Presentación

Un grupo de amigos hemos decidido poner en la red el libro, “49 RESPUESTAS A LA AVENTURA DEL PENSAMIENTO”, porque creemos que es especial. Su autor, Eduardo Pérez de Carrera, nos sugiere a lo largo de sus páginas nuevas formas de percibir nuestra vida, de entender la Historia, de interpretar la realidad que nos rodea. Nuestro propósito es convertir este sitio en un espacio abierto de reflexión donde tengan cabida todos los comentarios que se nos hagan llegar sobre lo que a cada cuál le sugieran o le hagan sentir los párrafos del libro. Nosotros nos limitamos a publicar cada quince días un nuevo párrafo y a invitaros a que participéis.

15 may 2010

Texto 1.18

1.18 "Vivir creativamente es encender los sentidos por dentro y por fuera, es no esconderse ante el ojo que te mira y no disfrazar la mirada hacia el iris que busca un espejo."

47 comentarios:

el gato verde dijo...

Iris, la mensajera con su arco de colores lleva los mensajes de la tierra a los dioses franqueando las siete llaves del alma. Una geografía desnuda de los otros se imprime en nuestro iris. Impulsados por un reflejo desconocido descubrimos los caminos bordados con el hilo fino de la mirada del otro. El otro que nos hace nacer, el otro que nos aleja de la muerte de los sentidos, el otro que nos ama en las fronteras de la luz con el agua. Y las lágrimas que encienden los ojos celebran los primeros rayos de la aurora con un arco iris reflejado en los dos hemisferios de nuestra bóveda craneal.

Enrique dijo...

Vivir creativamente es vivir con las puertas abiertas, transformando, sin retener, todo lo que pasa por ellas. Es contemplar como se marcha el que, hace un momento, estaba contemplando al que se iba.

Vivir creativamente es encontrar el parecido entre las cosas más dispares y, también, encontrar la diferencia entre gestos y rutinas miles de veces repetidos. Es ser conscientes de que, conservando la esencia, todo se crea y se destruye en cada instante.

Vivir creativamente es vivir sin imposturas; no representar siempre el mismo papel, es mirar con ojos nuevos y no inventarse al que nos mira.

Eneadene dijo...

¿Es que Beucis se ha duplicado a través del espejo siete llaves y devenido gatuno acuático para mirarnos a los ojos irisdiscentes?
No estaría mal.

Antonio dijo...

Gran encuentro con este blog mientras buscaba páginas de aventuras, pero de las físicas y exploradoras. Descubro que también hay "aventuras del pensamiento", y que hay alguien, al parecer el autor de los textos que se comentan, que ha sido capaz de dar,como los grandes pensadores, nada menos que cuarenta y nueve respuestas al asunto. Yo, que sólo buscaba una respuesta para animar el fin de semana con algún paseo aventurero y venturoso por la geografía española, acepto encantado este desafío, pero temo ser corto de registros en este caso. La lectura reposada, respirando y haciendo pausas, quizás me dé cierto empuje y mayor entendimiento. Felicito a autor y participantes por éste divertido viaje a través del ser humano como metáfora. Un saludo.

Anónimo dijo...

Gracias gato verde
!!!Insuperable!!!

Retama dijo...

Memoria, entendimiento y voluntad son los pilares sobre los que se forma la personalidad, que a su vez están contenidos en tres estados o planos distintos pero unidos, físico, aire y espacio. Parece ser que en estos tres estados, se repiten entre otras cosas, los sentidos. Los del plano físico resultan más conocidos porque los estamos utilizando, (en ocasiones dominándonos), continuamente. Los sentidos que funcionan en los otros planos o estados, me resultan mas desconocidos, más misteriosos por que no soy consciente de cómo operan en mi personalidad.
Me resulta fascinante el concepto tan dual, dentro-fuera, que nos plantea el autor, porque no consigo ubicar la línea que los separa. Creo que la dualidad, como autentico sistema binario utilizado por la razón, nos condiciona a llevarnos siempre uno, despreciando el otro, pero ¿qué ocurriría si no nos llevásemos ninguno y operásemos con los dos conceptos juntos?, ¿dentro y fuera serían uno?... No se si esto serviría para llegar a esa Trinidad que he oído tantas veces, pero me ayuda a entender un poco más la posibilidad, de encender los sentidos (transformados en un puñado de brillos) por dentro y por fuera, y de no hacer caso al yo que siempre me pide que coja una y me atranca contemplándolo en el espejo, en definitiva de poder estar en contacto con las musas que entiendo es la manera de vivir creativamente, creando la posibilidad en nuestra bóveda craneal de generar nuevos nacimientos que sirvieran de impulso al mundo.
En fin, reconozco que todo esto no deja de ser otro enfoque o elucubración más, elaborado desde una ignorancia superlativa, quiero decir que no veo la hora de pasar de la teoría a la práctica, de las palabras a los hechos. Claro que quizás no empiezo por que con tanta teoría no veo la hora.

Anónimo dijo...

¿Cuantas veces bajamos la vista ante una mirada?, ¿Qué escondemos que no queremos que se capte por el otro?, ¿que es lo que no aguantamos en la mirada del que esta enfrente?.
Nos escondemos y nos escondemos detras de nuestra impostura, en vez de estar alerta, para lograr, si es que podemos,de momento, descubrir en los otros y en nosotros mismos una chispa aclaratoria de lo que en realidad somos. Dar lo mejor de nosotros,guardando el impostor en el fondo del baul e intentar mirar al otro sin inventarlo, creo que abriria un camino de posibilidades para poder empezar al reconocimiento de otros sentidos aun desconocidos y que iria alumbrando los brillos que esperan para que el hombre pueda llegar a ser completo.
Gracias al autor,que por lo menos, provoca en mi, al leer los textos unas sensaciones que me producen un estado, no se definirlo, porque, escapa a mis sentidos convencionales, de felicidad, alegria y un placer inmenso. No se si estas sensaciones son arte, pero intuyo que si

Eolo dijo...

Interactúan en el proceso siete fuerzas esenciales:

 7) asconder
 6) Ojo
 5) mirada
 4) Iris
 3) frezar
 2) Espejo
 1) buscador

O, Si el buscador se mira en el espejo encontrará en el iris al ojo.

Manolo dijo...

Lo de vivir creativamente me sugiere algo así como estar casi permanentemente descubriendo nuevas caras, nuevos matices, de la realidad. Y de mí mismo frente a esa realidad cambiante. Sería vivir en continuo descubrimiento de cosas. Dice el autor que para ello hay que “encender los sentidos por dentro y por fuera”. Lo de encender a mí me suena a un acto volitivo. Un ejercicio de voluntad para agudizar, para poner en alerta, en estado de máxima atención los sentidos. A lo que me llegue de dentro y de fuera. Entiendo, entonces, que la creatividad se alimenta por lo que nos “llega”. Captado por medio de nuestros sentidos. Pero el autor no especifica cuáles. Podrían ser, por tanto, los cinco que conocemos y los que nos faltasen por descubrir o identificar. Al aludir a lo que nos llega de dentro, pienso en que nuestra realidad interior, biológica o no, contiene experiencias, conocimientos, memorias o lo que sea, dotadas de mayor capacidad o nivel de desarrollo de lo que posee nuestra consciencia habitual. Que hay algo dentro de nosotros que va por delante. Y que, en cierto modo, alimenta nuestro desarrollo. Nos guía. ¿Tendrá algo que ver con esto por lo que los gnósticos, aquella corriente del cristianismo inicial, hablaban de buscar a Dios dentro de cada uno?

Pero el autor habla de una segunda condición: “no esconderse ante el ojo que te mira…”. Esto me sugiere que para vivir creativamente también es necesario entregarte a ese ejercicio como eres, sin falsearte. Sin imposturas. Ante los demás y ante ti mismo. Pero, ¿acaso somos conscientes de todos los disfraces que utilizamos habitualmente? Puestos a ello podríamos identificar, sin gran dificultad, muchos de los artificios que usamos para sentirnos cómodos con nosotros mismos, para embellecer nuestra imagen. Pero, seguramente hay muchos otros elementos que creeríamos, del todo convencidos, que son parte indisociable de nuestra personalidad, de nuestra identidad. Comprendo, sin embargo, que para llegar a vivir creativamente hay que ser capaz de no aferrarte a ningún elemento de ti mismo. De no necesitar referencias de lo que uno es, o cree ser. Lo comprendo porque intuyo que esas referencias, las más superficiales y las más profundas, son en el fondo esas murallas que nos protegen de lo que nos produce inseguridad, y que acaban convirtiéndose en las cárceles que nos impiden crecer y vivir la vida como un proceso continuo de creación de tu yo completo.

Afrodita dijo...

Las personas tenemos, con independencia de qué el diccionario dé como definición para cada palabra, una especie de “definición fortuita”, personal o espontanea de qué esa palabra quiere decir; así entiendo que crear es hacer que “esté” o “sea” algo que antes o no “estaba” o no “era”.
Tal vez sea defecto mío pero no sé pasarme la vida pendiente de mí. No sé estar constantemente prestando atención a ver si me “creo” o me “recreo” o me “qué”.
Quiero decir:
Siento casi como enfermizo el cuidarme tanto de cada uno de los matices y aspectos de mi ser como un hipocondríaco vela, llegando a extremos de no vivir para otra cosa, por su bazo, su espinado, su hígado, su corazón o sus juanetes; así que no lo hago.
No me paso la vida al acecho de si me estoy escondiendo del ojo que me mira ― mío o ajeno (que a lo mejor ni me mira) ― ni… bueno, no puedo terminar la frase porque “disfrazar la mirada hacia el iris que busca un espejo” no entiendo qué quiere decir, aunque, en cualquier caso, tampoco me quita el sueño el saber discernir si estoy disfrazándola o no.
Y no es que no me importe. Lo que ocurre es que… no sé; no busco la perfección como por lo que logro extraer a partir de los comentarios entiendo que vosotros la buscáis. No persigo mi perfección, n soy (o “ni deseo ser”) capaz de avenirme a la idea de que mi fin último ni el fin último de nadie sea el logro de la propia perfección.
Se me antoja una meta corta; y sé que puede sonar escandaloso. Pero se me antoja una meta corta; y no la quiero… o no por lo menos como meta última.
Otra cosa:
Llevo tiempo sin atreverme a escribir, aquí, en el blog. Encuentro que exponéis pensamientos muy… ¿”alambicados”, tal vez? Bueno, no sé; pero aquí, como en cualquier otro lugar y en tantos otros aspectos de la vida, es posible que no todos, aun buscando “algo”, busquemos lo mismo; y posible también que sea mi culpa el darme punto en boca frente al temor de no estar a la altura, a vuestra altura, ni en la búsqueda ni en la exposición de lo que pienso.
Debe de ser por eso que cuando me saturo de temor me suelto el pelo.
Otra más, para Eolo:
Oye, mira, cielo, chato, por favor, explícate.
No entiendo esa especie de esquema que has puesto.
Y como no lo entiendo ni siquiera me entero de si son palabras en condiciones o erratas.
A saber:
Asconder. Lo que encuentro en el diccionario no encaja con el enigma (y si encajara o encajase me lo complica más).
Frezar. Las definiciones que encuentro parece como que tampoco me encajan.
Anda, explícamelo.
Y conste que no es que quiera ponerme incordiona, cuando además me caes bien.
Pero… ¿Podrías ser un poquito menos críptico?

Olvido dijo...

Creo que el autor nos enseña el sutil secreto y gran descubrimiento de la mirada pura; esa que, según los poetas, vence las distancias y el olvido.
Y... por la cosa del divertimento ¿Estará la antimateria formada de miradas?
Y siguiendo con las preguntas ¿La red de las miradas tejen o destejen el universo?

Eolo dijo...

Sistemática Afrodita: no tengo por costumbre hacer aclaraciones, al entender que el aire está lleno de ellas, y es quien debe hacerlas a los sujetos que se les ha concedido la facultad de leerlas. Tampoco inmiscuirme en el trabajo que cada uno debe hacer en su vida, que para algo tiene la responsabilidad de vivirla.

Pero puesto que la culpa te está dando en la punta de la boca, y antes que con el pelo suelto intentes arreglarlo, y que sepas que no es así como se arregla, por esta vez, y a modo de ejemplo, te digo:

} Asconder: Término antiguo que referencia la acción de incluir y contener en sí algo que no es manifiesto a todos, a diferencia de esconder.

} Frezar: Término antiguo de acercarse, a diferencia de disfrazar (ocultar la faz).

Ambas recogidas del diccionario decimonónico del castellano ibero-itálico antiguo de Fray Gualberto de Estepona.

Es decir, que quien busca de verdad tendrá que quitarse el disfraz –el estado‒, y desnudo ante el espejo de los otros, al acercarse encontrara en su iris la mirada del Ojo, en cuyo interior se incluye y se contiene su destino, que solo a él se le manifestará.

Ni cielo, ni chato, castiza.

The Sun Also Rises dijo...

Pues con pedón de los arreboles, y de que me confunda de puro simple que les voy a resultar, creo que en el 1.18 que nos acoje el autor sólo pretende encarecer/recomendar que ante lo que nos sucede en torno y en dorno estemos atentos, dispuestos y abiertos, estar listo para la comunicación hacia y desde, y hacerlo sincera y profundamente, "eye to eye", buscando en el cristalino espejo del Iris la historia compartible. Vamos, digo...

Gaspar dijo...

Viva el arte y viva la vida, viva el arte de bien vivir que no el de buen vivir; y aclaro lo que para mí es tal diferencia. El bien vivir asociado al compromiso, a la responsabilidad y a la búsqueda de la posibilidad de descubrir el arte en la forma de vivir de manera intensa y apasionada; y no el buen vivir identificado con las consignas del modelo en cuanto a atesorar y acomodamiento. Vivir es sentir, es emocionarse y es soñar, y esta percepción no puede ser individualizada sino estar en comunión con el entorno, y para ello es preciso liberarse y dejar de identificar nuestro yo con nuestra estructura material, porque nuestra piel no puede ser los barrotes de la celda que nos aisle de los demás.

Vivimos en una sociedad en la que prima el valor de lo aparencial sin importar el contenido, hueca y vacía pero eso sí con un precioso envoltorio,importa tan solo el disfraz porque el interior no se ve; es una sociedad falsa en la que a través del sentimiento (senti-miento) es norma mentir el sentir, este proceder hace que sea frecuente el escaqueo y nihilismo porque siempre hay una cortina próxima donde esconderse, y ya se sabe lo que no se ve no existe. Tratar de vivir a través de códigos impresos en nuestras memorias, y no a través de normas exógenas, posibilitaría ser más verdaderos y en consecuencia poder dar algo de tí.

Frecuente es a través del envoltorio, mostrar una imagen que no se corresponde con el reconocimiento interno, esta vergüenza hace bajar la mirada. La valentía no abunda, y al menos un acto de honestidad sería reconocer las carencias, para tratar si acaso no limpiar, por lo menos no generar basura que enturbie nuevas miradas. Próximos están tiempos de transpariencia, quitémosnos el disfraz y mudemos la corbata y zapato de tacón por estropajo y jabón.

Afrodita dijo...

A Eolo:
Te lo agradezco.

Ulises dijo...

De siempre me he sentido incómodo con las personas que al hablar no te miran a la cara, no te miran a los ojos. Da la impresión de no son sinceros, de que algo están escondiendo o, incluso, de que te están mintiendo. A lo mejor este sentimiento es injusto, a lo mejor tu interlocutor es una persona tímida, o simplemente introvertida.

De hecho, todos somos algo introvertidos, aunque algunos lo sean más que otros. Pero, ¿a quién no le gusta tener algo de intimidad? Tener un rincón propio, físico o mental, donde guardar sus “secretos”. ¿A quien le gustaría, por ejemplo, que sus impulsos sexuales fueran del dominio público?

Es posible que el ser humano llegue con el tiempo a desarrollar sus sentidos hasta el punto de que nadie pueda tener secretos. Si esto llegara a ocurrir, la sociedad resultante sería con toda probabilidad bastante mejor que la actual. Pero, ¿os podéis imaginar una situación en la que de golpe no pudiéramos tener pensamientos íntimos? Podría ser un verdadero trauma. Si un día se llega a esta situación, espero que el proceso del cambio tenga la velocidad adecuada para permitir que nuestras mentalidades se vayan adaptando a él poco a poco.

Goyo dijo...

Hay hombres que se despiertan con luz de pantalla, se levantan con claroscuros sones, y, después de enjabonarse y aguarse, andan deprisa y se alborozan con sonidos de pantallas. Rodeados de pantallas pequeñas, pantallas medianas o pantallas grandes, deciden sin ningún asombro, con el rum-rum colgado de su oreja, con luz de pantalla en sus ojos, trasmitir lo que debe ser un logro creativo.
Muchas veces he leído, y hasta releído en ocasiones, y otras tantas escribí y reproduje el pasaje didáctico : “ desarrollar la creatividad en la escuela“ . Una especie de axioma sustentado por infinidad de propósitos escritos en legajos que conducen a ordenar la vida de los niños, que se mantiene como si fuera un fundamental principio renovador de los sueños de los hombres. Toda una falacia orquestada por la inercia academicista que nos conduce a creernos lo que no somos. Trabajar hoy bajo los supuestos de la llamada creatividad conduce a que, desde un asiento de formica, el niño, durante al menos cinco horas, busque la excelencia educativa de modo callado, sin rechistar, cumpliendo tareas encomendadas, y resolviendo exámenes presentados para alcanzar el logro fijado por un tipo, que supuestamente ha alcanzado la excelencia y sabe de ello.
No necesitamos engañadores cuando aún nos seguimos engañando a nosotros mismos. La creatividad es acto que llega sin anunciarse, investida de sutileza, a veces la presientes, pero no la ves. Y si surge, saludará desde la frontera de tu experiencia haciendo un guiño tan generoso como el de tu entrega al semejante, y en ese momento la sigues, traspasando tu frontera de consciencia, … al mirar atrás uno puede percatarse de haber dejado, por un momento, de cavar la propia zanja con el ego a cuestas.
Es difícil que un niño sea creativo, y también lo es para un adulto. Porque la creatividad comporta carencia de egoísmo, asunción de responsabilidad, y trabajo sin condición hacia los demás. Pero si al menos nos diéramos cuenta de ello estaríamos menos presos de los engaños, de los engañosos objetivos didácticos que por el mero hecho de ser formulados se piensa que el tema está resuelto ...realizar actividades escolares prefijando la creatividad es como levantar estatuas de sal ( unas de pie , otras tumbadas ) y que cuando las miras, al contemplarlas, tus sentidos se ofuscan, llegando a pensar que hasta son hermosas. Lo mejor, en este caso, es que son estatuas que un día, sin que lo pretendas, se humedecen cuando, en un sin querer, lloras y las lágrimas las empapan deshaciendo su banal y torpe forma… … suele suceder cuando desde una mirada descubres la otra cara del otro, la que no te mostró, la que no te dio, y aprecias la belleza del semejante.
La creatividad es como dama añorada, que se busca vistiéndose uno para la ocasión con ropa bien elegante, y peinado a raya para mejor parecer. Pero la ropa sólo sirve para eso, para arropar, para arropar las pequeñas miserias, y ostentar la gallardía que no siempre es merecimiento de dignidad; y la dama añorada, pretendida de esta guisa, nunca acude a esa llamada.
Ayer, después de ponerse el sol, la Luna y Venus surgieron en el cielo como de la nada. Muy próxima la una al otro, como de la mano cogidos, parecían decirse: “ no dormiremos hasta la mañana del día de mañana, pues esta noche juntos velaremos el sueño de los hombres, y de madrugada, antes de que el sol salga, Lucerito del Alba, tú – decía la luna - anunciarás el día con canto de alborada.. … y verás, verás como no se levantan con luz de pantalla…

Afrodita dijo...

Muy hermosa la consideración que plantea Ulises. Un mundo sin secretos donde “la sociedad resultante – dice – sería con toda probabilidad bastante mejor que la actual”.
Absolutamente maravilloso, de veras, un mundo en el que nadie supusiera (imaginara, creyera o fantaseara) que otros tienen “algo” que ocultar.
Oye, Goyo, llevaba días rondándome en el ánimo la sensación de estar notando que no estabas. Tanto es así que he entrado en el blog decidida a poner un comentario (a modo de nota a pie de página a estas líneas que ya tenía en mente escribir al comentario de Ulises) sólo para decirte “¡Goyo te echo de menos!” y, felizmente, de repente, ahí estabas.

Atila dijo...

Emilio Salgari, creador de Sandokan que tenia a los niños embelesados, nunca salio de Italia, le gustaba la navegacion pero aparte de un recorrido por el mar Adriático, nunca salio de su país, aparte de alguno estudios náuticos, acabo en una oficina de su Italia. Allí se dedico a escribir. Por supuesto nunca conoció a ningún corsario, ni rajas, ni los mares indicos pero su tremenda imaginacion tenia a niños y adultos fascinados.
Julio Verne tampoco llego nunca a la luna ni al centro de la tierra y también resultaba fascinante.
En los colegios cuando un niño se abstrae cuando el profesor explica unas cosas aburridisimas llama a los padres para decirles que su niño esta en la luna y que hay que volverle a la realidad.
El lema en los colegios es que hay que "compartir" sin explicar lo que esto significa.
Con el tono de voz y la mirada se puede humillar, despreciar, hacerle perder la seguridad a otro.
Con una mirada limpia y un tono humoristico se pueden decir barbaridades pero el otro no se siente agredido sino todo lo contrario.
Para esto tendríamos que aprender una mirada limpia y un tono bondadoso

mariar dijo...

Entiendo que el autor, cuando dice vivir creativamente, se refiere a vivir artísticamente, poéticamente; ir abriendo las posibilidades reales de nuestros sentidos, ir ampliándolos sin disociarlos. Vivir poéticamente sería recibir al ojo que te mira sin miedo, sin juicios, sin pretender mostrarle lo que aún no eres, sin mentiras y, al mismo tiempo, lograr que ese ojo sea más bello después de tu mirada; porque ese iris se está buscando a sí mismo en tu espejo, en tus propios laberintos, está queriendo borrar el azogue.

Antido-too dijo...

Veamos, Rompetechos, no ve tres en un burro, porque tienen que ser tres, y en un burro, no nos confundamos con esto que es esencial en la idiosincrasia del dilema existencial que nos plantea el autor. ¿Porqué no ve tres en un burro? Para la oftalmología actual la cuestión es evidente: un problema de visión en uno o ambos ojos, que obliga a llevar unas lentes especiales que, pese a todo, no solucionan el problema. Razón de peso para contemplar otras posibilidades extraoftalmológicas. Si el autor dice que no hay que esconderse ante el ojo que te mira, alguien con la visión extraviada como Rompetechos, no lo podría hacer, pues no se puede esconder de algo que no ve, por lo que al ojo al que hace referencia no es el de alguien de “fuera”, sino de “dentro”. ¿Será que Rompetechos tiene otro en su interior? Llamémosle a esta entidad Albergapetisuis. Rompetechos tiene una relación promiscua con una tal Bravucodonosora, para la que es alguien muy, pero muy, especial,. Tanto que cree de él que es su “no va más” en la vida (a eso se llama cenutriomanía, catalogado como un trastorno perceptivo en el DSM-IV –la cuarta vez que los Doctores Sabelotodo de los Ministerios te lo vienen diciendo-). Bravucodonosora se relaciona con Rompetechos, cuando en realidad quien le gusta es el Albergapetisuis, al que no ve, pero lo presiente. Y, ahí va la cuestión: ¿No será que Rompetechos debería transformarse en Albergapetisuis para que sea posible que Bravucodonosora, no incurra en disfrazar la mirada hacia el iris auténtico de Rompetechos, que reflejaría su realidad como si fuera un espejo?

Vaya, no sé si me he explicado bien…

Ex-Colástico dijo...

Los filósofos griegos de los siglos III y IV a.c.,ya llamaban “díada” al principio de “dualidad”, u “otredad”, y lo equiparaban a “audacia”, por la osadía de separarse de la totalidad original, y “ansiedad” por el anhelo de volver a la unicidad. La díada o dualidad también ha recibido el nombre de “ilusión”. Su principio es la polaridad, que tiene lugar en todas partes, incluida en la raíz de nuestra noción de separación mutua, tanto con respecto a la naturaleza como a nuestra propia divinidad.
Los griegos observaron una paradoja en relación con la díada: mientras que parece separarse de la unidad, sus polos opuestos recuerdan su origen y se atraen mutuamente en un intento de juntarse y recuperar la condición de unidad. La díada divide y une al mismo tiempo, repele y atrae, separa y vuelve a juntar. Su expresión geométrica es la recta que une los centros de dos círculos que se cortan.
En la metafórica aritmética, la díada supone la puerta entre el uno y los muchos, la mónada y los demás números. Los pitagóricos veían en el antiguo dibujo simbólico de “vesica piscis” una vía de acceso al viaje del descubrimiento espiritual del uno mismo. Su forma de vulva se asoció durante tiempo a la fertilidad y al femenino divino, relacionando en la interpretación del símbolo el viaje espiritual con el pasaje del nacimiento.
El uno y el dos se han considerado el origen de todos los números, siendo la “tríada”, o número tres, la primogénita, el número mayor. Su expresión geométrica es el triángulo equilátero generado por la díada o segmento entre centros, y las cuerdas respectivas de los dos círculos. Por lo tanto, es la primera forma que emerge de la “vesica piscis”.
Para los antiguos griegos, “La tríada posee una belleza especial más allá de los números, sobre todo porque es la primera en hacer realidad las posibilidades de la mónada”.
Antiguos filósofos matemáticos equiparaban la tríada a la prudencia, la sabiduría, la piedad, la amistad, la paz y la armonía. Es decir, una manifestación de relación y equilibrio.

Anónimo dijo...

¡qué bonito, gato verde!

Qué-vedos? dijo...

¿Inventar al otro o descubrir en ese otro nuevos matices?
Inventar y descubrir se muestran como contraposiciones excluyentes; de modo que mientras de “inventar al otro” parece desprenderse que estamos cargando sobre sus espaldas nuestros juicios previos (y eso es malo) de “descubrirlo” habría de inferirse que estamos accediendo a su pureza (y eso es bueno).
¿Pero Y si el “otro inventado” es mejor que el verdadero?
¿Y si el descubrir nuevos matices en ese otro lejos de embellecerlo nos lo afea?

¿Mirar a los ojos del otro para brindarle nuestra verdad o para escrutar su mentira?

¿Y si la experiencia, el conocimiento y la memoria son pantallas que nos impiden mirar con ojos nuevos?

¿Para vivir creativamente no será condición indispensable aceptar los márgenes de error y convivir con ellos?
¿Qué podríamos crear si el “todo”, el dentro y el fuera propio y de todos los demás fuese algo a lo que tuviésemos acceso?
¿No es la misma muralla la que nos protege del otro que la que a él lo protege de nosotros?
¿No nos percatamos de que aquel lleva disfraz porque estamos reconociendo que es el disfraz que nosotros, alguna vez, hemos utilizado?

¿Es la realidad cambiante del mundo que nos rodea lo que nos posibilita para ser creativos o es lo creado por medio de nuestra creatividad forjada a base de apreciaciones subjetivas lo que, una vez mostrado, modifica la realidad de ese mundo?

¿Existiría el arte o se pasarían sus días las musas mano sobre mano, aburridas, si no fuera gracias a tantas percepciones subjetivas enfrentándose dentro de un mismo yo unas con otras?

¿Cuándo clamamos por un mundo sin dualidad, sin conflicto, sin ambivalencias, sin errores, nos estamos dando cuenta de que sería un mundo en el que no habría lugar para NOSOTROS?

Zascandil dijo...

A mi modo de entender la intimidad no deja de ser una ilusión.

Si nuestro cuerpo físico ya es de por sí es poroso para poser interactuar con el exterior, (de otro modo moriríamos), y las partículas más pequeñas de la que está compuesta nuesta materia son en su mayor parte rastros dejados por partículas todavía más pequeñas llamadas electrones girando alrededor de una parte mínima de materia que compone el núcleo de nuestros átomos, parece que estamos más a la "intemperie" de lo que nuestra razón es todavía capaz de asumir.

Visto así parecería que hay poco lugar para las intimidades y los secretos y que lo que tratamos de ocultar con un "disfraz" al iris del que nos mira, se lo estamos comunicando a través de otras mil formas y además está siendo recibido a través de sentidos misteriosos, identificados unos, intuídos otros y por activar otros muchísimos.

Ofrecernos a las miradas de los demás con la mayor limpieza de la que seamos posible en cada momento sería empezar a ser conscientes de nuestra materia no está blindada y que además no queremos engañar a los espejos que esperan reflejos nuevos que ayuden a iluminar nuevas sinapsis, nuevos caminos....ésto requiere entrega, requiere valor.

José dijo...

En este texto interpreto que el autor habla del recibir. En el conocimiento, en el amor, dar es, en cierto sentido, poder. Es como si solo nosotros tuvieramos la capacidad de dar, de amar. De esta concepción del conocimiento, del amor, surge la manida estratificación de la capacidad de saber. Surgen la dádiva, la limosna, la lastima.

El ojo que nos mira es una fuerza que desconoces, es un mundo que interactúa, es una energía que nos renueva. Recibimos su fuerza, su silencio, su búsqueda. No es un espejo, es más bien un reflejo, una luz que modifica nuestro iris.

En el Evangelio de San Juan, Jesús lava los pies a sus discípulos. En un principio ellos se niegan a que su maestro haga tal cosa y Jesús les replica que ellos tomen ejemplo. Ejemplo de servir, de dar y de recibir

Mandrágora dijo...

Podríamos referirnos en este párrafo a la importancia que tiene, entiendo, la autenticidad, el tratar de ser genuinos y el buscar en cada acto la coherencia con nosotros mismos. Me hace plantearme la de veces que, por inseguridad o por la necesidad de ser aceptados en el entorno, se busca una adaptación chata, a la baja cuando no complicidad, para pisar un terreno conocido en donde poder desarrollar los registros habituales y controlados por uno y, de alguna manera, ya esperados por el otro. Parece que está muy presente el «qué dirán», aunque dialécticamente nos guste presentarnos más interesantes.

Esto me lleva a otro comentario hecho por el mismo autor, que decía: «Cuando alguien te pida riqueza, no se la des. Aunque te cueste, recibe su pobreza». Su pobreza la entiendo como su agresividad, su enemistad, su no aceptación. ¿Hasta dónde estamos en condiciones de llevar adelante nuestro buen hacer cuando sabemos del rechazo que puede causar y, por consiguiente, la soledad por no ser compartido? No buscar el espejo invita -entiendo- a una valentía, a un coraje y a una fortaleza que no siempre hacen acto de presencia en situaciones concretas.

Entiendo que el encender los sentidos por dentro y por fuera es una meta que en sí debe ilusionar lo suficiente como para ir relativizando la incomprensión de no ser aceptado; pero siempre, cada propósito de mejora me hace redundar en la necesidad de ir paulatinamente cogiendo fondo, como los buenos corredores. Andando se hace el camino, y ahí estamos.

Beucis dijo...

Se nos habla de creatividad; de vivir creatívamente; de encender nuestros sentidos interiores y exteriores ... Se trata, posiblemente, de invocar a las Musas, para que abran camino a los Pájaros de Fuego. Abrirnos al Espíritu. Se nos ha dicho que el Espíritu no se busca, Él viene hacia nosotros. Nuestra actitud debe de ser de apertura, de vigilancia, como las vírgenes prudentes, atentas y en vigilia, esperando la llegada del Esposo. Serán los dones del Espíritu Santo – Pentecostés - en forma de leguas de fuego, que van a imprimir carácter y desdoblará otras dimensiones, otros ámbitos. Al igual que las ruedas de fuego, las espadas flamígeras de los querubines que acompañan a Adan y Eva en su salida del Paraíso.

Es desde la humildad, como creo yo que es posible invocarnos y convocarnos para tener la actitud de encender nuestros sentidos y posibilitar la creación, la contemplación del Arte. Esas centellas, esas pulsiones del Espíritu, nos llegan y conmueven y nos permiten sentir la felicidad, acercarnos a la consciencia. Tal vez así podamos ofrecernos con limpieza a la mirada del otro, y ofrecernos como espejo pulido, sin capas, sin velos. Faros que indiquen rutas de aventura y no desvíos peligrosos de confusión. No disfraces, no miedos, no rincones de protección.

Posiblemente, debemos dar generosamente al otro, desde nuestra actitud de entrega, los ecos que nos van llegando de los cantos de los Pájaros de Fuego, el Hálito del Espíritu, que a veces sentimos.

La disposición por caminar por ese sendero - camino real - entre dos puertas que flanquean lo que los cabalistas llaman “La gran Faz”, reflejo simbólico de lo inmanente, de la transcendencia, y donde se teje la posibilidad del paso del hombre al ángel. La posibilidad, en suma, de leer todas nuestras páginas, de tañer todas nuestras músicas, mantras, pintar todos nuestros paisajes, mandalas,. De cumplir nuestro destino, es decir: de “vivir creativamente”, de no escondernos, de no disfrazarnos

Anónimo dijo...

¡Hala Beucis, tú sí que sabes acotar la cosa con esmero! Mientras nosotros damos vuelta a la noria a ver si acertamos, o cuanto menos nos acercamos.
Quería llamar la atención a José acerca de la remisión evangélica a la vida de Jesús. Al parecer las últimas investigaciones ponen en "muy dudosa" la confirmación de la esxistencia real de Jesús e incluso de su supuesto hermano, cuyas vidas llegan a confundirse. Los investigadores han concluído, de todas formas,que si bien no existen pruebas documentales o biográficas cercanas sobre su existencia, tampoco se deduce constancia absoluta de lo contrario. Es decir, histórica y documentalmente ninguna de ambas opciones es certificable y constatable con datos y referencias directas. ¿Y entonces?

Mila dijo...

Mirar como mira un niño, con sus ojos y su alma es lo que más se acerca al hecho creativo. Descubrir para aprender, para construir, al mismo tiempo que se destruye, para vaciarse, para volver a mirar con nitidez y frescura lo nuevo pero con otro latido, con otro ritmo...
Esta mirada inocente pero llena de sabiduría la perdemos cuando crecemos y tenemos que reinventarla a cada instante buscando en el fondo de nuestro corazón para mostrarnos al otro y a nosotros mismos sin disfraces, pues así se encenderán nuestros sentidos para mostrar amor.

José dijo...

Anónimo, no creo que el valor de unas enseñanzas lo altere la existencía o no de un personaje o de su referencia meramente histórica. La existencia de Jesús o, quizás, su interpretación como hijo de Dios o como "uno en Dios" es un largo debate, no ha amanecido ahora. En fin, sin ir más allá, me hace recordar a un viejo libro, "La Vida de Jesús" de Renán, la de Jesús el hombre. Por lo que, por todo esto, creo que el "Lavatorio de los Pies" en el Evangelio de San Juan, que también ha sido cuestionado si fue escrito por él o no, es un bello ejemplo, para mí, de servir, de saber dar y de saber recibir . De conocimiento, de amor.. Un saludo

aquiles dijo...

Siempre se ha hablado de la mirada limpia, la mirada clara ¿a qué nos solemos referir con estas expresiones?.

Configuramos una imagen irreal de nosotros y de los demás. Esa imagen se va dibujando en función de lo que los demás nos dicen que somos, de lo que creemos que los demás piensan o sienten y, como ingrediente más importante, de lo que queremos que los demás piensen de nosotros. Esto hace que tengamos una percepción deformada de la realidad, tanto de nuestra realidad como de la de los demás.

La mirada limpia empieza por reconocernos como verdaderos impostores de nuestra identidad profunda. Empieza por aceptar que todo eso que creemos que somos, posiblemente tenga poco que ver con quienes realmente somos. Aquí comienza la aventura. Aquí surge con toda su fuerza la gran pregunta de todos los tiempos: si no soy el imbécil que cada día aparece en el espejo, ¿quién soy realmente?.

Libera pensar que realmente no soy ese loco que sobrevive atado. Pero a partir de aquí, ¿no resulta fácil construir otras nuevas identidades fantasiosas igualmente alejadas de la realidad?. En el fondo, siendo sinceros y estando alerta, casi siempre sabemos cuando nos engañamos. Casi siempre sabemos cuando nos hacemos trampas. Quizás abrir los sentidos consista en comenzar a cuestionar esa “realidad” que nos hemos creído y que firmemente defendemos y empezar a cuestionar nuestras presuntas certezas.

Piel de Asno dijo...

Varias claves nos aporta este texto. La primera es la de encender los sentidos por dentro y por fuera. Parece que al igual que soy capaz de pulsar el resorte que enciende la luz de mi casa, puedo hacer lo mismo con mis sentidos.

Es verdad que externamente, hacia fuera, yo puedo poner la atención y la intención de acariciar en vez de raspar, con mirada, gusto, tacto etc…, pero que desde un acto voluntario como ese pueda yo encender, esto es, incendiar, prender fuego, hacer combustión, iluminar, éstos y los otros sentidos por dentro ya me parece más complicado (imposible no debe haber nada, digo yo).

Me pregunto se la clave del procedimiento no reside en la segunda parte de la frase que para mí significa una puesta a total disposición de la vida y de los otros.
¿Habéis probado a no esconderos? Es mostrarte desnudo y entregarte y por ende correr el riesgo de la aventura subsiguiente que no sabes cuál será.

Voy a ver si practico, pero me cuesta porque voy tan disfrazada que no me encuentro ni yo.

Eco dijo...

Vivir creativamente es estrenar el mundo en cada despertar, traspasar la piel como frontera, conjugar nuestros circuitos cerebrales y mirarnos en el espejo no buscando el reflejo de nuestra apariencia ya sabida, sino abiertos al asombro de lo nuevo, de lo aún por conocer...

El adivino Tiresias -según relata Ovidio en La Metamorfosis-, vaticina que Narciso llegará a anciano "sino llega a conocerse". De este modo nos da a entender que para conocerse debe morir a sí mismo, dejar de ser quien cree que es.
Narciso exclama: "Lo que ansío está en mí, la riqueza me ha hecho indigente" Está saturado, no se vacía de sí, no se siente alguien para otro, porque no renuncia a ser todo para sí mismo. Está anclado en su estado, no se atreve a soltarse de la orilla, no llega aún a ser el río al que está destinado.
Ojo en su etimología árabe significa fuente, y es a la fuente -de claras y plateadas aguas- a la que Narciso se aproxima, la que como un ojo le mira desde el espejo del agua.
La superficie duplica su imagen, alguien le está mirando desde el otro lado, aquel que le mira lo hace con la lateralidad espacial cambiada, buscando su complementario, frente a la diestra la siniestra y viceversa. Borges dirá:"se que en la sombra hay otro".
Caravaggio en su cuadro Narciso, retrata a un joven cuyo reflejo en el agua, dibuja la imagen de un anciano vestido de oro. De este modo sugiere una transformación alquímica, como si el azogue del espejo se diluyera purificándose "..y del plomo de la región del agua creciera el oro noble y lo oscuro diera nacimiento a la luz" como afirma Jung en su análisis del texto chino "La flor de oro"
El anciano en la cábala es símbolo del principio oculto, representa también el inconsciente colectivo, y si surge revestido de resplandor, simbolizará para Jung la personalidad "mana" que aparece cuando la conciencia se carga de contenidos del inconsciente, aclarados y asimilados.
En este retrato hay una intención de búsqueda, un "ver mirando" que lleva a que la mirada traspase el espejo y supere lo binario, aquél que está del otro lado, representa su responsabilidad y su destino.
Narciso llora frente a ese otro que no cree poseer, el llanto aclara su mirada y le lleva al reconocimiento de su contrario, sombra de su conciencia que frente a él espera el reencuentro. Se mira en la fuente y es como si se viera por primera vez, asombrado exclama: "ese soy yo". Oye una voz, por fin su propia voz, que le apremia a ser "aquello que ya es". Se rasga la ropa -como si fuera la piel-, se golpea el pecho y ahí se va, libre en plena inspiración, sumergiéndose en un abrazo -perdiéndose en el otro para encontrarse-, expandido en una entrega sin límites.
El contacto con el agua lo transforma en una flor amarilla, luminosa, dorada por el sol, abierta a la conciencia. Narciso de este modo supera el narcisismo, muere a su identidad -en la medida en que la entrega- y renace por la vía del agua. Nos dice Pessoa: "No la que das, la flor que tu eres quiero".
Narciso al morir a su estado, traspasa el saber hacia el conocer, pierde la perspectiva en el sentido de apariencia o representación de una cosa, renuncia al punto de vista, ya nada es relativo en su búsqueda de lo absoluto, su mirada se sacraliza en un intento unificador.

Inés dijo...

Si vivir creativamente es no esconderse ante el ojo que te mira ni disfrazar la mirada hacia el iris que busca un espejo, eso significa que hay que volver a mirar a los ojos de alguien que un dia nos jugó una mala pasada, grande o pequeña, o hizo daño a un ser querido, o fue el autor material de un crimen de cualquier clase, o fue protagonista de una gran tontería, y le encerramos en el cajón de los malos irrecuperables. Seguramente le hicimos el correspondiente juicio rápido y reforzamos la prisión de su estado con el plomo fatalista de una condena llena de razones, y en estas nos quedamos, razonablemente convencidos de que no tiene posibilidad de superarlo. Esto pasa constantemente; de hecho, es lo habitual.

Así que nuestras miradas futuras, si es que tienen lugar, serán furtivas, acusadoras, veladas por el rencor o la desaprobación, mientras pensamos “no vas a cambiar nunca, no puedes”. Pero es posible hacer un esfuerzo, dejando a un lado el propio egocentrismo aunque sólo sea por un momento, y tratar siquiera de imaginar que esa persona sí puede cambiar, que puede hasta llegar a ser, de la noche al día, mejor que tú, que igual hasta conservas viva hasta el fin de tus dias la vocación de notario, fiscal o policía. Del concurrido reino de los buenos y los mediocres y de los pecados mortales inventados por sus funcionarios mentales, que siempre cometen otros.

Así es que me parece que hacer este esfuerzo, que es sin duda tan liberador, tan redentor para ti como para el otro (si es que necesitaba alguna redención) es un trabajo profundamente creativo. La verdad es que creo que es uno de los más creativos.

José dijo...

Querido/a Eco: Tu mirada abre mi mirada. Es abrir lo escondido al misterio. Es como si el agua estancada se purificara. Como si una voz oyera otras voces. Como si una mano contuviera el aire y lo abriera. Quizas ha liberado mi ego por un instante, ha dejado la vanidad en el vestibulo del tiempo. Un abrazo,

Afrodita dijo...

Pueden trascurrir días y pasar frente a mis ojos comentarios sin que, ni para bien ni para mal, susciten en mi pensamiento ninguna idea que sienta necesidad de plasmar; pero este último comentario tuyo, Inés, desencadena de mi una especie de verbosidad, o verborrea, que me cuesta trabajo el silenciar.
Llevamos meses aquí, muchos (“muchos” nosotros, y meses bastantes), y en cantidad de ocasiones estoy perfectamente de acuerdo contigo, otras no, y cuando en alguna de esas ocasiones en que no, tú me has hecho notar el haber expresado mi opinión precipitadamente, he rectificado (acuérdate) sin ningún problema.
Pero este comentario, Inés; este comentario de hoy…
A todo el mundo le pasa, incluso a veces a mí, que no me tengo por ningún dechado de ternura, el levantarse un día con no sé qué predisposición a “to er mundo e gueno”.
Pero no “to er mundo e gueno”, y no por más que uno se lo repita ante el espejo se va a convencer de ello; o a lo mejor sí, pero… ¿qué pensará del uno del otro lado del espejo de este uno que lo mira desde este lado?
Creo que el texto sobre el que se centra el hilo de comentarios en que estamos se refiere más a no esconderse ante uno mismo, a no engañarse a uno mismo, que a no esconderse o no engañar a unos “demás” que ya cuentan, cada cual, con sus propios mecanismos para no dejarse en la medida de lo posible engañar.
Y yo no quiero engañarme. Y no me quiero hacer creer que me adornan unas virtudes que no tengo; por eso, ante el espejo y ante el sursum corda que se me pusiera por delante, diría:
“No to er mundo e gueno. Y si hay que ir al infierno se va”. Con espejo o sin espejo.
Quiero decir, y con independencia de mi forma un tanto así o asá de expresarme, que estoy en total y absoluto desacuerdo con tu algo así como preconizar que hay que perdonar, a todo el mundo, sean cuales sean las circunstancias y hayan sido los que hayan sido sus actos.
Los seres humanos somos humanos, no divinos. Y, como humanos, el tipo de sentimientos a que podemos aspirar y el que nos concierne, es el tipo de sentimientos humanos, con todas sus implicaciones y sus cargas y sus “ayes” doloridos frente a ciertas imposibilidades. Imposibilidades que nos cierran el camino a “perdonar”; pero no más de lo que nos lo cierran a “castigar”.
¿De verdad consideras factible, o justo, mirar a los ojos del que actuó mal de la misma forma que miras al que actuó bien?
Y no estoy hablando desde el punto de vista subjetivo de algo o alguien que uno tal vez enjuicio sin todos los datos, o a la ligera, y considera por tanto que proceda tal vez no ser tan… (Lo que sea). Pero, se me ocurre (y siempre me parece cutre el poner ejemplos obvios, pero, ea, voy a hacerlo), se me ocurre un asesino, como de Juana Chaos, ¿crees de verdad, que tiene algún derecho a ser mirado con benevolencia?, ¿crees de verdad que si lo tuvieras frente a frente y lo mirases con benevolencia estarías siendo sincera?
Por otra parte, en cuanto a lo que escribo más arriba de “perdonar” y “castigar”, a los humanos nos está vedado, por fortuna, tanto lo uno como lo otro. Ante el hecho más monstruoso no podemos castigarnos los unos a los otros (cabe sí, a título personal tomar venganza; y cabe también que la justicia dicte sus sentencias; pero no tenemos acceso a un castigo que pueda incidir de ningún modo en la esencia misma e íntima del “castigado) ni podemos tampoco perdonarnos. No tenemos potestad para ello, ni para lo uno ni para lo otro, ¿por qué vamos entonces a arrogarnos un derecho que no tenemos?
Además; seríamos todos una especie de monigotes, sin ninguna posibilidad de cambio ni de evolución ni de nada si nuestros sentimientos fueran iguales frente a todo el mundo, frente a los buenos que frente a los malos, frente a los actos encomiables y frente a los detestables.
Vamos, que, Inés, estamos en este punto en total y absoluto desacuerdo.
El humano que comete actos indignos merece, sin contemplaciones, el desprecio de los otros humanos.
Ningún humano puede, por buena voluntad que le eche, lavar las manos ajenas.

José dijo...

Inés, no había leido tu comentario. Pero cuantas veces nos ocurre lo que dices. Vivimos del juicio del pasado y encerramos en un corrillo la posbilidad de conocer, de saber, de soñar. Si puedieramos, como dices, vivir cada instante como si fuera un nuevo latir se oxiginaría nuestra mirada. Un beso,

Afrodita dijo...

José, qué nerviosita me pone esa manía tuya del amor.
Ámame un poquito, anda; siendo un pelín menos dulcecito.

José dijo...

Afrodita: por amor no entro en provocaciones. Esa es mi filosofía y religión. No se lo que me pides y tampoco tu nombre.

Eco dijo...

La propuesta de Inés sobre situarnos ante el otro sin juicio previo, me parece un reto difícil pero fascinante, una auténtica aventura.
Es pura creatividad en la medida en que rescata lo inédito. Supondría mirar como si fuera la primera vez, sin certezas, sin memorias...
Siempre que no damos lo mejor de nosotros somos reos del miedo, cuando alguien desde una mirada no inocente sino responsable, es capaz de traspasar la coraza que hemos tejido a base de temores y falsas identidades, no solo nos libera y nos despierta, sino que a la vez se está liberando a sí mismo. Sino le concedemos crédito al otro ¿seremos capaces de otorgárnoslo a nosotros mismos?
Un abrazo también para tí José

Icono-plasta dijo...

Queridos con-tertulios. Para desarrollar vuestras estimaciones de comportamiento según,por ejemplo, el 1.18 que comentamos y éste último "Eco", la original voz, por antecedente, de Inés, o similares anteriores acerca de "dejar que el otro se acerque a mí sin temores ni resquemores, y yo a él con libertad y esperanza", mismamente, me gustaría nos ejemplificaran tal comportamiento en el caso, real de la realidad del rey mientras tanto, claro, de por ejemplo el comportamiento del estado de Israel mandando a sus tropas a "disuadir" eufemísticamente hablando,por su,que se cargasen a unos cuantos de esos pacifistas navegantes para ejemplificar. Y por el otro lado, como aceptan Uds. las justificaciones de los israelitas y afectos extraterritoriales, de que tales chicos planeaban un acto mediático de tal envergadura sólo para joder y hacerse notar (con perdón). Y lo curioso de ésto, y a lo que deberíamos ir por siempre jamás: Cuando y de que forma estos mundos que vienen saltándose los ojos desde David y Goliat, y salvando las horribles distancias de desarrollo, bienestar, y seguridad, van a dirigirse a los ojos y contarse/cantarse las verdades y que se entiendan, se abracen, se quieran y dejen de matarse, y el mundo desarrollado, pro-israelita negocio por medio, estrategia geopolítica por medio, culpa histórica por medio, deje de favorecer contínuamente a ese estado por ahora más fascista que sus propios verdugos a pesar de su retaguardia supuestamente socialista, y sus grupos civiles supuestamente conciliadores. Si no ha quedado claro,lo explico en la próxima.

Afrodita dijo...

¿Eran pacifistas los navegantes?
¿Era de verdad flotilla de la libertad?
¿Está Israel oprimiendo a los palestinos, o es Hamas quien está jodiendo (con perdón) toda posibilidad de entendimiento entre israelíes y palestinos?

ICONO-Plasta dijo...

Afrodita, corazón, eres más previsible que algún otro que yo me sé. Sabía que alguno de Uds. iba a salirse por esa tangente que recarga la voluntad de Israel de hacer su santa voluntad amparada en las culpas occidentales, y en sus capacidades económicas extraterritoriales. Posiblemente sea yo, como tantos, de ascendencias judías escondidas, expatriadas, renegadas y cargadas de futuro (malo, claro). Me cuesta tanto encontrar los rastros ciertos de esa posibilidad y del porqué en mis antecedentes genéticos secuestrados, que al final me he aburrido. Si no han querido volver a su origen..., será por algo. ¡Ay culpa, culpita, culpera, no te quedes en la nevera!, creo que decía la canción toledana.
Antes de hablar, Afrodita del sobrenombre tan bonito y ya sabes que limpito, deberías leer más, informarte, ilustrarte, rastrear la historia, escuchar la radio,leer los periódicos, etc. etc.
O sea, que porque a lo mejor de los mejores los pacifistas venían disfrazados de corderos, hay que matarlos. Tu conclusión.

Afrodita dijo...

Eres rápido enjuiciando mi previsibilidad, Icono-Plasta. Gracias de todos modos, por tus sabios consejos de que lea, me ilustre y me informe.

Afrodita dijo...

Fe de erratas:
Donde dice gueno (dos veces) debe decir güeno.

Oro dijo...

Una vez escuché a un sabio decir que el futuro está en el arte...y el futuro es ya..por lo que no debemos detenernos.. y detenerse es esconderse ante el ojo que nos mira y disfrazar la mirada hacia el iris que busca un espejo, es decir, hay que cambiar cada instante para que cada momento presente contenga un futuro inmediato mucho mejor y mucho mas iluminado..

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