Textos recogidos del libro "49 RESPUESTAS A LA AVENTURA DEL PENSAMIENTO"
de Eduardo Pérez de Carrera publicados por el Aventurero.
Presentación
Un grupo de amigos hemos decidido poner en la red el libro, “49 RESPUESTAS A LA AVENTURA DEL PENSAMIENTO”, porque creemos que es especial. Su autor, Eduardo Pérez de Carrera, nos sugiere a lo largo de sus páginas nuevas formas de percibir nuestra vida, de entender la Historia, de interpretar la realidad que nos rodea. Nuestro propósito es convertir este sitio en un espacio abierto de reflexión donde tengan cabida todos los comentarios que se nos hagan llegar sobre lo que a cada cuál le sugieran o le hagan sentir los párrafos del libro. Nosotros nos limitamos a publicar cada quince días un nuevo párrafo y a invitaros a que participéis.
Páginas
1 mar 2010
Texto 1.13
1.13. “Pero hay influencias más significativas si cabe; cada pisada deja una huella en el pie al tiempo que en el suelo, cada acción incide en el mundo y en los referentes éticos, cada pensamiento transforma la piel, altera el sistema nervioso y dibuja una estrella en el iris de los ojos; la magnitud de influencia de cada uno de esos vectores que conducen a la realidad está determinada por la escala móvil de valores que establece la consciencia.”
15 feb 2010
Texto 1.12
1.12. "Las más insospechadas situaciones exógenas pueden motivar reacciones hormonales desde las que cambian las formas, los colores, y desde luego la importancia de cualquier suceso; quizá el error consista en pretender permanecer impávido ante cualquier acontecimiento."
1 feb 2010
Texto 1.11
1.11. “Son fronteras ambiguas, cambiantes, sujetas a modificaciones permanentes, a los infinitos matices que perfilan el estado de alerta. En definitiva, el hombre es víctima, o quizá tiene la fortuna de estar sometido a permanentes alteraciones de consciencia.”
NOTA DEL AVENTURERO
Teniendo en cuenta el nivel de participación que ha alcanzado este blog, creemos que no es necesario que sigamos siendo los que hagamos el primer comentario. Seguiremos participando, pero cada uno con su nombre o seudónimo. Como los demás. Por tanto, a partir de ahora tras el texto del libro el primer comentario será el del primero que nos lo envíe. Y todos seremos El Aventurero.
Muchas gracias por vuestra participación.
NOTA DEL AVENTURERO
Teniendo en cuenta el nivel de participación que ha alcanzado este blog, creemos que no es necesario que sigamos siendo los que hagamos el primer comentario. Seguiremos participando, pero cada uno con su nombre o seudónimo. Como los demás. Por tanto, a partir de ahora tras el texto del libro el primer comentario será el del primero que nos lo envíe. Y todos seremos El Aventurero.
Muchas gracias por vuestra participación.
15 ene 2010
Textos 1.9 y 1.10
1.9. "Hay algo que ya habían descubierto los hombres que han buscado la sabiduría en todos los tiempos: “los sentidos sólo abarcan una pequeña parte de aquello que se dice que existe”; hoy se sabe que el arco electromagnético que es percibido por los sentidos convencionales se limita a una mínima porción del espacio definido por la descomposición del arco iris."
1.10 "La capacidad del ojo humano llega a su máxima longitud de onda perceptiva con la vibración del color rojo, y la mínima con el violeta. Esta vibración micrónica del mundo físico está de manera constante definiendo el mundo que cada uno ve, que además, como sabemos, es diferente al de los demás. Cualquier vibración superior a la captación del ojo se escapa de la capacidad perceptiva de la consciencia, al menos así parece; allí empieza el infinito y misterioso campo de los infrarrojos; de forma similar parece ocurrir con las vibraciones inferiores al violeta, adentrándose en el espacio mágico de los ultravioletas. Decían los egipcios que el Sol anunciaba la mañana en rojo y se despedía por occidente, dejando en el crepúsculo, a medida que avanzaba hacia el fin de la Tierra, una manta violeta. De manera similar a la vista sucede con el resto de los órganos perceptivos que definen el mundo exterior."
COMENTARIO
Todo lo físico, lo fenoménico, es vibración; todo está en movimiento. Todo son ondas que se expanden hasta el límite del tiempo.
Dice la física convencional que la luz roja y la violeta, igual que sucede con todas las luces del arco iris y las demás radiaciones del espectro electromagnético, recorren el espacio-tiempo a la velocidad de la luz. Todas viajan a la misma velocidad pero todas son diferentes, cada una tiene su ritmo.
El rojo vibra con calma pero recorre largas distancias, mientras que el violeta tiene que vibrar muchas más veces para desplazarse lo mismo. Uno avanza con pasos largos y pausados, mientras que el otro viaja con pasos cortos y rápidos. Dos ritmos diferentes para llegar, a la vez, al mismo punto. Y entre ambos, el naranja, el amarillo, el verde, el azul y el añil combinan, cada uno a su manera, el espacio con la frecuencia.
El día comienza en rojo y termina en violeta. Como si todo se acelerara, a medida que el Sol se aleja de oriente, para compensar con rapidez lo que se pierde en recorrido.
Hay una compleja relación entre la luz y el pensamiento, una red todavía confusa de procesos en los que están implicados la glándula pineal, la melatonina (la hormona de la noche), la melanina, el calcio y la piezoelectricidad. Lo cierto es que pensamos diferente según la luz que nos llega, lo evidente es que necesitamos la noche para que el violeta vuelva a encontrarse con el rojo.
1.10 "La capacidad del ojo humano llega a su máxima longitud de onda perceptiva con la vibración del color rojo, y la mínima con el violeta. Esta vibración micrónica del mundo físico está de manera constante definiendo el mundo que cada uno ve, que además, como sabemos, es diferente al de los demás. Cualquier vibración superior a la captación del ojo se escapa de la capacidad perceptiva de la consciencia, al menos así parece; allí empieza el infinito y misterioso campo de los infrarrojos; de forma similar parece ocurrir con las vibraciones inferiores al violeta, adentrándose en el espacio mágico de los ultravioletas. Decían los egipcios que el Sol anunciaba la mañana en rojo y se despedía por occidente, dejando en el crepúsculo, a medida que avanzaba hacia el fin de la Tierra, una manta violeta. De manera similar a la vista sucede con el resto de los órganos perceptivos que definen el mundo exterior."
COMENTARIO
Todo lo físico, lo fenoménico, es vibración; todo está en movimiento. Todo son ondas que se expanden hasta el límite del tiempo.
Dice la física convencional que la luz roja y la violeta, igual que sucede con todas las luces del arco iris y las demás radiaciones del espectro electromagnético, recorren el espacio-tiempo a la velocidad de la luz. Todas viajan a la misma velocidad pero todas son diferentes, cada una tiene su ritmo.
El rojo vibra con calma pero recorre largas distancias, mientras que el violeta tiene que vibrar muchas más veces para desplazarse lo mismo. Uno avanza con pasos largos y pausados, mientras que el otro viaja con pasos cortos y rápidos. Dos ritmos diferentes para llegar, a la vez, al mismo punto. Y entre ambos, el naranja, el amarillo, el verde, el azul y el añil combinan, cada uno a su manera, el espacio con la frecuencia.
El día comienza en rojo y termina en violeta. Como si todo se acelerara, a medida que el Sol se aleja de oriente, para compensar con rapidez lo que se pierde en recorrido.
Hay una compleja relación entre la luz y el pensamiento, una red todavía confusa de procesos en los que están implicados la glándula pineal, la melatonina (la hormona de la noche), la melanina, el calcio y la piezoelectricidad. Lo cierto es que pensamos diferente según la luz que nos llega, lo evidente es que necesitamos la noche para que el violeta vuelva a encontrarse con el rojo.
1 ene 2010
Texto 1.8
1.8 “¿Qué es la realidad?, ¿qué es el mundo real?; parece una cuestión sin respuesta, pero sólo son los sucesos sujetos a espacio tiempo vistos por los ojos del Rey e impuestos a los súbditos como únicos posibles. De manera que alguien que definiera o imaginara la realidad como un espacio fijo ante un tiempo cambiante, estaría sometiéndose a la voluntad del Rey, sin reparar que con ello se enfrenta a todas las leyes descubiertas por la Física, la Matemática o la Filosofía.”
COMENTARIO
Imaginemos una conjunción de múltiples posibilidades, y no una vertebración infinita de las múltiples imposibilidades, i.e: algo así como el aleteo de cada uno de los destellos de la fluorescencia humana y una matriz "desviada" oculta en el alquitrán sobre el que reposa una orquídea.
La buena nueva; que la maquinaria político - social y su consensus emocional podría llegar a ser tan virtual como la actual y posibles futuras crisis podrían apuntar. Que la colisión a media altura propia de la perturbadora matriz dominante y su geometría de esclusas sólo definen los caprichos del real paseante ocioso: el cultivador de orquídeas.
Debussy apuntó que la música es el espacio entre las notas; es posible que cualquier rápido parpadeo de ausencia doblegue dulcemente la fija mirada de la presencia "real".
Es posible que cobre existencia la poesía de los números y desbanque a la matemática de los "boarding - meetings".
Deseable que en un futuro próximo nuestros alunizajes no se produzcan en el centro geométrico de un Estadio de football.
Parece que una "fotosíntesis" del pensamiento diferente a la predominante sería sin duda la pirueta bastarda del sistema. Y cierta analítica trascendental o metafísica de las costumbres, etc... se convirtieran en asuntos habituales entre los seres humanos.
En cualquier caso, espacios y tiempos diferentes apuntan a matrices mucho más complejas. A recuerdos futuros, a cruces de caminos, a geometrías variables; una "climatología" en la que la atención propia nunca sería suficiente.
COMENTARIO
Imaginemos una conjunción de múltiples posibilidades, y no una vertebración infinita de las múltiples imposibilidades, i.e: algo así como el aleteo de cada uno de los destellos de la fluorescencia humana y una matriz "desviada" oculta en el alquitrán sobre el que reposa una orquídea.
La buena nueva; que la maquinaria político - social y su consensus emocional podría llegar a ser tan virtual como la actual y posibles futuras crisis podrían apuntar. Que la colisión a media altura propia de la perturbadora matriz dominante y su geometría de esclusas sólo definen los caprichos del real paseante ocioso: el cultivador de orquídeas.
Debussy apuntó que la música es el espacio entre las notas; es posible que cualquier rápido parpadeo de ausencia doblegue dulcemente la fija mirada de la presencia "real".
Es posible que cobre existencia la poesía de los números y desbanque a la matemática de los "boarding - meetings".
Deseable que en un futuro próximo nuestros alunizajes no se produzcan en el centro geométrico de un Estadio de football.
Parece que una "fotosíntesis" del pensamiento diferente a la predominante sería sin duda la pirueta bastarda del sistema. Y cierta analítica trascendental o metafísica de las costumbres, etc... se convirtieran en asuntos habituales entre los seres humanos.
En cualquier caso, espacios y tiempos diferentes apuntan a matrices mucho más complejas. A recuerdos futuros, a cruces de caminos, a geometrías variables; una "climatología" en la que la atención propia nunca sería suficiente.
15 dic 2009
Texto 1.7
1.7 “Pero es posible que el hombre sólo pretenda aun desde el modelo la transformación de su propio modelo, y aún sea útil la reflexión de que el objetivo es la transformación del hombre mismo, la ocupación progresiva de los espacios vacíos de su propia consciencia”
COMENTARIO
¿A qué llamamos vacío?
Probablemente a aquello que aún no hemos conquistado. Si como afirma la física creemos que el espacio-tiempo es un binomio inseparable, un espacio vacío solo sería un tiempo vacío.
¿Qué son los espacios vacíos de nuestra consciencia? ¿Qué se oculta a nuestros sentidos mientras transcurre el tiempo? Quizás sea que tenemos que acercarnos a ese vacío con la seguridad de que su contenido se manifestará si nos desligamos de la obsesión de añadirlo a la realidad conocida.
Quizás, si dejamos de recorrer el laberinto al revés, entremos en otro laberinto donde surjan los mecanismos que nos conecten con leyes que superan el convencionalismo de la ética y la razón binaria. Eso sería dar un paso en la consciencia, pisar con firmeza un vacío lleno de interrogantes.
COMENTARIO
¿A qué llamamos vacío?
Probablemente a aquello que aún no hemos conquistado. Si como afirma la física creemos que el espacio-tiempo es un binomio inseparable, un espacio vacío solo sería un tiempo vacío.
¿Qué son los espacios vacíos de nuestra consciencia? ¿Qué se oculta a nuestros sentidos mientras transcurre el tiempo? Quizás sea que tenemos que acercarnos a ese vacío con la seguridad de que su contenido se manifestará si nos desligamos de la obsesión de añadirlo a la realidad conocida.
Quizás, si dejamos de recorrer el laberinto al revés, entremos en otro laberinto donde surjan los mecanismos que nos conecten con leyes que superan el convencionalismo de la ética y la razón binaria. Eso sería dar un paso en la consciencia, pisar con firmeza un vacío lleno de interrogantes.
1 dic 2009
Texto 1.6
1.6 "Esa definición de realidad no sería el conjunto de lo existente sino de lo que el hombre percibe, una serie de descubrimientos transmitidos como conocimientos y soportados por una sucesión de cultos, ritos y ceremoniales que forman el entramado o la red de la cultura; y encima de esa trama es sobre la que se teje el modelo social".
COMENTARIO
En este párrafo se descubre algo esencial: el modelo social se apoya en el entramado de lo que llamamos cultura. En el pensamiento común se asocia la cultura con un valor positivo que debe cuidarse, fomentarse y conservarse. Pocas veces se hace el planteamiento de que quizá la cultura esté sirviendo de soporte argumental, de justificación, a un modelo social que se resquebraja.
En general, denominamos cultura al conjunto de conocimientos y valores comúnmente aceptados en una determinada sociedad. La cultura se transmite de generación en generación y se impone a todo hombre a través de la educación. De este modo se enseña a cada persona a creer que percibe exactamente lo mismo que todos los demás: se va tejiendo así en la consciencia del hombre la maya de lo que llamamos “realidad”, que no es sino lo que ha definido como tal poder dominante en un modelo social. De este modo cada hombre termina por creer que es lo que percibe de sí mismo y que lo que percibe es toda la realidad.
Parece claro que la cultura debería ser lo contrario: la asunción de la experiencia de quienes nos han precedido como impulso hacia la frontera de nuestras consciencias. La cultura así rompería con el modelo y se acercaría a su verdadera vocación poética y científica. La cultura así abriría fronteras a la consciencia y no se limitaría a estabular el pensamiento en estrechos espacios donde sólo se pare frustración e infelicidad.
La percepción de una mayor porción de realidad en buena medida depende de una radical transformación de la educación. Una educación que invite al hombre a plantearse interrogantes, a percibir su propia ignorancia, y a partir de ahí a impulsarse hacia nuevos conocimientos. Una educación que cuide las diferencias esenciales entre cada individuo, como el tesoro que cada uno ha de aportar.
Es cierto que lo que genéricamente denominamos cultura esconde sus perlas: auténticas poesías, obras de arte y actitudes científicas, nos invitan contínuamente a romper las fronteras de lo que nos han ido grabando como única realidad posible. Sin embargo, en la llamada sociedad de la información, por cultura también se entiende un espeso conglomerado de datos y vacíos dichos populares colocados al servicio de la justificación de un modelo (“más vale pájaro en mano” es una expresión arraigada profundamente que encarcela a nuestro espíritu aventurero y nos dificulta el planteamiento de las interrogantes que nos impulsen hacia otra forma de conocimiento). Por desgracia, la educación está hoy más relacionada con esta cultura al servicio del poder, que con aquélla que, en forma de pregunta, lanza una flecha de libertad hacia la frontera de lo conocido.
Pero por mucho que el modelo o el poder se esfuercen en disfrazar de única realidad a lo que ahora percibimos, nunca podrá silenciar el impulso de los sabios, la vocación de conocimiento científico o el canto liberador del poeta. Como recuerda el autor, “ninguna luz es inútil ni queda secuestrada para siempre”.
COMENTARIO
En este párrafo se descubre algo esencial: el modelo social se apoya en el entramado de lo que llamamos cultura. En el pensamiento común se asocia la cultura con un valor positivo que debe cuidarse, fomentarse y conservarse. Pocas veces se hace el planteamiento de que quizá la cultura esté sirviendo de soporte argumental, de justificación, a un modelo social que se resquebraja.
En general, denominamos cultura al conjunto de conocimientos y valores comúnmente aceptados en una determinada sociedad. La cultura se transmite de generación en generación y se impone a todo hombre a través de la educación. De este modo se enseña a cada persona a creer que percibe exactamente lo mismo que todos los demás: se va tejiendo así en la consciencia del hombre la maya de lo que llamamos “realidad”, que no es sino lo que ha definido como tal poder dominante en un modelo social. De este modo cada hombre termina por creer que es lo que percibe de sí mismo y que lo que percibe es toda la realidad.
Parece claro que la cultura debería ser lo contrario: la asunción de la experiencia de quienes nos han precedido como impulso hacia la frontera de nuestras consciencias. La cultura así rompería con el modelo y se acercaría a su verdadera vocación poética y científica. La cultura así abriría fronteras a la consciencia y no se limitaría a estabular el pensamiento en estrechos espacios donde sólo se pare frustración e infelicidad.
La percepción de una mayor porción de realidad en buena medida depende de una radical transformación de la educación. Una educación que invite al hombre a plantearse interrogantes, a percibir su propia ignorancia, y a partir de ahí a impulsarse hacia nuevos conocimientos. Una educación que cuide las diferencias esenciales entre cada individuo, como el tesoro que cada uno ha de aportar.
Es cierto que lo que genéricamente denominamos cultura esconde sus perlas: auténticas poesías, obras de arte y actitudes científicas, nos invitan contínuamente a romper las fronteras de lo que nos han ido grabando como única realidad posible. Sin embargo, en la llamada sociedad de la información, por cultura también se entiende un espeso conglomerado de datos y vacíos dichos populares colocados al servicio de la justificación de un modelo (“más vale pájaro en mano” es una expresión arraigada profundamente que encarcela a nuestro espíritu aventurero y nos dificulta el planteamiento de las interrogantes que nos impulsen hacia otra forma de conocimiento). Por desgracia, la educación está hoy más relacionada con esta cultura al servicio del poder, que con aquélla que, en forma de pregunta, lanza una flecha de libertad hacia la frontera de lo conocido.
Pero por mucho que el modelo o el poder se esfuercen en disfrazar de única realidad a lo que ahora percibimos, nunca podrá silenciar el impulso de los sabios, la vocación de conocimiento científico o el canto liberador del poeta. Como recuerda el autor, “ninguna luz es inútil ni queda secuestrada para siempre”.