Presentación

Un grupo de amigos hemos decidido poner en la red el libro, “49 RESPUESTAS A LA AVENTURA DEL PENSAMIENTO”, porque creemos que es especial. Su autor, Eduardo Pérez de Carrera, nos sugiere a lo largo de sus páginas nuevas formas de percibir nuestra vida, de entender la Historia, de interpretar la realidad que nos rodea. Nuestro propósito es convertir este sitio en un espacio abierto de reflexión donde tengan cabida todos los comentarios que se nos hagan llegar sobre lo que a cada cuál le sugieran o le hagan sentir los párrafos del libro. Nosotros nos limitamos a publicar cada quince días un nuevo párrafo y a invitaros a que participéis.

15 ene 2011

Texto 2.14

2.14 "Reconducir los mitos clásicos a la actualidad despiezándolos en complejos, obsesiones o manías, sólo es cuestión de poner nombres a los estados genéricos, y teniendo en cuenta la supervivencia de las raíces mitológicas en el desarrollo de los modelos sociales, el acierto pleno está asegurado; ya se sabe que sólo la legión de pacientes de los seguidores de Freud tienen sueños freudianos."

22 comentarios:

Eolo dijo...

La mitología ha sido y es una fuente inagotable de intelectuales, artistas e investigadores. También los textos más antiguos lo han sido, Homero, Sófocles, la Biblia.

La descripción profusa de los episodios, personajes y relaciones de los distintos mitos, es una auténtica parafernalia de los juegos energéticos del campo psíquico, que guardan un paralelismo, muchas veces atroz, con las realidades de los hombres de todos los tiempos. Véase la semejanza de las relaciones políticas entre derechas e izquierdas del primer mundo con el mito de Vulcano y Hermes, y la aseveración decimonónica de que el primero era un planeta en órbita con Mercurio, dios romano correspondiente al griego Hermes y al etrusco Turms, dando lugar al “complejo de progre”, es decir aquel que sabedor de que nunca conquistará a Afrodita –diosa distinta de la escritora de este blog-, dirige sus pensamientos a la necesidad de autoafirmación permanente y al disimulo, consecuente, de su fea cojera.

En la búsqueda de la divinidad, los símbolos energéticos, a la vez que ofrecen pistas sobre ella, suelen ser trampas de destino fatum en los que quedar atrapado indefinidamente, como los seres mitológicos. El campo psíquico está plagado de ellas.

En la pugna de la ideología analítica de la mente humana que se vivió en el primer cuarto del siglo pasado, uno fue su víctima, que arrastró con él no solo a sus pacientes, sino también al pensamiento occidental. Otro fue capaz de sortearlo, y basó sus estudios en el anhelo de Prometeo de superar a Zeus, narrando los avatares del “si mismo”, es decir, del alma para fusionarse con el Ser.

Afrodita dijo...

“… sólo la legión de pacientes de los seguidores de Freud tienen sueños freudianos.”
Y es que si un señor tiene — y es sólo un ejemplo y por poner por caso — sueños eróticos con su cuñada o, dando la vuelta al ejemplo, una señora con su cuñado y la cosa queda ahí, en sueños eróticos sin más complicación ni más problema, el soñador (o soñadora) olvidará sencillamente el sueño, y a otra cosa, y volverá a ser el hombrecillo o la mujeruca gris que tiene sueños vulgares y corrientes, y lo seguirá siendo (sin gloria ni reconocimiento ni rango ninguno) hasta que tenga la feliz ocurrencia de — a instancias de algún familiar o amigo que se lo sugiera por su bien — consultar con un especialista.
La cosa dará entonces un giro espectacular en todos los sentidos y a todos los efectos y el soñador o la soñadora — que a lo mejor había sido siempre un o una insustancial sin preocupaciones y sin traumas — pasará el resto de sus días dando vueltas al sueño y a la cuñada o al cuñado.
He exagerado; no será “el resto de sus días” sino tan sólo la mitad; la otra mitad la empleará en, de mano del especialista, tratar (obsesivamente) de liberarse de la obsesión.
Pero ya dije al principio que esto sólo era un ejemplo y por poner por caso.
¿Por qué seremos tan dóciles los humanos?
¿Por qué es tan sencillo convencernos de que lo “nuestro” no es “normal”?
¿Por qué estamos encantados de que se nos diagnostiquen dolencias que no tenemos?
¿Por qué nos sentimos tan reconfortados cuando a nuestras “dolencias” se les pone un letrero?
¿Por qué en nuestros afanes de ser diferentes nos volvemos tan réplica de todos los que quieren ser diferentes?

Psique dijo...

A la vista de algunos comentarios quiero decir que el psicoanálisis (que es una entre otras escuelas de psicología) es una teoría, una práctica y quizás en una época una filosofía. De la práctica sólo se sabe quién la ejerce y a su vez quien la ha vivido, de la teoría quien la ha estudiado en sus fuentes y de la filosofía quien se adscribe a ella. La vulgar traducción que se hace de una práctica mezclada con la vulgarización de la temática sexual y la "interpretación" o deducción a la que le lleva al autor del comentario me invita a sugerir que vaya a las fuentes (son múltiples) si no quiere instrumentalizar las palabras al servicio de la vacuidad. Denostar un campo de conocimiento tan prolijo y que a tantas personas nos ha ayudado a abrir vías de conocimiento (también autoconocimiento) no concuerda con el desprestigio que se hace tan generalizado e insisto burdo del texto. Por favor no caigamos en prejuicios o en el lenguaje de Argos, no reproduzcamos el modelo que más vende, el desprecio por el conocimiento.

paseante dijo...

La lectura de los comentarios anteriores me ha sugerido que tal vez el poner nombre a los complejos o traumas después de analizarlos podría suponer en algunos casos una "parada" o un voy a mirarme un rato el ombligo porque esta teoría que me están contando me resulta interesante, voy a desmenuzarla analíticamente y a digerirlo con calma... Otras veces puede ocurrir que conocer el nombre de las cosas te genere un estado de alerta y de asimilación rápida es entonces cuando la velocidad que la comprensión de las cosas genera hace que literalmente te partas de risa al ver como, sin apenas detenerte,se completa el puzle de vivencias pasadas .... a esto último es a lo que yo personalmente me apunto .... prefiero aprender riendo, es más solo siento que aprendo cuando ocurre de esta forma.

eneadene dijo...

¿qué es o representa en definitiva la Mitología? Al parecer la acumulación y clasificación de una acumulada experiencia práctica vivencial a través de la transmisión originalmente oral del comportamiento humano elevado a la categoría de ejemplo y argumentado sobre sustratos del pensamiento mágico. Cuentos, leyendas, donde los personajes y sus avatares personales o de grupo valen como ejemplos referenciales a los que se atribuyeron en su tiempo efecto educativo y aleccionador y valores sobrehumanos. Todos los pueblos desde la prehistoria construyeron sus mitos en base a sus propias reglas de comportamiento y a los valores y sucesos más destacables necesarios para la conformación de la praxis social, su codificación y los procesos educativos, a los que vinieron a sumarse los tabús para la necesaria, o supuesta, hegemonía y supervivencia del grupo.
Es evidente que el análisis de una práctica vital actual no puede tomarlos como referencia más que a título de anécdota con cierto valor ejemplificador de síntesis. Por otra parte hay que recordar que la teoría de los sueños freudiana sirvió en su momento para poner en valor la serie de dependencias y significantes que oculta la consciencia de las personas impresas por el devenir de sus vidas, y que la utilización de los mitos para acercarlas a un cierto entendimiento o explicación se basó en una analogía empírica.

Afrodita dijo...

Le doy muchas vueltas en la cabeza a por qué no está funcionando este blog, porque lo cierto es que no está funcionando.
Funciona ocasionalmente, cuando surge algún detonante que zarandea más o menos los ánimos y, entonces sí, parece que nos sacudimos, y en el respingo nos despistamos un poco cada cual de nuestro propio estar y nos concedemos — a duras penas y un poco como diciendo, sin decirlo, “y conste que lo hago porque se me ha tirado de la lengua” — una cierta frescura gracias a que ha habido “otro” que ha tenido “la culpa”.
Se han medido, ya desde el principio, cuidadosamente las palabras. Que no es que pretenda que hayan de ser todas, ni siempre, desmedidas. Pero, ese especie de temor que se desprende de cada nuevo renglón a no ser correcto, ese cuidado en no mojarse…
Han surgido, a lo largo del tiempo, preguntas, por ejemplo. Podéis repasar las intervenciones desde el principio y ver que en cantidad de ocasiones alguien ha formulado una pregunta. Ya, es decir hace mucho, cada vez que veo que alguien pregunta algo lo primero que me viene a la cabeza es “apañao vas si esperas que”.
Lo habitual es que el puñadito de los que seguimos aquí escribamos lo que más o menos suponemos que más o menos se espera de cada uno en particular y de su tono característico y de su nivel y del blog en concreto y del tono y del nivel que ha de ser respetado hasta el extremo de que “¡Dios me libre de soltar una sandez!”.
Y, no. La verdad es que se escriben muy poquitas tonterías…
Luego, y por otra parte, como hay que tener mucho cuidado con las palabras, y el tono, y las inflexiones de la voz (de lo que se supone que es la voz y el tono que se intuye que la acompañaría si en lugar de escribiendo estuviésemos conversando) pues resulta que se siente uno un poco cohibido o alerta de no ser mal interpretado porque… ¡qué escándalo, verdad!; todos los demás “pensarán que qué poquito se me lucen mis esfuerzos por evolucionar”.
Así que nada, aquí estamos, sin meter la pata ni cometer errores, cada cual en su jaula.
Enjaulados, de uno en uno y sin roces ni tiranteces, devanándonos los sesos en solitario y sin hacer el ridículo a ver cómo encontramos la ansiada libertad que no nos concedemos.

Retama dijo...

Dice el diccionario de la R.A.E. acerca del mito,”Narración maravillosa situada fuera del tiempo histórico y protagonizada por personajes de carácter divino o heroico”. Y acerca de la Psicología, “Parte de la filosofía que trata del alma, de sus facultades y operaciones” y sigue “Todo aquello que atañe al espíritu”, y en su tercera acepción dice “Ciencia que estudia los procesos mentales en personas y animales”.
La verdad es que no se como pueden ser los procesos mentales de los animales, bueno siendo sincero tampoco sé como son siquiera los míos.
Creo que la Ciencia en general, aporta su granito en el descubrimiento del compromiso que adquirimos al nacer, (esto lo digo por convencimiento o por fe, no por conocimiento), y por supuesto tanto la Psicología, Psiquiatría, Neurología y es posible que la Biología como compendio un poco de todas, nos ayuden con sus aportaciones a conocernos un poco más.
Posiblemente el paso del concepto filosófico al científico, sea el motivo por el que algunos de sus seguidores colocan a la Ciencia en un lugar tan prominente en el moderno Olimpo de los dioses, porque no creo que sea acertado tratar exclusivamente desde un aspecto científico conceptos tales como, alma, espíritu o mente. Si como dice el diccionario los mitos son narraciones acerca de personajes divinos o heroicos, no creo que sea muy científico entresacar partes de esas narraciones y ponerles el nombre del personaje con el prefijo de síndrome. Mi teoría, sin excluir ninguna otra, es que existe una Ley a la que seguramente habrá que llegar dejando a un lado las leyes humanas, pero no despreciándolas.
Creo que en este nuevo párrafo que comentamos, se nos plantea la alternativa de no sentirnos ni conductores ni ayudadores oficiales de nadie. Porque tanto los seguidores acérrimos excluyentes de cualquier idea que no se ajuste a sus intereses, (mi dios es el verdadero), como todos los que en algún momento pretendemos con nuestros “consejos” ayudar a alguien, sería bueno pensar, que la única ayuda que podemos recibir, tiene que venir de nuestro interior, que las palabras son herramientas al servicio del ayudado, para que sea capaz de encontrar en si mismo esa ayuda. Las palabras no se las lleva el viento, están en el aire, y cuando las usamos no podemos apropiarnos de ellas porque vuelven al aire y estaría bien devolverlas un poco más alegres, con más conocimiento.
Dice San Agustín, “Las palabras no enseñan mas que palabras a lo más el sonido o ruido que producen, de aquí que para comprender las cosas inteligibles, no contemplemos la voz del exterior del que nos habla sino la verdad interior que reside en nuestro espíritu”.

Enrique dijo...

El orgullo humano ha sufrido un golpe tras otro.

Después de Copérnico la Tierra dejó de ser el centro del universo para pasar a girar alrededor del Sol y, con el paso de los años, convertirse en un minúsculo planeta que orbita en torno a una estrella de segunda fila en una galaxia como tantas otras.

Después de Darwin dejó de ocupar un lugar privilegiado en la creación, para pasar a ser un animal inteligente. Al menos le quedaba la razón.

Y entonces llegó Freud, y con él el inconsciente, ese mundo oscuro que nos gobierna, que nos hace cuestionarnos si realmente somos dueños de nuestros actos.

salva-sea-la-parte dijo...

En el museo nacional de Atenas, uno de los grupos escultóricos más interesantes y perturbadores es el de Afrodita y Pan.Que potencia de atracción sexual representa entre la animalidad masculina más perturbadora y la grácil donosura de la diosa saliendo del baño. Afrodita-Venus según la traducción greco-latina era diosa del amor y de la belleza endilgada a la figura femenina, mientras que el dios Pan ejerce su magnetismo salvaje en cueros vivos. Eso sí, por las dudas Afrodita-Venus se cubre pudorosamente el sexo ante los reclamos voluptuosos del antropomorfo. Un espíritu a manera de angelito sobrevuela por allí para calmar o encausar los ardores animales de Pan. Ya se sabe que de Afrodita deviene los afrodisíaco, o sea lo/el/la que excita el apetito sexual, y además y contradictoriamente, lo afrodicio en el mundo vegetal es lo que no necesita de otro sexo para reproducirse: Mostrar,seducir, negar. Este ejemplo mitológico de significantes podría aplicarse muy bien al discurso que poco más arriba nos suelta nuestra propia Afrodita tan literariamente seductora, presente pero esquiva como la diosa, quizás considerándose objeto tertuliano deseable y negable al mismo tiempo, mientras que además, para platicar sobre estos contenidos tampoco le hace falta permeaerse del explícito de otros textos, sólo expresarse autónomamente tal que diosa afro-ntadora y recatada. He aquí un bello y práctico ejemplo de aplicación de la mitología y sus encarnaciones en piedra pentélica para desvelar contenidos confusos de nuestra realidad aparente.

Slunging-Soup dijo...

Nuestro recopilador del las 49 respuestas, nos alecciona para que rechacemos cualquier análisis sobre nosotros que parta de la consideración ejemplificante y empírica de las aventuras mitológicas de dioses, semidioses, héroes y acólitos y los relatos codificados sobre sus andanzas y avatares en ese mundo entre real, mágico e ideal de sus propios lares y paraísos. Nos advierte pues que tal análisis estará trufado y cosificado más que las fábulas aleccionadoras de Esopo y sus émulos, y por lo tanto se alejaran del verdadero intríngulis de nuestra personalidad mucho más compleja de desentrañar.Aunque por otra parte atribuye a tales mitos y mitologías una capacidad de acierto encomiable al menos en lo circunstancial. Y concluye ejemplificando en Freud, que ya se sabe que el maestro al que te hagas adicto será el que tenga la capacidad de desentrañarte según su propia versión. Al fin y al cabo es una posibilidad.

Manolo dijo...

Desde Darwin se viene afirmando que los seres vivos evolucionan a partir de las minúsculas variaciones que experimenta cada individuo y transmite a sus descendientes, cuando éstas favorecen de algún modo su capacidad para la supervivencia. Según esto, la naturaleza debería caracterizarse por la más absoluta anarquía de formas corporales. Pero no es así. Lo que se ve es una diversidad relativa encuadrada en formas bastante homogéneas. Los perros, los caballos o los peces respetan ciertos rasgos comunes. Por eso se habla de especies, géneros, etc.

Con la conducta humana parece que pasa algo similar. Todos somos diferentes pero, por alguna razón, nos comportamos de modos bastante parecidos. En ello influye, por supuesto, la presión homogeneizadora que ejerce nuestro entorno, por medio de la educación, la familia, los amigos, los medios de comunicación, etc. Ello configura un barniz, una capa de pautas comunes, que interiorizamos hasta un cierto nivel. Si solo fuera por eso, cabría pensar que, tras ese barniz, no tenemos nada más en común. De ser así, la aplicación de los mitos clásicos o de diagnósticos estándar a nuestras inquietudes profundas estaría condenada al fracaso, porque ninguno nos veríamos reflejados en ellos. Sin embargo, parece que algo de cierto hay en eso de los mitos. En las culturas más diversas se encuentran mitos bastante similares en cuanto a los arquetipos subyacentes.

¿Cómo se explica la existencia de ciertos arquetipos, perpetuados en las diversas mitologías? ¿Por qué parecen estar insertos en nuestro ADN? ¿Acaso nuestra supuesta individualidad está, de algún modo, “sujeta” a ciertas formas de comportamiento, expresadas en esos arquetipos de carácter universal? ¿Cómo se originaron esos arquetipos?

Aquiles dijo...

Ahí van algunas ideas.

Enrique dice que el “orgullo humano ha recibido un golpe tras otro”. Y le ha venido bien. Leo en el último libro de Stephen Hawkin que la ciencia ya ha abandonado la idea de que las cosas son lo que parecen, es decir, tal y como las percibimos a través de los sentidos. Hoy sabemos que una teoría o modelo explicativo de la realidad sirve mientras no surja otra mejor. Todo es cuestionable. Todo está en evolución.

Del párrafo que comentamos se desprende la incidencia del mito en el modelo y, por supuesto, en nuestro propio estado. Echo de menos un rastro más visible en ese modelo de los mitos heroicos. Dónde están Hércules y sus pruebas, dónde Sísifo y su acción sin recompensa.

Si es cierto que los mitos están enraizados en el modelo, también deben estarlo la heroicidad, la valentía o el cumplimiento del deber de los personajes que les dieron vida. Quizás el reto de cada uno de nosotros sea encender el modelo con la llama de esas virtudes mitológicas, haciendo renacer el lado más profundo del mito.

Afrodita dijo...

Lo mío es escribir. Enlazar palabras sin detenerme casi nunca a analizar qué están queriendo significar. Me quedo perpleja muchas veces cuando después de teclear durante unos minutos levanto la vista, miro la pantalla, y es entonces cuando veo qué he escrito.
Es frecuente que ni yo lo entienda. Lo considero entonces como una manifestación del inconsciente dando respuesta a un algo que desde el consciente desconozco.
Hoy, por alguna razón que desde ese consciente tan huidizo no sé cuál pueda ser, me ha venido a la cabeza algo que escribí recientemente.
No quiero, sin embargo, poner en este blog algo que muy bien pudiera no tener — es muy posible, incluso, que no lo tenga —absolutamente nada que ver con la esencia, ni con el contenido, de este blog en general ni con el del texto que nos ocupa en particular; es por eso que invito, a quien desee leerlo, a hacer clic ahí arriba, donde se lee Afrodita.

salva-sea-la-parte dijo...

Bueno Afrodita te he hecho caso y me he puesto a seguirte por la red, blog y web, y repasar tus fotos y leer tus espontáneos textos hilvanados en el aire. Ya sé que este texto nada tiene que ver con el discurso que aquí corresponde como comentario a las 49respuestas,pero tus propios discursos libérrimos que dices (¿?) me intrigaban. Encuentro tu necesidad casi físicA de expresarte sin reconvenciones dentro de esos postulados límites en los que dices manejarte. Hasta aquí nomás. Te saludo a 12.000 Km de distancia, y que los de este blog me perdonen. Y por cierto, veo que lo de Afrodita es cierto

Beucis dijo...

Job, con su paciencia y mansedumbre, pudo ver en sueños aquella escalera por la que subían y bajaban, angelois, mensajeros, hermes, vectores de energía llevando y modificando mensajes, que determinan el desarrollo del ser humano en sus diversos planos. Es una visión positiva de este referente bíblico.

El siglo XIX, heredero del culto a la razón y del positivismo, da paso a esos otros referentes mitológicos, desmembrándolos, despiezándolos, para bucear en raíces de nuestro submundo, muy desconocido y gran tabú de una sociedad hipócrita. S. Freud lo estudia y publica. En la literatura y en el teatro surgen seres ambivalentes, oscuros: el Dr. Jeckill y Mr.Hyde en las nieblas de Londres, el capitan Acab, que lucha contra su propio Leviathan, se enfrenta obsesivamente a su ballena blanca a la que odia y ama; y los dos mueren…

Es una vertiente del hombre, muy oculta, muy sofocada y fue bueno descubrirla. De siempre el héroe, en su trayectoria hacia ser dios, tuvo que enfrentarse al dragón , tuvo que bajar a sus mares oscuros. Edipo, Electra, Fedra, Medea… con todos estos materiales se ha trabajado para descubrirnos y para descubrir conductas. Con todos ellos aireados, reconocidos, en un primer paso importante ¿qué podemos hacer? Supongo que actuar debe ser un reto, seguramente interesante, tal vez no del todo suficiente, y habrá que esperar la redención que nos venga de fuera, pues ya se sabe que: “de los laberintos sólo se sale volando”.y como nuevas Alicias adentrarnos a descubrir nuestro País de las Maravillas.

Los referentes mitológicos nos enseñan los pasos que hemos dado en nuestra evolución, en nuestra definición de hombre. Cómo la piel que nos envuelve ha ido modificándose, nuestro cerebro equilibrándose y evolucionando a una mayor complejidad. Los mitos nos enseñan cómo hemos ido descubriendo nuestras profundidades. Cada héroe, cada dios del panteón sumerio, egipcio, griego, celta…nos muestra la conquista de parcelas de nuestro ser profundo.

Adentrándonos en todo ello de la mano de Nietzsche, Freud, Jung… también de Federico García Lorca, Valle Inclán… nos conocemos y conocemos al otro; pero, creo yo, es la necesidad personal y arriesgada de aventura, la responsabilidad de vencer miedos e ignorancias, la que nos ayudará a empuñar nuestras propias riendas en la búsqueda de nuestro interior desconocido.

Las doctrinas, los juicios, la teoría del otro, podrán ser maravillosos instrumentos, pero para emprender el camino, se necesita nuestro asentimiento Habrá maestros, grandes pensadores, psicólogos, que nos enseñen, que corrijan desviaciones, pero el ímpetu y el compromiso es sólo nuestro y el querer cuestionar nuestra razón, nuestros estudios, nuestro confort intelectual, en una palabra, nuestras muletas, que en algunos son brillantes, nos desasosiega. Pero resulta indispensable cuestionarnos y cuestionar si todo este bagaje de conocimiento y autoconocimiento no nos instala en la comodidad de un doctrinarismo.

Deberíamos preguntarnos por qué nos duele tanto cuando se critica nuestros dogmas, nuestros pilares, nuestras doctrinas. Nos inseguriza que lo que tenemos solidamente asentado sea combatido, y nos sentimos colgados de la nada. Los debates, enriquecedores, deberían hacernos preguntar ¿por qué me escuece tanto? Toda mi vida creyendo tantas cosas; tantas cosas en mi vida y, la verdad, ¿merecía la pena? ¿En qué me quedo? Que bien si puedo decir: en nada, en casi nada; pero ha merecido la pena. Otras cosas aguardan .

Goyo dijo...

Mi apreciado niño de los pies descalzos que vas a escuela de zapatos prietos, mira bien y escucha mejor cuando te cuenten cuentos, no vaya a ser que quieran embobarte aún sin pretenderlo, porque los “cuentos didácticos” siempre distraen de igual manera : propugnando el respeto al modelo y abogando por su conservación.

Alargado niño de manos sucias, no te detengas a ponerte guantes que escondan lo que hiciste, para presentarte de punta en blanco al pase de la función de las diez. Es sólo una película de héroes de “supermanes”, que, al igual que los “malos”, también vencen destruyendo y aniquilando, a la par que solicitan el aplauso de los que quieren permanecer. Apreciado niño de ensuciadas manos, cuando alguien te cuente que a los héroes nunca les importó batallar entre polvo y barro, ni les preocupó sentirse ensangrentados, da saltos de alegría porque ese día, ese alguien, te estará acercando un poco más a comprender la historia de tus manos, nunca enguantadas. Y cuando después salgas al patio, donde se dirimen las irracionales y atemporales batallas no argumentadas, de renovada y encantada manera jugarás a construir castillos con arena mojada.

Alegre niño de tez dorada, ¡cuantos cuentos, a tí y a mí nos cuentan, de los que empiezan como acaban: sin decir nada ! … otros son como los de María Sarmiento… Y otros, los menos, nos meten en un mundo de entrañable misterio, y habiendo quedado cautivados y ensimismados por la historia, un buen día nos descubrimos dentro de ella, a la vez que también la hallamos en nosotros. Son los grandes mitos trazados por doquier, con una u otra simbología y referencia arquetípica, que los hace imperecederos. ¡Maravillosos cuentos!

Mi querido y entrañable niño, se me están quedando las manos heladas en este día de frío y obligado patio, y a tí se te queda la carita fresca y sonrosada, y ni yo llevo guantes ni tú bufanda…; dame la mano y nos colamos sin que el conserje nos vea, por la puerta de la escalera, de la escalera más alta.

Loli dijo...

Parece que el Psicoanálisis aplicado por S.Freud supone en su momento una ruptura (algún autor habla de un estallido de los límites de la psicologia), de las fronteras de esta disciplina, muy ligada hasta entonces al campo de la Filosofía.

Parece también que la Psicología como tal, ya estaba experimentando un importante cambio al ir incorporando métodos de las ciencias experimentales.

Entiendo que ésto supone, a la vez que un reconocimiento a la complejidad del comportamiento humano, un intento de profundizar en él, abrirlo a campos de interrelación más amplios, desmarcándose del corsé que podía suponer seguir siendo una ciencia meramente descriptiva o normativa.

A partir de entonces, y (creo yo), a pesar de mantenerse vigentes postulados de ese momento (Freud, Breuer en cuanto a Psicologia Dinámica...), la evolución de ésta parece haberse acelarado, incorporando cada vez más técnicas y objetos considerados como "particulares" de otras disciplinas, reconociendo que entrar en la profundización del comportamiento del ser humano es entrar en dinámicas y campos cada vez más extensos e interrelacionados .

Tengo la sensación de que para todo investigador, en la disciplina que sea, el darse cuenta de cada vez hay más incógnitas en la materia objeto de su estudio, produce vértigo y fascinación, quizás en una aceleración creciente que no permite grandes retrocesos aunque aparencialmente así lo parezca.

Es posible que Breuer, Freud, Jung, Adler... sean conocidos, al final, más que por su número de acólitos, por los matices de esencialidad del hombre que fueron capaces de descubrir (o redescubrir) y que expusieron a través de dinámicas de trabajo intentando hacer de estos atisbos de esencialidad herramientas al servicio de otros seres humanos.

Por otro lado,y buscando la etimología de la palabra "complejo", me topé con que tiene una acepción (más o menos adecuada), relativa a lo "complicado", y que esa palabra, a su vez, viene del latín "plicare", que significa envolver.

Nos encontraríamos entonces ante una palabra que literalmente significaría "envolver en varios pliegues".

Jung define el "complejo", al parecer, como un "conglomerado de representadiones ideo-afectivas(¿hologramas?) que "traicionan" su existencia por medio de perturbaciones típicas de la experiencia(no sé si esto significa que no responden a una experiencia real), y que deben considerarse como una agrupación de determinados contenidos psíquicos formados por un núcleo central al que se adhieren contenidos asociativos.

Estos dos conceptos de "complejo" me sugieren la imagen de energías más gestionadas o mal vividas (no sé si es lo mismo), metamorfoseadas a través de misteriosos caminos psíquicos(¿bioquímicos y qué más?) aún desconocidos, en una especie de materia sutil mal plegada (con flecos sueltos y cosas así quizás) sobre experiencias o supuestas experiencias vitales que no se quisieron o no se pudieron vivir "adecuadamente".

Retama dijo...

Si se es capaz de aceptar que todo lo que hacemos, pensamos, omitimos, etc., es decir lo que el autor llama rastros, queda en el aire, prana o como queramos definir al espacio exterior para diferenciarlo del interior, resulta que lo único que separa a ambos estados es la piel.
Y si se es capaz de aceptar que el interior, no se limita a nuestro organismo, (órganos, células y demás), sino a esos espacios interatómicos, con sus pliegues y agujeros negros, desde los que te puedas transportar a planos o estados de consciencia totalmente distintos de los que conocemos, resulta posible entender que desde esos espacios la barrera que separa el interior del exterior desaparezca para formar parte del Todo, donde podrían estar, en otras muchas cosas, alguno de los complejos, (que no síndromes como escribía yo el día 22), a los que desde procedimientos o teorías más o menos científicas sería muy difícil llegar.

Estoy convencido que todos los que han intentado contribuir con su entrega, conocimiento y maestría a desentrañar estos misterios de la mente, como potencia intelectual del alma, que llevamos inscritos y que tanto condicionan nuestra identidad exterior, lo han hecho y siguen haciéndolo, poniendo al servicio de los que quisiéramos continuar buscando, unas herramientas que muy posiblemente no las hayamos sabido utilizar o sencillamente las hayamos ignorado muchos de sus seguidores.

Creo, que Freud, Jung entre otros, como referentes actuales, y mucho antes la Teosofía, los místicos, Paracelso, San Agustín, entre tantos, y todos los maestros que desde el principio de la humanidad hasta nuestros días nos acompañan en esta aventura, han intentado, cada uno desde su conocimiento, proporcionarnos esas herramientas que nos permitan llegar a nuestra identidad real. Esa identidad que no está condicionada por egos, complejos, manías, miedos,…

Escaramujo de los pedregales dijo...

Falta debate. Al blog le está faltando debate.
No es comprensible que un contenido tan interesante, tan sugerente como es el de los textos, y que atrae tantas visitas dé lugar a tan pocos comentarios y de tan pocos participantes, que no somos más allá de la docena.
No es que hayamos de ser muchos o pocos, no es la cantidad en sí misma lo que le tenga que dar sentido al blog, pero está ocurriendo que parece que según pasa el tiempo en vez de crecer se achicase, se encerrase o se lo estuviera amordazando (entre todos) por alguna condenada manía, o vicio, o complejo que parece limitarnos a “o digo muy bien lo que voy a decir o me lo callo”.
A mí por lo menos me gustaría que se pareciese más a una reunión informal que a un aula donde cada uno de los que intervienen se pone de pie y con mucha seriedad expone su tesis (que es a lo que me recuerda constantemente).
Los textos en torno a los que escribimos son difíciles, no resulta abordable las más de las veces organizar un discurso coherente, intachablemente planteado y repleto de reflexiones estructuradas de forma absolutamente impecable; ultimadas, redondas e incontestables. Si es eso lo que cada cual estamos pretendiendo no vamos a conseguirlo; para incontestable ya está el libro… O, a lo mejor, se me acaba de ocurrir, lo acertado sería que intentásemos contestarlo.
Da la sensación de que nos tragamos las cosas sin masticar; de verdad.
Ya desde que arrancó han surgido en infinidad de ocasiones oportunidades de debatir, pero sólo ha habido debate cuando nos hemos “picado” alguno con algún otro; pero no ha sido un debate centrado en el texto a tratar en sí mismo; y debiera dar lugar a ese debate porque que no me diga a mi nadie que lo entiende todo tan estupendamente como para que la particular visión de cada cual no se rompiera, un poco, no alcanzara un “un pasito más allá” en su propio esquema con una réplica o una batería de réplicas dadas por los demás y tal vez escuetas, no sabias ni asombrosas pero sí espontaneas que se fueran algo así como ensamblando, unas con otras, como un puzle; eso enriquecería y favorecería a nosotros y al blog, le daría frescura, sería un poquito como aflojarse el nudo de la corbata los señores y dejar de meter la barriga las señoras…
Pero no lo hacemos, no nos concedemos esa frescura, estamos constantemente de visita.
¿Y para qué valen, además, en un blog los seudónimos sino para sentirse liberado, un poco al menos, de la propia identidad?
Aquí, y a lo mejor en todas partes, la máscara se ha convertido en el rostro en el que todos los demás van a reconocernos; y no nos sirve.
Pero nadie ha firmado un contrato de permanencia con su seudónimo. Inventaros uno cada vez si eso va a posibilitaros de andar un poquito más sueltos, pero, por favor, soltaros. Soltaros, que parece que estamos utilizando el libro como mordaza y no creo que esa sea su finalidad ni la intención de quien lo escribió.

Ulises dijo...

Cuando leo que los mitos clásicos siguen teniendo vigencia en el mundo actual, no puedo por menos que recordar el concepto que en mi juventud tenía de la mitología. Para mi era algo así como un conjunto de historias fantásticas de antiguas civilizaciones, historias que eran fuente de inspiración para los poetas y que nadie que se preciase de culto podía ignorar; pero que en nuestra sociedad actual, científicamente tan avanzada (¿?), ya no tenían cabida. En cualquier caso, el tema no me atraía y no profundicé en ello.

Con el paso de los años, las lecturas, las enseñanzas y comentarios de personas que merecían mi respeto y mis propias reflexiones, hicieron que mi opinión sobre la mitología cambiase radicalmente. Sigo siendo bastante ignorante en el tema, pero ahora me merece un profundo respeto.

Creo que los mitos clásicos reproducen simbólicamente los muchos avatares por los que ha tenido que pasar la humanidad desde los tiempos más remotos, y también las dificultades que tiene que superar el ser humano para poder cumplir en la vida la misión para la que ha nacido. Son mitos universales que aparecen en casi todas las culturas, aunque con distinto ropaje en cada una. Y creo que en nuestra sociedad, “científicamente tan avanzada”, siguen estando vigentes; pero debo confesar, que me gustaría saber bastante más sobre cómo se manifiestan actualmente cada uno de los distintos mitos, porque hay tantos, que yo me pierdo.

Eco dijo...

Vale, vamos a jugar un poco, es verdad que los comentarios del blog parecen a veces "la voz de su amo" nadie parece estar en desacuerdo con los textos comentados, todos entendemos todo a la primera sin apenas hacernos preguntas, a lo mejor tendríamos que plantearnos que el texto al que aludimos es, como todo escrito, una síntesis de un pensamiento más amplio, pero que como tal síntesis, adolece a veces de una explicación no se si más profunda, pero al menos si más amplia, y que por tanto no puede -o no debe- tomarse como dogma de fe, como palabra divina, sobre todo teniendo en cuenta que el lenguaje utilizado es metafórico, poético por tanto, no literal, no lo tomemos al pie de la letra, a ver si somos capaces de arriesgar un poco más...

Cachis en los dioses dijo...

Los mitos, los héroes y los dioses; tan imponentes todos, tan soberbios, tan afianzados en sí mismos y en sus mismidades cada uno; tan absolutos y sin fisuras en qué están representando.
¿No es un poco así lo representado por cada uno de ellos? ¿No están todas las cualidades, rasgos, emociones, aversiones, inclinaciones, ideas, manías, obsesiones, virtudes, defectos, odios, celos y amores, y también los temores que nos aquejan y condicionan nuestras conductas, tan encastillados en su entidad o identidad y tan asentados en su inquebrantabilidad como los dioses lo están en su divinidad?
¿Somos los humanos los que nos ceñimos o amoldamos al modelo de los mitos o son los mitos posteriores y están siendo, cada uno, una especie de personificación de lo que ya desde antes habitaba en el ser humano, en su mente y en su alma?
Las mitologías de las latitudes más dispares y distantes cuentan con dioses y diosas que, aparte de las diferencias en los nombres y en los colores de sus pieles y los entornos en los que se desenvuelven, son perfectamente intercambiables.
Las representaciones, personificaciones, del amor, del odio, de la envidia, de los celos, de la rabia, de la ira, de la inteligencia, de la perversidad, y de tantas y tantos otras y otros virtudes y defectos que los dioses encarnan han sido, desde que el mundo es mundo — o desde que sabemos del mundo menos remoto que aquel en que con discurrir a ver si inventaban el fuego ya tenían bastante y no les quedaba tiempo de amarse ni odiarse — tan inmortales y tan imbatibles y tan indestructibles como su correspondiente divinidad-mito.
Las mitologías de cualquier parte son muy antiguas (parezco la ministra Magdalena explicando que el aeropuerto es mu grande) pero, obviedad aparte, los humanos lo somos más todavía.
Es por eso que pregunto, ¿no estará la mitología y los mitólogos (me lo acabo de inventar) que la escribieron siendo una especie de recopilación, un muestrario, del sentir algo así como “estándar” y de todas las grandezas y miserias de los humanos?
Pero —vuelvo con esto a lo que me preguntaba más arriba —, ¿nos resultan los mitos o dioses tan fascinantes, incluso los más listos/as y los más guapos/as, como para seguir imitándolos hasta el fin de los siglos? ¿No son tan inmortales y tan perfectos cada cual en lo suyo un poquito cargantes?
No parece en cambio empacharnos, a nadie, seguir tirando de grandezas y miserias (otra vez odio, amor, celos…, bueno, ya están enumeradas más arriba) que no han cambiado en absoluto, ni pizca, en esencia desde tiempo inmemorial.
¿Y no es eso preocupante? ¿No es preocupante que algo permanezca inalterado en un mundo tan cambiante?
A lo mejor es que son una especie de “maldiciones” que ensoberbecidas y endiosadas están ahí, como un eterno presente en nuestras vidas; y nosotros pretendemos buscarles las vueltas, esquivarlas y librarnos de su influjo; pero siempre utilizando los mismos métodos que son, sí, quizás, más elaborados y sofisticados, pero siempre los mismos en el fondo.
¿Qué es lo que pasa entonces, que los mitos y toda su simbología nos están poniendo sobre aviso de que no tenemos escapatoria, o es que nos están alertando de que las vías de escape son otras?

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