se podría interpretar desde dos puntos de vista.
- El primero haciendo alusión a aquellos quiromantes farsantes y embusteros, que lo único que hacen es utilizando la psicología barata, intentar sacarnos mediante preguntas muy bien estudiadas, lo que quieren saber, para en base a eso, decirnos lo que queremos escuchar y que ya sabemos.
- Y la segunda interpretación que haría sería que hace alusión a lo que ya sabemos pero que no recordamos debido a las sucesivas encarnaciones, o que ya sabemos pero no somos capaces de interpretar por nuestra falta de preparación.

Afrodita dijo...

Ay, que me estoy empezando a deprimir.
Cada vez que entro y veo sólo los dos mismos comentarios desde el primer día de la nueva temporada.
La verdad es que hay textos que son difíciles de comentar, y que hay muchos a los que no parece haber mucho que se pueda añadir, y que lo que se añada no va ser nada especialmente novedoso porque qué se puede decir ni teorizar de esa cosa que esperamos o que nos aguarda, que perseguimos o que nos acecha, que nos da esquinazo o evitamos (o intentamos evitar) sin saber nunca si con nuestros afanes lo torcemos, si con su dejarlo hacer lo entorpecemos, si con irle a la mano se nos enemista.
Es característica común de los humanos el poner la vista en el futuro imaginando tal vez que de su mano viene el destino que se cumplirá en el instante de pasar a nuestro lado…
A mí se me acaba la cuerda, de verdad.
Venga, por favor, que alguien escriba algo. Acordaros del mundial, lo flojillo que empezó y lo bien que terminó.
En cuanto a los dos comentarios que he leído; el primero sale en defensa de que hay quiromantes y adivinos que hacen las cosas bien. Vale. El texto no dice en ningún caso que todos las hagan mal; si me voy a permitir opinar que es un error ese deseo tan común a los humanos de querer conocer el mañana como algo aislado y ajeno que nos vendrá dado con independencia de nuestra trayectoria y de nuestros actos. El segundo enfoca como carencia el no saber interpretar los signos de los otros; quizás fuese bastante frustrante, y doloroso, ver las verdades de los demás con tan sólo echarles la vista encima, sin poder hacer nada que nos salve de esas verdades.

Manolo dijo...

Parece que el autor está sugiriendo que hace miles de años, cuando según los historiadores la gente casi vivía como animales en cuevas, ciertas personas, “antiguos físicos, brujos y magos”, debieron tener un nivel de conocimiento verdaderamente impresionante sobre el significado de las líneas y marcas grabadas en nuestra piel. ¿Cómo adquirieron ese conocimiento aquellas gentes? ¿Sólo con disciplina, observación y un buen maestro? Alguien podría decir que, en teoría, así es cómo se aprende hoy en día. Pero, para aprender a relacionar las rayas de la mano, del cuello o de la frente, con vivencias sucedidas en el pasado de esa persona, de las que incluso esa persona puede no ser ni consciente, parece que se requiere una forma de aprendizaje muy distinta. Echándole fantasía a la cosa yo diría que, además de saber mucho, hay que ser capaz de “meterse dentro” de la otra persona para averiguar lo que ella ni siquiera sabe de sí misma. En cualquier caso, la existencia de este tipo de personas, con estos u otros conocimientos tan increíbles, tan fuera del alcance de nuestra ciencia, dibujan otra Historia muy distinta de la que nos cuentan. Medir el grado de desarrollo de un pueblo por la sofisticación tecnológica de que hace gala es, en mi opinión, uno de los peores errores en el que nos han metido varias generaciones de historiadores. Otro error es el de creer que todos los individuos estaban al mismo nivel, y que personas como Platón o Pitágoras solo las hubo a partir de los griegos, pero no mucho antes. La Historia está llena de pequeños “big bangs” que han sido cruciales para la humanidad y que nadie sabe explicar. Por ejemplo, el origen de la agricultura, de la escritura, del arte o del dominio del fuego. El argumento típico es que estos descubrimientos se produjeron por “casualidad”, por azar como dicen los científicos. ¿Y si se produjeron gracias al conocimiento de personas tan singulares como las que indica el autor? ¿Y si ha habido, desde hace miles de años, corrientes de conocimiento que se han transmitido minoritariamente y fuera del alcance de los poderes establecidos? ¿Qué queda de ese tipo de conocimientos en la actualidad? ¿Sólo queda el que manejan esa tropa de quiromantes y adivinos? ¿No quedan algunos de aquellos auténticos sabios, moviéndose discretamente entre las estupideces de nuestro mundanal ruido? ¿Cuánto del avance real de la Humanidad se deben a los personajes públicos de nuestra sociedad y cuánto se cuece en la sombra, movido o inspirado por personas realmente superiores?

Atila dijo...

No te deprimas Afrodita, piensa que después de las vacaciones estamos todos un poco vagos.
Si en un momento plácido y de soledad, nos ponemos a conversar con nosotros mismos podríamos oír al Ángel susurrar en nuestros oidos y al mismo tiempo un aleteo tan tenue de alas, podríamos saber nuestro destino, si lo estamos haciendo bien o no tan bien, el porque estamos aquí y el porque elegimos el lugar, el entorno e incluso e incluso oír la música de las esferas. Estos momentos pueden ser ráfagas o quedarse un rato mas largo.
Cuando se va a un echador de cartas o a que te hagan una carta astral siempre es buscando consuelo o un culpable de tus errores o saber si alguien te quiere o no y pretender que tu futuro sea grato.
El un pueblo se corrió la voz que el secretario del Ayuntamiento estaba con "neurastenia" (antes así se llamaba a la depresión. El hombre llego muy joven y pronto formo una familia. Todo el mundo le quería porque era un hombre bueno. Se pasaba los días en cama, la familia que le adoraba estaba desesperada, así como sus amigos. El medico que también era una gran amigo le recetaba: mejillones, sardinas asadas y baños en el mar de impresión en cualquier época del año. El mismo medico le aconsejo ver a un brujo pero este se negó y fue el quien lo visito a el.
:

-Tiene que ir a la cima de un monte, allí hay una fuente, beba dos vasos de esa agua, pero lo importante es que siempre vaya acompañado por su familia y sus mejores amigos, nada de silencios en el trayecto, nada de hablar de enfermedades y muertes, la compañía debe ir alegre e incluso contar chistes, si son picantes mejor. Pero sobre todo que se sienta querido.
El secretario al ver a su familia tan angustiada allá fue sin ninguna gana. Al tercer día el enfermo empezó a sonreír y a los quince estaba curado.
Alguien dijo que el tal brujo en realidad era un buen psicologo. Mucha gente se traía el agua de allí, iban solos porque no querían ser vistos y al cabo del tiempo dejaron de ir.
¿Sigues deprimida Afrodita?

Despertar dijo...

(para Manolo).
Eatoy de acuerdo contigo en que a lo largo de la historia han aparecido personajes con una evolucion que nada tenia que ver con su epoca. No tenemos mas que coger algunos textos escritos miles de años a.c. Y te quedas con la boca abierta de como en esa epoca podia haber alguien con unos pensamientos tan transcendentales. O no hay mas que observar el sigo evidente de las construcciones egipcias. ¿Quien puede decir que ese tipo de arquitectura tan avanzada para sus tiempos la descubrieron por casualidad?. Esoty convencido de que han existido personas muy especiales a lo largo de la historia que son los que hacen que no nos estanquemos en nuetra infinita ignorancia.

Despertar dijo...

(para Afrodita).
Eres la alegria de la huerta.
Menos mal que estas tu para animar el cotarro......

aquiles dijo...

Bravo Manolo, tu comentario me ha conmovido.

Despertar dice que lo más importante del párrafo es la última frase: los quiromantes sólo revelarían a las gentes “lo que generalmente ya saben”. Estoy de acuerdo. Tengo la sensación de que el autor se está refiriendo a la diferencia entre conciencia y consciencia. En la conciencia todo lo sabemos, dado que todo el conocimiento está grabado en cada célula, pero sólo tenemos consciencia de una mínima poción. De este modo la aventura de la consciencia consiste en ir descubriendo lo que ya está grabado en cada uno de nosotros.

En esa aventura hay señales que indican el camino. En el prólogo a la segunda carta el autor se está refiriendo a algunos de esos signos, que como símbolos nos acercan a otras realidades aparentemente ocultas. Como dice Manolo el camino hacia esas realidades ya ha sido recorrido por sabios de otras épocas y quizá también de este tiempo.

Pero hay algo más en el texto que me inquieta. El autor afirma que de los antiguos sabios “descendieron” un aluvión de quiromantes y adivinos. ¿Quiere esto decir que incluso en la farsa de estos últimos hay un soplo de la aventura originaria de los primeros?. No lo sé. Creo que más bien parece que una vez recorrido el camino que lleva a esa realidad se va desbrozando la yerba que dificultaba el paso. De este modo, cada héroe que se aventura por el camino y alcanza el conocimiento facilitaría la senda a otros buscadores. Cada buscador que llega al destino iluminaría la senda de los siguientes. Quizás sea así como cobra sentido la responsabilidad que cada uno asumimos al nacer sobre el destino no sólo nuestro, sino de toda la humanidad.

Zascandil dijo...

Adivino, según el diccionario, es la persona que "adivina" pre-dicciendo el futuro o des-cubriendo lo oculto.

Me parece curioso que para designar a alguien que realiza acciones tan importantes se emplee la palabra a-divino, que viene a ser así "lo contrario de lo divino".

Independientemente de todas las acepciones y matices que esta palabra encierra, me llama la atención una propiedad achacada como importantísima a la naturaleza divina (o al menos así lo entendí yo) por M. Blavatsky, y es el "movimiento", lo divino no podía detenerse.

Igual estoy equivocada, pero parecería que la naturaleza divina que pueda estar asentada en el hombre es la que le impulsa hacia la aventura de su propia búsqueda, de su propio descubrimiento, a través de una experiencia que es única e intransferible.

Trabar ese impulso sería una de las formas de ir contra la evolución, contra la esencia divina del hombre.

Es posible que aún con buenas intenciones, y quizás en muchos casos con afán de ayuda, tratar de hacer a otros su trabajo, primero, es imposible, y segundo, a lo peor se crean atajos irreales y confusos que, como poco, solo pueden retardar el impulso de la búsqueda hacia la propia aventura.

Gaspar dijo...

Intuyo que a lo largo de la existencia de la humanidad, en todo momento por fortuna, han existido hombres con un elevado ( o no sé si decir pleno ) desarrollo de sus capacidades, comprometidos con el resto ( que desafortunadamente somos casi todos ), dedicados a tirar del carro y sembrar semillas, que propicien un desarrollo del hombre manteniendo viva la llama de la fe. Quizás estos Hombres generalmente intervienen en la sombra sin reconocimiento social ( faltaría más ), pues su objetivo está muy alejado de los valores impulsados por el modelo en el que viven.

De todo hay en la viña del Señor, y de muy diferente manera que existen Hombres, también hay engañabobos y de éstos sí, algunos con gran relevancia social. En mi opinión, estos engañabobos no se reducen únicamente a adivinadores y echadores de cartas, sino que en la sociedad que vivimos en la que se tiene fácil acceso a las necedades de personajes públicos, están incluidos politiquillos y gentes de la farándula que tienen gran predicamento entre gran parte de los mortales.

Que haya engañabobos lo comprendo y hasta lo asumo, pero lo realmente grave comprendiéndolo y costándome asumirlo es que haya bobos que den pábulo a las necedades manifestadas. La responsabilidad de vivir, entiendo que debe de ir unido al intento de descubrir las capacidades impresas en uno; y cuando uno hace lo que siente que debe de hacer al margen de dictados ajenos, reconoce interiormente la lealtad con su yo evitando ser un bobo que le engañen.

Enrique dijo...

Puede que el destino esté escrito; pero el futuro, desde luego, no lo está. O está escrito tantas veces y de formas tan diferentes que es como si no lo
estuviera; porque el pasado no es otra cosa que una sucesión de las decisiones que se tomaron sobre los futuros posibles.

Cada vez que se visita, cada vez que se intenta adivinar, el futuro se modifica. Y lo mismo sucede con el pasado, cuando se recuerda o se intenta deducir. Ya se sabe que el observador siempre altera aquello que pretende investigar.

Y el observador, además, siempre es subjetivo. Cada ser es único e irrepetible y su visión, lo que es capaz de leer en cada momento y en cada lugar, es su propia percepción de lo que sucedió, pudo suceder o tal vez sucederá.

Despertar dijo...

(para Enrique).
Dices que "puede que el destino este escrito".
Es algo que me he preguntado muchas veces. Mi conclusion, a lo mejor equivocada, es que no lo esta. Si no, ¿para que querriamos el libre albedrio?. Para mi seria muy triste pensar que hicieramos lo que hicieramos nuestro destino ya estaria definido. Me sentiria muy limitado en mi camino hacia la evolucion. Seria como pensar: ¿Para que voy a luchar por llegar al 100% si mi destino esta fijado en el 40%?.
Me gustaria que dierais vuestra opinion al respecto. Gracias.

Isabel Segunda dijo...

Las teorías están todas muy bien. Pero el pasado es irreversible. Lo ya ocurrido no hay objetividad alguna que pueda modificarlo, y si es cierto que en las vidas de las personas muchos hechos están condicionados por conductas y por elecciones hay también muchos en los que quienes los vivieron, o sufrieron, no tuvieron la menor posibilidad de decidir. Una cosa es echar la culpa al empedrado, y otra, igualmente injusta o errónea, es arrogarse toda la responsabilidad en lo que pudo ser, quizás, de muchas formas, pero fue como fue, y de ninguna otra manera.

Enrique dijo...

Para Despertar:
El destino, allí donde deberíamos llegar o donde vamos a llegar, es la meta pero no el camino. Hay muchos caminos, y en unos se sufre y en otros no, en unos se aprende más y en otros menos, en unos se dificulta a los demás y en otros no. Ahí es donde está nuestra responsabilidad, ahí es donde está nuestra limitada capacidad de elección desde lo binario, que es lo que llamamos libre albedrío.

Para Isabel Segunda:
Nada ha dejado de ocurrir, su repercusión nos acompaña hasta el final de este espaciotiempo. Los acontecimientos se graban (en el iris,
en las líneas de la mano, en el genoma, en los cristales, en el inconsciente colectivo; en múltiples sitios y escritos en múltiples lenguajes), pasan a formar parte de la memoria y vibran, transmiten, impulsan, potencian o limitan.
El pasado (no tanto los hechos como sus consecuencias) siempre lo llevamos puesto; es decir, no es pasado sino que es presente. Cuando nos modificamos, el pasado se reescribe, vibra, incide sobre todo y sobre todos de otra manera.

Isabel Segunda dijo...

Enrique, te voy a contar una anécdota.
Una vez, cuando tenía trece años, una compañera de colegio me invitó a una fiesta.
Yo no tenía amigas, ni en el colegio ni en ninguna parte; era una persona perfectamente apacible y retraída que me relacionaba apenas.
Aquella invitación me resultó chocante, encontré que había algo extraño o desconcertante en ella. Y me asusté.
Lo conté en casa, a mis padres se lo contaba todo. Expliqué también que no quería ir a aquella fiesta, que aquella niña (Carmen García Ormaechea; recuerdo su nombre y su fisonomía, y el timbre de su voz y sus gestos) no me tenía la menor simpatía y que en aquella invitación había una trampa, no sabía qué intención de hacerme daño.
No me hicieron caso. Más bien pusieron el grito en el cielo, escandalizados de que me pudiera siquiera plantear el no acudir a una fiesta a la que, por fin, una de aquellas niñas tan elegantes de aquel colegio tan elegante al que me habían llevado (contra mi voluntad, pero esa es otra historia) me invitase.
El acontecimiento ocasionó en mi casa, por otra parte, no poca tribulación y desconcierto. No tenía un vestido que mi madre considerada adecuado y se lanzó (pobrecilla) a la calle, a comprar una tela, para en los pocos días que quedaban hacerme uno.
Yo, viéndola coser por las noches, sentía una mezcla, a partes iguales, de indignación, de pena y de impotencia. No sabía a mis trece años encontrar los argumentos para convencerla, ni a mi padre tampoco, de que se estaba dejando las pestañas para nada.
Y bueno, llegó el día de la fiesta, un sábado. Y estrené el vestido. Mi padre me acompañó caminando hasta la esquina de la calle Maldonado, donde vivía aquella niña, allí me dio un beso y con un nudo espantoso en el estómago lo vi alejarse. Caminé con las piernas de trapo hasta el portal, subí a pie las escaleras hasta un primer piso, llamé al timbre, salió a abrir una doncella uniformada, de aquellas que había antes en según qué casas, con delantal y cofia, y guantes blancos. Dentro nada más se oía silencio. Le expliqué que era una compañera de Carmen, que me había invitado a una fiesta.
La doncella me miró, muy tiesa, y respondió que la señorita había ido al cine con unas amigas, que allí no había ninguna fiesta.
Me di media vuelta y salí corriendo, feliz y furiosa, llorando y riendo. Y alcancé a mi padre, y le expliqué entre risas y llanto que no había fiesta.
El lunes siguiente regresé al colegio. Aquella niña y yo nos miramos exactamente tan distantes como nos habíamos mirado siempre. Y nunca jamás se tocó el tema.
Han pasado cuarenta y nueve años y no lo he olvidado, y sé que odiaré a aquella persona mientras viva.
Creo, honestamente, que se merece mi odio; y que privarla de él sería negarle un derecho que le pertenece.

Despertar dijo...

(para Isabel Segunda).
Estimada Isabel. La anecdota que cuentas es bastante triste y demuestra perfectamente la crueldad psicologica a la que llegan algunos niños en el colegio, pero a pesar de que consideres que tienes motivos mas que suficientes para ese odio vitalicio estoy convencido de que es un gran error permitirlo.
Opino que no te hace ningun bien el que hoy en dia guardes eso dentro de ti. Debes buscar tu paz, sosiego y calma interior como punto de partida, y llevando contigo ese odio considero inviable conseguir ese estado.
Yo hace poco sufri una traicion de alguien que consideraba mas que amigo. Me dio motivos para odiarle y desearle todo tipo de males. Hasta que me ayudaron a comprender que ese no era el camino. Aunque no mantengo ninguna relacion con el, te aseguro que no le tengo odio alguno y me siento interiormente de maravilla. Se que es un paso dificil pero hay que trabajar duro.
Te animo a que asi lo hagas y elimines ese rencor en ti, ya que siempre sera una traba para conseguir una transformacion de tu naturaleza inferior. Animo.

Anónimo dijo...

Isabel Primera: Relee, por favor, la última frase de Enrique: "Cuando nos modificamos, el pasado se reescribe, vibra, incide sobre todo y sobre todos de otra manera."
Salva a esa chica de tu odio, y aquella trampa que te tendió se habrá rescrito para pasar a ser lo que fue (o lo que si tu quieres a partir de ahora fue): una chiquillada.
Si quieres que aún sea algo más que una chiquillada, lo seguirá siendo. Para ti y para todos, para el mundo, incluidos nosotros, yo.
Sálvame a mí (a un desconocido) de la crueldad de aquella chica.
No tengo que darte las gracias por ello, es tu obligación.
Pero gracias.

José dijo...

Aquellos pensadores y científicos de los siglos XVII y XVIII creían, o sabían, que Dios les había transmitido a los antiguos babilonios la Verdad. Les había dado, podíamos decir, la coordenadas de las leyes universales.

A lo largo de la historia el hombre cree alcanzar nuevas metas y se erige en precursor pero, en algún momento, se da cuenta que todo lo nuevo de alguna manera es eterno y esto implica algo amplio, aún por conocer, algo inalcanzable y quizás es ahí en donde palpita el saber de lo estético.

A lo largo de los tiempos el hombre ha observado los fenómenos naturales y se ha cuestionado su origen, su significado, su destino. Ha querido transmutar el entorno y su mundo. Ha sentido en su pulso el mito del eterno retorno. Ha querido volver al oro del origen, retornar al paraíso perdido y para eso ha querido purificar lo externo y lo interno. Pero, el camino para esto, ha sido el poder, el poder que al final ha atajado el saber. Lo ha querido conducir, mediatizar, apresar en un azar determinista, contradictorio en si mismo.

Los quiromantes y los adivinos, como dice el autor, impostan el anuncio de algo que subyace en el agua primordial.

Isabel Segunda dijo...

A Despertar: Las personas que dan consejos y alardean de la propia bondad me inspiran bastante miedo.
A Anónimo: Me ha impresionado eso de "es tu obligación".

Despertar dijo...

A Isabel Segunda.
Siento si la he molestado con mi opinion. No era mi intencion alardear de nada en absoluto, de hecho hay una frase manuscrita que este mismo autor publico en 1992 que dice "el que pregona humildad no es humilde" y es algo que siempre procuro tener presente. No considero bondad eliminar el odio o la ira hacia los demas, lo considero "mi obligacion". Y por supuesto no me considero capacitado para dar consejos, pero si podria tenerlos en cuenta por ejemplo de Sri Aurobindo "Una gran ola de calma y la consciencia constante de una vasta y luminosa Realidad, tal es precisamente el caracter de la realizacion fundamental de la Verdad suprema en su primer contacto con la mente y el alma", y cuando se le pregunto por como desembarazarse completamente de la ira dijo "La ira desaparece completamente cuando el psiquico dirige todos los movimientos del ser y cuando la ecuanimidad de la consciencia superior toma plenamente posesion del vital inferior. Mientras tanto es posible controlarla hasta un cierto punto, aminorarla o limitarla a un contacto sin efecto exterior o a una ola que pasa sin expresion vital". No deberia tener miedo de quien intenta ayudar con buena voluntad. Me siento en la obligacion y el deber de al menos intentarlo. Todos los que escribimos en este blog considero que somos susceptibles de ser "criticados" u opinados por nuestros comentarios, pero dudo que ninguno sea malintencionado.

Isabel Segunda dijo...

En todo lugar al que acuden muchas personas, ya se trate de un lugar real o virtual, y más si el lugar es un blog como este en el que se tratan temas tan intangibles pero tan estrechamente relacionados con el mundo de las emocione y los sentimientos y los yoes (que son perfectamente prescindibles, los yoes, pero tan irrenunciables que aparecerán, taimados, a la primera vuelta de cualquier esquina de tal punto o cual coma), es inevitable que surjan puntos, o cuestiones, donde al margen de la teoría ― o de la cavilación, o del intento de plasmar qué sugiere cada uno de los textos del autor ― entre en escena el factor humano. Somos gentes que nos estamos relacionando de forma no tan igual, claro está, pero tampoco tan diferente a como se relacionaría cualquier otro grupo de seres humanos.
En todas partes, trátese de un centro de trabajo, o de un lugar de ocio, o de cualquier tipo de club o asociación donde acuden personas cuyo interés común puede ir desde la degustación de café (estoy poniendo sólo ejemplos) al aprendizaje de la papiroflexia terminará, antes o después y con independencia de cuál haya sido en un principio el móvil, por ponerse de manifiesto y no ser del todo obviable que las características individuales de cada uno de los componentes del grupo adquiere su peso y toma su arte y su parte.
Cuando esas relaciones que se establecen son en vivo y en directo y cara a cara se dispone del tono de voz, de los gestos, de los silencios, de una risa, de una broma, del movimiento de las manos, de un cruzar o descruzar las piernas, de una frase aislada que se cruza en la conversación, del saludo o la intervención de un tercero que incorpora un nuevo tono o un nuevo ritmo, del semblante de un interlocutor en el que notamos (tal vez) que hay algo que no está siendo como lo vimos el día anterior… Y la vida sigue, y se va conformando un clima y un ambiente en el que se establecen afinidades y distanciamientos; y no sólo afinidades y distanciamientos sino situaciones tan perplejizantes (me temo que me termino de inventar la palabra, pero ha salido recientemente la nueva edición del diccionario de la RAE que es, al parecer y por lo que he oído y con todos mis respetos a la divinidad, un sin Dios; así que por qué esta pobre palabreja no) como el sentir que alguien cuyas opiniones compartes y cuyos criterios admiras tiene tal o cual característica que no te agradan o, caso enteramente contrario, te inspira una enorme simpatía ― por las razones que sea, como pueda ser su sentido del humor, por ejemplo, con todo lo resbaladizo que puede ser un sentido tan… (Vamos a dejarlo en puntos suspensivos) ― pero, iba diciendo, estás con él (o ella) en total y absoluto desacuerdo.
Y así se va configurando el mundo de las amistades, y el de los álguienes a quienes se conoce de pasada, y el de los quíenes por cuyo bienestar te esforzarías haciendo a un lado el propio bienestar o los propios interés, y el de otros quiénes a los que cuando tienes noticia de que atraviesan por una dificultad les deseas que todo se resuelva para bien mostrándoles la más amable de todas tus sonrisas; y el de los quiénes, ¿por qué no?, que te dan cortésmente las gracias con la más amable de las sonrisas suyas.
Y con todo ese cóctel de gestos, tonos, silencios, bromas, algún que otro desplante e inflexiones de la voz y sonrisas nos vamos haciendo, todos, una composición de lugar de en qué ámbito nos movemos y…
Me doy cuenta, entre tanto, de que la extensión de los comentarios admite un número determinado de caracteres y de que en este momento voy, exactamente, por 3.585 (aunque con espacios, eso sí) más los que se haya llevado el relatar que los he contado, de modo que… Fíjate: 3.701, que me he plantado en ellos sin sentir como quien dice y en menos de dos renglones cuando, tengo cierta idea, de que el límite está en 4.064…
Me doy cuenta, también, de que… Pero dado que tal y cómo están las cosas no voy a poder contarlo (3.946 más los paréntesis más “más los paréntesis”) corto y sigo en la “continuación”.
(4.032)

Mandrágora dijo...

Matiza Aquiles en el desarrollo que hace del texto del autor que el conocimiento que alcanza cada héroe desde su aventura, facilitaría la senda a otros buscadores. Estoy completamente de acuerdo y ciertamente siempre lo he entendido así. En buena lógica, si los descubrimientos y logros adquiridos desde esa aventura de la que se habla es ya algo tangible y reconocido, la historia de los hombres debería ser un pasarse la antorcha sucesivamente e ir incorporando nuevas aventuras cada vez más complejas puesto que siempre ha habido minorías, grupos precursores, que han estudiado y profundizado lo suficiente como para seguir ampliando conocimiento y vivencias. ¿Por qué se dan estas interrupciones? ¿Por qué este supuesto retroceso cuando ya es algo sabido y vivido? Por remitirme en concreto al escrito del autor: ¿Por qué la medicina no ha sumado lo ya adquirido por los antiguos físicos, brujos y magos? La profusión de quiromantes y adivinos es un puro sucedáneo al que les hemos dado relevancia, ¿qué necesitamos para recuperar lo de hace miles de años?

Cada vez más me asalta el pensamiento de si no será que el mal uso de un logro ya manifestado e incorporado se resuelve en una pérdida de memoria, una vuelta a la oscuridad y un bloqueo a volver a conquistar, como ajuste a esa ley superior donde todo se preserva y protege exhaustivamente de acuerdo a ese orden, no al del hombre.

Manolo dijo...

Para Enrique:
Vengo dándole vueltas desde hace mucho tiempo a eso de que “el destino está escrito”. Doy por sentado que no nos estamos refiriendo a que ese destino sea la muerte, porque sería una perogrullada. ¿Nos referimos, entonces, a llegar a la muerte habiéndose cumplido unas determinadas condiciones? ¿Cómo puede estar eso escrito de antemano? Si los márgenes de decisión que nos deja nuestra estructura biológica y de otros tipos fueran estrechos, nuestra configuración final tendría poco margen de variación, y nuestro destino estaría “bastante” escrito. Pero si, por el contrario, tuviéramos un montón de capacidades latentes, como creo, nuestras posibilidades de desarrollo serían enormes. Y con ellas nuestros márgenes de decisión. En tal caso, el resultado final podría variar mucho y no tendría mucho sentido hablar de que el destino esté escrito. Desde este punto de vista, no entiendo cuando dices que el destino “es la meta”. ¿Qué meta? Tú mismo dices, hablando del destino, “allí donde deberíamos llegar o donde vamos a llegar”. Son dos cosas distintas. No es lo mismo dónde deberíamos llegar, en el supuesto de que fuéramos capaces de aprovechar todas las oportunidades que nos presenta la vida para desarrollar al máximo todas esas capacidades latentes que tenemos, que a dónde lleguemos, teniendo en cuenta que quizás muchas de esas oportunidades no las aprovechemos y, además, añadamos errores que nos lastren. Es decir, según cómo sea nuestro “caminar” por la vida, el resultado será uno u otro. Entonces, ¿cómo es eso de que el destino está escrito?

Isabel Segunda dijo...

Esta “continuación” y este papel en blanco (aunque con esto del internet ya nada es lo que era) me dan un respiro, un margen de maniobra, y la posibilidad de expresarme con una cierta coherencia aunque ― eso seguro y con ello ya cuento ― nunca con más de la que de por sí me adorne en mi mismidad y por mi propia congruencia.
Me doy cuenta también ― a lo que iba ― de que con esta disertación mía puedo estar saliéndome del tema central (e incluso de los temas laterales) que aquí nos ocupan. Entiendo, al mismo tiempo, que puedo aburrir a muchos de los participantes y eso, a qué negarlo, me produce también un punto de desasosiego, una sensación de timidez o de pudor o de culpa por estar robando el suyo (tiempo) al que leyéndome estará posponiendo el utilizarlo en algo mucho más interesante y de mejor provecho; pero es esta una circunstancia (la de la timidez y el pudor y la culpa) que, en un intento tal vez muy desmañado de desterrar terrores infantiles ― que deberían, a la vista de las décadas que pesan sobre mis espaldas y de mis patas de gallo y de mis canas, estar más que superados ―, voy a pasar por alto considerando (me voy a permitir opinar que muy acertadamente) que quien no quiera leerme me saltará; y todos tan amigos.
Y con todo ese cóctel de gestos, tonos, silencios, bromas, algún que otro desplante e inflexiones de la voz y sonrisas nos vamos haciendo, todos, una composición de lugar de en qué ámbito nos movemos y…― que me lo he pegado aquí para tener a la vista el hilo y el norte por el que estoy intentando guiarme (y ya sigo) ― las composiciones de lugar de los otros.
Son composiciones que en todo caso van a resultar incompletas o, en el mejor de los casos, no poco desvirtuadas.
Se puede decir “hola, tesoro” y se puede decir “bonito día” con independencia en ambos casos de que te estés en verdad dirigiendo a una alhaja o de que el tiempo esté siendo un horror de chuzos de punta y vendavales; quien te esté escuchando podrá hacerse, y se la hará, una idea de si estas utilizando o no el sarcasmo, o de si tienes un gusto deplorable.
El lenguaje escrito se ve muy limitado en ese aspecto, y más cuando los que nos leemos los unos a los otros no tenemos la más remota noción de quién ni cómo es cada uno de esos otros, y más aun cuando lo que escribimos no son las narraciones o relatos a los que se entregaría un escritor a la hora de verter sobre el papel sus fantasías o inquietudes o tesis o elucubraciones con la seguridad y el aplomo que debe de dar, sin duda, el ser consciente de estar escribiendo justo sobre aquello acerca de lo que, por las razones que fuere, ha decidido escribir.
Aquí también se elige, desde luego, que bien puede uno optar por ser sólo lector o, si el tema de que se trata no interesa, cerrar el blog. Una vez que se elige participar, sin embargo ― y aunque se haga de forma más o menos intermitente ― se están asumiendo de forma más o menos tácita los inconvenientes y los riesgos de apreciación propia y ajena, y dando por sentado que cualquier cosa que se escriba va a recibir su réplica.
Y en esas réplicas, y en la forma de emitirlas y de recibirlas, va a ir implícita, serpenteando por entre los puntos y las comas, una suerte de mensaje cifrado que va a quedar al albur y merced del que sepa o no sepa interpretarlo al amparo, tan sólo, de esa cosa tan denostada y cuestionable que ha dado pie a lo largo de siglos a tantos enfrentamientos y tantas guerras, la subjetividad; más irrenunciable y necesaria que la más deseable de las virtudes que puedan adornar al más perfecto de los seres que existan sobre la Tierra, o fuera de ella, en tanto, al menos, que perseveremos en el intento de llegar al fondo de la verdad, en grande y absoluta, alcanzada por esos raros, contadísimos seres, que son sin imitar.

J.C.E. dijo...

“lo que generalmente ya saben”
Cuando nuestro ser decide nacer, desde fuera de este espacio tiempo, decide nuestro destino, a donde debemos llegar, pero cuando nos encarnamos, nos olvidamos de todo esto empezando la aventura de la vida como seres humanos en busca de nuestro ser.
Una vez una persona que dijo que un “adivino, mago, brujo, como lo quieras llamar” es aquel que cuando tu quieres ir a un sitio y vas conduciendo un coche, el va volando por encima viendo los distintos cruces, ciudades y pueblos por los que vas a pasar según tomes un desvío u otro, pudiéndote avisar de lo que te vas a encontrar. Siendo tus decisiones las que van a hacer que llegues a ese destino, por una carretera o una autopista, o incluso que no llegues por quedarte tirado ya que no paraste en las gasolineras correspondientes.
Interpreto que la piel es el plano de carreteras, donde se encuentra escrito todo, los posibles recorridos a realizar desde el nacimiento, el recorrido realizado y los posibles recorridos para llegar al destino.
Evidentemente, tengo la duda de si cuando nuestro ser decide nacer, como lo hace desde fuera del espacio tiempo, pasado y futuro son lo mismo y decide el destino que ya está conseguido en nuestra vida como ser humanos.

José dijo...

El tema que plantea Manolo, con referencia a Enrique, concerniente al destino, no es fácil de abordar de una manera simple. Desde el punto de vista biológico hay estudios complejos que requieren estudio y dedicación. Todos hemos oído hablar del genotipo, del fenotipo, de la deriva genética, etc.,y es algo que es muy amplio y de constante investigacíón.

Desde el punto de vista filosófico, político y sociológico ha sido causa y consecuencia de lucha de poderes, de guerras, de posiciones racistas, etc. Pero, quizás, lo más relevante ha sido el anclaje en los sistemas sociales. El pensamiento de destino ha creado fronteras geograficas, estados providenciales, concepciones expansionistas. En el terreno de la filosofía y la política se ha derivado en éticas y sistemas que han restringido la evolución de los pueblos como tales. Los individuos hemos sido atrapados en miedos a transgredir lo establecido. Nos hemos constreñido y nos ha atrapado la melancolía , la frustración, el susurro de la diferencia como estigma.

Yo creo y, al hilo de lo que he ido leyendo del autor del libro objeto de este blog, que podemos modificar nuestro destino y al hacerlo contribuimos a un cambio más genérico.

Enrique dijo...

Para Manolo:
En primer lugar, un matiz importante: empecé mi comentario diciendo “Puede que el destino esté escrito” que no es lo mismo que decir que lo está.
Dicho esto, tendríamos que ponernos de acuerdo sobre lo que entendemos por destino. Todo es pura especulación, pero propongo la siguiente definición para aproximarnos a algo que está más allá de nuestra razón:
El destino es el motivo o el propósito por el que un ser ha nacido. Aquello que da sentido a su paso por el espaciotiempo. (Esto ya supone una creencia: la vida tiene sentido)

Sigo con la especulación:
Esta definición lleva implícita que hay algo, otra realidad en la que no hay ni espacio ni tiempo. También presupone que tanto los nacimientos como los destinos que llevan emparejados se gestan, se deciden o proceden de allí. Podemos imaginar que el espaciotiempo es una de las infinitas manifestaciones de esta realidad superior.

Al nacer, al someterse a las limitaciones y las oportunidades del espacio tiempo, cada ser necesariamente debe llevar impreso el motivo de su existencia (su destino); de ser así, el destino está escrito: es dónde se debe llegar o lo que se pretende alcanzar. Y no solo debe estar escrito sino que también debe manifestarse de alguna forma; debe alimentar o impulsar cada vida, su acción debe ser lo suficientemente poderosa como para que sigamos viviendo al margen de las circunstancias (los estados) que confundimos con la realidad.

Me preguntas: ¿cómo pueden estar escritas de antemano las condiciones en las que llegamos a nuestra muerte? Te respondo: no lo sé, pero fuera del espaciotiempo, no tiene sentido decir que algo “está escrito de antemano”. Allí no hay antes ni después. Allí todo debe estar sucediendo a la vez y en continuo cambio (No me preguntes cómo puede haber cambio si no hay tiempo porque tampoco lo sé).

Las capacidades latentes con las que nace cada ser humano son enormes, pero distintas de las de los demás, igual que debe serlo su destino. Se nace con grandes capacidades pero también con enormes limitaciones. Es posible que el destino de cada persona consista en alcanzar el máximo desarrollo de sus capacidades a pesar de sus limitaciones (o gracias a ellas). Si esto es el destino, parece ser que está escrito con independencia de que se consiga o no.

Evidentemente, “allí donde deberíamos llegar” no es lo mismo que “allí donde vamos a llegar”, por eso incluyo las dos posibilidades; pero en uno y otro caso hay que recorrer un camino (el futuro) que puede llevarnos, o no, a la meta final.

En resumen, me preguntas: ¿puede uno nacer y no cumplir con su destino? No soy quien para responderte Manolo. Y yo que sé. Esperemos que, por muchas tonterías que hagamos, el destino se cumpla. De hecho, si ya se conoce antes de nacer, si ya se sabe a dónde se puede llegar es que ya se ha estado allí.

José dijo...

Enrique, es interesante lo que planteas. No tiremos el boligrafo y sigamos un poco más con este tema. Enrique, lo que dices me lleva a la reflexión sobre la potencia y el acto. También la acepción de destino en inglés tiene una envergadura diferente que en español. Dejame elucubrar un poco más, dame tiempo e ideas sobre esto. No te frenes y redondea filosoficamente tu interpretación de destino, puede ser muy enriquecedor. Hasta mañana

Manolo dijo...

Para Enrique:
En primer lugar te agradezco mucho tu reflexión porque es muy interesante y sugerente. Admitiendo que, por supuesto, estamos en un terreno muy especulativo, donde es imposible sentar cátedra de nada, yo personalmente coincido mucho con tu enfoque. No obstante, confieso que me siento incómodo con la palabra “destino”. Según el diccionario de la RAE, el destino es una “fuerza desconocida que se cree obra sobre los hombres y sucesos”. Demasiado vinculada al concepto de predestinación, que me gusta aún menos por su incompatibilidad, al menos aparente, con el concepto de libertad (bastante confuso también). En cambio, para la definición que tú propones a mí me gusta más el concepto de “misión”, que según este mismo diccionario es el “poder, facultad que se da a alguien de ir a desempeñar algún cometido”.

Para mí tiene todo el sentido que los seres humanos nazcamos con un propósito. No porque sí. Quien decida ese propósito, quien de esa facultad al que nace, esa misión, sea quien sea (aunque a mí me gusta pensar que es la esencia “divina” de cada uno), posiblemente lo haga fuera del espacio tiempo, como tú sugieres. Si fuera así, es lógico pensar que lo llevemos impreso, escrito. Para intentar cumplirlo.

Introduces otro matiz interesante: que lo que llamo nuestra misión consista en alcanzar el máximo desarrollo de nuestras capacidades a pesar de nuestras limitaciones. O gracias a ellas. ¿Superar nuestras limitaciones, o las adversidades que nos encontramos en la vida, puede ser una de las formas de desarrollar nuestras capacidades? Sí me lo parece. Desde luego, dependiendo de cómo las afrontemos. Y ahí hay mucha tela.

Al final sueltas el concepto más peliagudo. Si antes de nacer ya se sabe a dónde se puede llegar es que ya hemos estado allí. Bueno. Fuera del espacio tiempo quizás se “sepa” todo lo que suceda en el espacio tiempo. Podría significar, entonces, que nacemos con una memoria de nuestro futuro. Pero, ¿esa memoria condicionaría nuestras decisiones del presente, nos “dirigiría” hacia ese final? Si no fuera así, ¿qué sentido tendría? Me podrías decir: “y yo qué sé”. Pero, en este ejercicio de elucubración, ¿tú qué opinas?

Despertar dijo...

para Manolo.
Dices que tiene todo el sentido que los seres humanos nazcamos con un proposito. ¿Que te parece la idea que todo el mundo realmente tuvieramos un mismo proposito?, como es por ejemplo nuestro nivel maximo de evolucion, y en consecuencia, el acercamiento al Divino.
Pero eso me llevaria a otra duda, ¿Y el agnostico o el ateo? Gracias a su evolucion, y a pesar de sus creencias ¿Podrian conseguir ese acercamiento al mismo?.
Todo esto viene a colacion tambien de tu comentario Enrique, cuando dices que las capacidades latentes de cada ser humano son distintas, y que por ello el destino de cada uno tambien deberia serlo.
Yo opino que es posible que la meta final sea la misma para todos, pero que dependiendo de las capacidades y estado evolutivo unos lo consigan antes que otros. Y esto me llava a plantearme algo a lo que a veces le doy vueltas, ¿No habria entonces un "juicio final" para todos al mismo tiempo?. No se, tal vez estoy rizando el rizo.
Me gustaria saber vuestra opinion al respecto.
No obstante sigo pensando que seria muy triste que todo estuviera predestinado.

José dijo...

Encuentro, a bote pronto, dos frases que pueden esclarecer algo el significado de destino. Una es de Newton que dice ¨Este espíritu activo es quizas el cuerpo(la materia)de la luz¨y otra, del poeta alemán, Novalis ¨Estamos aqui cumpliendo una misión:es nuestra vocación educar la tierra¨.

Por un lado esta Newton buscando ¨el oro de la vida,(su esencia divina)a traves de la alquimia, a traves de las aleaciones quimicas y fisicas. Y, por otro los romanticos buscando el paraiso a traves de la entrega, de la purificación

Jesús dijo...

Del mismo modo que en nuestra consciencia no recordamos el periodo trascurrido desde que somos engendrados hasta que nacemos tampoco recordamos nuestro ser ese otro algo anterior fuera del espacio-tiempo. No nos acordamos, ni tenemos una consciencia presente de qué quisimos cuando elegimos nacer. Ni recordamos para qué elegimos nacer. Ni recordamos cuál iba a ser nuestra meta ni si íbamos o no a llegar a ella.
No parecemos estar considerando, a juzgar por lo que se desprende de los diferentes discursos, que ninguno de nosotros somos individuos aislados, ajenos al resto de seres que pueblan el mundo, con sus respectivos destinos o no destinos.
Nuestros destinos, por muy claros que supongamos tenerlos, no son caminos rígidamente trazados, no son algo diseñado ni aceptado ni emprendido para nuestra personal utilidad en beneficio, siempre y tan sólo, de nuestra particular evolución, y pueden verse interferidos por los destinos de los otros.
¿Es que mi destino es designio divino y el destino de los demás casualidad, o atrezzo, un decorado, tan sólo, par el mío?
¿Qué sucede cuando el destino de otro se cruza con el destino mío? ¿Qué es lo que procede en tal caso? ¿Seguir adelante sin perder el paso ni el ritmo como una división acorazada llevándonos por delante todo lo que sea obstáculo a nuestra evolución o al logro de nuestra meta? ¿Qué pasa si el otro actúa rigiéndose por el mismo criterio que empleamos nosotros?
Si ya desde antes de nacer sabemos algo de nuestra realidad y de los porqués o paraqués de nuestras vidas ha de suponerse que sabremos algo de que también existen los demás; y unos porqués y paraqués de todos esos demás que de una forma o de otra van a interferir en nuestras vidas y en cuyas vidas vamos a interferir.
A lo mejor no nos acordamos tampoco de que nacimos sabiendo y asumiendo que no llegar a la meta fijada iba a ser exactamente nuestro destino.

Despertar dijo...

Para Jesús.
Respecto a las diferente alusiones que haces a no recordar lo anterior a nuestro nacimiento, ese fundamento es el que utilizaban algunas corrientes ideológicas para reafirmarse en la inexistencia de la reencarnación, encarnación, renacimiento o como lo quieras llamar, pero hay una cosa que está muy clara, y es tener en cuenta nuestra limitación cerebral actual, no porque realmente el cerebro tenga esa limitación, sino por el pequeño porcentaje somos capaces de utilizar de su capacidad, y eso consecuentemente influye en nuestra capacidad de memoria. ¿Alguien es capaz de recordar cuando nació, o cuando su madre lo amamantaba?. Si no somos capaces siquiera de recordar cosas de nuestra infancia, ¿cómo vamos a ser capaces de acordarnos de lo anterior?.
Con esto no quiero decir Jesús que tu estés de acuerdo con ese tipo de corrientes, era sólo por argumentar un poco el por qué de esa falta de recuerdos.
Por otro lado, estoy totalmente de acuerdo contigo respecto a que los destinos no deben ser egocéntricos "por decirlo de alguna manera", sino que realmente deben estar vinculados a la evolución colectiva aunque este quizás no sea su verdadero fin, como argumenta Aurobindo en un párrafo que leí recientemente y que me llamó bastante la atención: "Es evidente que el descenso y la instauración de una consciencia y una fuerza supramental y divina en el mundo material, supondrá un inmenso cambio para la Tierra que abarcará a la Humanidad y a su vida. Pero el efecto sobre la Humanidad será sólo una consecuencia de este cambio; no puede, por consiguiente, constituir el objeto de una sadhana cuyo fin es vivir en la consciencia divina y manifestarla en la vida."

José dijo...

Como llevado por el hilo de Ariadna, como Teseo, sin insistir mucho en desafiar el destino pero, atado por el, parece fenecer el coloquio entre Enrique y Manolo.

Ni Zeus, ni en este caso Ulises que esta quincena no apareció, se atrevierón con las Moiras que marcan el espacio y el tiempo del ciclo.

Esto del destino es ya, de antiguo, una polémica. De alguna manera, Enrique hacía de protestante y coqueteaba con la predestinación y Manolo de cristiano, dependía de sus actos para encontrar el camino.

Bueno con algo de guasa el destino recorrió los quince días, quizás faltaban 49 para renacer, o, simplemente quedo el orden natural del cosmos sin los antojos del azar

Enrique dijo...

Para Manolo:
Si cambias la palabra predeterminación por la palabra ley, entendiendo por ley aquello que rige el devenir del cosmos, ¿te sentirías igual de incómodo? El concepto viene a ser el mismo, la incomodidad reside en que uno piense que la ley es ciega o, por el contrario, que conduce a un cosmos que se ajusta a la idea que podemos tener de la bondad y la perfección.
Se suele tener un concepto fatalista de destino: hagamos lo que hagamos lo que tiene que suceder sucederá. Pero, aunque fuera así, lo que hagamos y lo que dejemos de hacer siempre importa, igual que importa lo que decimos y lo que pensamos. No es lo mismo resistirse a la enfermedad que asumirla e intentar salir de ella, aunque en uno u otro caso se esté enfermo. En definitiva, no es lo mismo enfrentarse al destino sufriendo y haciendo sufrir a los demás que disfrutando; no es igual enterarse de cómo se cumple que persistir en la ignorancia.
¿Dónde está la diferencia? Básicamente en ser feliz o no serlo.
Respecto a la memoria del futuro, yo no diría que condiciona nuestras decisiones sino que las orienta, aunque no las determina; prueba de ello es que cuando las decisiones se toman desde la razón muchas veces son equivocadas; muchas veces dificultan nuestra evolución y la de los demás en lugar de facilitarla.
Supongo que cada decisión errónea se deberá a un error de lectura: a pesar de recordar nuestro destino, nuestras percepciones son tan burdas, hay tan poca luz, que nos equivocamos.

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