Textos recogidos del libro "49 RESPUESTAS A LA AVENTURA DEL PENSAMIENTO"
de Eduardo Pérez de Carrera publicados por el Aventurero.
Presentación
Un grupo de amigos hemos decidido poner en la red el libro, “49 RESPUESTAS A LA AVENTURA DEL PENSAMIENTO”, porque creemos que es especial. Su autor, Eduardo Pérez de Carrera, nos sugiere a lo largo de sus páginas nuevas formas de percibir nuestra vida, de entender la Historia, de interpretar la realidad que nos rodea. Nuestro propósito es convertir este sitio en un espacio abierto de reflexión donde tengan cabida todos los comentarios que se nos hagan llegar sobre lo que a cada cuál le sugieran o le hagan sentir los párrafos del libro. Nosotros nos limitamos a publicar cada quince días un nuevo párrafo y a invitaros a que participéis.
Páginas
15 abr 2010
Texto 1.16
1.16 "Bolas de ceniza de antiguas hogueras taponan los oídos e impiden escuchar el silbo de los ángeles. Porque hay un ángel que porta una copa para fundir los miedos y lavar la sangre para regar nuevos paisajes. Y acecha un traidor que tiene tu misma cara y tu mirada de hace un momento, un clon que ocupa el espacio de donde vienes, que quiere que te pares, que te detengas, que pretende que sigas siendo él, que le da terror desaparecer."
50 comentarios:
Malos recuerdos de viejas vivencias, verdades que lo parecen a fuerza de repetirlas enturbian nuestro entendimiento y ofuscan nuestros sentidos. Y aunque seguimos moviéndonos entre magos y dragones, y entre ángeles y hadas, ya no podemos reconocerlos.
Porque hay un trovador que le canta a una dama, hay un alquimista que nos habla de transformación, hay un caballero que protege los secretos de una cueva y hay un mensajero, que nos recuerda que no estamos solos, que las claves se encuentran en el aire, que la sangre se renueva con cada respiración. Y todos nos hablan de aventura, de una larga marcha en busca del grial.
Un confuso camino a través de un laberinto de espejos, de espejismos, de imágenes miles de veces reflejadas de cómo estuvimos alguna vez. Una travesía por un mar de cristales, entre voces de sirenas, que nos dicen “quédate”.
El autor parece referirse a los recuerdos y miedos que nos atenazan desde los momentos de terribles combustiones, y que nos impiden estar atentos al nuevo espíritu que pretende limpiarlos. Pero se enfrenta a ese uno de nosotros que teme rompamos con nuestros antiguos miedos. A veces preferimos dejarnos convencer por nuestros ocultos enemigos que embarcarno en nuevos caminos de limpieza. Uno cree que todo había sido organizado al dejar la adolescencia para comprender más tarde que las cargas iniciales siguen sin resolver-limpiar. Afrontamos con temor y cobardía el camino de nuestra redención.
Supongo que el autor se refiere al mito del buen/mal amigo auspiciado por nuestros miedos a cambiar de perspectivas vitales. Hemos sido cargados de miedos y contradicciones que se revelan a la hora de afrontar nuevos posicionamientos vitales. Siempre hay alguien oscuro, quizás nosotros mismos, que lucha para que no evolucionemos, o seamos capaces de escuchar las voces que intentan liberarnos.
El artista Nacho Criado, último Premio Nacional, fallecido la pasada semana, titulaba a una de sus obras algo así como "la memoria es la estrategia del tiempo". Pienso que quizá el autor nos propone ser unos estrategas del futuro, convertinos en poetas siguiendo la definición de Cocteau "El poeta es alguien que se acuerda del porvenir".
Habrá que intentar todo, pienso yo, menor ser un clon, palabra que me recuerda a clwon, ambos dos un poco cómicos o patéticos en su seriedad.
Mientras tanto no se es poeta, yo preguntaría al autor¿Habrá que conformarse con el sentimiento de la melancolía, esa profunda tristeza del recuerdo de lo que nunca fué o, quizá, de lo que aún no ha sido?
El traidor es uno mismo. A cada instante, en cada resquicio. Nace en el ruido ensordecedor, en la luz cegadora, y en la estridencia de la comodidad. Nace donde se pierde el sentido de los sentidos. Y en la hipnosis de ese otro que busca víctimas y culpables y reduce el pensamiento a un monologo obsesivo. Acecha en la pulsión, en el cansancio, y en los momentos que anegamos el alma para que no vibre, para que no viva. Sí, es así, es un clon que nos reemplaza y al que le damos pábulo y nombre, y lo llamamos YO. Para afirmar a renglón seguido, YO SOY ASÏ. Y el otro, el que nos espera, con el que nacimos, ahogado, sin poder respirar la sangre busca el ángel que porta la copa para fundir los miedos. ¿Qué hay en esa copa? Quizás una carcajada y sus ecos oscuros resuenan en los cádaveres sacrificados de cada paisaje que nace.
Como cada vida,
el sueño de las nubes
viene a verme.
Vierten el cielo en mis ojos,
tu mirada se detiene
sin alcanzarme,
un olor a espuma cae
sobre mis hombros
y yo giro en redondo buscando
una pregunta
crucial.
Pero ¿cómo se dice qué?
¿O dónde?
Estupor de estar muerto sin haber nacido.
Lluvia ahora de destellos
luces
dentro de mi cabeza.
Una tonta felicidad sin nombre.
Y ya no me despierto.
Antiguas hogueras. Me recuerda a aquellas hogueras en las que fueron quemados quienes osaron buscar verdades más allá de las doctrinas oficiales. Hogueras similares existen en la memoria de cada uno. Guardan relación con momentos en los que nos permitimos aventurarnos fuera de los mundos transitados y conocidos, en que nos permitimos ser “herejes” del pensamiento dominante. Esas experiencias dejan recuerdos de temor. Temor por el precio pagado por nuestras transgresiones del “orden establecido”. Son miedos que nos recuerdan que hay poderosas razones, construidas con argumentos mayoritarios, realistas y prudentes, que nos persuaden a seguir viviendo “como debe ser”. Cualquiera podemos identificarlos.
¿Y el silbo de los ángeles? ¿Podemos identificarlo? Para mí que son esos impulsos que nos llevan a soñar con una vida “distinta”, con una que nos merezca la pena haber vivido, cuando nos llegue el momento de mirar hacia atrás y recapitularnos. Son impulsos más o menos fugaces y conscientes. No sé si vienen susurrados por esos ángeles de los que habla el autor, o por un deseo que tenemos innato de ser más felices. Pero no de ser razonablemente felices, si no de serlo “a tope”. Entiendo que esos impulsos nos invitan, de una u otra forma, a soñarnos, a explorar nuevas fórmulas para crecer en nuestra vida; a no tener tanto miedo a las equivocaciones y fracasos, a los juicios propios y ajenos. A las hogueras, en definitiva. ¿Contra qué clase de muro se estrellan esos impulsos? No tengo claro de qué está construido ese muro, pero desde luego parte de sus materiales son las convicciones que nos hemos ido forjando, la forma de “interpretar” el mundo que nos rodea. Y también nuestros referentes sentimentales, las opiniones y el afecto de las personas claves para nosotros. En definitiva, supongo que ese muro es el estado con el que identificamos nuestro “yo”. Que es, también, a lo que supongo que se refiere el autor cuando habla del traidor.
Así pues, ¿quién soy yo más, el héroe que quiere crecer o el traidor que quiere “dejarse de complicaciones” y parar?
Durante un tiempo, que me pareció eterno, viví aturdido al comprobar que no era yo quien era, sino que habitaban en mí más de lo que quería admitir. Al principio lo identificaba como “fuerzas” o “energías” ajenas que rondaban por entre la realidad circundante o esencial. El susto se produjo cuando empecé a pensar si aquello otro, podía ser tan yo como yo mismo, y que el juego consistiría en la parte de ti que ponías y depositabas en eso que llamamos “yo”. Supe que no podía permitir desintegrarme, por lo menos aún.
Compañeros, moribundos compañeros
¿A quiénes servís con vuestras lanzas de flores marchitas?
¡Cuánta lluvia ha de correr aún para ablandar las máscaras!
¡Cuántas campanadas han de sonar en el eco de las nubes!
Tras correr los aires, los paisajes se entretenían en cambiar en diferentes tipos según el estilo perceptivo que se iba aplicando a cada instante. Dejé de preocuparme de entender, girando hacia mí la mirada. Y averigüé algo en el propósito: el secreto está en el bucle que une los dos círculos del primer ocho, porque a la pantalla externa hay que darle masajes al instante, antes que sus imágenes asesten las puñaladas que vulneren o hieran tu intimidad. Trabajo y más trabajo por hacer.
Súbitamente cesó mi interminable sollozo, ese que me acompañaba desde hacía tanto tiempo, y que tantas y tantas veces también oía a lo demás clamar en su monótona letanía cotidiana.
De entre el fruto de la nada apareció mi mejor Compañero de viaje, susurrando siempre, impoluto y cordial, tragando vida a bocanadas ingrávidas, contagiando sus frugales chispas incesantes, trasparentes y oscuras en sueños de luz, al ritmo misterioso e indecente de la flauta simple y simpática que hipnotiza el andar.
Te miro, y veo las yemas de los vértices erectos resbalando sobre los oídos alegres.
Ya casi me he convencido de abandonar las ropas usadas en las batallas antiguas.
El texto me hace pensar en el aire, el sonido y la respiración, y en como todo ello se encuentra mediatizado por la razón.
La sangre en nuestro organismo recorre un circuito donde continuamente sube en busca de los pulmones cargada con información recogida en nuestras células, para desde allí lanzarla al exterior e intercambiarla por un nuevo oxígeno con nuevos mensajes y elementos que aportar a nuestros mundos internos.
Creo que ésto supone una transformación orgánica y bioquímica constante, no parece que en ningún momente estemos de la misma nanera que en el instante anterior.
Estos cambios se producen velocidades y niveles tan sutiles para que los que seguramente todavía no estamos preparados para su rápida identificación.
Pero ello tampoco parece justificar que la percepción de nosotros mismos y de nuestro entorno tenemos permanezca tan innamovible y que apenas se resienta lo más mínimo bajo pena de "depresión".
De hecho nuestra espléndida razón parece estar ahí dispuesta a recoger cualquier cambio o posiblidad de transformación percibida para encajarla inmediatamente y devolverlo todo a "su sitio", aunque éste haga tiempo que desapareció.
Así también cuando devolvemos el aire al exterior en forma de lenguaje hablado, sucede que muchas veces no nos reconocemos en su sonido, es como si un intruso lo hubiese manipulado al salir de nuestro cuerpo.
También recibimos el sonido que nos llega de fuera centrando la atención, la mayor parte del tiempo, solo en aquéllo que parece satisfacer nuestros intereses o deseos, a veces solo oímos lo que queremos oír, y dejamos escapar mensajes y vibraciones que igual nos cambiaban muchas cosas.
¿Es posible que intentar trascender los límites impuestos por la razón pasen en algún momento por prestar más atención en cómo damos y recibimos el aire que respiramos, en cómo lo hablamos, en cómo lo escuchamos?
Al hilo del comentario de "Anónimo", en el fondo y pese a mi personal querencia por la melancolía, siempre ronda al acecho, en cada instante, la carcajada liberadora que rompe los esquemas al clon y desdibuja al traidor (uno de los peores delincuentes).
Me ha parecido muy oportuno el comentario de "Anónimo".
Hago, por la cosa del entretenimiento, esta observación: Dos de las palabras que aparecen en mi texto vienen recogidas en esta preciosa estrofa de Miguel Hernández "Una querencia tengo por tu acento, una apetencia por tu compañía y una dolencia de melancolía por la ausencia del aire de tu viento".
En este párrafo el autor habla del miedo y del tiempo.
El tiempo es una concepción abstracta a la que se ha acordado una medición cronológica y se divide en lo pasado, en lo presente y en lo futuro. En realidad el tiempo, nuestro tiempo, es siempre futuro pero tiene consciencia de pasado y de presente y ahí se traba el miedo.
El tiempo que percibimos inicialmente es su paso, la oxidación de nuestro cuerpo, la velocidad de los acontecimientos, el cuidado de las cosas, nuestros propios cuidados, en cierto sentido en el miedo de su fin. Y, todo esto, porque enfrente tenemos la muerte. Y la muerte esta más allá de nuestra capacidad de análisis, entra en el terreno de la Fe, de una "intuición" de eternidad.
Cuando se vence el miedo, de alguna manera se vence el tiempo. Y quizás ahí esta la luz, nuestra propia luz, nuestra linterna que ilumina nuestra consciencia.
El tiempo ha sido concebido en un principio como lineal y posteriormente como cíclico. En todas las culturas ha existido el Mito del Eterno Retorno que, de alguna manera, ha sido un medio de purificación del tiempo pasado que se ha proyectado, no solo, en la religión, si no, también en la filosofía, en la psicología y también en las ciencias. Algo así como aquel "ángel que porta una copa para fundir los miedos y lavar la sangre para regar nuevos paisajes"
Me parece maravillosamente clarificador el comentario de Anónimo del 17 Abril 00:03, sobre el traidor que llevamos incorporado. Como dice cierto poeta, es ese que a diario se calza mis zapatos y me mira en el espejo, es ese clon que vive para perpetuar mi estado, que usurpa y manipula los brillos de mi esencia. Porque está claro que yo aún no soy yo, tan sólo estoy, mascando esas bolas de ceniza, que pienso son memoria pasiva, restos de tantas combustiones heredadas y vividas, que no dejan que me llegue la música de los ángeles, de ese mensajero que en cada aliento renace del pozo de los tiempos renovando la sangre para posibilitar la aventura de vivir; puede que sea él quien nos ofrece la copa de la alegría, de la risa, de ese humor que debe ser la clave para relativizar todos los miedos.
En medio de guerras, o desastres, o hambrunas, las personas buscan cualquier resquicio por entre la miseria y los escombros, un asidero al que agarrarse y lograr una pequeña porción de lo que ante cada circunstancia pueda estar representando aunque nada más sea una pobre brizna de felicidad.
Todos, cada ser humano, tenemos como prioridad nuestra propia felicidad hasta el extremo de que, si la felicidad fuese un bien tangible, algo que se pudiera obtener mediante estrategias o sobornos, o incluso por la fuerza, seríamos capaces de matar para obtenerla.
Unos piensan que la felicidad la da el dinero, otros piensan que el amor; todos que la felicidad consiste en que nuestro entorno y nuestros intereses y nuestros afectos estén en orden y que la vida discurra y se adecúe a la medida de nuestros deseos.
Sorprende qué pocos somos movidos por el sueño, inalcanzable o reservado para unos cuantos elegidos (entre los que por qué habríamos de contarnos), de la inmortalidad. A lo mejor sí por deseos de eterna juventud (mientras la vida dure), o de belleza, o de poder, o de prestigio o de fama, pero siempre aquí y ahora y rara vez enfocado a un después en el que el “yo” no tenga ya nada que ganar o perder a menos, claro, que se sea de los que creen que el existir es una sucesión de vidas por las que transitamos portando cada cual bajo el brazo nuestro libro de caja, registrado en él nuestro balance de “esto se me debe y me lo cobraré en la próxima” o “esto voy a deberlo”.
¿Serían buenos los buenos si no fuese bajo la presión de la prudencia?
Cuando decimos EVOLUCIÓN, ¿en qué estamos pensando?, ¿en qué suponemos que consiste más allá de en atesorar conocimientos, o bondad, o en despertar la admiración de otros que andan más rezagados?
A veces la búsqueda de la ansiada evolución se me representa como la lucha de la gorda impenitente contra la báscula a la que se encarama, cada mañana, para comprobar si el hambre que pasó ayer ha servido para perder cincuenta gramos. Quiero decir, como una obsesión, como un afán desmesurado por “mi evolución" y, a todo lo demás, que le den morcilla.
No sé, pero me barrunto que tiramos piedras muchas veces contra nuestro tejado.
El autor dice en este párrafo «…acecha un traidor que tiene tu misma cara y tu mirada de hace un momento…, que quiere que te pares, que te detengas…, que le da terror desaparecer». En otros textos escritos por el autor hace tiempo, decía: «complacemos los sentidos porque tememos su dominio» y «difícil es reconocer la mentira cuando uno no es verdad…».
Me lo he preguntado muchas veces, cómo reconocer tu verdad si lo que predomina es la mentira. ¿Será buscar la valentía partiendo de la identificación en uno y, a la vez, reconociéndolo como un estado transitorio? Dónde está la complacencia a tus sentidos y dónde el intento a salir de ti mismo, el esfuerzo fructífero y el esfuerzo baldío, religioso y justificativo. Realmente si debemos renunciar a nosotros mismos, a lo que nos es conocido para sumergirnos en ese otro misterio, entiendo que habrá que aceptar la mentira como punto de partida, y si me olvido de mí ¿será más verdad? Y qué pasa con los referentes ya adquiridos, que no los usos y costumbres, ¿no valen? ¿Es necesario el análisis a la postre de cada elección para desterrar «al traidor», o mejor vivir atentamente, con intención y confiar en que los caminos te conduzcan? ¿Hasta dónde hay que dar carta de naturaleza a lo racional en tu comportamiento? ¿Cómo ubicar el proceso de elección sin juicios de valor?
El destaponar para oír los nuevos silbos requiere la amplitud suficiente como para saber que lo que estás mirando son realmente esos nuevos paisajes y no esa parte ilusoria que tus sentidos te ofrecen para perpetuar su domino.
En un texto atribuido al mismísimo Hermes, se describe al hombre celeste proyectando su sombra en la tierra y su reflejo en el agua, el mito de Narciso; la materia secuestra su luz, haciendo que olvide su origen divino, y el traidor, el ego con el que nos identificamos, suplanta la verdadera identidad del hombre, lo convierte en reo de lo aparencial, provocando el miedo a perder lo que creemos que somos y dificultando el rescate de esa luz, que nos liberaría de seguir encarnando en esta Tierra, el infierno, según la doctrina cátara.
Pretendemos comprender racionalmente, a pelo, qué acontecimientos se dieron en este planeta, en este Universo o en otros, hasta el punto de ensordecernos con los restos de hogueras celulares. La curiosidad apasionada para no salir de aquí casi tan pobres como llegamos encuentra un tope en la razón, que exige respuestas claritas, aquí y ahora, nada de apoyarse en mitologías, símbolos, analogías y otras mariconadas que la puenteen. Íntimamente ansiamos llegar a ser lo que siempre hemos sido, enriquecidos con la experiencia consciente, felices de belleza, agradecidos a Quien creó lirios, lagos y bacterias, pero el recurrente miedo, destilado por ese traidor atento sólo a perpetuarse, nos atasca el avance. Y el ángel que anima a todo ser humano, que lo lleva de viaje cada noche, queda arrumbado cuando abrimos los ojos a la luz fotónica, probablemente asombrado de que rindamos pleitesía a un ignorante: “A ver, muchacho, ¿y tú, qué sabes?”. “Poco todavía, pero soy pertinaz, remolón, pandillero y experto en zancadillas; tiro la piedra y culpo a la víctima, que podría detener mi acción, pero como la ciego a sustos, no me ve”. ¡Hay que ser cabrón!
Muy bonito, Carmina.
Muy Bonito, muy bonito. Pero confieso que siendo lector histórico del libro y el blogg, y habiéndome mantenido hasta ahora más calladito que niño en la consulta del dentista, me gustaría decir, y digo, que si es necesaria tanta cháchara para entender el revolotear de las 49 respuestas, y que para más deba implicarse hasta el propio autor, a ver si los lectores ávidos, inpávidos y hasta pávidus, coligen de una vez. Sé que es difícil,mucho, y hasta yo mismo, que no es que sea muy inteligente ni sensible, sino más bien mediano pero acostumbrado a padecimientos, sentimientos y estudiares de los libros de la antigüedad y el mismísimo presente, confieso que me ha costado. Quizás sea que uno se endurece, vulgo estringe, con esto de las prácticas de las tertulias de café y bar de copas, y empieza a alejarse de todo ese mundo oscuro que intenta dirigirse a la claridad y despertar sin desesperar al ser humano, con la evidencia de que lleva años no dando palo al agua en esto de saber quién somos, aunque lo intente, como se intenta sacar la asignatura sin demasiados merecimientos, o sea volcado volcado, atento atento, ávido ávido. LA concentración, la voluntad, se disipan al más fugaz sotavento, y otra vez estamos en el revoloteo de gorrión, y nada de vuelo aguilar, ni mirada de buho, ni resignación esperanzada de hornero a la búsqueda de su pareja. Ya sé que muchos dirán que peco de atrevimiento, pero la ensalada se despeja al tranco, con densidad más cerebral que tripartita, aunque se reconozca que hay despertares conscientes aunque relativos, miradas complejas de simples que son, lamentos sinceros y casi hasta místicos de puro enhebrarlos en los anhelos, y también un afancillo de descubridor primigenio que deambula por las parrafadas alegóricas. No dudo de que a todo Blogg concelebrativo le ocurra lo mismo, de hecho le sucede tal malestar o bienestar al propio que yo tutelo en la Red. Sí, somos discordantes, y los españoles, sobre todo, tertulianos de socavón, de lanzar razonamientos antes que se le ocurran al otro, de gritar más si se puede. No obstante se coligen párrafos algunos mediante cierta concordancia espiritual y verbal, como si algunos, o varios, llevaran camino juntos al andar, o sea que se vienen practicando y coincidiendo las argumentaciones, solidificando sin congelar las razones y sensaciones cada vez más acordes entre sí. Un poeta sudamericano dijo una vez: "¿Hacía falta tanta agua para encender tanto fuego?", y debería ser verdad.
Me resulta difícil entender por qué mi yo esencial, mi yo angelical, haya decidido voluntariamente en su momento encarnar y encerrarse en mi yo corporal, con todas las limitaciones que ello encierra. Por qué ha encarnado en un cuerpo que tiene que luchar continuamente contra el traidor que tiene su misma cara y contra los tapones de sus oídos que le impiden escuchar el silbo de los ángeles.
También me resulta extraño que vengamos al mundo con una enorme información en el ADN de cada una de nuestras células y que tengamos que pasar la vida luchando para ir poco a poco teniendo acceso a esa información. Información que se supone que ya conocíamos, puesto que estaba en nuestras células. A primera vista me parece un juego muy poco divertido.
Pero estoy convencido que hay razones profundas y de gran trascendencia que expliquen estos hechos, aunque mi limitada razón no lo entienda. Y también estoy convencido de es muy difícil, si no imposible, que los humanos podamos entender los hechos o las razones que pueda haber fuera del espacio-tiempo. Entender lo que ocurre allí donde no hay ni espacio ni tiempo, es algo que escapa a nuestras posibilidades, por mucho que los Maestros se esfuercen en darnos versiones muy simplificadas y las mitologías traten de explicarlo de forma simbólica.
Un pálido indicio de lo que pudiera ocurrir fuera del espacio y del tiempo nos lo ofrece la mecánica cuántica. Muchas de sus conclusiones escapan a nuestra razón y a lo que pudiéramos llamar el sentido común. Por poner sólo un ejemplo muy sencillo: Si un fotón llega a una placa que tiene dos agujeritos, se entiende que atraviese la placa por uno o por el otro; pero no que pase por los dos agujeros simultáneamente. Y sin embargo, los experimentos confirman que esto ocurre así.
Otro indicio nos lo ofrecen los sueños, en los que a veces se mezclan el presente y el pasado, o se desarrollan en un escenario que es una combinación de espacios heterogéneos, o se trastoca la identidad física de las personas involucradas.
La conclusión final de todo ello es que debemos aceptar, aunque no lo entendamos, que con toda seguridad hay razones poderosas para que hayamos venido a este mundo, a pesar de las luchas que lleva consigo el paso por la vida.
La costumbre es un vehículo que vamos construyendo a nuestra medida con las personales maneras de ver las cosas, de entender el mundo. Procuramos que su asiento esté bien mullido para que el traqueteo de los baches de la vida no nos incomode en exceso. Pero la rigidez de su habitáculo no resiste los embates de la siempre anárquica alegría, y tal sorprendente sorpresa agrieta sus toscas paredes. Para que los demás no aprecien la cuarteada y deteriorada forma que presenta, adornámosle por fuera con papeles de celofán de colores.
Viajamos en su interior todos los días, pero desde sus ventanitas no distinguimos muy bien si nos movemos, o si es el resto del mundo que pasa delante de nosotros. Adquirida la inercia de la costumbre, nos dejamos llevar, no conocemos muy bien a qué velocidad transitamos, ni hacia dónde nos conduce, pero el encanto del habituado acomodo del mullido cojín sobre el que vamos sentados hace que no nos disguste el no saberlo. Y si alguien nos habla para que reparemos en lo ignorado, suelen ser tantos los ruidos que nos acompañan, que solemos escuchar solamente lo que queremos oír.
Cuando uno desciende del vehículo de la costumbre se siente como atollado en barrizal (que no lodazal), en el que moverse resulta costoso si has de llevar la carga de la costumbre a cuestas. Al soportar un peso innecesario nos desplazamos torpemente y nos hundimos hasta las rodillas con el barro pegado a nuestro cuerpo. Y suele suceder que antes de abandonar nuestro preciado vehículo preferimos seguir cargando con él, porque la necesidad de su huso aún no se ha disipado en nosotros.
Sólo de vez en cuando, al olvidarnos que ese artefacto existe, apreciamos que aún andando por sendas embarradas no nos atollamos, ni el barro se nos pega; nos agrada su olor, y sentimos el húmedo frescor de su textura, y apreciando que es moldeable, comprendemos que es elemento con el que podemos trabajar e incidir en las formas…
Es entonces cuando nos percatamos ligeramente que nuestras combustiones se aceleran, que el humo asciende y las cenizas se mezclan con el viento … y si en atención mantenida miramos por el rabillo del ojo, nos quedaremos sorprendidos al observar como el vehículo de la costumbre se resquebraja, se despieza, se hace trizas, y todas las cenizas que contenía de tanta ahogada combustión, caen….
Es probable que entonces, como al límite del esfuerzo, surja un canto valiente que nos haga vislumbrar un ángel, y escuchar la voz sabiendo de dónde viene.
… Mientras, cae la lluvia sobre el tejado de mi casa, oigo el tintineo de sus gotas, y en el suelo el salpicado del agua, que escurre por las canales, añade matices interminables de sonidos a la aparente monotonía.
Icono- plasta, ya que has tocado el tema de la chachara y parece que, a pesar de todo, te gusta y señalas, con alegórica unción, que hay un "afancillo de descubridor primigenio que deambula por las parrafadas alegóricas", por qué no?, te propongo, que nos metamos con el tema del lenguaje, de la palabra, de la comunicación. Del ritmo, de la poesía.
Cuanto se hablado de lo que no escribierón aparentemente, Cristo o Platón.
Me sugiere tu comentario que uno de los miedos que nos enclaustra es no decir palabra, no musitar silencio, no "regar nuevos paisajes".
Parece ser que la vida impone a quien la habita una triple condición alimentaria: un ser vivo necesita combustible, por lo que la alianza con la Tierra es imprescindible; necesita oxígeno para que combustan las células y necesita de una energía externa que haga saltar la chispa que decanta todo el proceso de combustión. Gracias a él, se renueva el impulso necesario para seguir viviendo y también se generan desechos que, con el tiempo, formarán bolas de cenizas que taponarán, en mayor o menor medida, las vías de comunicación del ser en cuestión.
En el hombre hay una relación entre estas estructuras energéticas que portan nuestras células y los hologramas pensantes que pasan por nuestro cerebro: es la necesidad de generar un impulso dual que nos acerque al límite de nuestra capacidad, impidiendo que nos quedemos plantados en la estabilidad. La voluntad, el hecho de que podamos en parte influir sobre la respiración, es la herramienta ( o una de ellas) que tenemos para colaborar en esa evolución que está impresa y velada en todo lo que se manifiesta en la vida.
Y aquí es donde disparo, porque un día, hablando con unos amigos, se me quedó grabada una frase que repito cual loro: “si el resultado de una combustión fuera coseno de fi igual a uno, no habría ningún desecho, ninguna pérdida, con lo que en vez de malamente subsistir, la célula estaría potenciando su propio esquema energético, su capacidad de evolución”
Y la imagen que me vino de la evolución ( “Cualquiera” se preguntaba sobre ello) era la de la posibilidad de ocupar una posición en el espacio siendo plenamente consciente de ella, mandando a nuestras celúlas, en ese momento, la cantidad precisa de oxigeno que no produjera ningún desecho, provocando un encuentro mágico, un estado de felicidad de un momento. Es decir, por ejemplo, flamenco, toreo…, Arte.
Coseno de fi igual a uno, uno menos de esos clones desamparados, que van dejando rastros de miedo tras su paso.
Con cada mirada, movimiento, palabra, formamos cadenas grabadas en los espejos de la razón.
Fotocopiamos al amigo, familia, a nosotros mismos y lo guardamos en los pliegues de nuestra memoria, archivados antes posibles encuentros para que nada ni nadie nos sorprenda.
Pasillos de impulsos empolvados esperan ser encontrados.
La copa guardiana de memorias sagradas de un posible futuro ser, teme ser profanada al respirar a través de la sangre de muchos humanos que contemplan impasibles la esperanza de este instante eterno y oculto que dejan para mañana.
Aventurero donde dije Platón quise decir Socrates
José (o Jose), nos argumenta que mejor hablar y soltar palabras que quedarse en el albis silencioso. Este es país de hablares largos y procederes cortos, y sobre todo de estrepitosas tertulias retransmitidas o no, cafeteriles o de salón, universitarias o académicas, donde cada quiski sólo desea soltar su parrafada y que el otro se la trague, la asuma, la reverencie. No es país de concordancias por equidistancia asumida, cosa que ahora se quiere poner en el tapete, a ver si se arregla el gran entuerto económico-social, pero para eso hay que escuchar y resignar parte, si así se suma-construye. Así que hablando de palabras y formas comunicativas, me quedo con el Azorín de la escuetez sólida cargada de depurado pensar y sentimiento, al estilo de las artes orientales que saben ver, aumir e incorporar antes de soltar la reducción consciente del integrado pensar y sentir, conocer y saber. Me quejo, os achaco, la floritura volandera alrededor de lo básico, con esa necesidad barroca-churrigueresca (por algo será), de decorar la parrafada interpretativa con algo más de lo suficiente y necesario, Quien transite por la Castilla profunda se dará cuenta de tal enraizaje. Ello no obsta para que en la Andalucía festivalera uno comprenda perfectamente lo que le quieren decir sin evitar acotarlo con un depliegue arrobador de paráfrasis conducentes.Pero a veces uno se queda con la perfecta translación dramático-poética que practican aún los súbditos locales de la Madre Patria en los distintos territorios interiores de la América indígena.
El autor del libro gusta de enmascarar textos en subtextos y literalidades en simbologías, se entiende que para hacer más dulce el trago duro de asumir en carne propia, la del lector impaciente, tantos disturbios del comportamiento, tantas negaciones, tantas equivocaciones, tantas cargas históricas ignoradas. También hay que considerar que tal manejo del lenguaje, hacia las volutas del laberinto verbal en la búsqueda del entendimiento sensible, es un acicate para las formas habituales de lectura despegadas del subtexto a que nos ha acostumbrado la cultura y educación en vigor. Pero cosas aparte son tal intento de mecenazgo de la consciencia, al estilo de las grandes escuelas filosóficas y religiosas, y la que los lectores con afan traslativo inmediato nos quieran endilgar.
Encuentro que es muy difícil profundizar en este texto, porque me obliga a examinar el mecanismo de creación de mi personaje. O de mis personajes. Es difícil porque tengo muy poca conciencia de este proceso, que me da la sensación de escapar a mi voluntad y a mi entendimiento, que parece tener vida propia y obedecer a unas leyes que ni conozco ni puedo controlar. Sólo creo ver clara una cosa, y es que el como me ha impresionado lo que he vivido -supongo que más bien en la infancia temprana- ha estado y está influyéndome hasta tal punto que he llegado a creer que yo soy la experiencia misma. Que soy así y no puedo ser de ninguna otra manera.
Pero aunque sea capaz de comprender que mis experiencias se convirtieron inmediatamente en fotogramas congelados, inventados por mi inconsciencia y tan creíbles, tan reales para mi ignorancia, y que mi trayectoria vital no es sólo un puzzle de cuatro piezas encajadas a la fuerza, ¿cómo hacer para reconocer y neutralizar los efectos del traidor?. ¿Cómo impedir que cada nueva experiencia engorde el lastre de las anteriores?. Y, sobre todo, ¿cómo identificar a los personajes que me dejó y va dejándome en herencia?.
No me parece nada descabellado que sea por resolver la última de las tres preguntas que me acabo de hacer, simplemente practicando el ejercicio de intentar reconocer al impostor cada vez que se presenta, por donde tenga que empezar. Y es posible que con ello las dos preguntas anteriores se contesten y resuelvan solas, si el futuro es lo que va a transformar el pasado, o porque el pasado se limpia y se libera desde el futuro, que siempre está llegando. Porque hay algo por ahí, como una especie de sensor que salta, cuando hago, pienso, digo, siento, obro o no obro, por ejemplo, como debería.
Entonces, atención para verle el plumero al traidor, tratar de entender su apego a la tierra y su miedo a la impersonalidad, que es miedo a la muerte, igual que puedo tratar de comprender esto mismo en otros seres humanos, y sin juzgar. Y claro, valentía, y paciencia, sabiendo que es difícil dar un paso adelante sin retroceder noventa y nueve. Y constancia, y fe en ángeles y maestros.
(Que no se me olvide que soy un héroe).
Las vivencias dejan huella, y contribuyen a tener una consciencia de la situación distinta a la anteriormente vivida. Entiendo que esta vivencia, puede dar pie posteriormente a dos conductas diferentes. Por una parte, generar un comportamiento futuro condicionado por el recuerdo de lo anteriormente vivido, de tal manera que el nuevo pensamiento origine una conducta que trate de repetir ó repeler la vivencia anterior según la huella dejada; y otra conducta bien distinta, sería que el rastro de la vivencia originara una experiencia que ampliara la consciencia para tener una respuesta futura más inteligente. Interpreto que la primera de las dos conductas, maniata cercena y hace oidos sordos a la posibilidad de una nueva aventura, mientras que la segunda la considero enriquecedora y que propicia la escucha de nuevos cantos.
Miedos, miedos a lo desconocido, miedo a no tener una muleta (de bastón que no de trapo) a la que aferrarse, hacen que el hombre permanezca fijo en un punto de su camino sin recorrer ni dejar huella en el sendero que le aproxime a su destino. Cobardía y falta de fe son los enemigos; cobardía a andar el camino por el miedo a que en un recodo te asalte un demonio y no un ángel, cobardía en requerir de un bastón al que agarrarse y si acaso que sirva para golpear y no de un trapo para torear; y falta de fe en uno mismo y en los demás, y falta de fe en la posibilidad de ser héroe y encontrar al ángel.
Frecuente es la identificación de la persona con su reconocimiento, a su vez este reconocimiento precisa de cualidades o baremos a los que asociar su personalidad o ego, de tal manera que su ego está identificado con la imagen o reconocimiento que se tiene de sí mismo. Transformarse cambiar o evolucionar supone renunciar a la imagen reconocida, situación insoportable para el ego que ejerce de traidor de la persona transformada.
Cielo de plata
Y ruedo de oro albero
Sueño con no ser yo
Y sí con ser torero.
Iconoplasta, Soy José, quizás, porque hay un lindero que lo transita siguiendo tu pauta de escritura. Sabía, yo, que no me equivocaba, que te encanta la tertulia pero que tienes hartazgo de lo mismo. Es curioso, hace tiempo que no oía hablar de Azorín, rumian las gotas de agua en los tejados de mi infancia. Pero yo no te proponía menciones o quejas, yo como Azorín, te proponía implementar el Logos,que la palabra tocara a la puerta de la aurora. Yo quería que resonara en el tablado el ritmo de la palabra precisa haciendo un requiebro, una pausa. Que buscaramos los dos, con la ayuda de todos, el ala de la pluma
Icono-plasta, plasta, …ya que parece has entendido las 49 respuestas – aunque es difícil, según comentas – se agradecería tu pública y apreciada aportación, de gran utilidad para todos los que con más o menos torpeza buceamos en sus textos, en lugar de esa exhibición-alarde verbal informativo – que no formativo – que sólo conduce al fortalecimiento del traidor, ya que la invención a la baja de experiencias ajenas comparándolas con las tuyas propias únicamente conduce a eso. Será, como dicen en la Castilla profunda, que también citas, que eres muy leído pero poco asimilado?. Cuando pensamos que algo no es envidia eso es envidia. Como bien sabes – por lo de leído – nunca antes se ha transmitido un conocimiento por escrito sin mediar la simbología, como ocurre en las 49 respuestas.
Bienvenido a este blog.
Mensaje para Iconoplasta.
Parece que cometes el mismo error que achacas a los demas (revoloteas, revoloteas..). Verborrea y verborrea poco clarificadora, por otra parte. Me gustaria que ya que has conseguido entender lo que el autor quiere transmitir en sus textos, que en vez de dedicarte a criticas chungas, te dedicaras a, de una manera escueta y sin tanta rimbombancia a darnos la informacion de lo que has entendido en vez de enmascararte, detras de una densidad aplastante de tontadas que no parece que tengan mucho que ver con lo que se pretende con este blog.
Ah¡, me encantaria que me dijeras cual es tu blog , para ver el nivel en que os moveis, si es que tanto tienes que decir del nuestro.
¿Lo veis?. Mejor me callo, mejor que escuche/lea. Sólo registro cierto entendimiento unidireccional inducido que no comparto. Para explicarlo/comentarlo quizás hagan falta multitud de palabras jugando a las volutas. Me gusta Góngora, y muchos de sus contemporáneos, pero vivimos otros tiempos, y los circunloquios derivan hacia nuevos espacios expresivos. Para José: En mi blogg, no sólo mío, y como he comentado, suceden cosas similares, pero no siempre. Si os poneis nerviosos, en vez de divertiros, no escribiré más. Pero seguiré leyendo. ¿Puedo?
El mensaje del ángel; el silbo del que porta la copa, ese grial de sangres renovadas que nos muestra una trayectoria renovada y limpia de residuos; los cantos de las sirenas de Sirio; las advertencias del ángel a la mujer de Lot, todo ello nos están poniendo constantemente en guardia, avisando de interferencias, bolas de ceniza de viejas combustiones pasadas y no bien recicladas, ceras en los oídos de navegantes que taponan mensajes y pretenden evitar la arribada a buen puerto, a un destino ansiado.
Ese clon, vieja imagen de un espejo con capas densas de mercurio, velos que no nos atrevemos a cruzar para poder llegar al otro lado y encontrarnos como Alicia, en el País de las Maravillas. Porque quitarnos la vieja camisa, como hace la serpiente, sin tener dispuesta la nueva y sin saber cómo y dónde encontrarla, es algo que paraliza, que infunde temor. Llegado ese momento la razón juega malas pasadas y la tentación del inmovilismo es constante. Nos aferramos a una vieja imagen, a un clon que ya no tiene vigencia, pero no queremos ver sus fallos, el mal, la oscuridad de nuestro Mr. Hyde; preferimos tratar de ignorarlo, sin asumirlo, sin integrarlo, convirtiéndolo en ese Golen, creado sin voz de la Judería de Praga, que acabará matando al rabino y sepultado en la sinagoga.
Como la Sombra, que sigue incansable a Zaratustra, sin fusionarse con él, cada vez “ más fea hueca y anticuada” Sombras que se individualizan en los cuadros de la exposición del Thiessen y que adquieren una personalidad propia, ajena al personaje central, al que las más de las veces ganan protagonismo.
Clones con autonomía, con fuerza que pueden llegar a suplantar nuestra autenticidad. Porque si no nos enfrentamos con valentía, con voluntad de lidia, en el lance de la Verónica, y asumimos lo que esa imagen muestra en el espejo, y soslayamos el compromiso, la responsabilidad de nuestro lado oscuro, de ese “ temible Caballero Negro” sombra oscura del Rey Arturo, nos pasará como al Vizconde Demediado que narra Italo Calvino: dos partes de un todo desmembrado en la guerra, que viven vidas independientes, sin conexión, durante años, arrastrando una maldad sin fisuras, el uno; una bondad anémica, débil, diluida, el otro. Hasta que otra guerra acabe uniendo estas dos partes empobrecidas. El vizconde Demediado, enriquecido por su añoranza de la otra mitad, y que por fin consigue su unidad, nos enseña, nos invita, a abrazar nuestra “Sombra color de Mora”, nuestra oscuridad para con su integración evitar la pervivencia del clon, la posibilidad de que las cenizas oculten mensajes, obturen vías de combustión y obstaculicen nuestro camino
"....Dentro de todos nosotros hay un ser secreto. ¿Por que Kabir lo llama «secreto»? Porque no le podemos aplicar el lenguaje. El lenguaje lo convierte todo en publico. En cuanto dices algo se convierte en publico; decirlo significa hacerlo publico. Si no puedes decir nada, si no hay forma de decirlo, seguira siendo un secreto. Cuando puedes decir algo deja de ser un secreto. Las filosofias son publicas, las «religiones» son publicas, los textos religiosos son publicos. Y la verdad es un secreto. No es que alguien este guardando un secreto, el hecho de no poder hablar de ello es su naturaleza intrinseca.
Lao Tzu dice: «No se puede decir nada del Tao. En el momento que dices algo, lo estas falseando».
Dentro de todos nosotros hay un ser secreto; los planetas de todas las galaxias pasan por sus manos como si fuesen cuentas."
OSHO "La revolucion sobre la poesia y las canciones de Kabir" (Texto sobre sus charlas)
Pues eso, que ICONO- plasta no nos puede contar su experiencia ni yo la mia...
Iconoplasta: Es un placer. Creo que el autor, Perez de Carrera, es ademas un poeta. En la interpretación de creador. Es interesante, muy interesante, por lo menos para mi, reconocer la valía de esos autores como Gongora, Quevedo, Azorín. Siento que todo ese mundo gravita en este blog. La palabra y su forma esta en el contexto. Un abrazo y a participar, yo nunca he encontrado aqui la puerta cerrada.
Pero, bueno… ¿Se puede saber por qué os ponéis en plan madre de la Pantoja?
Al autor le tiene sin cuidado, seguro, lo que este personaje o cualquier otro puedan decir de él o del libro.
Además, aquí está el blog, que si lo hay entiendo que es con su autorización; y aquí está su acceso público y sin trabas a todo el que quiera entrar en él, sin ningún tipo de censura; y aquí están sus miles de visitas y sus cientos de comentarios.
Icono-plasta, sin embargo, no parece muy dispuesto a mostrar cuántas visitas y cuántos comentarios hay en el suyo.
Pues… Dejadlo en paz.
Malla, ¡qué bien has plasmado lo del leguaje y la verdad que no puede expresarse con palabras!
¡A callar, ICONO-plasta! Que te lo dicen las beatas y los monaguillos del blog. Que para eso se han pedido antes que nadie el papel de fiduciarias del aventurero. Que tú en el escalafón no eres nadie, ni tienes hueco en la mesa de la erudición exotérica, y para algo estamos nosotros para salvaguardar la autenticidad del mensaje, y proteger al aventurero de intrusos críticos, aunque nadie los haya pedido ni ninguna falta le hagan.
¿Clon, dice el autor? Y papagayos diría yo. Que unos cuantos desde el principio quieren ahumar de incienso los textos, para que no se divise el mensaje, pero que sus figuras resplandezcan sobresaliendo en los reflejos de los espejos de este blog.
Parándonos, deteniéndonos, simulando el jardín florido de los Pin y Pon, que rivalizan en cursilería y amaneramiento con el castillo de los clicks de Famobil.
Tienes tres párrafos de penitencia, cuántas avemarías en ese tiempo puedas rezar, y ayuno de carne y pollo.
Pero… no estoy de acuerdo con tus críticas.
Malla dice que en todos nosotros hay un secreto que al desvelarse pierde su ser. Pero, tambien, yo creo que en cada voz hay un beso secreto, en cada mano un pulso secreto, en cada mirada un sueño secreto. Que es esa la verdad que no se oculta porque esta dentro de nosotros y es lo que compartimos.
Es, en fin, la luz que irradia una mirada compasiva, el calor de una mano que sostiene una caída, el arrullo que acalla la soledad, "el ángel que porta la copa para fundir los miedos"
Claro que no hay trabas en este blog, pero para nadie, cada uno puede plasmar lo que crea oportuno, manteniendo siempre el debido respeto a todos los demás. Lo que ocurre es que cuando alguien decide opinar públicamente debe asumir las respuestas, aunque no sean de su agrado o se sienta malinterpretado o incomprendido…es lo que tiene la comunicación, que nunca ha sido fácil, como todos sabemos…
Pues…en paz Iconoclasta y esperamos de nuevo tus comentarios
Iconoplasta me gustaría aclarases lo de "entendimiento unidireccional inducido", porque si es lo que alcanzo a entender, dudo que comprendas el libro objeto del blog.
Puedes seguir escribiendo o leyendo o lo que te parezca, pero tienes que saber que la diversión y el humor tienen unas bases más limpias.
para Malla: esta claro que en mi comentario de anonimo de 25 de abril de las 17.51, no he pedido a Inocoplasta que explique sus experencias, como tampoco se lo pediria a nadie, esas son del almario de cada uno. Si le he pedido que, ya que ha entendido , aun cuando le ha resultado deficil, lo que el Autor ha querido decir en este parrafo y parece que tambien en todo el libro, que intente, de una manera sucinta, poner en el tapete de este blog, la idea que ha sacado, que no su experiencia. Porque, y ahora que estamos en San Isidro, uno no se puede tirar al ruedo a torear y si el toro, le sale suelto, quitarse de los medios y meterse en la barrera, como una victima, que por otra parte parece que es la postura adoptada por el.
Y en cuanto a afrodita, no se que quiere decir con lo de madre de la Pantoja, porque yo no veo hace mucho tiempo tele 5 y no se de que va esa vaina. Si me lo puedes explicar, Afrodita, te lo agradeceria,
Ahora, si estais contentos con que nos digan, que estamos inducidos ,las personas que participamos en el blog, a algo...Pues ,no se... Pero yo no veo doctrina para nada ni el el Autor ni el el Blog.
Tambien tengo un recado para ti Iconoplasta: no has querido contestar cual es tu blog y tampoco nadie te ha dicho que no entres a leer lo que decimos, ¡pobres mortales¡ intentando buscar algo mas en nosotros que una cutre supervivencia. Y aparte, no se si los demas participantes del blog buscan el devirterse, yo te aseguro que si. Y que constantemente busco la risa y la alegria y aprovecho para decirte que me alegra ver a gente que participa en el blog, y cuanta mas gente mejor, porque me parece interesante esta menera de ver la vida del autor y los mensajes de esperanza que estan presente en las 49 respuestas.
Lo veo y sí lo creo. Parece ser éste Blogg de obligada concordancia alimentada por algunos de los comentaristas que no por los articulistas, como bien dice Afrodita, la más extensa escritora de estas páginas, que al autor le debe traer al pairo lo que aquí se opine, tema en el que yo no creo pues sencillo es comprenderlo. Cosa es que no le hagan mella y otra que no le interesen. No comprendo porqué os ha preocupado tanto que no diga, en forma requerida de competencia, cuantos visitan mi blog y de que se trata. Algún dia lo encontrareis por este espacio universal, no es cosa ahora de aludirlo ni fue mi intención más que la de acotar que algunos no construímos un espacio de reflexión y opinión sólo para recibir halagos, sino más bien para entonar ideas, sentires y comentarios, así como cavilar las críticas. Menos mal que Afrodita ha decidido que me dejeis en paz, no vayamos a minorar su protagonismo. Y con esto me despido hasta más democráticas circunstancias.
Anónimo; yo también veo poquísimo la televisión. Le expresión “madre de la Pantoja” se acuñó en tono coloquial hace bastantes años, cuando la Pantoja (y yo también) era jovencita y su madre siempre la acompañaba en sus actuaciones, pendiente y cuidadosa de ella en todo momento.
He querido decir que el autor no necesita que nadie lo defienda.
Me atrevo a asegurar que tampoco busca, como he leído en algún otro comentario, recibir ningún tipo de halago.
Es cierto que los textos son difíciles de comentar, pero también es cierto que ante cualquier tipo de mensaje (o tal vez ante cualquier tipo de estímulo) se experimenta alguna sensación y se pretende, entiendo, plasmar qué se ha sentido o qué dicho estímulo ha suscitado aunque no siempre se tengan todas consigo al intentarlo.
Los personas somos, afortunadamente, diversas y dispares y variopintas y, cada cual con su forma de manifestar su “yo” (o el “yo” en el que cada cual se reconoce aunque quién puede saber si está siendo el verdadero o el deseado), se esmera por clarificar lo que en ocasiones está tal vez bastante oscuro. Pero se intenta y, ¿qué hay de malo en ello?
Si eres como dices, Icono-plasta, lector más o menos asiduo del blog ya habrás visto que entre los habituales tenemos nuestros más y nuestros menos, y nuestros desacuerdos e incluso roces, y tú, por supuesto, tienes tanto derecho a participar como cualquier otro, y a disentir, pero, ¿es imprescindible que lo hagas en forma tan ácida?
En cuanto a lo de mi protagonismo es verdad que intervengo muchas veces; pero mucho más nutriéndome de qué comentan los demás que aportando algo brillante. Estaría encantada de que servirme de tus comentarios, como de tantos otros, para ir modelando poco a poco mi pensamiento y mi entender; y para ir puliendo las aristas a veces un tanto cortantes de mis criterios.
¿Qué son esas bolas de cenizas de antiguas hogueras que nos impiden oír el silbo de los ángeles?. Cuando pensamos en cenizas de antiguas hogueras lo primero que nos viene a la mente son historias del pasado que hemos vivido como negativas, simplemente porque no se ajustaban a lo que en ese momento deseaba nuestro estado. Esas vivencias de las que nos tratamos de proteger para evitar su repetición, están dejando un rastro que dificulta la aventura del pensamiento. Las nuevas experiencias las prejuzgamos desde nuestras defensas, sin darnos una oportunidad a la sorpresa.
Pero también taponan nuestros oídos las cenizas de vivencias que hemos grabado como positivas. Vivencias que a cada paso queremos repetir, como si fuera posible clonar el pasado. Este tipo de memoria deja un rastro aparentemente más sutil pero que nos ata con igual fuerza.
Ambas memorias parten del mismo error: pensar que el pasado puede repetirse. En cada instante nace una posibilidad de renacer y “lavar la sangre para regar nuevos paisajes”, es decir, de percibir una realidad totalmente distinta, libre de aparentes deudas de experiencias pasadas. Entregarse al ángel con la copa, significa aceptar la responsabilidad de vivir.
Por alusión os contesto:
Sólo he puesto el texto de Osho del libro que estaba leyendo en ese momento.
No es para crear polémica pero yo es que estaba pensando igual que lo que plasmó Iconoplasta (ya se sabe: cuando dos piensan igual, al menos uno de los dos no piensa) que si hacía falta hablar tanto para decir nada.....
Para mi la lectura puede ser una experiencia. Es más, la lectura de éste libro genera una experiencia.
Quizás haya que quitarse las bolas de ceniza de encima, intentar no entender tanto, no saber tanto... y tener cuidado con ese traidor que tiene tu misma cara....
Si, ese, el que te hace que hagas grupos favorables a tu pensamiento, a tu condición, a él mismo, simplemente.
Estimados contertulios. Este último rifirafe me ha parecido un poco exagerado. Creo que os habeis cebado con Iconoplasta sin necesidad. Me encanta además ese seudónimo que sintetiza a las claras los intereses de/mediadores - a los que se refiere Beucis- de aquél. Este blog, y algunos de sus contertulios más habituales, ya han ejercitado otras veces ese celo vigilante al estilo A Happy World, o Farenheit 451. No hay que sentirse tan protagonistas y guardianes de la pureza estilística expresiva. De pescado somos, decía un famoso humorista francés del siglo pasado, y por lo tanto sujetos a demandas viscerales con temor al pecado. Creo que deberiais repasar la literatura rebeldona, crítica e incluso agridulce y caústica de las pequeñas burguesias urbanas en las vanguardias de la modernidad. (Poe, Baudelaire, Rimbaud, los Surrealistas y Dadaístas, etc).No es que sean perfectos, ni mucho menos, pero sí han sido valientes. La unidad surge del combate y la búsqueda del equilibrio YIN-YAN, dos opuestos destinados a integrarse en algún momento.
Creo que el autor del texto que se comenta aquí parte claramente de esa dualidad para tratar de explicar su superación y poder llegar a la integración trinitaria. Espero que entre todos podamos llegar a conseguirlo. Un saludo
Antído-too: te cuentas entre las primeras o entre los segundos asimilados eclesiásticos que citas en tu comentario?…hasta podrías rivalizar con Icono-plasta a la hora de lanzar epítetos sin tino y poner etiquetas duramente clasificatorias a algunos de los participantes de este blog…
Se paciente y acepta que tiene que haber de todo, opiniones cursis, sensibles, poéticas, irónicas y hasta frikies – quien esté libre de culpa… - …pero lo que está claro es que aquí no se veta a nadie, ni nadie se erige en juez de nada, y creo que está presente un intento de no enjuiciar, aunque no siempre se consiga, pero cuando el objetivo es sembrar discordia por divertimento o puro protagonismo y necesidad patológica de notoriedad, no hay por qué callarse y compartir esa responsabilidad …así es que cada uno resuelva como sepa y pueda, que éste es un camino individual…
Me percato de que este tema ha ocupado más tiempo y esfuerzo del necesario, que al fin era lo que se pretendía; por mí le doy carpetazo.
Amén
Una observación muy pequeña:
Parece que algunos identifican al Aventurero con el autor del libro.
No sé, pero juraría que no se trata de la misma persona, y que queda perfectamente claro en la Presentación del blog.
ME PARECE MUY ACERTADA LA OBSERVACIÓN DE CUALQUIERA. ESTA CONFUSIÓN AÑADE OTRO NIVEL MAS DE LECTURA A LO QUE ESTÁ PASANDO EN LOS DEBATES DEL BLOG... ¿ SON DEBATES O NO LO SON?
Teníamos un vecino en aquellos tiempos que ocupaba un puesto de bastante relevancia en el gobierno de entonces. Me parecía una persona inteligente y amable. Coincidimos una mañana en el ascensor y lo primero que me dijo:
-Ayer llegue a casa cansado y lo primero que salio fue una pelicula de un tal Igman Bergman que se llamaba "Fresas salvajes". . Uno llega y lo que quiere es pasar el rato, ver algo divertido, relajarse, entretenerse, pero ese tipo de películas que te hacen pensar me molestan. Para cuatro días que vamos a vivir hay que pasárselo bien. Rápidamente cambie de canal.
Esa película la había visto de jovencita pero esta vez me impactó y la saboree mucho mas.
¿Porque nos asusta pensar, estar con nosotros, tener la aprobacion de todos y además que sea con matricula de honor?
Entonces acudimos a viajar, entretenernos, reunirnos con gente, en una palabra aturdiéndonos, estúpidos ocios y cuando el ángel pasa con su copa de sangre nueva para que nos renovemos nuestras células llenas de egocentrismo, rencores, traumas, autocompasion?
El ángel quiere ayudarnos, protegernos con sus alas pero no puede porque nuestros oídos están aturdidos y sordos. Algunas veces lo percibimos pero volvemos a poner nuestros dedos en los oídos.
Hay una voz interior que nos dice:
-No te metas en líos, así como estas no te va mal. Si uno no pi3nsa en uno nadie lo va a hacer por ti. Y si te molestas por alguien no esperes agradecimiento.
Entonces si eres un poco valiente y rompes esquemas sabiendo que te vas a crear enemigos y problemas y dejas que tu otro cómodo, podrás oír a ángel.
Y ese tu yo autentico te dirá como le dijeron a la bruja Morgana cuando suplicaba que no la ignorasen y tu vuelves la cabeza, ya la has vencido.
El debate es muy importante. Cuantos libros se han escrito spbre el Tao, Lao Tse o Lao Tzu, en este mismo nombre y en ese nombre. Cuantos libros sobre Socrates, sobre Parmenides, sobre Buda, sobre Cristo. O, simplemente sobre el comportamiento humano. Cuantos Libros de Los Muertos. Cuantas fuerzas arrimaron el hombro para construir catedrales, cuantos harapos arañados en la piedras de los dolmenes o en Macchu Picchu.
El hombre siempre ha mirado al horizonte con sed, con animo de olvido, con sueños que fundaron ciudades, tribus, civilizaciones. Y ahora un puñado de nosotros tenemos un libro que da mucho que hablar porque dice mucho y parece que se pierde fuelle, ilusión. Se agota el deseo de cambio en un mote, en un juicio, en un vocabulario agotado en las tribunas del desencanto.
Tienen razón los que dicen que no hay dar lecciones, ni dejar lineas con parapetos de relumbre. Es cierto que tu me has hecho mirar con mayor amplitud. Las noches han estado repletas de inquietudes. No cejemos en el empeño, no pensemos que todo se ha dicho, porque falta, incluso, un nuevo lenguaje, otro tono de voz, otra forma de abrazar, un camino nuevo por andar.
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