Presentación

Un grupo de amigos hemos decidido poner en la red el libro, “49 RESPUESTAS A LA AVENTURA DEL PENSAMIENTO”, porque creemos que es especial. Su autor, Eduardo Pérez de Carrera, nos sugiere a lo largo de sus páginas nuevas formas de percibir nuestra vida, de entender la Historia, de interpretar la realidad que nos rodea. Nuestro propósito es convertir este sitio en un espacio abierto de reflexión donde tengan cabida todos los comentarios que se nos hagan llegar sobre lo que a cada cuál le sugieran o le hagan sentir los párrafos del libro. Nosotros nos limitamos a publicar cada quince días un nuevo párrafo y a invitaros a que participéis.

15 jul 2010

Textos 2.2 y 2.3

2.2 "Entendamos que cada marca de la piel, cada raya de las manos, cada deformación del pie, cada gesto espontáneo es un pictograma que está contando historias, que está reviviendo memorias; y los montes, surcos y manchas de la geografía dérmica podrían contar cuentos de encuentro y desengaños, descubrir deseos y desvelar los secretos más escondidos en los almarios de las emociones."


2.3 "Ese órgano que en apariencia separa el mundo exterior es un libro de múltiples hojas que lleva escrita la vida, y puede que algo más. Gran parte de los determinantes de la morfología, de las formas, e incluso de la colocación y proyección particulares, son consecuencias del hábito, del movimiento automatizado y del tipo de vida que abarca desde el trabajo hasta las costumbres lúdicas o los ritos de diversión."

37 comentarios:

Enrique dijo...

Millones de moléculas de agua, tetraedros diminutos, se acercan y se alejan permanentemente, componen y deshacen figuras, se adaptan a las protuberancias y los huecos de aquello que rodean. Lo que una vez estuvo en el agua, dejó impresa su forma. Son moldes aparentemente efímeros, ¿cómo puede fabricarse un molde de agua?

Pero también es efímera la forma de cada campo magnético y, sin embargo, siempre que se dan las circunstancias adecuadas, el campo magnético vuelve a aparecer. Con la forma de una llave se puede reconstruir la cerradura. Es más, no hace falta tener la llave, es suficiente con su descripción; aún más, debería bastar con dominar la lógica sobre la que se construyen todas las llaves para ser capaces de abrir cualquier cerradura.

Los moldes de agua son posibles y también deben serlo los de aire. Unos y otros determinan geometrías, delimitan espacios y relaciones, que no escapan a nuestros sentidos pero que nuestra consciencia no es capaz de descifrar.

Se puede leer en el agua, en todas las aguas, las manifiestas y las ocultas. Hay quien sabe leer en las nubes, agua que viaja sobre polvo, hay quien es capaz de distinguir cada uno de sus múltiples matices de forma y de color y deducir su procedencia, su historia y lo que probablemente harán.

Se piensa en la célula como en una bolsa llena de agua, se la concibe como una especie de sopa rodeada por una membrana; como una pieza que, junto con muchas otras, forma tejidos que, a su vez, formarán órganos y estos un cuerpo, que está envuelto en una piel; en una supuesta frontera que nos separa del exterior y creemos que nos define, que nos da una forma. Pero, aunque así fuera, todas las aguas no son iguales y la piel, además, es un libro que se escribe desde dentro y desde fuera, que recoge las marcas, los signos, de lo que se emite y lo que llega.

E.S. dijo...

Todo está desvelado.

Cada mirada, cada gesto, o cada sonrisa dejan un rastro, invisible quizás para los ojos profanos, pero evidente para el que sabe mirar.

Somos un libro abierto que le cuenta su particular historia al mundo.

Somos como un arca abierta que desvela a través de su piel, de su iris, o de sus gestos toda su memoria y toda su historia pasada, presente y puede que futura. Pero además parece que toda nuestra apariencia no sea casual, sino que sea la resultante de cómo hemos vivido.

La piel sería como un pergamino en el que se escribe nuestra vida, pero ¿qué es ese “algo más?”.

Nuestros movimientos, nuestros ritmos, nuestras pausas, nuestra mirada o el tono de nuestra voz, nuestra particular manera de acoplarnos en el mundo que nos rodea, definen su condición. Sólo aparentemente nos separa la piel del mundo, porque quizás no sea esa su única función, sino la de seleccionar lo que entra y lo que sale a través de ella, no sólo del mundo más denso, sino también del mundo sutil. La piel puede leer, oler y sentir colores y seleccionar las vibraciones de lo que le es afín a nuestro proyecto vital.

Los rollos de los libros sagrados hebreos deben ser un pergamino –me recuerda la piel- donde un rabino escribe el texto sin un solo fallo en ninguna letra –un fallo en alguna de las letras haría ese pergamino inservible para la oración-.

Estos libros dicen relatar la Creación y la relación del hombre con el Creador.

Creo que nos están diciendo que cada uno de nosotros debería tratar su cuerpo con gran cuidado para no estropear ninguna de sus particulares letras y que pueda servir también para la oración y la entrega a un destino desconocido pero profundamente intuido.

Carmina dijo...

Las brazadas que damos en los mares del mundo llevan hasta las playas de las manos remolinos, espumas, redes perdidas, reflejos temblorosos de estrellas; vacían las conchas, modelan los guijarros, y las arenas guardan el molde de los pies.
Ignoro si es cierto que la mano derecha refleja lo que trajimos, y la izquierda, lo que nos llevamos: la cosecha que contiene las semillas de la siguiente plantación.
Si vista y tacto actúan al unísono, como parece que sucede con todos los sentidos, la piel percibe las miradas como latigazos o como bálsamos que suavizan los ardores del sol.
Me parece que Kawwanah significa en hebreo “intención mística”, el intento de conexión con verdades superiores. Mientras ascendemos ¿con qué intención nos ponemos en contacto, visual o táctilmente, con otros? ¿Qué efecto tiene la mirada de uno mismo sobre su piel? ¿Tiene el pensamiento efectos sobre la piel? ¿Embellecemos a los amigos más que cualquier crema, y alfombramos a los enemigos de espinillas? Si pido ayuda para la Humanidad sufriente ¿me provoco una marca en la piel que permita a los dioses descifrar lo buenísima que soy, o comprobar que no soy tan gilipollas como parezco?
Que las respuestas levanten preguntas es una alegría, porque se amplía el círculo de la ignorancia que impulsa al estudio. Cada día aprendo más y sé menos; creo que voy bien.

El Aventurero dijo...

Entre todos hemos conseguido que este blog haya adquirido un buen nivel de respeto a las diversas opiniones que se van exponiendo, con independencia de que las compartamos más o menos. Como promotores y moderadores del blog, tenemos el criterio de no admitir comentarios que sobrepasen el tono normal que cabe en cualquier debate para convertirse en virulenta descalificación personal. Confiamos en que se comprenda este criterio y se siga ejerciendo como hasta ahora.

Afrodita dijo...

Tienes mucha razón, Aventurero. No hace ninguna falta decir groserías cuando, todo el mundo lo sabe, una frase - de... poco más de media docena de palabras, por poner por caso, y todas perfectamente correctas - puede expresar tanto.

Gaspar dijo...

Todo suceso tanto físico como emocional o mental, genera una huella propia y ajena. Este rastro es constatación de una vivencia, y de éstas algunas son acordes con nuestro destino y otras muchas desgraciadamente no; pero ante la decisión de nacer la obligación es vivir, y la vida origina surcos que son muestras de nuestras experiencias. Trágico sería que nuestra morfología al cabo de la vida, fuera sin mancha e inexpresiva, como esas muñecas aparentemente tan reales y al mismo tiempo tan antinaturales al ser clones sin vida.

La sociedad marca pautas del modelo a emular. Debido a la necesidad que tiene el hombre para sentirse aceptado, transforma su apariencia y se hace cómplice del modelo adaptando su imagen a los roles establecidos; de esta forma se disfraza, y tratando de ocultar los rastros de sus experiencias pasa a formar parte del rebaño, en el que están uniformadas las apariencias y maquillada la diversidad. Ante esta situación, el hombre tiene una doble responsabilidad. Por una parte asumir sus surcos para al menos ser coherente con su experiencia, y al mismo tiempo no ocultar estos surcos para tratar de ser leal con uno mismo y con los demás; y por otra parte, tratar de percibir al otro con espontaniedad con lo que conlleva de autenticidad frente a moldes encorsetados.

La vivencia deja huella en nuestra geografía, pero la apariencia no se reduce únicamente a la morfología, sino que engloba a gestos movimientos expresiones y miradas, nuestro vivir modula estas manifestaciones. Quizás parcialmente, estas manifestaciones sean impostadas por la necesidad de ajustarse al modelo a emular, y quizás los rastros en nuestra geografía se traten de maquillar con el mismo propósito. Quizás en un proceso de trabajo personal, sea necesario la autenticidad, autenticidad paar asumir los actos vividos y autenticidad para asumir las huellas de nuestra experiencia.

Mandrágora dijo...

Resulta llamativo la pertinaz insistencia que se tiene en nuestra sociedad por resultar estéticamente de una cierta manera y el empeño que en ello se emplea. Me sugiere si lo que se busca es suplantar una carencia, un estado no conquistado con un postizo capaz de simular la armonía todavía no lograda pero sí deseada. Determinados movimientos, determinadas formas de actuar, de expresarse y, efectivamente, determinada luminosidad y transparencia en la persona, entiendo tienen que ver con la belleza, belleza al uso y bien valorada y, también, por qué no decirlo, estado de salud y bienestar. Ahora bien, de no ser consecuencia y resultado de toda una alquimia interior saneada y depurada, se convive más con el propósito de querer ocultar, de querer sugerir o simplemente imitar un modelo más soñador e idealizado que apantalle tu realidad más oculta. Es una imitación de lo que se intuye se podría alcanzar.

El desarrollo de la virtud y la liberación de la espesura que suele acompañar en el recorrido por la vida, va horadando el cuerpo entiendo de forma equilibrada y en consonancia, creando un lenguaje translúcido y manifiesto perceptible por todos; una expresión de dentro a fuera, como resultado de, como consecuencia de todo un proceso, no como punto de partida. De ahí, que todo ensimismamiento en uno mismo seguramente tenga más que ver con esa adoración de ídolos prefabricados que tanto se ofrece y, mientras, tratar de ocultar tu propio lenguaje, un lenguaje donde tu cuerpo pueda hablar a su manera y reflejar un estado que debería ser genuino y mostrarse diferente según cada cual, donde seguramente el vivir con más sentido y ocupación hiciera recuperar una morfología más en consonancia con nuestra propia coherencia y proyección.

Ulises dijo...

Según nos dice el autor, la piel es una gran fuente de información sobre el estado de la persona y sobre sus vivencias pasadas. Pero la piel está formada por células, lo que nos hace pensar que son las células las verdaderas emisoras de esta información.

Ahora bien, la vida de las células de la piel es muy corta. Según nos dicen los biólogos, se reemplazan a un ritmo de unas cien mil células por minuto. Cada célula que muere se descompone. Y se descompone su ADN, sus mitocondrias y todo su contenido. Y se supone que simultáneamente desaparece también la información contenida en cada uno de estos componentes.

Pero la piel, vista por un observador externo, sigue transmitiendo la misma información. Es como si las células que mueren hubieran pasado su información a las que acaban de nacer. Y la pregunta que surge es: ¿Cómo y por qué cauces las células que mueren pueden transmitir su información a las que acaban de nacer? Parece que esto es un verdadero misterio. Un misterio inexplicable, si tratamos de buscar su explicación limitándonos exclusivamente al plano físico; pero que posiblemente la tendrá, si tenemos en cuenta lo que pueda suceder con esa información en otros planos.

En este sentido apunta el biólogo inglés Rupert Sheldrake con su teoría de los campos mórficos y de la resonancia mórfica.

Afrodita dijo...

Pero, José, ¿hay algo o alguien que te impida mantener, con motivo como en este caso del comentario de J.C.E., todo el diálogo que desees?
Existe, creo que en todos los que participáis (y no me incluyo porque a mí no me ocurre) en el blog, una no sé qué sensación de celeridad, o de premura, que hace que sintáis como tiempo perdido, como pensamiento desperdiciado o como palabra que cae en saco roto, todo aquello que no se llegó a decir en los quince días, sólo y exclusivamente en los quince días en que cada uno de los textos está de actualidad.
No pienses, aunque me dirijo a ti por ser el último que ha hecho esta mención, que eres el único que comete lo que a mi humilde entender es un error, porque, ¿de verdad nos creemos que en las dos semanas que cada texto ocupa el primer lugar en la pantalla y en nuestra atención, en esas dos semanas ya hemos extraído de él todo lo que hay que extraer y reflexionado, o compartido con los demás, todo cuanto cabe reflexionar o compartir?
No sé, pero es un sentido (o sentimiento) utilitarista de la inquietud por el saber que me parece que se contradice con la propia raíz de ese saber.
Y lo digo por todos. Por esa especie de fobia no ya a mirar hacia atrás, sino, tan sólo, a detenerse un instante.

El Aventurero dijo...

Pido disculpas a Afrodita porque, sin pretenderlo, se me pasó publicar su comentario del 14 de julio, 22.05, de respuesta a José. A veces ha pasado que, por motivos técnicos desconocidos, no se ha publicado algún comentario, pero creo que en este caso ha sido un despiste mío. Con ánimo de subsanarlo, lo he vuelto a publicar ahora, de modo que sale repetido el 20 de julio, a las 22.31. Como digo, tenía que haberse publicado el 14 de julio. Repito mis sinceras disculpas a Afrodita. Ha sido un error mío.

Afrodita dijo...

Acepto las disculpas y te doy las gracias.
Un saludo.

Atila dijo...

En estos tiempos ser viejo es como una maldición. Todo el mundo quiere ser joven,acuden a los gimnasios,no aceptan las canas ni las arrugas, van al quirófano para estiramientos de piel en el rostro como si se avergonzaran del mapa de su vida. Su sonrisa ya no es igual, ni su mirada porque la mascara no se lo permite, todavía no se ha inventado nada para las manos porque estas sin que son delatoras. Es triste en una fiesta ver gente de sesenta y setenta años comportarse como si tuvieran 30 años.
-¡No se que daría por ser joven otra vez|
Si uno se parase a pensar: el colegio, la Universidad, primeros amores y desilusiones noches sin dormir a causa de los niños, maridos malhumorados mientras se abren camino en la vida.
Hay cuadros de viejos realmente preciosos es como si palpases su experiencia, su bondad y su dignidad ante la muerte y hasta en su lecho de muerte siguen transmitiendo su amor a la humanidad

Antipodas dijo...

No sé donde he leído eso de que “hemos elegido nacer”…
Entiendo la frase como la conclusión mística de un sabio de más allá del tiempo, describiendo lo que no tiene traducción en el mundo de los mortales. O sea, el nuestro, el de nosotros todos.
Pero la cosa es que se dice como una afirmación sin más, es decir con la misma facilidad que se mete la pajita en un vaso de horchata fría, así, toma jeroma.
Y el tema tiene enjundia cuando, en ese mundo de simples en el que nos movemos, podemos elegir múltiples ejemplos que chocan directamente con esa afirmación. ¿Cómo comprender que la ministra de igualdad haya elegido nacer, y se despache diciendo que abortar es un derecho? ¿Y compara tal circunstancia con que es lo mismo que ponerse tetas? Esa no puede haber elegido nacer, sino que es un castigo divino que pone a prueba al resto de mortales en su paciencia e inteligencia.

La verdad a uno se le cae el alma a los pies con este tipo de afirmaciones que simplifican los discursos místicos, y se siente igual que cuando de niño veíamos a Mary Poppins, que con un directo de derecha te decía “supercalifragilisticuespialidoso”, y, ¡hop! todo cuadraba a la perfección.
Que no se dé por aludido nadie,

(si no se dan por aludidos todos).

M. A. dijo...

Ya sé que es una broma lo de la ministra de igualdad, Antipodas (¿o Antípodas?), pero tendrás que reconocer que tu opción de que su nacimiento “es un castigo divino” es igual de supercalifragilística y simplificadora de discursos místicos. O aún más, si cabe, puesto que algún ser con grandísimo poder de decisión ultraterrenal y visión trascendental, algún dios ajeno a uno mismo lo tiene que haber entonces programado. Seguro que hay religiones en vigor que aceptarían como válida esa interpretación tuya. Alguna en la que se estipule que las cosas del destino del universo se rigen por la ley del karma, por ejemplo. En realidad cualquier opción que tomes (hablando de nacimiento o de muerte, que desde el principio de los tiempos han sido un misterio) va a ser simplificadora. Lo curioso sobre este tema es que –no sé si alguien más leído me corregirá– no parece que la religión católica haya abordado este asunto alguna vez. Y por lo tanto el logos que compartimos en este mundo occidental no da respuesta a esa crucial pregunta. O sea, no da pregunta. ¿Quién nos nace? ¿Si no es Dios, omnipotente y omnisciente, serán entonces nuestros padres?
La verdad es que me resulta muy difícil asumir que a mí, tal y como soy de complejo y de retorcío, me diseñaran mis padres, don C. y doña J., pobrecitos míos, echando un polvo a finales de agosto, con la calor.
Y como nunca me lo he creído, ni de pequeñito, jamás les he reprochado que me trajeran al mundo, pobrecitos míos. Sí, me concibieron, concibieron una vida, y me dieron una generosa combinación de sus genes, y luego influyeron sobre mí de manera crucial con sus colores, sabores y olores tan especiales, con su propia y preciosa existencia, pero ingenieros cósmicos no me los imagino, pobrecitos míos.
Sí, a mí me gusta mucho más la idea de haber elegido nacer. Al fin y al cabo es una responsabilidad, para bien y para mal, que prefiero no descargarla sobre los hombros de nadie. De nadie ni de Nadie.

Beucis dijo...

En nuestra piel quedan marcas de nuestra vida, del paso del tiempo, de los anhelos y frustraciones. Parece ser que son huellas que no engañan al que quiera y sepa leer en ellas; no hay ocultación posible. El transcurrir de nuestros aconteceres, con sus luces y sombras, queda impreso con fidelidad; no hay criba posible; no se puede escoger nuestra imagen más favorecedora. Pecas – pecados – manchas, cúmulos, hondonadas, deformaciones paulatinas … ¿Cómo ejerce el sistema neurovegetativo, el cerebro límbico, nuestros mares y tierras interiores, en la búsqueda de una limpieza, de una purificación? ¿Cómo podríamos desde una actitud de responsabilidad, asumir el trabajo de reflejarnos en nuestra piel en una vejez digna y con una sabiduría que pueda servir de sendero para que otros pisen, reciban y puedan proyectarse? ¿Cómo podremos cambiar un viejo pergamino lleno de manchas y tachaduras por otro que pueda ser vehículo y poso de un libro sagrado?

Entendemos, creo yo, lo que nos dice el autor. Se nos abren puertas de conocimiento; pero puestos frente al texto, con la humildad de que uno sea capaz, se nos puede presentar el interrogante de cómo empezar la tarea de transformar nuestro mapa, impreso de realidades, de luces, de tinieblas, de grandeza y de miseria, en un firmamento de constelaciones. De que esas nubes de que se nos habla, eliminen el vehículo de polvo, y que la lluvia pueda llegar a ser agua primordial y que nuestras células, a la par, tengan el fondo del mar limpio y ligero, donde unas llaves sin oxidaciones encuentren la cerradura lubrificada y abran todas las puertas.

Las lápidas del mundo de nuestros muertos, se abrirán; los vivos, abrirán sus intenciones y el recorrido por la geografía de nuestra piel, deberá perder grisura y suciedad. El tiempo, Cronos, no nos mantendrá cautivos y nos abrirá la verja del cementerio para emprender el camino por esa Vía Láctea, sendero de peregrinación y de arribada a nuestro Finisterre.

Si no asumimos nuestra realidad y queremos ocultarnos en una falsa imagen, toda la oscuridad tomará su propia identidad y como un Golen cada vez más autónomo le ocurrirá como a Dorian Grey con su retrato oculto. El tiempo no asumido conlleva a pactos como ocurrió a Fausto, un titán esclavizado y preso en sus agujas.

Nuestra piel, esa lápida donde se imprimen nuestras pisadas, deberá ser como en la trova de la Minne, “la letra viva en la piel de un muerto, ese es el pulso de mi azul, cuando oso acercarme a la frontera de la sombra malva de mi dama eterna”

Inés dijo...

Hay una distancia más que abismal entre el curriculum oficial, incluyendo toda la información acumulada sobre cada ciudadano en ficheros policiales y en insospechadas bases de datos de todo tipo, y el mucho más elocuente -para quien sepa leerlo- que llevamos dibujado en la piel, en los huesos, en las posturas...,una distancia que estos dos textos parecieran estar reivindicando en detrimento merecidísimo del primero. Pero aunque no tengamos nada que ver con las identidades que nos adjudican esos retratos ridículos, creo que es mejor que quienes los elaboran y consultan no sepan sobre nosotros más de lo que se cuenta ahí, que es como decir nada de nada, que no pasen de cotillas marisabidillos, porque las verdades sólo pueden conocerlas unos pocos capacitados legítimos que sí saben qué hacer y qué no hacer con ellas; los demás sólo deberíamos ser buenos aprendices conscientes.

Y es mucho más que abismal si la piel habla de algo más que de la historia vital de cada uno, porque podría estar hablando desde fuera del espacio-tiempo, sugiriéndonos una evidencia más de que nuestro paso por los entresijos de estas coordenadas no sea más, ni mucho menos, que una circunstancia comprometida, en parte por elección, con otros mundos que no son circunstanciales y que también habitamos, ahora, antes y después de este; y quizá también con otros seres. Toda esa geografía podría demostrar una conexión indisoluble y necesaria entre el punto minúsculo de una pequeña vida humana con todos los planos de la trama poliversal en la que está inserto.

En las manos, por ejemplo, podrían estar grabados una síntesis del camino recorrido y un mapa del tesoro, o el mapa de la libertad, para guiarse en el camino a recorrer, y esto desde que cada individualidad empezó a existir en alguna parte. Y las huellas dactilares testificarían de que laberintos se ha salido y de cuales no. Pero ¿cómo descifrar ese mapa?. Habrá que despertar al sabio quiromante con que los dioses nos dotaron, pero ¿cómo?. Conociéndose a uno mismo. ¿Cómo?. Por ejemplo, averiguando lo que no se es, descartándose de triunfos (como se hace en no recuerdo que juego de cartas).

Eolo dijo...

Quién diría que en la frontera cuentan historias, las imágenes quedan hieráticas reflejadas en los espejos, y hay escritos de aventuras sin vivir ni descubrir. Condenado a ser separación, resulta ser biblioteca, convencidos de dividir muestra el lazo con todo el pasado.

Anoche vi a mis sueños dormidos sobre la piel, mecidos por las palabras de la noche melancólicamente esperaban acostados despertar del letargo. No hubo quien rozara su mirada por ellos, y me rescatara de la cascada fúnebre.

Acunados, ondeaban entre sones tribales, los observadores hipnóticos de la realidad. Unos, los más oscuros, fueron atravesando el bosque hasta llegar al claro en el que canta el niño desde el fondo del pozo su letanía lastimera, y al asomarse vieron la orilla del agua apoyar la cabeza en la pared fría y oscura, sin poder sumergirse, sin poder nadar. Otros, los que suelen ir apretados, se lanzaron por el collado a la conquista de unas cimas anónimas, con una cruz en lo alto cada una, y al llegar todo estaba alargado y pelado por los vientos, voraces celosos y espantados del sudor de los hombres. Y el más solitario, el que sonreía cada mañana a la dama del alba, remontó el valle vadeando el río a diestra y siniestra, hasta llegar al manantial en el que la diosa de grana susurraba las nanas de cuna.

Borbotones plegados de los conflictos resueltos y su geometría tensa, alta y ensalzada, allí como barcos brillantes del mundo, mayestáticas columnas heroicas de la vida vibrando serenas en la santidad del fuego ¡Rodead mi cuello, Abrazad mi espalda!

En el campo muchas semillas sin germinar llaman gustosas a los grajos para su alimento, quieren disimular su mueca, antes de que salga el sol y las haga visibles a los cuervos de las grutas.

Y los bardos de los cristales de agua se abren paso por entre las oquedades permeables impeliendo al búho ingrávido a que clave la daga el centro mismo de la idea, y cantando los sones más antiguos van limpiándome por mis puertas de la cera tupida de los días.

En la piel se me graba la gravedad de la vida.

Antipodas dijo...

Pues va a ser que sí, M.A., a lo que dices de que es una idea gustosa de pensar aquello de que hemos elegido nacer, y, puesto que eres, según dices, complejo y retorcío, y, por tanto, de mi misma cofradía, estarás conmigo en que lo referido no es más que una composición que nos hacemos para no echarle la culpa al empedrao, y no ese brillante rótulo luminoso con el que algunos, de la compaña de los fusileros de a pie, pretenden convertirlo en un dogma marypopinnsesco para lucirlo los Domingos y fiestas de guardar.

No te puedo aportar nada respecto a las aportaciones de la Iglesia católica en relación con los aspectos referidos. Pero la religión católica, que también debe incluir a gnósticos y apócrifos muy a su pesar, en cierta manera si se adentra en la temática de la encarnación, y te aconsejo para ello el estudio de los apócrifos “Evangelio de Jesús el Cristo de Acuario” o el “Evangelio de Tomás el Dídimo”.

Permíteme, finalmente, decir contigo aquello de que “no somos nadie”.

Aquiles dijo...

Visto así parece que nuestro patético intento de ocultarnos, mostrando únicamente aquello que creemos conviene a la imagen que pretendemos dar, está definitivamente condenado al fracaso. Cada intención, incluida la del engaño, queda grabada en la parte más visible de nosotros. A la vista de todo el mundo. Que el mundo sepa o no descifrarlo no depende de nosotros. De hecho parece que aunque en el consciente todavía seamos incapaces de leer esos mensajes, sí quedarían grabados en nuestro inconsciente ¿Cuántas veces nos ocurre que, sin saber cómo, percibimos que alguien está tratando de engañarnos? ¿Quizá lo que llamamos intuición no sea más que una capacidad todavía ignorada de leer los rastros del otro?

Si las cosas son como las cuenta el autor, ¿será cierto que las grandes aventuras embellecen y las pequeñas vilezas afean? Todos hemos tenido la experiencia de ver cómo la persona que se enamora aparece como por arte de magia radiante, rejuvenecida. Bella. De esta forma es fácil comprender que, a partir de una cierta edad, cada cual tiene la cara que se merece. Todos conocemos viejos a los que da gloria mirar, porque la mirada se enamora de ellos. Viejos cuya presencia agradecemos como un bálsamo.

No me cabe duda de que la mejor forma de cuidar nuestro aspecto no es otra que profundizar en la aventura de la vida. Cumplir con nuestro destino. Mirar cara a cara a nuestra alma y entregarnos a su influjo. Ahí es nada. Ninguna cremita nos dará la cara del enamorado.

Olvido dijo...

El paso del avión en el azul del cielo descubre con su dibujo el pictograma monocromo de ese color.
Es el lugar de invisibles marcas.
Acaso, todos respiremos trazos que nos van borrando y dibujando.
Rayas, huellas, signos, grafismos que nos acercan a ese mismo azul donde el olvido se olvida del olvido.
Creo que el autor nos hace reflexionar para que nos atrevamos a leer los surcos de ese azul del cielo, adquiriendo la cultura que un gran poeta, mi preferido, denominaba iletrada.

Ana dijo...

Si como algunos dicen todo está escrito, el desarrollo de la consciencia consistirá en propiciar las herramientas que nos permitan su lectura.

Hemos desplegado ya algunos caminos. Vienen de antiguo el interés por los diversos tipos de mancias, también sabemos de los estudios sobre la fisonomía, de los caracteres y temperamentos, del lenguaje del cuerpo.

Ahora le toca a la cuántica, muy interesada en averiguar cómo nos llega la información a través de la resonancia y los paquetes de datos. La biología se suma y lo aplica al ADN, los lingüistas se suman y todos juntos aprecian que el lenguaje humano, sigue las mismas reglas que el código genético (especialmente de las partes menos estudiadas, de ese porcentaje “basura” que no se dedica a la fabricación de proteínas).

Para establecer la correspondencia entre los textos humanos y los textos genéticos han definido el fonema como la unidad mínima de una lengua que no se deja analizar en unidades más pequeñas (nucleótido) y cuya función se define a través de:
-Su expresión, que es la materialización de los mismos (el sonido vibracional, la onda)
-Su forma, que es el lugar que ocupan en el sistema (la cadena de ADN).
-Su contenido, que será el papel que puedan desempeñar dentro de la economía gramatical de una lengua (la formación de determinadas proteínas en función de sus relaciones).
A partir de esta relaciones apreciaron que “los textos humanos y los textos genéticos tiene características matemático-lingüísticas y entrópico-estadísticas similares, y donde en caso de los textos 'genéticos' los caracteres se identifican con los nucleótidos".


Y si se pueden establecer correspondencias entre lenguaje o sonido y ADN, también se podrán establecer con la morfología, las formas, los gestos…He oído que el plegamiento de las proteínas puede tener que ver con esto


A lo que voy. Todas estas convergencias, me llevan a identificarme con esos documentales que proyectan imágenes en base a las potencias de 10. De la piel llegan hasta el cosmos, desde la piel bucean hacia los átomos hasta perderse en el mismo vacío lleno de latencias, en que terminaba el viaje cósmico. Pero ahora, nos dicen que podemos comunicarnos conscientemente con el código de lectura mas primigenio de nosotros mismos, que armonizando los sonidos que emitimos con una determinada frecuencia se puede llegar a influir en el ADN, propiciar un proceso de curación que deje atrás los arcaicos procesos de cortar y pegar o entrar en resonancia con otra dimensión


Supongo que el problema será encontrar las frecuencias con las que entrar en contacto con nuestro propio yo, con todo el lío de ondas que deben flotar por el espacio exterior/interior. Pero mientras tanto, desde una intención de descubrimiento, probar los efectos que los cambios de voz, o de las posturas y gestos que adoptamos ejercen en nosotros y en los demás, es un lúdico ejercicio de deseducación y hasta quizás ayude a expresar algún gen que teníamos por allí oxidado.

Goyo dijo...

A nuestro alrededor siempre hay paisajes, paisajes de tierra y cielo, paisajes de humanos…. Su inmensa dimensión nos desborda, y como a modo adaptativo parcelamos y buscamos aquellos sectores que nos son de mejor acomodo, aquellos que de manera elemental pueden proporcionarnos mayor satisfacción.
Las grandes ciudades se cargan de mare-magnum de miradas, son lugares en los que parecen rebosar los ruidos, y no siempre se halla la entrañable voz que alienta al viandante. Son paisajes que consideramos como desfavorables, y que solemos vivir como obstáculos que hay que salvar, apartar o derruir. Condicionados por esta actitud conformamos en nosotros una especie de historia de desencuentro, que transcurre entre semejantes cuyo despropósito alienta el continuar ignorándose. En este cotidiano menester ponemos a prueba la acción de nuestro cuerpo, y en él quedan plasmadas las veces que nos agachamos pasando por debajo de puentes, o las que por el contrario los transitamos ensalzando su recorrido y pontificando la acción. En otras ocasiones nos encogemos y arrugamos para no recibir de frente la ventolera de lo que nos resulta incómodo porque deteriora nuestro traje.
Son impresiones de un cuerpo en el que se cultivan sueños regados por el mágico líquido de la sangre. Impresiones que van configurando paisaje de canales y acequias, regatos y charcos, con zonas soleadas y otras umbrías… …Son momentos impresos que alentaron y alientan sueños. Pero ¿qué sueños ?
A veces surge en uno la sensación de no haberlo logrado a la primera, y que necesita de una segunda oportunidad. Pero ésta no viene de manera inmediata ni a petición de un deseo. Es como si tiempo después, cuando ya casi no nos acordamos de ello, aparece de pronto la segunda oportunidad, y cuando su logro se alcanza asoma la belleza del sueño…

Goyo dijo...

… (..pensando en tiempo de verano os paso mi comentario con un cuento..) …..En el cuento “EL CASTILLO DE IRÁS Y NO VOLVERÁS “ se habla de un Hombre que habiendo pescado un pez, éste díjole : Sacrifícame y trocéame, haciendo dos partes iguales con mi cabeza, dos con mi cuerpo y dos con mi cola. Las de la cabeza dáselas a comer a tu mujer, para tu jaca el cuerpo, y las de la cola las enterrarás en el muladar “. Así lo hizo aquel hombre cumpliendo en oficio sagrado con lo que el pez le anunciara, y con el tiempo nacieron dos niños gemelos, dos caballos iguales, y de aquel muladar surgieron como afiladas flores dos espadas de plata. Crecieron los niños como gemelos y cuando se hicieron mayores, allá por el mes de Mayo, pidiéronle a su padre permiso para partir en busca de experiencias recorriendo mundo. Dioles su consentimiento aquel buen hombre, pero uno de los dos debería quedarse en casa para cuidar de su madre y de su padre, que siendo ya de edad avanzada no podían valerse por sí mismos, e hízoles saber que si uno de ellos se hallaba en peligro, la espada del otro se volvería del color de la sangre.
Al día siguiente, el más impulsivo, el más inquieto y de menor templanza, partió ávido de aventuras y dispuesto a deshacer entuertos. Y encontrose con un castillo defendido por serpiente de siete cabezas. Luchó contra ella como caballero armado en caballo enjaezado, y fue quitando vida de cada una de las cabezas y dando muerte a la serpiente usurpadora de princesas. Vencida ésta apareció la princesa de sus sueños que bajo hechizo y encantamiento se hallaba vigilada y oculta tras la serpiente que habitaba el lugar. Al verse, ambos se reconocieron y quedaron enamorados, pero aquel gemelo díjola a su princesa que debía seguir camino, y que la tendría presente en sus aventuras, y sin más dilación cortó las lenguas de las cabezas de serpiente, se las guardó en sus alforjas y galopó hasta perderse por el horizonte.
Atractivo planteamiento de cuento que no finaliza con el encuentro y la unión del héroe y su princesa. Propone ir más allá sabiéndose aventurero y gemelo, reconociendo que al tanto de su suerte hay otro que también vela, para si es menester posibilitar una segunda oportunidad. Se es gemelo y héroe que mantiene entre sus sueños ampliar horizontes que dimensionen el mundo.
Mientras, la princesa, liberada del hechizo y libre de prisión, regresó a palacio. Allí la cotidiana realidad se manifiesta, y un falso príncipe mentiroso y tramposo, con argucia y osadía pedirá su mano al rey, haciéndole saber que es el poseedor de las siete cabezas de la serpiente. Ante tan simple y contundente evidencia dictamina el rey que ha de cumplirse la ley. La princesa no le reconoce como príncipe salvador, pero aún sabiendo de su impostura y bellaquería, relativiza el estado del mundo del rey, y acepta el mandato de la realeza. Cuando el festejo de las bodas se está celebrando aparece el héroe gemelo y evidencia la mentira, y desenmascara al impostor presentando ante el rey las siete lenguas de las siete cabezas. Pone sobre la mesa lenguas para el discernimiento, para modular la correcta expresión, para manifestar la otra realidad no percibida, para narrar lo que los otros por no ver no fueron capaces de entender.
Se casó con la princesa el gemelo, y un día, desde lo alto del palacio que habitaban, vio a lo lejos unas elevadas y difusas torres de castillo, que parecía perderse entre la niebla y las nubes. Preguntó a su princesa por esas torres, y ésta, con cierta pena díjole que pertenecían al “ Castillo de Irás y no Volverás “ .

Goyo dijo...

Él, que pensaba que había recorrido más de medio mundo, nunca antes lo había visto, ni jamás había estado allí, así que se propuso ir en solitario al día siguiente para descubrir qué ocultaba tras sus muros, hasta dónde se alzaban sus torres, y averiguar el por qué de su nombre. Así lo hizo, y al llegar se encontró con una anciana que le pareció de confianza, como de cierto aspecto venerable, y que con halagos y aparentes bondades le ofreció una poción mágica con la que podría entrar. Apasionado e irreflexivo, con afán de conquista, no se percató el gemelo del doble juego que se anunciaba, y así fue como se tomó la pócima y entró al Castillo de Irás y no Volverás. Pero al franquear la puerta caballo, caballero y espada quedaron convertidos en piedras. Duras piedras estáticas, de pesadas memorias, que permanecen quietas siempre con los mismos recorridos internos hasta que la acción del tiempo por el tiempo las desmorona…
Al instante notó su hermano gemelo la situación de peligro, pues como bien le anunciara el padre, su brillante espada se tornó de rojo ( … En el aire se blande la espada, por el aire viajan los mensajes del corazón, y de manera inmediata nuestra sensibilidad desentraña los cruces de sentimientos a pesar de que se nos intenten ocultar … ). Le faltó tiempo para ensillar su caballo, salió a galope tendido y no paró hasta alcanzar el palacio de la princesa. Hubo reconocimiento entre ambos, y pensó la princesa que era su mismo héroe que el día anterior había partido. No desentrañó su identidad de gemelo, y al día siguiente partió hacia el Castillo de Irás y no Volverás. Allí, frente a la robusta puerta , halló a la misma supuesta anciana, que extrañada, asombrada y en estado casi colérico preguntaba por el efecto de su pócima. Cauto, reflexivo y con templanza, sin decir palabra ni manifestar ademanes airados, fue intuyendo y comprendiendo quien y cómo había hecho prisionero y encantado a su hermano. Acción de discernimiento frente al brujeril propósito se hizo necesaria para desenmascarar la apariencia generosa de la anciana, y conseguir confesión de ella para entrar al castillo y lograr que se deshiciera el hechizo.

Solemos mantener en nuestro paisaje de sueños, en nuestra geografía más interna, un hermoso castillo que continuamente reparamos y enaltecemos sus torres. Y más de una vez nos anunciaron que es Castillo de Irás y no Volverás, pero su plácida estancia y seductora pócima obnubilan nuestro entendimiento y paralizan nuestra voluntad, haciendo que la más banal y elemental de las memorias nos ocupe de continuo. Su cómoda estancia nos torna conformistas con un estado de placentera y paciente quietud en la que abundan los recuerdos que nombramos como buenos momentos. La satisfacción de necesidades produce placer y de ella podemos hacer un eternum al confundirla y trocarla por felicidad… …Es muy probable que nuestro gemelo exista, pero al no ser cuestión de razón no hagamos de ello esperanza salvadora, pues corremos el riesgo de no ver la mirada que ampliará y dará más luz a nuestro paisaje.

José dijo...

Hace unos días leía que Leonardo Da Vinci tuvo como modelo para su Jesús,de la Ultima Cena, a un joven guapo, de mirada pura y gesto firme. Tiempo después busco, en una prisión, el modelo de Judas y escogió a un hombre pérfido, degenerado y de mirada torva. Resulto que era la misma persona.

Cuando leo al autor, específicamente en este párrafo, intento no mirar a los demás. Es como si me avisara que lo que dice implica mirarme a mi mismo y no juzgar a los otros. Quizás porque la geografía de nuestra apariencia puede cambiar si cambiamos nuestros habitos, nuestras miradas, nuestras señas de identidad.

Se dice, coloquialmente, que es difícil cambiar y lo cierto es que siempre estamos cambiando, es un proceso celular. Lo que pasa es que tememos la transformación, la evolución. Tememos al más allá

Manolo dijo...

“Ese órgano que en apariencia separa el mundo exterior…” Se está refiriendo a nuestra piel y, en lugar de decir que separa el mundo exterior de nuestro interior, dice que separa el mundo exterior. Como si el interior de nuestro cuerpo también formara parte de ese mundo exterior. Primero creí que era un error de expresión. Pero, ¿y si no lo es, y dice lo que quiere decir? Sabemos que el mundo exterior influye decisivamente en nuestro funcionamiento biológico. Por la respiración, la alimentación, los sentidos y tantas otras cosas. También sabemos que la piel, como cualquier estructura material compuesta por átomos, es enormemente porosa. Casi todo es vacío. Por tanto, si bien nuestro organismo estará compuesto por muchas sustancias incapaces de atravesar la piel, es probable que haya otras muchas sustancias, energías o como lo queramos llamar (muchas aún desconocidas para la ciencia), que atraviesen la piel sin dificultad. Unas y otras determinarán el funcionamiento de nuestros órganos. Pero eso no significa que nuestros órganos estén “fuera”. Ahora bien, en el mundo de la informática ¿para qué sirve el hardware sin el software? Y en nuestra biología ¿para qué sirven nuestros órganos sin las reacciones químicas, eléctricas, energéticas, etc., que les dan vida? Entiendo, por tanto, que no se pueda hablar de “dentro” y de “fuera” en el funcionamiento de nuestra biología. Y menos aún si hablamos de pensamientos, de sentimientos, de sensaciones, de consciencia, de los sueños, etc. De cosas que ni siquiera la ciencia sabe cómo funcionan ni dónde se localizan.

Si lo que tenemos dentro de nuestro cuerpo es parte del mundo exterior, ¿qué es y dónde está nuestro mundo “interior”? Entiendo que cuando escribo en mi ordenador, tanto el hardware como el software son mis herramientas, y yo no estoy dentro de ellas. Del mismo modo, entiendo que mi yo no tiene porque estar encerrado dentro de mi cuerpo. Es más, puede que mi realidad como ser humano comprenda mi cuerpo físico y otros “cuerpos”, o planos de existencia, que no vea. Y que esos “cuerpos” se extiendan mucho más allá de mi cuerpo físico. Puede que, en este tema, los conceptos de exterior e interior no tengan nada que ver con nuestra anatomía. Por la limitación de mis conocimientos yo apuntaría a nuestros niveles de consciencia. Aunque quizás los tiros vayan por otro lado. Hay quienes hablan de la hiperconsciencia, de la supraconsciencia y de cosas así. ¿Seremos acaso como esas muñecas rusas, que siempre hay una dentro de otra? ¿Nos pasará a nosotros como dicen que les pasa a las abejas, donde la identidad real reside en la colmena, en el conjunto de las abejas, y no en cada una de ellas?

Afrodita dijo...

Siempre que he leído la frase he interpretado “ese órgano que en apariencia nos separa del mundo exterior”, aun teniendo plena consciencia de estar incorporando palabras que no están ahí escritas; y lo he dado por bueno sin mayor complicación.
No es sin embargo descartable el que existan interpretaciones más elaboradas; y entendiendo que no es descartable me viene a la memoria (lástima que no lo puedo repetir como era y ni siquiera de manera aproximada) algo que leí en un numero antiguo de la revista Ananda en la que se decía (más o menos, ya digo) que el piloto no es su avioneta.
Puestos a hilar fino tal vez las personas no debiéramos pronunciar nunca la palabra “yo” porque, me pregunto, ¿a “qué”, exactamente, de nosotros nos estamos refiriendo cuando decimos “yo”?
“Estoy triste”.
“Me duele una muela”.
“Tengo hambre”.
“Tengo miedo”.
Son sólo ejemplos de sentires que, por su propia naturaleza, no parece que puedan localizarse en el mismo “yo” que fantaseo como una especie de desdoblamiento entre el verdadero, íntimo, auténtico, al que de algún modo que no se expresar “me debo” y, eso otro, más inmediato y corporal, al que “me doblego”.
Parece, en cierto modo, como si ambos yoes funcionasen a veces como cómplices y, otras veces, como enemigos empecinados en… fastidiarse mutuamente.
Hay teorías, parece que no formuladas a tontas y a locas, que sostienen que enfermedades del cuerpo (muy específicamente del cuerpo, con biopsias y todo tipo de certificaciones que parecen fiables) tienen su origen en problemas o conflictos emocionales mientras que (y es algo que todos hemos comprobado en algún momento) una dolencia puramente física, o incluso en apariencia casi del todo ajena (como pueda ser, por poner un ejemplo, cualquier carencia de índole enteramente material) termina dañando nuestra psique.
Así que, sí. Parece bastante creíble que hay un “yo” interno y, quizás, el auténtico; y otro, más reconocible, más a flor de esa piel en la que por unos días nos demoramos. Este segundo yo, sería, supongo, o será, la avioneta de la que leí en Ananda.

José dijo...

En interesante paralelo Afrodita y Manolo tocan asuntos de mucho interés, el yo, el otro y lo otro. Ya Ulises hablaba de la vida y de la muerte, de las células y de su comunicación o interacción. Despertaba Ulises la curiosidad y más adelante Antipodas y M.A se metían en los entrecijos del nacimiento y de la muerte. Ana, los sonidos y la cuántica. La voz de los espejos.

De repente Manolo toca la aldaba y, con acento claro, pregunta, algo así como, si nuestra identidad esta en la colmena. Poéticamente uno puede decir que mira en los ojos del otro el brillo de la vida o que en sueños tu voz despierta mis verdaderos días. Quien somos sin los otros y lo otro?. La consciencia, la inconsciencia, el colectivo, el alma, el lenguaje, el espacio, el tiempo.

Cuando tocamos, la huella del otro se vuelve nuestra huella. La piel delata el pulso del corazón, las caricias alivian el dolor, arrullan el destino.

Y la vida y la muerte donde pisan sus fronteras?. Las imagenes de la noche son las sombras del día o el día es su paso, su tacto?. la pregunta de Manolo tiene, quizás, una respuesta, la nuestra.

Mariar dijo...

Diríase que nuestra piel es el libro de nuestra propia vida abierto a todas las miradas, un libro que cuenta una historia que quizás sólo unos pocos pueden entender y los demás percibamos sin poderla decodificar ; pero los mensajes grabados siguen latiendo y acompañando los nuevos recorridos, incidiendo en todos los posibles futuros surcos.
Y pensamos que el mundo exterior – todo lo que creemos ajeno a nuestro cuerpo, envolturas y mente – está fuera de lo que consideramos nuestro interior. En mi opinión debe ser muy poco lo que creemos sostiene nuestra identidad, de hecho, a nivel únicamente de materia parece que somos un pequeño punto, si esto es así, no creo que haya separación alguna entre ambos mundos y mucho menos a nivel piel, que sería ese material poroso que permite el paso en ambas direcciones, alimentándose y alimentando desde el propio canto individual la armonía global de ese único corazón que nos sustenta.
Entiendo que el autor sugiere que en cada piel está escrita la vida, la que vamos anotando con nuestro recorrido e incluso las posibilidades futuras, todo lo que pulsa y no somos capaces de reconocer, al estar secuestrados por ese yo – la avioneta -. al que se refiere Afrodita, que en mi opinión es la suma de todas las actitudes de supervivencia que decidimos aprender y que forman la personalidad superficial.
Recuerdo una frase que siempre me pareció misteriosa: ” Lo más profundo de la realidad está en su superficie”, puede que venga al caso.

Salva-sea-la-parte dijo...

En primer lugar no sé si Aventurero se ha equivocado en la tranripión, o si el autor, efectivamente, se refiere en 2.2. -final- a "los almarios de las emociones". ¿O debería ser a "los armarios de las emociones?, que suena a menos virtual, sin menospreciar que las emociones tengan merecidamente sus almas particulares.
En segundo lugar, algúnn sabio en ésto de las marcas corporales producto de las vivencias pero sobre todo de las insapiencias, ha dejado dicho que:
"Si conseguimos vivir el cuerpo en profundidad y atención permanente, libre de la actividad mental, entramos en el "más allá" del cuerpo. Las raíes de nuestras deficiencias, o del desarrollo personal, se encuentran muchas veces lejos de lo racional o visible."
Y agrega:
"La auto-hetero ayuda depende en buena parte de las actitudes corporales,sean estas de agilidad,sosiego,respiración libre o de retención en las posturas, movimientos, y tono muscular."
Veo en esto similitudes de planteamiento inicial con los textos aquí citados en 2.2. y 2.3.
Sálva sea la parte, claro.

Anónimo dijo...

En relación a lo que comenta Manolo respecyo al papel delimitador/definidor del órgano PIEL como necesario envoltorio aglutinador/separador, y espacio planar periférico del conjunto "dentro" repecto del espacio "fuera", que sin PIEL no sobreviviríamos, pero quizás existiríamos, aunque hay casos totales o parciales contradictorios. Y que como en todo tipo de artes, LA PIEL ejerce de captador globalizado microfuncional no estructural, al mismo tiempo que de definidor formal derivado.
Coincido con él en que "el dentro" puede estar "fuera", pero estrechamente vinculado.

Alborada dijo...

comparto en lo posible lo que argumenta o transribe Salva-sea-la-parte acerca de las potenialidades de la piel y el cuerpo. En algún lugar o conferencia alguien contó algo parecido y desde las notas vagas que tomé entonces traslado algunas reflexiones que me parecen concomitantes.
"Lo que tu sientes ves, palpas de tu cuerpo, sentimientos,actitudes vitales, son los materialoes que se usarán para emprender la reconstrucción de lo no edificado, delo que ha sido desertizado o se ha sembrado de negatividad, rabia,sufrimiento, ansiedad, angustia, insatisfacción,terror, pánico, miedo,tendencia a la realización del"lapismo" el ser "chupòptero" "parasitar" y vivir a ostas del otro en toda relación. La experiencia del cuerpo vitalizado física y psíco emocionalmente nos abre las puertas a la salud, al encuentro con el equilibrio, desarrollo frustrado, la orfandad como prfesencia de vida"
Me parecen ahora palabras sabias acordes con el tema que aquí se trata: La puerta y barrera de la Piel. Sus rastros vivenciales.

Zascandil dijo...

En su comentario del 25 de Julio, Aquiles hace referencia a la forma en que las actitudes y vivencias de las personas favorecen que a una determinada edad cada uno tenga la cara que se merece.

Dicho comentario me lleva a pensar si somos capaces de leer ese supuesto "merecimiento" en los demás o nuestra interpretación de lo que percibimos no está muchas veces unido a un juicio de valor.

Quiero decir, si nos damos cuenta de que lo percibido, así a "bulto" por unos sentidos muy poco depurados, y todo ello luego filtrado por una razón temerosa de no encontrar referentes, no está a su vez influyendo en la imagen de los demás.

Intentaré explicarme: seguramente a la vez que observo y miro a alguien, con solo eso, estoy influyendo sobre la geografía de su piel, entre otras cosas, y a través de ella sobre su geografía interna también, mi mirada no es inocente, deja rastros.

Puede que además esos rastros estén influyendo en los microscópicos colonos que pueblan nuestra superficie corporal (aunque no solo), y con los que hemos establecido pactos de defensa (con unos) y pactos de no agresión (con otros), pactos que a veces se vuelven muy precarios.

Parece que nuestra piel constituye, además de una barrera selectiva y protectora entre el medio externo y el interno, una de las mayores posibilidades de sensorialidad que poseemos.

No carece de importancia el hecho de que esta piel nuestra proceda de la misma capa germinal primaria en el embrión que el sistema nervioso central, cerebro y médula espinal (ni más ni menos), es decir el principal integrador sensorial del organismo, desde donde la importante y enigmática estructura talámica hace de puente en el camino que siguen nuestros impulsos sensitivos hacia la corteza cerebral.

¿A lo mejor desde donde la enmascarada Kali (Pârvati, Durgâ, Maya..María) intenta continuamente indicarnos que no nos quedemos en los rastros, que lo importante está en el núcleo?

El Aventurero dijo...

Teniendo en cuenta que, durante el mes de agosto, muchos de los asiduos de este blog estaréis de vacaciones y con dificultad para participar como haceis habitualmente, hemos decidido que durante ese mes no vamos a publicar nuevos textos del libro que estamos comentando. Por tanto, el siguiente texto, el 2.4, saldrá publicado el 1 de septiembre y los textos 2.3 y 2.4 seguirán estando a la espera de nuevos comentarios durante el mes de agosto.

Neith dijo...

Por qué odiamos y sentimos celos? Si estamos unidos por el aire, por algo que no vemos, si andas a veces notas el peso de más o de menos, los hilos que nos unen tan frágiles y tan densos que se rompen y no notas qué estas dentro de esta tierra y océanos de cenizas e incienso de todos nuestros vivos y de todos nuestros muertos.

Mira, mira muy adentro hasta perderte y encontrarte de nuevo.
La piel que toca la mosca es mi piel, piel siente el calor de dentro o es que te has muerto.
Piel suave y rugosa de mapas de miedos que has de mirarlos para no olvidarte en ellos, piel de gallina de frió o de terribles historias que llegan a tus oídos, piel sin sangre al hacerse hielo, piel de amor con sabor a veneno, piel de oro en la tarde tengo, piel de huellas de enfermos, piel de rastro de chocolate de no haber amado, piel de olor a barbacoa pero es olor a muerto, piel de olor a lima, a canela y hierba buena, piel de olor a verano, piel de encuentro con el otoño,piel de cerrado en invierno, piel que nace en Abril de nuevo, piel que tira hasta abrirse por el que no ha nacido, piel resbaladiza del recien nacido, piel de pergamino expuesta en cualquier sitio, piel de tocar un bebe con el dulce rastro de haber mamado o piel al ser besado por un niño pegajoso de caramelo, piel de huella del suelo en el que me encuentro, piel de melocotón que pica en la cara y parece terciopelo, piel ya muy muy cansada, dolor de piel mil veces humillada, piel de tierra mojada, piel del que ama y ama en todos los tiempos y sin ellos, piel de piel mudada. La piel que siento no es mi piel, está mas haya del cuerpo cerca de todo, en un solo tiempo.
Encontré la piel de serpiente en una piedra enterrada.

Afrodita dijo...

Llevada de la nostalgia o la querencia entro en el blog sin esperar encontrar nada nuevo hasta el próximo miércoles; pero ahí está Neith con su primer comentario y, naturalmente, también el Aventurero publicándolo.
Ha sido una agradable sorpresa, un grato avance de la vida de invierno más serena, más asentada que la vida de verano en la que se tiene – tengo yo, al menos – no sé qué sensación de transitoriedad y de que las cosas no arraigan.
Bienvenidos todos los que vais regresando y a ver cómo entre unos y otros le vamos hincando el diente a los nuevos textos.
Besos

Servanda dijo...

He estado estos últimos días observando mi piel y otras pieles (de personas, se entiende) y verdaderamente me he quedado admirada, asombrada, fascinada.

Sin tinta, pero estoy completamente tatuada; mi piel es añosa y además de caminos y vericuetos tiene millones de estrellas. Para ser exactos más que tatuada mi piel está labrada, trabajada, llena de paisajes y mapas que no sé interpretar.

Pero como la imaginación me auxilia pienso que tanta estrella sólo quiere decir espejo del universo celestial, tan cuajado en las noches sin luna ¿tendré tantas también en mi bóveda craneal?. Me parece fascinante. Como el interrogante de cuántas pieles tenemos: la membrana celular ¿es un tipo de piel?, ¿la plasmática, la de los axones y los haces de axones?, ¿mis mucosas son otra piel diferente pero piel al fin y al cabo? Etc, etc, etc.

Y el aire que respiramos ¿no podría ser un tipo de piel de un organismo más amplio del cual formamos parte?.

No sé interpretar mis mapas, ni mis mares interiores, ni las memorias del aire, pero me pregunto ¿quién ha dibujado todo ésto en mí y fuera de mí, quién lo ha labrado y diseñado?

¿Seremos nosotros capaces de participar en un diseño maravilloso para que la piel tersa y lisa de nuestros niños tengan bellos caminos?

¿Se fundirán algún día nuestras pieles, llegará alguna humanidad que no precise tener una piel como la de ahora porque ya no precise ser acariciada ni respirada?

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