Presentación

Un grupo de amigos hemos decidido poner en la red el libro, “49 RESPUESTAS A LA AVENTURA DEL PENSAMIENTO”, porque creemos que es especial. Su autor, Eduardo Pérez de Carrera, nos sugiere a lo largo de sus páginas nuevas formas de percibir nuestra vida, de entender la Historia, de interpretar la realidad que nos rodea. Nuestro propósito es convertir este sitio en un espacio abierto de reflexión donde tengan cabida todos los comentarios que se nos hagan llegar sobre lo que a cada cuál le sugieran o le hagan sentir los párrafos del libro. Nosotros nos limitamos a publicar cada quince días un nuevo párrafo y a invitaros a que participéis.

15 oct 2010

Texto 2.7

2.7 "Si hay un estudio detallado del movimiento, giros de brazos, cadencia de pisadas, rotación de la mirada, colocación del sacro, análisis de las formas respiratorias... es posible dirigir de manera bastante exacta la situación emocional y sensitiva que se pretende conseguir; no parece banal ni inocuo que los ejércitos de todo el mundo hayan considerado tan importante la instrucción hacia el movimiento uniformado del grupo ccomo el manejo de las armas. El paso ordenado, el movimiento repetitivo, crea una adicción que condiciona los ritmos pensantes, que envuelve los hologramas del cerebro sometiendo al hombre a una colectivización dictada; la mayoría de los llamados métodos educativos utilizan, con consciencia o por conveniencia, estas formas procedimentales que conducen al encantamiento del adiestramiento."

33 comentarios:

Enrique dijo...

La repetición es uno de los sustentos de la memoria: grabar cientos o miles de veces el mismo dato, para que no se pierda. La repetición parece, también, uno de los mecanismos de la naturaleza: formar cristales colocando átomos en cantidades y posiciones precisas, sacar copias lo más exactas posibles del genoma, dar una vuelta completa alrededor de la Tierra cada veintiocho días…

Pudiera parecer que la repetición es algo necesario, porque estabiliza. Se podría decir que es el contrapunto necesario al desorden, a la incertidumbre, al caos. Pero no es así, la repetición es imposible, es solo una ilusión debida a nuestras limitaciones. Y es una ilusión porque, además de destrucción y de fuerzas que intentan evitarla, también hay creación. Y la creación siempre es nueva. De no ser así, no sería posible el cambio.

Es una ilusión, pero funciona. Queda patente en las escuelas, donde el supuesto aprendizaje se basa en la repetición, en las rutinas, en ejecutar una y otra vez ciertas secuencias ordenadas, en pensar una y otra vez las mismas cosas, en el mismo orden y de la misma manera. Resulta evidente en cualquier modelo social. Todos se basan en la estabilidad, en que cada cual haga lo que se espera.

Con todo, puede que la repetición sea una herramienta. Aquello que necesitamos para ejecutar exactamente el mismo gesto, la misma acción, consiguiendo que siempre sea diferente.

Mandrágora dijo...

Es este un párrafo en donde hace mención expresa a la educación. Y para tratar de evitar el adiestramiento al que alude el autor me hace pensar si una fórmula sería el plantear el aprendizaje desde contenidos a desarrollar por el alumno y que el profesor fuera dando forma junto con el docente en la medida que este avanzara Me explico. Me imagino como punto de partida el establecer un tema, que generalmente viene dado desde otras instancias, y a partir de ahí ir recogiendo el pensamiento que fuera desarrollando, mientras el profesor tratara de ir enriqueciendo el trabajo alimentando la curiosidad, el interés por profundizar e investigar y, en definitiva, un recorrido a la par entre el que imparte y el que se instruye. Me puedo suponer que, además de lograr una dinámica más activa y participativa por ambas partes, los logros y las conclusiones a las que se lleguen puedan llegar a ser sorprendentes en algunos casos y, desde luego, nada repetitivos; por no citar las peculiaridades de cada uno puestas a disposición de aportar, lo satisfactorio que puede llegar a ser no solo en cuanto al proceso de aprendizaje, sino en cuanto al equilibrio emocional del docente.

Me parece que la metodología educativa instalada en este momento no es incompatible —y sobre todo es la que hay y no es cuestión de hacer borrón y cuenta nueva— con una aportación más creativa y estimulante en el aprendizaje, que posiblemente evitara el absentismo y la frustración cada vez más generalizada entre los escolares.

Ulises dijo...

Hace años vi un reportaje en televisión que me resultó chocante. Había un grupo de guerrilleros en un país muy pobre, cada cual vestido a su manera, que estaban haciendo la instrucción, y, como no tenían armas, utilizaban palos a guisa de fusiles.

¿Qué se pretendía con ese remedo de instrucción? Es evidente que no se preparaban para ningún desfile militar. Lo que pretendían los instructores era ir acostumbrando a los componentes del grupo, de procedencia muy heterogénea y un tanto anárquicos, a ir obedeciendo, al instante y sin discutir, las órdenes de mando. Ordenes que en la fase de instrucción eran muy sencillas, como “a formar”, “derecha”, “un paso al frente”, “paso ligero”, etc., cuyo cumplimiento no significaba ningún problema.

Teóricamente lo que estaban haciendo era irlos entrenando, pero en realidad los estaban adoctrinando. Los estaban preparando para obedecer en el futuro, también inmediatamente y sin discusión, órdenes más complejas, aunque supusieran incluso un riesgo para su vida.

Es triste lo fácil que puede resultar manipular a las personas. Y lo inmediato es pensar ¿en qué medida estoy siendo manipulando? Por supuesto que lo estoy, por el gobierno, por la sociedad, por la familia en que nací, por la moda y por muchos otros factores. Mientras uno sea consciente de que te están intentando manipular, siempre tienes la opción de defenderse. Lo grave es ser manipulado sin que uno crea que lo es, porque en tal caso no hará nada por evitarlo. El tema es importante y se presta a muchas consideraciones.

Aquiles dijo...

Podemos caer en el error de pensar que, como ninguno de nosotros somos militares, estamos a salvo del estado hipnótico que describe este párrafo. Nada más lejos de la realidad. Como dice el autor, la mayoría de los métodos educativos utilizan estos procedimientos de adiestramiento.

La pregunta se hace evidente: ¿vivimos todos en un estado de hipnosis? En un encantamiento al que nos habría ido conduciendo sigilosamente nuestra educación y lo que genéricamente podríamos llamar el “proceso de integración en el modelo social”.

Me contó un conocido que vio un programa en el que pasaban un vídeo de un partido de baloncesto. Se invitaba al espectador a que contara cuantas veces botaba el balón. Por lo visto al dirigir la atención exclusivamente a ese dato uno no se daba cuenta de lo más importante que ocurría en el vídeo. Efectivamente era capaz de contar el número de veces que el balón rebotaba contra el suelo. Pero, fijada la atención en los botes, no llegaba a percibir que durante el partido un señor vestido de gorila cruzaba toda la cancha de baloncesto.

No seremos nosotros exactamente así en nuestra vida diaria. Vivimos pendientes de unas cuantas cosas que ocurren a nuestro alrededor. Desde pequeños se nos ha enseñado a ver la realidad con ojos colectivizados y a obviar la existencia de otras realidades. Cuantas veces vemos a un niño con la mirada perdida en algo y el adulto con la frase de “niño ya estás pensando en las musarañas”. ¿No habremos cerrado los ojos a realidades que podríamos percibir si fuéramos capaces de salir de nuestro estado hipnótico (de dejar de contar cuantas veces bota el balón)?.

Nuestras sociedades son bastante homogéneas. Todos nos movemos de forma parecida, con un paso ordenado y podría decirse que incluso vamos uniformados. Basta echar un vistazo matutino a la Gran Vía madrileña para ver ejércitos uniformados en precipitada marcha hacia no se sabe donde.

Ser conscientes de que vivimos en un estado hipnótico es el primer paso para salir de él. El siguiente es cuestionarnos todo lo “aprendido” y permanecer en un continuo estado de alerta. Pero, ¿qué más se puede hacer?. Quizás convenga darnos cuenta de cuales son los “botes” hacia los que estamos distrayendo nuestra atención y, por lo menos, ir ampliando nuestro círculo de intereses. Quizá así algún día lleguemos a ver a ese esquivo gorila.

Paréntesis dijo...

Si al menos el encantamiento del adiestramiento te llevara a un silencio mental profundo que abriera otras fronteras….Lo malo es que sólo lleva a abrir la puerta a los pensamientos obsesivos que llevamos dentro y que acaban poseyéndonos, esto es, encarcelándonos aún más.
¿No hemos experimentado todos en algún momento la alegría de haber realizado algo nuevo, algo creativo, haber hecho algún descubrimiento, haber recitado un poema…?
Ya está bien de educación directiva que nos programa a todos para ser borregos que perpetuemos el aparentemente único modelo social viable…el que deja en la estacada, sumida en la miseria a una gran parte de la población mundial pasando hambre, y nosotros mirando hacia otro lado. Yo no quiero.
¿Por qué no nos empeñamos en rescatar lo que de creación subyace a todo como dice Enrique y en ser conscientes de la diferencia en la repetición?. Me parecen claves.
Por otra parte, a Mandrágora le diría que el planteamiento de enseñanza-aprendizaje que sugiere, sólo sería posible si el adulto está dispuesto a enseñar desde su propia ignorancia, y de momento parece que el paradigma del docence es “el que lo sabe todo”; así es difícil.

M. A. dijo...

A propósito de la reflexión de Ulises sobre el ejército ("Teóricamente lo que estaban haciendo era irlos entrenando, pero en realidad los estaban adoctrinando."), recuerdo un pasaje de un libro de Orwell, "Homenaje a Cataluña", (y luego de una película), donde un grupo de anarquistas que se había alistado en las milicias se negaba a aprender la instrucción y a desfilar. Explicaban muy bien con su actitud el rechazo, pero sobre todo LO LLEVABAN A CABO.
Sé que no es fácil negarse a determinadas cosas (yo mismo tuve que hacer la mili), pero, respondiendo a o ampliando el último párrafo de Aquiles, hay muchas propuestas, sugerencias, estímulos o mandatos más o menos cotidianos a los que hay que arriesgarse a decir que NO. Simplemente.
Hablando en general, parece como si hubiésemos perdido, en estas últimas décadas, toda capacidad de rebeldía. Y las rebeldías que nos proponen desde partidos, sindicatos, ONGs grupos antinosequé y plataformas antinosecuantos están casi todas descafeinadas. Sólo sirven para ayudar a perpetuar el modelo.
Efectivamente, Aquiles, "alertas", pero después resolutivos.

Atila dijo...

En algunos países de América Latina y creo que en Estados Unidos antes de empezar la clase se canta el himno nacional, las letras son bonitas y les recuerda a los niños la suerte que tienen de haber nacido allí. Los paseos militares como dicen ellos son muy solemnes, el paso de la Oca tan disciplinado en que nadie puede cometer un error se nota un adiestramiento como en un ballet, todos con el mismo gesto, el movimiento exacto, todos los pasos exactos, es como si vieras robots inmutables. Unas sevillanas bien bailadas un tango lleno de sentimiento, un baile popular ruso donde cada uno pone en ese momento "su expresión y movimientos propios"con disciplina por supuesto, un pasodoble bailado por por dos viejos, un violín donde el artista pone toda su alma en unas cuerdas, como un a veces se puede notar una conexión muy profunda entre el sacro y la nuca, los omoplatos y los glúteos, entonces esa sensacion te lleva a un estado muy profundo y de bienestar. Algunas veces haciendo los ejercicios puedes percibir por un instante que el recorrido desde el sacro va mas allá llegando a la coronilla, puede durar un segundo pero notas que por tus venas flotan diminutas estrellas.

Mandrágora dijo...

A Paréntesis:

Quizás no me he expresado bien. Me refería a darle una mayor preponderancia al niño, precisamente por no estar tan encorsetado en ese lastre que arrastramos los adultos. Si el maestro quiere hacer mejor su función, es fácil aprender del niño, de su mayor esponjosidad a la hora de aprender y de la creatividad y los intereses que puede ofrecer precisamente por no estar todavía «acuartelado» en los esquemas que los adultos hemos asumido sin darnos cuenta de ello.

Sí que me voy encontrando cada vez más profesores que cuestionan el modelo actual y quisieran darle otro sentido a su labor educativa. Eso está en el ambiente, y posiblemente sea una labor de todos ir proponiendo otros espacios de aprendizaje. No creo que se deba generalizar y decir que «el docente lo sabe todo», y sobre todo, me gustaría poder aportar algo como parte interesada en la educación.

Gaspar dijo...

En textos anteriores, se ha comentado la bondad de la repetición de posturas movimientos y respiraciones dirigido por un oficiante con el conocimiento necesario, en el hacer individual de una persona, enfocado a la aventura de la ampliación de consciencia del acólito. Antagónicamente a este trabajo, existe el proceso de homogenización de posturas y movimientos de la persona dentro de un colectivo, uniformando ante una situación concreta, la conducta de cada uno de los miembros de una colectividad. Ante estas dos situaciones, es necesario ser leal consigo mismo, y ejercer el compromiso de tratar de discriminar las directrices grupales ajenas al sentir interno.

Por otra parte, considero necesario diferenciar entre una instrucción repetitiva que conduce a una respuesta predeterminada, con el a mi juicio necesario orden y metodología de trabajo que propicie el descubrimiento de algo nuevo; quizás el elemento clave diferenciador de las dos alternativas, sea la respuesta frente a la instrucción, que en un caso está de antemano fijada y en el otro abierta a nuevas aventuras. Ejemplo de importantes descubrimientos que aparentemente se han producido por azar, pero que no hubieran sido posibles sin una metodología previa de trabajo, es el descubrimiento de la penicilina.

En un mundo con un grado de desarrollo de la consciencia del hombre pequeño frente a las posibilidades potenciales que dispone, en el que se conoce en profundidad muy poco, es penoso observar el miedo a lo desconocido, la insistencia en la repetición de actos y conductas que reafirman el estado actual, y curiosamente este proceder no viene solo determinado por recordatorios de experiencias dolorosas que maniatan nuevas aventuras; pues por ejemplo, cuando a un niño que aún no sabe leer, se le cuenta un cuento con un desenlace distinto al otra vez narrado, el niño protesta y reclama el desenlace ya conocido. Si el infante no está aún contaminado por vivencias frustrantes, ¿porqué tiene la necesidad de volver a sentir experiencias conocidas, recelando de nuevas aventuras?, ¿será consecuencia de las memorias grabadas en cada uno al nacer?. Quizás el niño, con un grado de desarrollo de la consciencia menor que el adulto, pero al igual que éste, desconfíe de sí mismo y con un sentimiento de infelicidad, al carecer de la fe necesaria para poder soñar un estado diferente del actual, se enrosca en sí mismo repitiendo y manteniendo actitudes conocidas.
En cualquier modelo social, existirán pautas y normas de conducta que obedezcan a intereses partidistas; la esperanza reside, en la posibilidad que tiene la persona de asumir o no esas pautas.

Qué-vedos? dijo...

Espanta, desorienta, ahuyenta y destierra y arrincona, hazme olvidar la somnolienta roma una vez más marcada a sangre y fuego por el temor de quebrantar cordura, uncida de mi sentir tan viejo y tan cansado, búsqueda que deploro en la angostura, turbia de luz, larga de irredención, resuelta, irreductible, a preceptiva atroz, mortal, paralizante, odiosa y tan asida a algún lugar ungido del valor que reclama extinguirla.

Goyo dijo...

Desde la precaria FE que nuestro estado actual de consciencia mantiene resulta difícil asomarse a posibles realidades sociales del hombre en las que el adiestramiento y la subsistencia no sean motores de sus concepciones, movimientos y acciones…
A lo largo de la historia el hombre siempre ha tratado trasmitir lo mejor de sí mismo a su descendencia. Esto es una razón incuestionable en el planteamiento educativo, algo loable en las aspiraciones del hombre, pero peligroso cuando los estados se inmiscuyen en ello…
El tópico, siempre tan traído y llevado, de “ en la educación está el futuro “, es exportable a todos los tiempos. … Pero, ¿de dónde surge el modo de concepción educativa más favorecedor ?, y ¿ en función de qué fines se articula ? .
Desde un pensamiento altamente ligado a la “subsistencia” solamente surgen respuestas relacionadas con el estado desde el que se propiciaron. Desde esta elemental visión y concepción el hombre se torna osado, pierde humildad y justifica fines, aún a sabiendas de emplear medios y modos impropios de la dignidad del hombre, y de limitar las posibilidades de adquirir libertad.
Sin salir de la cueva de la copa no se puede apreciar lo que acrisola su cáliz, ni como se insinúa en él el sutil rastro que deja el vuelo de la libertad.

Una vez adiestrados, nos acostumbramos a la plácida estancia del tan magnifico como engañoso palacio del cuento de la Reina de las Nieves. Estancia de un frío gélido inapreciable que roba tu impulso de búsqueda y te habitúa a un monótono juego de caminar sin destino…
Son estos parajes de deslumbrantes palacios, pero gélida tierra, en donde la fe no se puede cultivar, y se substituye por las mezquinas esperanzas que proporciona el placer de la satisfacción de la necesidad inventada. En estos espacios la educación actual recrea confusos y perniciosos héroes de papel, pues desconoce lo que es infundir ánimo y alentar actos de entrega.

Hay una entrada a mi escuela de puerta amplia y pasillo angosto que confunde mi ánimo y estrecha mi mente sin que apenas me de cuenta de hallarme de pronto en suelo de baldosines cuadrados y ventanas de cortinas rayadas en donde de inmediato me imponen atención y se me olvida la angustia pasajera mientras resuena en mí la cantinela de una “Seño “ que muy compuesta y de lado me va dictando cómo y qué hacer… … a veces se me pasa por la cabeza dejar sobre su mesa una notita con dibujitos de florecillas, como a ella la gustan, en la que diga : ”mi desestimada Profe ¿ por qué se empeña usted en hacerme escribir a diestra y siniestra, sin que lo escrito sea lo que yo siento e imagino ?. ... Mi querida Seño ¿ por qué no me deja usted que la suelte el pelo para aprender a leer en el aire lo que el viento deja en sus morenos cabellos ?.

Manolo dijo...

Es evidente que el ejercicio del poder se facilita mucho cuando actúa sobre gente homogeneizada a su conveniencia. Dirigir y gestionar la diversidad es bastante más difícil que hacerlo con la homogeneidad. Por tanto, es lógico que las estructuras de poder promuevan la uniformización en el pensamiento, en los valores, en las conductas y, en definitiva, en los modos de vivir. Sin embargo, a la búsqueda de la homogeneidad también contribuimos, y muy activamente, cada uno de nosotros. Da mucha seguridad y tranquilidad sentirse “refrendado” por quienes configuran nuestro entorno social y, por otra parte, no suele ser nada cómodo ir de “bicho raro”. Lo que me sorprende es que, siendo esto tan obvio, siga teniendo un tratamiento tan “asimétrico”. El rechazo a las manipulaciones del poder se “vende” muy bien y, en cambio, cuesta mucho esfuerzo reconocer nuestra complicidad. Quizás porque, en el fondo, nos encanta ir de pobres víctimas. De víctimas que, en la mayoría de los casos, se contentarán con buscar el refugio en otro grupo “rebelde” o de resignarse a un cierto pasotismo con la excusa del “estoy muy ocupado, no tengo tiempo”. Reconozcamos que construirse uno a sí mismo; definir, profundizar y revisar los propios criterios exige un enorme esfuerzo. Y además continuado. Es evidente que las estructuras de poder nos lo ponen difícil, pero (y permitidme un toque cínico) ¡qué suerte que esos poderes estén ahí para que les podamos echar la culpa de todo!

Eolo dijo...

Preferiblemente por la mañana, cuando las huestes de mi pensamiento andan arremolinadas por los surcos incontenibles de las noches mágicas, se me alza el General desde el otero para poner orden a todo aquel desconcierto, antes de que el Bardo haga sonar las letras guturales que hacen eco de esos paisajes engullidos.

“Bien está –afirma-, que se ponga delante la infantería, pero bien protegida por la baterías de la 1ª brigada de la artillería, que ya sé yo que aquellos duendes trasnochadores son los que más lata acaban dando durante el día, si no los metemos en cintura”.

“No, No y No –prosigue-, los zapadores no pueden entrometerse ahora. Esperemos que haga su trabajo el flanco izquierdo, que es de quien más me fío para estas trifulcas, que el derecho ya hemos comprobado como se pavonea si las sirenas le silban”.

¡Atención! ¡Atenta la caballería! –exclama-. Es que no veis, inútiles, como se están colando aquellos pensamientos por entre nuestras tropas. ¡Nada de salirse de la fila! Que así a veces la espuma instigadora de los placeres que nos apartan de nuestra honrosa tarea”.

“Comandante –ordena-, acérquese a telecomunicaciones, y dígale al capitán Dopamina que mande meter más sustancia al rancho de mediodía, que ya sabe él lo que tiene que hacer, que se lo tengo que decir todos los días”.

“Puñetas ¿qué hacen esas damas en pleno campo de batalla? –continua- ¡Avisen a la banda que marque inmediatamente el himno, y que desfilen pronto todos o al calabozo! ¡Da igual que sea la 5, o la 3, o la Sexta, le estoy diciendo que desfilen!”

¿La aviación? ¡Para que voy a llamarla! ¿No ve que ya está sofocada la rebelión? ¡Qué despilfarro!

Aquel amanecer no fue distinto a otros, según cuentan los cronistas, si no fuera porque cuando el General se cambió para sus otros quehaceres, vieron como empezaba a asomar su hermafroditismo.

De “Pensamiento Único de la Rebeldía de Izquierda” (PURI). Págs. 114-115. Capítulo “Mi autoestima es solo mía”.

Aquiles dijo...

MA,
De acuerdo contigo en que hay que estar alerta y luego ser resolutivo. No estoy tan seguro de eso de la rebeldía. Siempre me ha parecido que mansedumbre y rebeldía son las dos caras de una moneda. Se necesitan y se alimentan y el modelo se sirve de ambas para subsistir. El rebelde está tan condicionado en sus acciones y decisiones por el modelo como lo puede estar el manso. Éste se deja llevar sin más por lo que dicta el modelo, aquél se opone sin más a los dictados de éste. Uno y otro se mueven dentro del modelo y están condicionados por éste.

Sólo se puede vislumbrar un vector de libertad desde el estado de alerta a todo lo que ocurre y no sólo hacia aquellas cosas que, desde el modelo, se han definido como las importantes o incluso como las únicas reales. Es cierto que muchas veces vislumbramos caminos que no nos atrevemos a tomar. Ir contracorriente no es fácil. Pero actuar en consecuencia con lo que comenzamos a percibir, aunque no le guste al modelo, requiere valentía no rebeldía.

Que digo yo que dijo...

El último comentario de Aquiles (24 de octubre de 2010 23:01 ) me ha llevado a recordar gentes que conocí en la década de los 70. La dictadura daba las últimas boqueadas y los “modernos”, “valientes” que iban a ser los paladines de un mundo nuevo y mejor armaban mucho ruido y causaban admiración con su arrojo entre los menos valerosos. Todos habían estado en el mayo del 68. Recuerdo que cuando caminaba por las calles de mi ciudad veía personas que iban y venían y hacían sus cosas cotidianas; pero debía de ser un espejismo mío porque “todo el mundo” estaba aquel mayo en París.
Algunos de aquellos futuros héroes y prohombres (y promujeres, para que no se quede la cosa un poco coja) son nuestros gobernantes de hoy.
Así que, Aquiles, enteramente de acuerdo contigo.

M. A. dijo...

Aquiles y Que digo yo que dijo...
Bien. Si es por cuestión de afinar en las palabras, aún podemos ponernos de acuerdo. Pero me temo que será una conversación estéril. Creo que me habéis entendido. Llamémosle rebeldía o intransigencia, o valentía. Que los del mayo del sesentaiocho no hayan hecho nada después no me dice nada más que no estaban real, personal, íntimamente comprometidos con lo que reivindicaban, que seguían siendo peones más o menos aborregados de una alternativa ficticia al modelo.
Sé también que no es fácil vislumbrar en el horizonte cuál es la respuesta adecuada ante la hipnosis, el adoctrinamiento uniformizador. Sobre todo porque la respuesta no está en el horizonte. No está fuera de uno. Si no nos sirven las normas o planteamientos éticos o morales, y sólo debemos estar atentos a aquellos que nuestra coherencia personal estética nos pida, es difícil que podamos identificarnos con una masa o grupo "rebelde". Al menos a la antigua usanza. Pero, desde luego, también en algún momento (de manera individual, al menos) habrá que dar la cara.
O sea, dicho por las bravas: o dar la cara o poner el culo.

Aquiles dijo...

Manolo,

Con tu "toque cínico" sacas un tema muy interesante. Hasta qué punto el modelo es realmente un obstáculo o más bien una excusa. El modelo es una dificultad del entorno y como tal es un reto para el caballero. Pero el caballero no puede quejarse de los lances del destino. Al contrario, debe agradecer las posibilidades que se le ofrecen de mostrar su valor.

Es, por tanto, el modelo ¿un obstáculo o una oportunidad? Posiblemente todo dependa de la actitud con que lo afrontemos. Manolo dice cínicamente “¡qué suerte que esos poderes estén ahí para que les podamos echar la culpa de todo!”. Y no le falta razón. Habitualmente vemos el modelo como un carcelero que nos mantiene aprisionados. Quizá si, como caballeros, contempláramos gozosos como los molinos del sistema nos ofrecen continuas posibilidades de aventura, estaríamos realmente empezando a cambiar el modelo.

Que digo yo que dijo...

Pues, M.A., como un argumento no forzosamente ha de ser el contrario de otro argumento, también estoy de acuerdo contigo; y si es cuestión de cómo tú dices afinar en las palabras, también eso es cierto, una palabra (y aunque afinando hasta el final del afine toda palabra tiene su sentido único, y si no lo tuviera el diccionario de la RAE podría ser bastante menos extenso) puede tener, y las tiene muchas veces, unas connotaciones no del todo dispares a otra. Así valentía y rebeldía, pueden tener bastante en común; y un valiente puede no ser rebelde del mismo modo que puede sí serlo; y lo mismo el rebelde en cuanto a la valentía.
A lo que vamos es, creo, en cualquiera de los casos, a lo mismo, a la obligación que cada cual tiene de crear algo nuevo y distinto, cada día y en la medida que sea, para sí mismo y para el mundo en el que vive.
Tienes mucha razón en lo de que hay que dar la cara de manera individual. Está tan generalizado eso de que hay que ser solidario que al expresar algo desde la individualidad parece que se está traicionando algún principio muy fundamenta, y sea por cobardía ― no una cobardía que haga castañetear los dientes, pero sí una cobardía que aconseja “no te salgas del redil, que te sentirás muy solo” (ya se ha hablado en este blog del grupo y la tribu y esas cosas que dan tanta sensación de cobijo) ―, negligencia o pereza, el individualismo se arrincona, para otro día. Pero lo cierto es que sólo desde el individualismo, expresándolo por tantas vías como hay perfectamente correctas y pacíficas, cada ser humano imprimirá en el mundo un algo nuevo. Y a lo mejor de formas tan inocentes, casi lúdicas, como el cada día modificar un gesto que se ha convertido en tranquillo, o una frase que se pronuncia como cantinela al saludar a quien se ve a diario, o, yo qué sé, infinidad de cosas.
Como bien dices, la respuesta no está fuera de uno.

Eolo dijo...

Valentía y rebeldía no tienen nada en común, y perdonen los del consenso. Al valiente no le importa dar lo que sea de si mismo, hasta su vida en pos de lo sagrado, el rebelde es un envidioso compulsivo que le ciega la posibilidad de ser él, y no otro peor, quien mueve las riendas del cotarro, poniéndose siempre a si mismo por encima y por delante.

Si el Poder no es más que una representación grandilocuente de lo que le sucede a uno por dentro, porque no sospechar un poco más de eso que llamamos "uno mismo". Uno, quizás, pero mismo nunca; mejor "uno distinto". Haciendo hueco al distinto que llevamos dentro, el poder se desplaza, y el soñador puede vislumbrar al poeta que canta la belleza inmensa del Ser.

Que digo yo que dijo...

Sí, Eolo, se debe sospechar de "uno mismo" todo lo que tu quieras. Pero al remate es "uno mismo" el que ha de buscarse las vueltas "a sí mismo" para solucionar a ese extraño que lo acompaña desde que se levanta hasta que se acuesta y que a veces no quiere dejarlo vivir ni respirar.
¿Con qué se cuenta que no sea el "uno mismo" para sacar las castañas de "uno mismo" del fuego propio?
Y no creo, aparte de eso, que valentía y rebeldía sean tan abismalmente diferentes como tú las pintas.

Que digo yo que dijo...

Perdón, una pequeña posdata: Quiero decir el "uno mismo" en el que cada cual es capaz de reconocerse y al que cree poder manejar o controlar. Porque si fuese capaz de reconocer al "uno distinto" ya no sería distinto sino que será él.

Zascandil dijo...

Me llama la atención que palabras como "encantar", "envolver", "seducir" y hasta "cautivar" puedan resultar a veces tan atractivas, hasta el punto de propiciar situaciones placenteras que puedan llevar a la adición, esto es que tienen su expresión a nivel bioquímico y fisiológico en el Sistema Nervioso Central y me llama la atención porque todas ellas comparten al menos una connotación: la del sometimiento.

Eolo dijo...

Para mí que lees demasiado a Freud o Fromm, y quizá fuera más recomendable alguna lectura de Jung, aquellas en las que precisamente habla de los tránsitos del "uno mismo" hacia "uno distinto", cuya procedencia es tan misteriosa como subyugante como la transformación alquímica del metal en oro, abriendo las puertas hacia el "si mismo" a través de arquetipos como formas de energía no conquistadas. Ese con el que te lías en el simple juego de palabras.

No recuerdo donde escuché yo aquello que decía que "nunca pactes con tu amigo, hazlo solamente con el enemigo". Es por lo del consenso, tú ya me entiendes.

Ulises dijo...

No siempre es fácil darse cuenta de hasta qué punto el modelo social está condicionando nuestro comportamiento. A título de ejemplo, voy a citar un hecho que viví de niño, hace ya mucho tiempo. Me refiero a las normas, “no escritas”, pero de “obligado cumplimiento”, que había en la España rural, hace tan sólo dos o tres generaciones, sobre el luto que debía llevarse en caso de fallecimiento de un familiar cercano.

La fase de luto riguroso (después venía la fase de alivio del luto) debía durar un año por lo menos. Las mujeres, que eran en general amas de casa, debían vestirse de negro de los pies a la cabeza. Sólo saldrían de casa en caso necesario; pero nunca a pasear o asistir a actos públicos, a menos que fueran religiosos (misas, novenas …). Era inconcebible que hubiera música en la casa, ni que nadie tararease una canción, a menos, también, que fuese religiosa. Los jóvenes, una de cuyas principales diversiones era ir al baile de los domingos, no podían ir mientras estuviesen de luto, es decir, durante un año. Y otras limitaciones que hoy en día resultan difíciles de comprender.

Pero lo chocante es que, en general, estas normas eran aceptadas de buen grado, era el respeto que se merecía el difunto. Cierto que algunas personas se las saltaban a la torera; pero estaba muy mal visto y su prestigio social bajaba muchos puntos.

Y uno se pregunta ¿Cuántos comportamientos, que hoy se consideran socialmente correctos y se aceptan sin problemas, se verán dentro de un par de generaciones tan ridículos como ahora vemos el caso que acabo de citar?

Que digo yo que dijo...

Que no, Eolo, que no se trata de que yo lea a uno o a otro y a lo mejor a ninguno de los tres, que son lecturas que me resultan muy áridas y no suelo soportarlas.
Y no pretendo para nada ponerme en plan cabezón, de verdad. Pero es que me desespero de no lograr expresar algo tan sencillo como lo que tengo en la cabeza. Voy a ver si lo consigo con una situación imaginaria:
Ante cualquier circunstancia en la que uno trata de encontrar la mejor forma de actuación posible, cavila y discurre, y en ese cavilar y discurrir y en ese dialogar consigo mismo llega a lo que a su juicio es el proceder correcto. Se puede haber equivocado, sí, pero, pero sólo estoy en esto que me ocupa considerando que no está guiado por ningún tipo de egoísmo; se puede haber equivocado pero yo voy a añadir a la situación imaginaria el hecho venturoso de que su actuación fue para bien, y un acierto, y todo el mundo lo aclamó y festejó y felicitó.
El cuentecito se acaba aquí.
El protagonista, el artífice de que aquello saliese bien buscó el modo de actuar “dentro de él mismo”, no podía hacerlo en otra parte. Y si encontró la solución feliz es porque en su dialogar se le cruzó el “uno distinto” que ya estaba en él. Pero, insisto, si él considera ese hallazgo como un “pero qué maravilloso soy” se estará fastidiando un poquito el invento.
No sé expresarlo mejor, y lo siento; pero tengo la absoluta convicción de que ese “uno distinto” no es susceptible de ser reconocido por el que lo persigue. Y a lo mejor se está incorporando al cada “yo” a cada instante. Pero si la consciencia lo reconociese, el avance, creo, dejaría de serlo para convertirse en retroceso.

Eolo dijo...

Que digo yo que dijo... Las personas mencionadas son a modo de referencia, pues la influencia freudiana en la concepción del yo no requiere de su lectura, pues en la actualidad está presentes en toda la cultura y educación contemporáneas de cientos de miles de modos en cientos de miles de días. Contempla un "yo" cerrado y a la defensiva de influencias inconscientes y "superconscientes", irredimible y cautivo de sus traumas infantiles sempiternos. Es la antesala de la venerada autoestima actual, y de la devoción masiva hacia la escultura compulsiva de sentirse siempre víctima.
Tiene atmósfera pero no tiene cosmos.

Discúlpame Que digo yo que dijo... en seguir dándole vueltas al tema, pero me sigue pareciendo que las palabras, o sea el intelecto, está haciendo alguna de sus habituales trampas.

Cuando dices: "...tengo la absoluta convicción de que ese “uno distinto” no es susceptible de ser reconocido por el que lo persigue. Y a lo mejor se está incorporando al cada “yo” a cada instante. Pero si la consciencia lo reconociese, el avance, creo, dejaría de serlo para convertirse en retroceso.", es donde te has metido en el lío, en el mejor de los casos linguístico -cuando el yo reconoce algo nuevo de él ya es parte de ese yo-, o quizás de percepción sucia, pues no es posible tener la "absoluta convicción" y "creer" simultáneamente. O uno o lo otro.

Entiendo que al "yo" lo estamos más bien simplificando, cuando en realidad lo forman muchas capas, planos, energías y voluntades. Si maniquéamente lo redujéramos a dos fuerzas, a saber, el yo de impulso y el yo de carga, y le llamáramos al primero fuerza de encuentro y al segundo "ego", y no se trabaja desde la voluntad para desprenderse de esta parte, el primero nunca encontrará la parte de él que está fuera del alcance de la razón, porque la entrada esa nueva consciencia de si mismo, o yo distinto, está vigilada por el Arcángel que impide que las serpientes puedan proveerse de alas, permitiendo el paso solo a los livianos.

De la misma forma que un hombre en determinadas circunstancias puede observarse a si mismo fuera de él, o que es poderosamente influido por experiencias no registradas ni por el yo, ni desde el yo, como en algunos sueños, se puede afirmar que habría más "yos" por los cuáles nuestra existencia transcurre y que nos son desconocidos, pero que desechamos al no estar a nuestro manejo, y es sólo nuestra obcecada necesidad de identificarnos con el que tenemos al alcance, que nos obedece para que le obedezcamos, y con quien mantenemos esa relación de fraternidad, el que nos dificulta, no por el camino del intelecto, sino vitalmente, establecer contacto, y no digamos su plenitud en nosotros.

El comentario del autor respecto a la ordenación y la repetición como los vértices desde los cuáles se tabula al individuo adoctrinándole, parecen hacer mención a esa realidad, y no es que hábito haga al fraile, sino que el fraile puede dejar de serlo si cambia de hábito. De ahí la fuerza liberadora que sienten los actores al interpretar un personaje.

A partir de eso, lo puedes llamar como quieras, porque al Ser parece que le da igual, a la Razón no.

Que digo yo que dijo...

También yo me disculpo, igual que tú, Eolo, por seguir dando vueltas al tema. Pero la palabra escrita es lo que tenemos a nuestra disposición, y aquí está este blog para utilizarla.
He leído tu último comentario, de arriba abajo. Y lo entiendo, entiendo qué quieres decir; lo entiendo, pero no sabría jamás en la vida replicar con el mismo tipo de argumentación porque me faltan o conocimientos o lecturas o que mi mente esté un poco más organizada de lo que lo está y que es bastante anárquica.
Sé que no hace falta haber leído a Freud para que aun sin saberlo mi pensamiento o el de cualquier occidental tenga un muchísimo de freudiano. Hace años estuve un rato largo intentando convencer a una persona obstinada en aseverar que ella no era cristiana – no se conformaba con no ser católica, española y madrileña, ella, de toda la vida – de que todos los argumentos que pudiera utilizar a favor de su “no cristianismo” se habían alimentado del cristianismo en que nació y creció y aprendió a argumentar.
Y como no sé responder con un discurso que esté a la altura del tuyo, ¿qué me queda hacer?, ¿tirar la toalla y “de acuerdo, tú ganas”?
Y a lo mejor ganas. O ganas seguro. Pero eso no tiene por qué ser obstáculo para que yo siga bregando por teclear y ver escrito, ahí enfrente de mí en la pantalla, qué digo y cómo lo veo una vez fuera de mi cabeza y sobre fondo blanco. Aunque me culpes de jugar con las palabras.
Todo eso de los muchos “yoes” y sus muchas capas de que hablas, ¿es tan radicalmente diferente de lo que yo digo, o trato de decir pero no logro, de que en ese proceso de la búsqueda de un algo más de entendimiento, o de limpieza, o de asimilación del “todo “en que vivimos uno se va encontrando sucesivos nuevos “yoes”?
Cuando digo que no reconoce al “uno distinto” que se va encontrando me refiero a que, en ese encuentro instantáneo ― todo instante en la vida y que son tantísimos a lo largo de un día en que uno va encontrando pequeñas soluciones a pequeñas situaciones más o menos imprevistas ― , el “distinto” se incorpora directamente al “uno”, al que reconozco; y como “uno” sigue su andadura, y su búsqueda, a su nuevo encuentro con el nuevo “distinto” que se volverá a incorporar y volverá a ser “uno” para seguir…
Y así hasta, no sé, a lo mejor hasta el infinito.
¿No es esa la misión del ser humano? ¿No es eso lo que significa y a lo que conduce el evolucionar?
Me acuerdo de aquella frase del Tao de “el nombre que puede ser nombrado no es el verdadero nombre”. Si cambio “nombre” por “yo” me encuentro con que el “yo” del que puedo hablar y del que me valgo para todos mis actos y palabras y argumentos no es mi verdadero “yo”.

Eolo dijo...

Si es que el problema radica precisamente en algo de lo que dices, y a lo que no parece que prestas suficiente atención, por lo que parece.

No veo porque uno tiene la osadía de creerse que es “uno, o sea, su “yo”, por el hecho de que maneja algunas cosas que tienen que ver con él. ¿No es uno también el que nació, mamó y aprendió a erguirse, y no tiene acceso a esa experiencia? ¿No es uno, igualmente el del sinfín de experiencias olvidadas y negadas? ¿No es, y mucho más, el que vive, siente, ama, y respira de determinada manera, sin que lo haya elegido volitivamente?

Entonces, ¿que es eso del yo de lo que tan suficientemente hablamos, sino esa pequeña parcela de nosotros mismos, que conquistada, mantenemos inexpugnable a aquello que entendemos negativo para nuestros intereses?

Al final, si te paras a pensar, las experiencias más profundas de las que se compone nuestra vida de a pie, nunca las hemos elegido. No elegí amar a la persona que amo, sino que me viene dado sin saber porqué; no elegí ni a mi madre ni a mis hijos, que son los que son, me guste o no; no elegí esa particular sensibilidad que la siento como identitaria, y que me lleva por derroteros profesionales, laborales y sociales determinados; y no tengo porque llevarme bien conmigo si eso significa renunciar no solo a conocer, sino también a Ser, esos otros “yos” que en los momentos de más lucidez me hacen sentir como huérfano y en los momentos de más soledad me hacen vivir acompañado.

Disculpa, pero si la ganancia la quieres tú te la regalo, que yo no la quiero.

Que digo yo que dijo...

Tampoco yo quiero ninguna ganancia. Ni encuentro que lo que decimos sea tan diferente. Ocurre sólo que no es como hablar de un objeto, de algo tangible o con una consistencia o cualidad de poder ser ubicado. En el mundo de los conceptos siempre quedan espacios que son intrasmisibles. De todas maneras me ha gustado este diálogo y seguiré buscando en qué me equivoco o qué se me está escapando.

Salva-sea-La-Parte dijo...

Desde la prehistoria el hombre practica ritos conjuntos que le animan y consolidan en su pertenencia al grupo. La organizacón de la caza, la preparación del hábitat, el reparto de tareas, la perpetuación de la memoria de lo vivido, son geografías físicas que determinan ritos y culturas compartidas y asumidas por la tribu, pero tambien negadas o rechazadas por alguien o algunos como necesidad de rompimiento del modelo histórico dominante. La preparación educativo o el entrenamiento militar con geometrías físicas precisas que colectivicen pensamiento y acción son prácticas controladas por la sociedad casi nunca democráticamente. Pequeños sacerdotes soiales tamién pretenden colectivizar a su grupo impartiendo enseñanzas compartidas. Es difícil pensar en un grupo de formación o práctica vital en el que cada uno de sus voluntarios miembros intente una experiencia diferente. La gran mayoría de los grupos humanos que buscan desarrollar una experiencia o praxis diferencial, comparten e intentan aplicar la propia así como extenderla al resto de la sociedad, buscando en ello la afirmación de su particular metáfora. El mundo evoluciona en parte gracias a ello las generaciones cambian de perspectiva y por lo tanto de práctica y entendimiento acerca de la realidad o de las ideas acerca de ella. De todas formas, los requerimientos de algunas acciones concretas que se dan en la historia mantienen prácticas similares a través de los tiempos. como dice el autor, las prácticas militares que condicionan la voluntad al servicio de una metáfora invariable de imposición y dominio, apenas han variado.

José dijo...

Al principio del escrito del autor nos habla de como al hacer un estudio detallado de la anatomía y la fisiología del hombre es posible dirigir la conducta. En la ciencia se habla de la dinámica de fluidos, de la mecánica y como esta todo inserto en el hombre como un espejo en equilibrio. Esto nos lleva, de alguna manera, al lenguaje de las matemáticas, a la geometría del movimiento, a la perspectiva del hombre. Los adiestramientos, los adoctrinamientos quieren cegar esa luz, entorpecer la mirada

Eneadene dijo...

La "socialización" de los niños, la búsqueda de los padres, educadores y autoridades para que los pequeñuelos sigan y aprendan del camino trazado por sus mayores y de las pautas sociales establecidas por la sociedad-sistema a la que se pertenece, implica tambien la utilización de esas "formas procedimentales que conducen al encantamiento del adiestramiento", de las que habla el autor. Es evidente que la sociedad organizada se ha dotado de reglas, estructuras, fórmulas y mecanismos para conseguirloa partir de sus propias seguridades, sobre todo en el mundo urbano organizado con sístemas más rígidos y elaborados que en el mundo rural. En éste último puede más la tradición y el mantenimiento de las costumbres, la estructura social, el legado histórico. A ello habría que sumar los regímenes políticos autoritarios, las religiones, los intereses del grupo familiar, la organización en grupos sociales de poder. La libertad para construír el propio devenir es escasa, aunque cada vez más se acepta en algunos sectores sociales la carga diferencial del individuo, la posibilidad de su auto construcción a partir de un entorno más permisivo y abierto que permite "elegir" en los términos a que se refiere Eolo y ser consciente de ello.

Afrodita dijo...

¿La mente, a qué se podría asemejar; a un recipiente con el que nacemos vacío y a lo largo de la vida se va llenando de conocimiento, o a un recipiente con el que nacemos lleno que a lo largo de la vida se va vaciando de ignorancia?

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