Presentación

Un grupo de amigos hemos decidido poner en la red el libro, “49 RESPUESTAS A LA AVENTURA DEL PENSAMIENTO”, porque creemos que es especial. Su autor, Eduardo Pérez de Carrera, nos sugiere a lo largo de sus páginas nuevas formas de percibir nuestra vida, de entender la Historia, de interpretar la realidad que nos rodea. Nuestro propósito es convertir este sitio en un espacio abierto de reflexión donde tengan cabida todos los comentarios que se nos hagan llegar sobre lo que a cada cuál le sugieran o le hagan sentir los párrafos del libro. Nosotros nos limitamos a publicar cada quince días un nuevo párrafo y a invitaros a que participéis.

1 nov 2009

Texto 1.3

1.3. "Puede que el hombre se empeñe en olvidar que es un ser en metamorfosis, que quizás ello le empuje a continuar utilizando el pequeño espacio de voluntad conquistado en la epopeya de su discurso histórico para dominar y someter, para subrayar su presencia en la sumisión del resto"



COMENTARIO

Es curioso el empeño que ponemos los seres humanos en ese olvido del que habla el autor, cuando nuestra propia experiencia nos habla de cambio continuamente. En campos científicos como la biología y la neuropsicología se sabe que nacemos con múltiples posibilidades y capacidades potenciales que iremos desarrollando o no según las experiencias que tengamos en nuestra vida. Algunas de estas capacidades son desarrolladas en los primeros años de vida (lenguaje, andar…), probablemente debido a que en otros tiempos la Humanidad fue conquistando dichas capacidades, otras pueden ser o no desarrolladas según abramos más o menos nuestro campo de experiencia.

Estos indicios sugieren que no somos seres completos, que nuestro total desarrollo no ha llegado a su fin y, desde mi punto de vista, en esto consiste la aventura de la vida, en completarnos, llegar al máximo posible de nuestras capacidades, conquistar nuevos territorios de nuestro cerebro y de nuestra conciencia.

Desde el principio de nuestra vida vamos aprendiendo, dirigidos por nuestro entorno familiar y social, a formarnos una idea de nosotros mismos, del mundo y del hecho de vivir. En determinado momento, generalmente cuando creemos tener o nos dicen que tenemos las capacidades necesarias para la supervivencia, consideramos que ya nos hemos desarrollado, que ya somos. A partir de ese momento, nos defendemos de toda persona y experiencia que mueva los esquemas que hemos adoptado y con los que nos hemos identificado, tratando de, desde nuestro respectivo espacio de poder, imponer nuestra visión y ejercer control sobre ellos para mantener una sensación de seguridad. Este comportamiento, a menudo es fuente de sentimientos de frustración, aburrimiento, desencanto, estancamiento. Pero los cambios inevitablemente están presentes aunque los obviemos o los asumamos como situaciones repetidas.

Quizás esa búsqueda de seguridad como actitud y meta de vida esté siendo un obstáculo para nuestro aprendizaje a través de cada nueva experiencia, para descubrirnos a través de nuestro contacto directo con el mundo más allá de las convenciones y saberes que nos trasmiten del mismo, para desarrollar, al menos en parte, esas capacidades y posibilidades potenciales.

¿Dónde podría llegar el ser humano si tomara conciencia de que su evolución no está completa? ¿Podría seguir considerando lícito el uso del dominio y la sumisión del resto como únicos instrumentos de relación con el mundo, los demás y la vida? ¿No sería acaso la propia evolución del hombre, su perfeccionamiento la única manera de subrayar su presencia? Quién sabe, si además, al no tratar de someter a los demás para que adopten nuestros esquemas rígidos, estaríamos favoreciendo nuestra propia evolución y propiciando que otros se lancen a la conquista de sí mismos, la auténtica aventura de la vida.

29 comentarios:

Anónima dijo...

Como ya apuntaba Auriga en el primer párrafo, se va haciendo evidente la presencia de dos Adanes, y para llegar al completo, hay que ir asumiendo experiencias y cambios, parece decir el aventurero.
Cuando oigo la palabra metamorfosis,no puedo evitar recordar aquello de mi infancia:
Huevo,oruga,capullo o crisálida, mariposa.
Si analogizo ésto al ser humano, me pregunto:
¿Dónde nos encontramos?
Y miro a mi alrededor y veo muchos gusanos, muchos capullos y desgraciadamente pocas mariposas.
Por un lado, irónicamente, se encuentran los capullos en sentido coloquial. Capullos en la clase política, en la médica, en la enseñanza etc....personas cerradas a los cambios que la humanidad requiere y que como dice el autor, utilizan el pequeño espacio de voluntad conquistado para dominar, someter y subrayar su presencia en la sumisión del resto.
Suelen ser abundantes.
Por otro lado, existe otro tipo de capullo, en sentido más culto, aquellos que encerrados en una crisálida, como la oruga, se mimetizan con el ambiente que les rodea, es decir,están camuflados para pasar desapercibidos ante posibles depredadores y permanecen así, hasta que consideran que las condiciones exteriores son propicias.
Estos tambien abundan.
Pues bien, creo personalmente que ha llegado el momento de romper la crisálida, abrir las alas y empezar a volar.
Afortunadamente,siempre ha habido mariposas,y si uno mira con atención podrá ver muchas incipientes tratando de romper el capullo, otras a medio vuelo e incluso alguna de extraordinaria belleza volando muy alto.
Si el mundo se llenara de maravillosas mariposas multicolor,
¿Quién podría someter y dominar a las mariposas?

Afrodita dijo...

Para Anónima.
¡¡¡Que comentario tan bonito has escrito!!!
Oye; una sugerencia: Podrías inventarte un nombre; un nombre inventado es no menos anónimo que "anónima", pero cuando se quiere hacer algún tipo de referencia se encuantra uno a veces con que no sabe a qué "anónimo" quiere dirigirse por haber más de uno.
Pero, bueno, que tu comentario precioso.
Besos

Afrodita dijo...

Leyendo el comentario de introducción, el de El Aventurero, al llegar al último párrafo me ha desfilado por la mente toda una comitiva de tantas personas que conozco (todos conocemos ese tipo de personas) que, pobrecillas, malas a lo mejor no son; pero… ¿Qué son?
El mundo está lleno de gente que, en entornos vamos a decir “civilizados”, en los que no hace falta ir a cazar un bisonte para sobrevivir, sólo parecen ocuparse de su supervivencia. Que viven y morirán tal vez sin haberse hecho jamás más planteamientos que los relacionados con el cómo cuidar y preservar su salud, su hacienda, sus intereses, sus afectos, sus conveniencias…
Dile “evolución” a cualquiera de esas personas.
Te mirarán como si fueras un ente extrañísimo.
No es lo malo el ser enjuiciado como un espécimen un poco estrafalario; lo peor es la certeza que se tiene (pecando, una, tal vez, de presuntuosa) de que qué se puede esperar de esas personas; esperar no para otros, no para nadie, esperar nada más para sí mismas, esperar que tan siquiera se sacudan un poquito la caspa porque jamás se pararán sus “yoes” casposos a considerar si tienen o no caspa. Y si les indicaras, sólo, que quizás la tienes, te tildarían de loco o loca…
¿Qué se puede hacer con ese tipo de personas?
Y lo pregunto absolutamente en serio porque yo, en cuanto a lo que mis habilidades alcanzan, lo único que sé hacer es no relacionarme con ellas.
Es por eso que, a veces, cuando leo la palabra “amor” me quedo muy, muy pensativa.

Anónimo dijo...

Felicito a Aventurero, Ella y Cía que se han decidido a darnos 2x1, siempre que confluyan, supongo. Esta "conflución", con perdón por no decir "confluencia", me trae a colación el asunto reciente de la aparición de restos pre-antropológicos al parecer vinculados al famoso "eslabón perdido". Estos restos de hembra, dicen, datados hace 4,5 millones de años,o sea bastante más antiguos que los de la famosa "Lucy in the sky for ever..." -Betlees included- pero de camino evolutivo hacia el mismo hombre que somos entre todos, nos hacen concebir apreciaciones del cuando y porqué el Dios de los cielos se dedicó a dar instrucciones acerca del comportamiento de los hombres. No parece que al nuevo resto óseo hallado y nominado como "Ardy", nadie le hubiese dado instrucciones por esa época, o al menos no constan los registros lógicos (escritura, etc.), pero sí quizás subsistan en la memoria genética. O sea, que o bien Dios ha dado instrucciones sólo cuando éramos capaces no sólo de poder entenderlas ¿?), sino de dejarlas por escrito o habladas para la fijación de la memoria racional. ¿Qué andaría haciendo por las forestas ethíopes la citada pre-dama acompañada de fauna diversa y con su aparente facilidad para trepar a los árboles al mismo tiempo que podía caminar erguida? ¡Qué tiempos aquellos sin instrucciones divinas, salvo la marca genética y la memoria límbica! Y aquí estamos, como diría Darwin, llenos de instrucciones, escritas y habladas, comentadas y charladas, para andar un poco más erguidos, lánguidamente sabios o intentándolo, y tratando de encontrar alguno de los caminos prescriptos para no injuriar a la voluntad suprema. Lo dice el comentado autor que nos ocupa en éstos presentados ahora 1.3 y 1.4, es decir, que seguimos casi siendo unos "capullos", según Anónima anterior dixit. Bueno, dennos un poco de tiempo y ya verán. Hace 4,5 millones de años, nuestra querida nueva parienta encontrada Ardy tampoco las tenía todas consigo, y ya ven, aquí estamos, limpitos, peinados y hasta con una sonrisa en la boca, a ver que más cae para madurarnos.

Avenida dijo...

Dices oh! Aventurero que "En determinado momento, generalmente cuando creemos tener o nos dicen que tenemos las capacidades necesarias para la supervivencia, consideramos que ya nos hemos desarrollado, que ya somos. A partir de ese momento, nos defendemos de toda persona y experiencia que mueva los esquemas que hemos adoptado y con los que nos hemos identificado, tratando de, desde nuestro respectivo espacio de poder, imponer nuestra visión y ejercer control sobre ellos para mantener una sensación de seguridad" y a mi que todo ese párrafo me suena a psicología ¿? Yo nunca he percibido que ya era, que ya soy, tampoco he buscado la seguridad, he buscado la contestación a los interrogantes y preguntas que no venian en los libros, las que no enseñan, y creo que todo el párrafo ese se debe, si lo sientes como real a que nunca te has planteado que no sabes nada, que no sabes la verdad, que la búsqueda del amor te puede llevar toda una vida, o más, que jamás nos han dicho que no sabian la respuesta, que era mentira casi todo, que todo esto parece un decorado de cartón-piedra......Así que no me extraña que ese comportamiento lleve a la frustación si ni siquiera sabemos cómo empezó todo, y no hace falta ir muy lejos, hay que bucear en el interior para descubrir que aún no sabemos quienes somos, de donde venimos, a donde vamos.......lo de siempre, lo de todos.

Ulises dijo...

Voy a centrar mi comentario sobre el párrafo del Libro que dice que el hombre es un ser en metamorfosis. Y sobre el párrafo del comentario de El Aventurero de que no somos seres completos y que nuestro desarrollo total no ha llegado a su fin. Yo estoy de acuerdo con El Aventurero, aunque con algunos matices. Mi razonamiento es el siguiente:

A lo largo de la Historia ha habido seres que han mostrado capacidades extraordinarias, sorprendentes, totalmente fuera de las que podemos considerar como normales en las personas corrientes. Para aclarar a lo que me estoy refiriendo, voy a citar algunos casos concretos bien documentados:

- Edgar Cayce, inculto granjero que, sin ningún conocimiento médico, pudo (en estado de autohipnosis) diagnosticar, tratar y curar a miles de enfermos.
- Emanuel Swedemborg, científico sueco, que pudo “ver” a mas de 300 km de distancia, cómo se iniciaba, se propagaba y al final se controlaba un gran incendio en Estocolmo.
- Srinivasa Ramanujan, que, sin ninguna formación matemática y actuando como autodidacta, llegó a ser uno de los grandes genios matemáticos de la humanidad.
- Rosa Kuleshova, que, con los ojos vendados, podía leer textos escritos, utilizando únicamente las yemas de los dedos de las manos.
- Dunglas Home, que podía levitar a voluntad.
- Kim Peek, un discapacitado profundo para la mayor parte de las actividades físicas y mentales de la vida ordinaria, pero que podía repetir de memoria los más de 7.000 libros que había leído.

A partir de estos ejemplos (y de bastantes otros más que se conocen) cabría llegar a la conclusión de que posiblemente todos los seres humanos tengamos estas extraordinarias capacidades, aunque en estado durmiente. Y que, por razones que no conocemos, sólo se hayan manifestado en algunos casos aislados. Puede que nuestro organismo sea como un excelente “hardware” pobremente utilizado. Puede que seamos ya seres completamente desarrollados y que lo que necesitemos únicamente sea ir aprendiendo a utilizar las inmensas posibilidades que todos tenemos.

Manolo dijo...

“Puede que el hombre se empeñe en olvidar que es un ser en metamorfosis…”. Cuando el autor lo recalca así no creo que se esté refiriendo a los cambios que observamos en nuestra experiencia cotidiana. Al hablar de “metamorfosis” sospecho que se está refiriendo a cambios “totales”. Me hace pensar más en lo que “Anónima” analogiza tan bien en su comentario; en la transformación del huevo, la oruga, la crisálida, la mariposa. Si es así, entiendo que esto ya de más vértigo.

Cuando decimos que no queremos cambiar ¿quién es el protagonista de ese deseo? ¿Soy yo o es una parte de mí? Si la realidad es que no estamos bien como estamos, que no nos sentimos a gusto con nuestra vida, ¿por qué una parte de nosotros, aunque solo sea una parte, desconfía del cambio? Si el hombre supiera, o al menos confiara, que su metamorfosis le hará sentirse mejor y más feliz, ¿se resistiría? ¿Se empeñaría en olvidarlo?

En el miedo al cambio, veo dos “niveles” distintos. Uno es el miedo a perder la poca o mucha satisfacción vital que ya hemos alcanzado. Es el “virgencita que me quede como estoy”. Pero otro nivel es el miedo a perderlo “todo”, a perder mi propia identidad, aquello con lo que me identifico a mí mismo. Puestos a cambiar, ¿qué me va a quedar? ¿Con qué me voy a identificar? ¿A qué me agarro? En otras palabras, la metamorfosis ¿me dirige hacia un proyecto superior, mucho más evolucionado, de mí mismo? ¿O es el cambio a ninguna parte?

Desgraciadamente, la Ciencia oficial, la Biología darwinista, con su insistencia casi patológica en contarnos que evolucionamos solo para sobrevivir, sin agregar más objetivos, nos pinta un panorama desmoralizador: el cambio a ninguna parte. Con este cuadro tan poco edificante, es casi una cuestión de salud mental revelarse contra semejante oficialidad. Como sugiere el autor, en el siguiente texto, con tanto que se ignora sobre la totalidad de nuestro genoma, sobre el origen y el funcionamiento de nuestra consciencia, y sobre tantas otras cosas de nuestra realidad “física”, ¿no sería posible que la Ciencia construyera un discurso de esperanza; de evolución, sí, pero hacia realidades superiores y más completas de nosotros mismos?

Nike dijo...

El autor propone preguntas, reflexiones y sugiere caminos, tanto/as como estados del lector y disposición a abrirse a otras posibilidades. Los términos empleados en sus textos contienen a su vez varias acepciones -empezando por la raíz etimológica- ,y carezco -personalizo- de una base mínimamente suficiente para abarcar de forma compleja y en proporción geométrica todos los mensajes que pudieran derivarse de esa combinación de términos, por eso a veces su lectura me resulta críptica. Pero he de reconocer que, lo comprenda o no, me llega. Y, sobre todo, me crea más interrogantes. Por ejemplo, aunque estemos ahora con el texto 1.4, en el 1.2., habla de "bien de los demás". ¿Qué es el BIEN? ¿Cómo podemos pensar, actuar o no actuar por el bien ajeno si ni siquiera sabemos discernir el propio?

Anónimo dijo...

Decíamos ayer, antes del cierre, que agradecemos a nuestros soportadores del blog la colocación 2x1. En cuanto a ellos, y lo que se explayan los tertulianos escribientes de aquí arriba, en relación a los textos 1.3 y 1.4, el hombre no acaba de adaptarse a su realidad evolutiva y desea estar más allá, con privilegios sin responsabilidades.
Hete aquí que acaban de encontrar en los bosques casi secos de Ethiopía, un antecesor ya casi clasificado/a como otro "eslabón perdido". Como era chica versión hembra, la han bautizado como Ardy, comprobando que su estancia terrena, lucha con los elementos y afan de comprender y aprender, supongo, se remonta a 4,5 millones de años atrás, mucho más atrás que la ya conocida Lucy, la de "In the sky for ever..." que decían los Beatles. Ambas, con ciertas diferencias debidas a los 800 mil años transcurridos entre una y otra, tendían a ser lo más humanas posible. Ardy, además de desplazarse y saber trepar por lo árboles, solía caminar erguida y proveerse de la abundante comida existente por su entorno vital. Incluso han descubierto que sus caninos ya habían evolucionado hacia casi los nuestros, que diría el bueno de Darwin, equivocado o no. Lo que no han descubierto por ahora en ambos casos, es si estos protohumanos, ubicados en la cadena evolutiva de nuestro 95% genético, habían recibido algún mandato divino para saber comportarse o por lo menos intentarlo, y no limitarse a su cerebro límbico o su rastro genético. También está comprobao que los dioses no han ilustrado a los humanos en forma legible hasta que estos no han comenzado a tener algún tipo de lenguaje escrito y pudieron transcribirlo. Seguramente, hasta entonces se limitaban a seguir ese rastro genético localizado en su cuerpo instintivo, quedarse in albis ante muchos fenómenos, y guardarlo todo para mejores épocas evolutivas. Es evidente que así es difícil darse cuenta de la metamorfosis propia sino te adelantas unos cuantos miles de años y miras para atrás. O sea, que en general vamos tirando genéticamente con la aportación de algunos atisbos de iluminación que aparecen de vez en vez, quizás cuando entramos en crisis, como ahora. A veces también,parecería que sobre la tierra seguimos habitando justaposicionados los más con los menos y con los otros, como sucedía en aquellas épocas oscuras de la Ardy y la Lucy, y mientras algunos ya se han enterado bastante, otros no han comenzado aún a darse cuenta de lo que vale un peine, evolutivo,claro.

Caminante dijo...

En el texto hay dos temas que se ligan: la voluntad de cambio o evolución y el sometimiento de los demás.

Es cierto que los seres humanos tendemos a acomodarnos en un esquema de lo que consideramos que somos y de lo que es nuestra interpretación de la realidad. Hacer comentarios contra esto es fácil y todo el mundo estará de acuerdo en lo razonable que es.
Sin embargo creo que caemos continuamente en la trampa de nuestro propio esquema. Aunque pensemos que no debe ser así, son muy sutiles los mecanismos que empleamos para convencernos de que nosostros somos diferentes, cuando en realidad no somos muy diferentes en nuestros errores al resto de los que criticamos.

Uno de los temas en que veo esto más claro es en los prejuicios que tenemos hacia los otros. Seamos sinceros, si viene a hablar con nosotros alguien con estética "gótica" (ahora que está tan de moda), o punky, ¿daremos la misma credibilidad a sus opiniones, especialmente si son de temas trascendentes, que a una persona que nos encaje más en la imagen que tenemos de personas profundas? Reconozcamos que hay una barrera ahí que es difícil de saltar, que nuestra mente tiende a simplificar y rechazar, y que es difícil estar abierto a esas joyas que gente desconocida te depara cuando separas la superficialidad del entorno de algún contenido que realmente te aporta.

Pero esta trampa es aún mayor con la gente que conocemos. Todos tenemos una imagen de los otros que no "permitimos" que se salten. Aunque ellos lo hagan nosotros simplemente no lo vemos porque no encaja dentro del modelo que nos hemos hecho de ellos. ¡Qué difícil es tener esa sensibilidad de ver a los otros con una mente abierta y estar dispuestos a verlos con ojos nuevos cada vez! (tanto para ver lo bueno que otras veces no vemos, como para no disculparlos en otros casos porque los protegemos porque para eso es nuestro amiguete).

Lo mismo podría aplicarse en cuanto a nosotros mismos: la imagen que tenemos de nosotros mismos y la necesidad de defenderla numantinamente.

Sobre el sometimiento de los demás me gustaría comentar que nos deberíamos alejar de comentarios voluntariosos de "lo bueno que sería para la Humanidad no someter a los demás". Lo mismo que indicaba anteriormente, creo que los mecanismos de sometimiento son tan sutiles que normalmente no nos percatamos de que los estamos empleando continuamente.
Nuestro trabajo debería ir precisamente en descubrirlos y evitarlos. Sometemos cuando hacemos chantaje emocional a nuestros amigos y seres queridos para que hagan tal cosa a cambio de nuestra aprobación y aprecio. Sometemos cuando necesitamos que nos den la razón o que nos hagan caso. Sometemos... mucho más de lo que pensamos.

Comentario a Ulises: en esas personas que comentas que tienen esas capacidades fuera de lo normal, es frecuente que dichas capacidades vengan acompañadas de desequilibrios glandulares o de cualquier otro tipo. No son por tanto capacidades consolidadas de manera equilibrada en el ser, sino atisbos de lo que nuestra naturaleza tiene pero que no tenemos desarrollado.
Son pues capacidades que tenemos pero que nuestro ser se resiste a mostrar si no van acompañadas de un desarrollo global, llegado el cual me da la impresión que dejaremos de darle ninguna importancia porque habremos descubierto que el acercarnos a nuestra esencialidad es incomparablemente más importante y que nos llena mucho más que cualquier muestra de capacidad al exterior.

Anónima dijo...

Para Afrodita
Me alegro que te haya llegado mi comentario, pues una participa con la intención de ser sincera. También tomo nota de tu sugerencia, pero de momento creo que soy la única anónima, ya que casi todos son anónimos. Si el tema se complicara, intentaría adoptar un seudónimo.
Por cierto,¿qué os ha pasado a los del blog, que de pronto me encuentro con dos párrafos de envergadura juntos?
¿Puede influir la luna llena?

Beucis dijo...

Si nos creemos el rey de la creación. Si nuestra historia es una procesión de carros de combate triunfadores arrastrando vencidos, prisioneros, mutilados. Si desde que esta humanidad existe, nuestros himnos son cantos al vencedor y se ha llenado de mazmorras todo el subsuelo del mundo. Cómo vamos a detenernos en pensar ni por un minuto que somos seres en busca de su totalidad, en pleno proceso de metamorfosis y que no es con el hambre, la peste y la depredación como vamos a conseguir alcanzar nuestro desarrollo.

El esbozo del hombre, ese dibujo de escorzos sombríos donde está agazapado el reptil y donde lo espiritual apenas balbucea, es un esbozo real y válido, si nos contempláramos con valor y nos asumiéramos. Ese sería el inicio del camino para conseguir llegar a nuestro ser; conseguir nuestra esencia. Pero si nos quedamos satisfechos, creyéndonos ese rey de la selva que domina y somete, o es víctima sometida, seremos por siempre esa rana que espera en la orilla del inmenso océano, sin contemplar los últimos horizontes y sin, por supuesto, atreverse a iniciar la travesía.

Federico G. Lorca habla de la rana como símbolo de metamorfosis y en nosotros está la capacidad de asumir ese símbolo como referente de la evolución, de la arribada a aquella otra orilla lejana donde espera el príncipe que con su beso convertirá la rana en princesa.

Pero no nos gusta asumir que estamos en un proceso de metamorfosis. Tal vez sea nuestra soberbia la que nos incapacita para comprender que nuestro estado es bastante pobre y que no es lícito que pretendamos desde esa plataforma, erigirnos en caudillos y pastorear a los que consideramos débiles. También puede ser que intuyamos que el caminar por esta metamorfosis no es fácil y exige renuncias, compromisos y, sobre todo no vamos a tener consignas, no vamos a tener obispos que nos premien o castiguen, vamos a estar solos, responsables de nuestras decisiones, de nuestras equivocaciones.

Afrodita dijo...

Me ha gustado esa frase de Beucis “el esbozo del hombre, ese dibujo de escorzos sombríos donde está agazapado el reptil y donde lo espiritual apenas balbucea” de su comentario del 2 de noviembre.
A lo largo de los comentarios a los puntos anteriores del libro hemos estado teorizando y desmenuzando significados de la biblia y, esta frase, con la imagen tan expresiva del reptil agazapado, remite de manera muy gráfica al símbolo de lo que pudiera representar la serpiente, y a la idea de la trascendencia que su intervención a través de la mujer tuvo en cuanto a la pérdida de El Paraíso.
Claro que al ser símbolos cada cual los interpreta según sus alcances, pero creo que esa serpiente y esa pérdida siguen estando actualmente vigentes. Quiero decir ― y la asimilación de la manzana a la sexualidad sí que no la he descubierto yo, que hay chistes y chascarrillos viejísimos al respecto ― que, y por muy mala prensa que pueda tener el expresar algo así, el mayor de los males, la mayor de las trabas que atenazan al ser humano, es su exagerada dependencia de la sexualidad y, curiosamente ― aquí me expongo a que el sexo femenino me apedree ― parece deducirse que la principal responsable de ese estado de cosas es la mujer.
La mujer, tan frecuentemente tratada y compadecida como damnificada cuando cierto tipo de relaciones ― y de las relaciones humanas a la que se le da más categoría de vinculante es a la sexual; “relaciones íntimas” se las denomina en tanto que a ninguna otra relación, por estrecha que sea, se le adjudica “intimidad” ― funciona mal, es la que de forma más o menos solapada sostiene las riendas de la sexualidad; la que mejores cartas lleva y la que con más habilidad, inteligencia o perspicacia, puede jugarlas si todos, hombres y mujeres, queremos de verdad un mundo diferente.
Si saco a colación este tema en un contexto y en un blog tan alejado de la “¿mundanalidad?” (no sé si la palabreja existe o me la termino de inventar) es porque creo, tengo la sensación, de que cuando se habla, se trata de cuestiones más o menos trascendentes (“más”, es claro, en el caso de este blog) la persona ― todas las personas, quizás ― se… algo así como que “se disocia”, se me ocurre, y en lo que expresa y trasmite seleccionándolo o entresacándolo de lo mejor o más exquisito de cada “yo” se hace abstracción ya sea de manera consciente o inconsciente de que…
Bueno. Al remate me lío y, por concretar, sólo se me viene a la cabeza aquel chiste del comunista que decía “alto ahí, que moto sí tengo”. Quiero decir, que todos estamos dispuestos a cuanto haga falta por alcanzar las cotas más altas de perfección, pero la sexualidad y sus placeres que no nos los toquen; cuando gran parte del sufrimiento y del conflicto que aqueja a la humanidad radica exactamente ahí, en su dependencia de la sexualidad.

Afrodita dijo...

Me siento responsable de sentirme, de saberme algo así como maniatada muchas veces por ese miedo de que escribe Manolo en su comentario del 1 de noviembre. Ese miedo “a perder mi propia identidad, aquello con lo que me identifico a mí mismo”.
Es cierto que uno se dice muchas veces “si me desprendiera de esta personalidad en la que me amparo o atrinchero las cosas podrían ser bastante más fáciles y muy diferentes”. No sé si utilizo bien “personalidad” o me embarullo con “temperamento” y con “carácter”; elijo “personalidad” porque asimilo que es en lo que se refugia la persona…
Es doloroso, pero también bastante poco evitable, el proceder así.
Todos, hasta las personas más retraídas, vivimos en sociedad, nos movemos en un ámbito en que a cada paso surge el tenerse que manifestar y expresar opiniones o gustos o criterios acerca de cuestiones variopintas y, algunas o puede que la mayoría, del todo intrascendentes. Pero que ahí están.
¿Qué se puede hacer?
Expresarse es asumir que se está adoptando una postura que, sea la que sea, va a tener su réplica en el que la percibe; que a su vez adoptará la postura suya. Así y de a poquitos unos y otros vamos forjándonos la idea de que sabemos, conocemos a esos otros y de que ellos a su vez nos conocen. Ello implica, claro, que más o menos a la larga cada cual tengamos un perfil no sé si psicológico, o emocional, o como deba llamarse, que nos termina por coartar, sí, ¿pero cómo escapar de la coartada?, ¿es sano, incluso, el zafarse de ella?
Sin la personalidad y los personalismo algo del uno mismo se diluiría en un “todo” que no estoy segura (aunque sí bastante insegura) de que fuera a ser mejor para el logro del bien que se persigue en el aspecto espiritual que la despersonalización y, aunque sólo fuese de refilón, la “deshumanización” de la persona (y lo entrecomillo queriéndole dar no un sentido peyorativo sino queriéndolo referenciar a la faceta humana, en contraposición a la espiritual, de la persona).
Sin esas aristas con las que todos hemos de movernos por el mundo, hiriendo a veces con las nuestras y recibiendo rasguños otras veces de las ajenas, se haría bastante inviable el tomar consciencia de nuestros errores, manías, contradicciones y radicalizaciones.
Es más, si no fuese por ellas, por todo ese cúmulo de características que nos hacen “peores” o nos dificultan el camino de la evolución, estaríamos viéndonos privados de la obligación – tan imprescindible – de echar mano de nuestra propia responsabilidad y nuestros propios recursos ante situaciones que en la actualidad, en nuestra sociedad, y al amparo de tanta bien acogida y oficializada permisividad, nos inhiben mediante normas y leyes de tener que optar.
Así, se me ocurre, bote pronto, el aborto, por ejemplo, o la eutanasia, o el tirar a la basura embriones porque sus características no son las deseadas, no va a ser sancionado ni penado. Cuando la sociedad era más ignorante (y menos permisiva) ese tipo de decisiones no había que enfrentarlas; se llevaban con resignación, o con alegría, o con disgusto pero no había, no cabía, el decidir, o no al menos sin correr el riesgo de quebrantar la ley y recibir el correspondiente castigo.
Ahora, sin embargo, la vida y su forma de discurrir obligan entre tantas libertades a elegir, y a optar por el bien o por el mal sin más cortapisa que los conceptos elaborados muchas veces a base de irse instalando en la tan denostada radicalidad.
Vamos, que puede que un algo del meollo de la evolución esté, y cada día más, en convivir con ese eterno conflicto.

Valle dijo...

El autor: “Puede que el hombre se empeñe en olvidar que es un ser en metamorfosis….”
Beucis: “Puede ser que intuyamos que el caminar por esta metamorfosis no es fácil….”
Y nos dice Sri Aurobindo: “…El objetivo de la Naturaleza es preservar y perfeccionar lo físico, realizar lo mental y tendría que ser el objetivo nuestro revelar en el cuerpo y mente perfeccionados las actividades trascendentes del Espíritu.”
Hay un camino, para algunos será más escarpado que para otros, no sabremos cuando vamos a llegar, pero creo que si estamos aquí, en ésta página, es que estamos a la búsqueda.

alma de cántaro dijo...

(Antiguo que se os ha perdido o fallo en el envío)

Tal vez sea la inseguridad, el miedo a la falta de singularidad, lo que conduzca a la voluntad pequeña al sometimiento mutuo acatando el mandato y evitando ser "desmandaos".
Desde esta situación uno se siente algo, alguien para el otro,como el zorro aquel del cuento que necesitaba ser amaestrado y la flor ser única .
Espanta la vulgaridad de ser del montón. La razón no alcanza a comprender la grandeza de ser parte de todo. quizá sea solo la imagen deformada en el espejo de alguna verdad que espera,mudando entrega en sometimiento y que el poder sea la manifestación desfigurada de la fuerza.

El problema es que el sometimiento a los poderes ignorantes y su consiguiente rebeldia, a menudo se confunde con la obediencia a la voz de la inteligencia y ésto se podría ligar con aquello tambien del mismo cuento de "Lo esencial es invisible a los ojos.Solo se ve bien con el corazón.

alma de cántaro dijo...

Enfocar el problema del poder solamente desde el punto de vista de lo social,puede conducirnos a la justificación de la pasividad

. A partir de un enfoque un tanto desenfocado de esta realidad,y con una actitud vital que contemple al hombre como proyecto mejorable e inacabado y la vida como trabajo de evolución, los poderes lejos de obstaculizarnos podrían ser nuestros aliados en la aventura de mirar de frente al único poder que esta en nuestra mano resolver,el que ejercemos.

Algo,o acaso mucho podemos hacer,aunque la opción en este momento sea mas individual que social. Podemos intentar eliminar la anestesia momentanea del corazón,tal vez no podamos amar pero el intento es digno de desear. Podemos establecer una analogía entre el poder de dentro y el de fuera que actúe como revulsivo y que la transformación de uno o mejor de muchos unos modifique el subconsciente colectivo o almacolectiva o prana o como quiera que se quiera llamar y ahí ya estariamos incidiendo en el campo de lo social.

El caso es que esta solución a nuestro alcance ofrece cierta dificultad ya que el poder nos proporciona todo lo que el modelo define como bueno y deseable y su ausencia como malo y evitable.Nos da seguridad,falsa porque solo llega hasta la muerte pero¿Quien piensa en mas allá?.Nos da reconocimiento y autoestima y la de los demás.Regula y estratifica nuestro mundo relacional,familiar,laboral,social.Actua como muro de contención de todos los miedos,antiguos y nuevos;a más poder menos vulnerabilidad.

La peor parte del pastel se la comen los más permeables y vulnerables:nues tros niños a los que podemos todavía moldear a nuestro antojo y les confiamos la repetición de nuestra "santa voluntad". "Hagase nuestra voluntad" . Es que somos como Dios sin que hallamios hecho todavía "na".

Nos es tan necesario su ejercicío que nos lo tenemos tapado con mil disfraces y velos,y la justificación que subyace va sobrada de razón ya que si se nos ocurre ponernos a indagar y evaluar desde nuestra porción de realidad,Que tal les fué a lo largo de la historia conocida a los que se atrevieron a desafiar; poetas y bardos,profetas y otros muertos,muertos no solo por los poderes establecidos en su tiempo,sino por la suma de los pequeños poderes de aquellos que amenazados por"el destape" enloquecieron de miedo ,pretendiendo que estuvieran muertos los que a lo mejor ya estaban resucitados.

Y en este juego apasionante,cabría preguntarse:¿Quienes serían
los "pringaos" ¿los que se pidieran susto o los que se pidieran muerte?.






































podemos

alma de cántaro dijo...

Eso espero

Peregrina dijo...

¿Somos seres en metamorfosis?
¿Podemos transformarnos?
Anónima se acuerda de los estados para llegar a mariposa.
Y a mi me recuerda el grano de mostaza de la parábola de los Evangelios, o esa flor que para llegar a ser ha tenido que atravesar cuando era semilla toda clase de dificultades, piedras incluidas, y todo para ver la luz y poder seguir creciendo...
Por eso si el simil fuera el de las mariposas creo que estaríamos la gran mayoría en estado de huevos, el capullo lo usaríamos en el periodo de estudio, de retiro interior, que no quita para llevar una vida normalita, trabajando, y todo.
Si nos empeñamos en someter a los demás será por miedo a que ellos evolucionen y nos dejen solos.
En vez de "construir" entre todos un campo de flores.
Si,Anónima supongo que habrá mariposas.....o angeles.

Gaspar dijo...

En el texto, considero que hay dos conceptos, metamorfosis y necesidad de la presencia en el otro, que conforman el meollo del párrafo y sobre los que voy a reflexionar.

La persona hace oidos sordos al mundo fenomenológico que le rodea en que todo es cambiante, pues una sola respiración modifica el entorno haciendo irrepetible el instante anterior. El hombre no es espectador del acontecimiento de vivir, sino que forma parte activa de él y en consecuencia no puede ser fijo e inmutable. Es decir, como dice un viejo dicho " lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible ".

Se entiende por metamorfosis, la mudanza que hace una persona de un estado a otro. E interpreto que se puede establecer una analogía entre la transformación del estado con el proceso de vida, de tal manera que igual que el hombre nace, crece, se desarrolla (unos más y otros menos) y muere y la percepción a través de los sentidos no tiene dificultad alguna para reconocer esta mudanza morfológica, también se debiera percibir íntimamente la mudanza del estado que se nutre de esta experiencia. Y así mismo, debiera existir la posibilidad de percibir la muerte no cómo un proceso de ruptura de una continuidad interminable imposible, sino cómo una identificación del estado con la esencia personal. Con lo que el proceso de vivir y transformación sería tremendamente esperanzador.

Se hace una identificación de la persona, por lo que parece percibirse de ella (que siempre es diferente de la realidad) por su comportamiento, su actitud, ésto es de su estado. Por otra parte, una relación de sometimiento, la interpreto como estanca y con una intención de duración permanente en el tiempo, pues no creo que en la mente de nadie exista la intención de dominio sólo por un "tiempito". Con lo que se produce la contradición, que si una persona cambia de forma continua de estado, para mantener una situación de sumisión tiene de cara al exterior, que ocultar ese cambio ofreciendo un cliché de foto fija (e interiormente negarse a intentar reconocerse). La farsa es evidente, y si la persona tomara conciencia de esta mentira y con su ego hiciera el proceso inverso que siente con su vida, ésto es lo fuera haciendo cada vez más pequeño, sería capaz de desplegar sus alas dormidas y volar.

Eco dijo...

Ser o no ser, esa es la cuestión, y la cuestión es que somos o hemos sido, y por tanto seguimos siendo, aunque quizá lo hayamos olvidado en el instante en que traspasamos la frontera del espacio-tiempo y penetramos en esta "realidad".
¿De que se trata: de completar nuestro desarrollo
o de descubrirnos? ¿desarrollarnos o desvelarnos?
Posiblemente si concebimos no solo nuestra supuesta identidad, sino también la de los demás, como un estado provisional es decir, como un estado carencial,si nos ponemos en cuestión y abandonamos las armas, si nos aventuramos entre la intención y la atención, quizá recuperemos la memoria del futuro, aquella que encierra como en un sueño nuestro destino.

goyo dijo...

Aún recuerdo cuando niño, en medio de los trigales de la meseta plana, como la luna corría atravesando las nubes que por encima de mí pasaban. Entre el cielo y la tierra la luna volaba, entre el cielo y la tierra las nubes, en el aire la espiga verde y dorada, y entre el cielo y la tierra yo estaba.
La edad, a veces, sólo es un postizo que nos añade canas, porque solamente cuando nos animamos en la sensibilidad de sensaciones descubrimos que todo cambia.
Todos soñamos con que se produzcan cambios en nuestras vidas. Unos viven esperanzados pensando que tal vez el próximo año les toque la lotería de Navidad, … otros anhelan que su equipo gane, … y hay quienes tienen puesta su esperanza en que llegue el “finde”, y te desean a tí también buen “finde”, como si el resto de los días no fuesen deseables. Miles de esperanzados cambios bullen en las cabecitas de los humanitos, y cada uno de nosotros tenemos nuestro particular aprecio de ello, y decimos que los hay vulgares , mediocres, sensacionales, imposibles… la inmensa mayoría de ellos parecen esperar la satisfacción de un deseo. Y el deseo, sea pequeño o grande, siempre es deseo.
Un amigo, en modo muy cáustico, me diría: “Lo único que hay que saber es si son ansiados sueños de “enano”, o esperanzados sueños de humano”. Porque, ¿ acaso no anida en todo hombre la esperanza de un cambio sustancial de su forma ? Pero, entonces ¿cómo conocerlo ?
Una pulga jamás llegará a saber si está encima de un caballo o de un perro, a no ser que tal vez hubiera llegado a conocer la vida perra de un perro pulgoso…. La oruga es un gusanito voraz y glotón. Come y come sin parar, engorda todo lo que puede, y luego se encapulla. Y todo ello es necesario para que la mariposa surja… Pero la oruga ignora hasta su propio cambio.
Llevo un tiempo trabajando de uso en lo que llaman posibilitar forma en los niños, y creo que cuando esto se produjo, ningún libro de texto me sirvió, y que sólo el encuentro con los mensajes del aire me ayudó.
Llevo también medio siglo andando, saltando, corriendo… y hasta brincando. Y estos mis pies siguen caminando, y su planta aún no se ha desgastado. Y ante tal aparente sencilla anormalidad sólo se me ocurre exclamar ¡¿ Qué tienes tú bendita respiración que en mí anidas, y que desde lo más entrañable animas mi continuo latido ? !

Mandrágora dijo...

Reconozco que, a la vista de las exposiciones que voy leyendo y de las que también soy partícipe, me gustaría saber hacer alguna aportación más «impresionista» y de pincelada, más que seguir horadando en profundos pensamientos y contenidos; pero no sé hacerlo.
¿Cómo resaltar como algo muy especial el «subrayar su presencia en la sumisión del resto» sin caer en el desglose pormenorizado de lo que puede significar para mí? ¿A qué se refiere con «sumisión del resto»? ¿Querrá referirse el autor a la pasividad, a la falta de atención, a la no iniciativa, exceso de credibilidad, cobardía…? Es posible que en la medida en que se ponga el acento en la no sumisión del resto, se vaya diluyendo el «discurso histórico para dominar y someter».

Vega dijo...

Especialmente para Afrodita, por si pudiera servirle de algo.
Veo que concluyes tu primer comentario diciendo, que cuando lees la palabra "amor", te quedas muy pensativa.
Y es que "ésto", "da mucho que pensar".
Porque, me parece intuir que,
si uno empezara a tener en cuenta:
- que, no "es" como "está",
- que tiene un largo camino que recorrer, y espacios nuevos que conquistar,
- que en ese camino tropieza continuamente por lo fuerte que es el modelo y porque no mantiene siempre la alerta necesaria,
- que todavía en ocasiones se nos escapan reacciones bastante tópicas,
entonces,
uno debería considerar:
-que todos esos con los que uno no quiere relacionarse, como tú dices, también apuntan a ser maravillosas mariposas multicolor, como describe Anónima,
-que sencillamente no han despertado,o no ha habido algo en sus vidas que les haya sacudido, para poder atisbar otras posibilidades,
y llegaría un momento en el que:
-sin ser tolerante con su estado, porque creo que uno tampoco debe serlo con el suyo propio,
-esbozaríamos una sonrisa desde el corazón hacia todos ellos,
y comenzaríamos:
-a sentir una profunda tristeza por la terrible oscuridad en que se mueve una gran parte de la humanidad,
-a desear fervientemente que entrara un poquito de luz en todos ellos para que pudieran empezar a caminar.
No quiero decir con ésto:
que no sea conveniente, quizá en algunos momentos, mantenerse un poco alejado de algunas personas,
pero, como tú bien observas,
no con presunción, más bien con cariño y con precaución.
A lo mejor, quién sabe, por aquí empezaríamos a dar un pasito hacia "el amor".

aquiles dijo...

Manolo plantea una serie de cuestiones que son claves: hay pocas personas que sean plenamente felices; por tanto, si realmente creyeramos que la metamorfosis nos iba a otorgar esa felicidad, no nos resistiríamos a ella.

Sin embargo, como dice Beucis, creo que el problema es previo: la falta de asunción de nuestro estado. Todavía hoy tenemos profundamente grabado el mito judeo cristiano de que somos los amos de la creación, hechos a imagen de Dios. Si esto se acepta en su literalidad nada hay que cambiar en nosotros. La consecuencia es obvia: es el resto del mundo el que debe cambiar para adaptarse a los deseos del ego endiosado. En este planteamiento, la culpa de la tristeza no sería de mi estado sino de los demás que no se adaptan a mis deseos ni a mis necesidades inventadas. Por tanto, no es necesario que yo cambie, sino que cambien los demás. Dado que los demás no se avienen fácilmente a adaptarse a mis deseos, debo dominarles y someterles.

El paso previo a la metamorfosis exige mirarse al espejo. Sin maquillajes, sin cremitas ni adornos. Desnudos. A partir de esa mirada valiente, es desde donde podemos empezar a aceptar la metamorfosis. A partir de la percepción de nuestra plena responsabilidad sobre nuestro estado y nuestra vida es cuando podemos empezar a plantearnos la necesidad del cambio. Antes de esa mirada de frente, es fácil construir mil y una justificaciones.

Afrodita dijo...

A Vega (7 de noviembre de 2009 20:51):
Sería correcto el responder que sí, que me ha servido; que gracias y que lo intentaré. Ocurre, sin embargo, que…
Que, bueno, si hiciese el intento (sólo el intento) de acercarme un poquito (sólo un poquito) a la forma de proceder que me indicas tendría la sensación de…
A ver si echando mano de “el espejo de Aquiles” (8 de noviembre de 2009 15:25) acierto a sincerarme y confesar sin circunloquios ni ambages que , caso de encarar la cuestión como ― si lo he entendido bien ― me indicas intentara acercarme con cariño a personas que no me inspiran nada tendría la sensación de, aun a solas, en privado, frente a mi propio espejo, estar ejecutando no sé qué grotesca suerte de visajes y de muecas para engañarlo a él, el espejo, con el más indeseable de mis perfiles.
Perfil indeseable no porque el más favorecedor sea cosa de desdeñar sino porque ― o ahí enfrente está si no el espejo para devolver (desde la esencia misma de su porqué y su para qué y su cometido) su más arisca implacabilidad ― hasta esa imagen sin criterio ni alma del otro lado del azogue me daría, enojada, la espalda protestando “no me estás diciendo la verdad”.
Enojo no menor que aquel con el que ― si me pillase ella, la imagen, intentando convencerla de que sí, de que me creo que todas las orugas llegarán a mariposa ― me echaría la bronca por estar intentando, nada menos que en su presencia, meter la barriga.
Pero eso es sólo a lo mejor característica puñetera y un poquito cabrona que yo, llevada de un exceso de precaución, me malicio del espejo que me mira.

Retama dijo...

SUGERENCIAS:

A los “administradores” del blog, lo de administradores sin segundas, porque tengo la seguridad que no tenéis ni la más mínima intención de serlo de nadie.

Una vez aclarado esto, va mi sugerencia:

Seria posible que cuando pongáis más de un texto, fueran juntos e hicierais un solo comentario, se supone que como en este caso, los textos se complementan o van en escritos en una misma dirección. Esto ayudaría, creo, a no dispersarnos en la búsqueda de los distintos comentarios y exposiciones de los participantes.

Ella dijo...

A veces creo que este hecho, el hablar de las "49 respuestas a la aventura del pensamiento" nos puede llevar al infinito, como la piedra haciendo ondas en el agua. Y quizás nos lleve a encontrar las 49 preguntas que hemos de hacernos para activar en nosotros la aventura de encontrarnos. He escrito activar, ¿es que estamos desactivados? casi respondería que sí, y me parece que la respuesta es "ser conscientes". Si, tal como suena, ser conscientes de lo que estamos haciendo, desde atarnos un zapato, conducir, o lo que se os ocurra. Hacer TODO conscientemente. Quizás sea sólo yo, creo que no, más o menos estamos hechos igual, el funcionamiento general digo, pero el tener que prestar atención a TODO lo que hagamos es bastante complicado, y ese funcionamiento "automático" quiere regir.
Por eso decía al principio que a veces me parece que nos puede llevar al infinito, porque el prestar atención a todo, te integra con cada una de las cosas que tocas, con cada una de las personas a las que ves, como siempre, pero más....

Isabella Terazio dijo...

Supongo que la sensación de estaticidad es la que crea las inseguridades.
Sentimos que las cosas son como son y eso nos hace perder la creencia en el cambio.
Si realmente creyeramos que podemos alcanzar lo que nos propongamos; que todos los cambios están al alcance de la mano y que todo puede ser todo lo bueno que queramos; tendríamos muchos menos miedos; nos sentiríamos más capaces y menos amenazados, y sentiríamos menos la necesidad de someter a los demás.
Resulta paradójico que la estaticidad genere inseguridad, porque al mismo tiempo crea una sensación de estabilidad que nos hace sentir más seguros.
Por otro lado, me parece muy fácil y cómodo que olvidemos que somos seres en metamorfosis. Es pereza. Si no podemos cambiar nada, no tenemos responsabilidad. Ancha es Castilla.
Cuando alguién "subraya su presencia en la sumisión del resto"; cuando sentimos la necesidad de poseer y ejercer poder; cuando nos queremos demostrar superiores frente a los demás; sólo estamos mostrando un ridículo síntoma de inseguridad. Inseguridad que nos carcome porque su existencia implica deficiencias en nuestro caracter.
Si creyeramos en nuestra capacidad de cambio y en la de los demás; estaríamos amando en vez de sometiendo, y contemplaríamos la absurdidad de intentar someter algo que está en contínuo movimiento.

Publicar un comentario